Mi hija, cada vez que quiero ver algún partido del mundial se aburre, se fastidia y me distrae la atención. Eso sucede desde siempre, este es el cuarto mundial que acontece, desde que tenía seis años ocurre, ahora a los dieciocho continúa, y a mi se me hace cada vez más difícil concentrarme y ver los partidos de fútbol.
Busca todo tipo de artilugios para apartar mi interés en la pantalla del televisor, y a mi me resulta cada año más complicado. Ella aguza su ingenio e idea situaciones que me sorprenden, al principio pensé que era un deseo pasajero, que se le antojaba para que la atendiera, un capricho sin razón aparente.
Así que opté, por lo menos los días que juega mi selección, quedarme en la cama con mi vieja televisión de catorce pulgadas, donde no veo nada y no soportar sus berrinches o sus indirectas y/o alusiones personales. Sin embargo y a pesar de ello, apareció en mi dormitorio con una bandeja de desayuno, justo en el momento del entretiempo del partido, en que de aburrimiento comencé a manosear mi verga.
Qué vergüenza, era para mi un escándalo quedar expuesto así ante mi hija, ella lo advirtió, lo minimizó, y puso la mesita sobre mi humanidad ocultando mi bochornoso y patético espectáculo. Ella reparó aquello siendo componedora, arreglando lo sucedido con mimos y buen trato, me dio de comer en la boca con sus manos, en un gesto tierno y dulce que me conmovió.
Mi esposa, que además es su madre, irrumpió en la habitación en deshabillé, una especie de ropa también llamado "salto de cama", no interpretó la situación, a pesar de no ver mi pene expuesto y le ordenó que se retirara de la cama matrimonial y de la habitación.
Nuestra hija se retiró de la cama con una manera felina, deslizándose sugestivamente en su diminuta lencería de tonos pastel. Ella, mi mujer, ¿Estaría equivocada o no quería quedar expuesta a sufrir alguna decepción?
Esa misma noche, mi hija me envió una foto por whasapp dándome las buenas noches. Cuándo la observé detenidamente, vi que no tenía bragas, entonces interpreté que se habría equivocado y seguramente el destinatario de ese mensaje debería ser algún noviecito, porque en la actualidad se estilan este tipo de publicaciones entre "amigovios". A pesar de saberlo y entenderlo, sentí celos.
Pero, a la mañana posterior, recibí otra foto de mi hija, esta vez parecía totalmente desnuda. Con la publicación anterior no había respondido, ya que pensé en que fue un error. Ahora tenía que hacerlo, para consultarle si estaba consciente que era a mi a quien estaba enviando esos mensajes con esas imágenes.
Así que le escribí manifestando eso, ella me respondió ¡Perdón papi, si te escribí a vos pero no me di cuenta que se veía como duermo! Aquello me enfervorizó, mis ratones morbosos galopaban en mi cabeza. Quedé sin palabras para contestar, así que no le respondí. Tras cartón, ella me volvió a escribir diciéndome ¡Ahí te llevo tu regalo! ¿Qué regalo? Pregunté ¡Hoy es el Día del Padre! Exclamó entusiasmada.
Me obsequió una caja envuelta para regalo con un gran moño y todo. Cuando la abrí observé que dentro de ella sólo había una bombacha, precisamente la que usaba el día anterior, la de tono pastel. ¿Qué es esto? Pregunté
Mi hija me respondió ¡Está sin lavar, tiene mi aroma, por si te sentís sólo como ayer! ¡Ves, recién me la saqué!.
Levanté la vista y recién en ese momento me di cuenta que estaba en concha. Y entre sus piernas su capullo parecía explotar ¡Por, por, por qué está tan inflamado! Consulté ¡De pasión! Respondió ¡Tocá, tocame, tocalo! Suplicó. Y no pude negarme, fue más fuerte que yo, más rápida la mano que la vista, la mano que mi cerebro en analizar críticamente aquello.
Mi mujer, su mamá, estaba en la cocina, a metros de nosotros que estábamos en el diván. Ella, nuestra hija se incorporó avalanzándose sobre mi y fue directo a mi bragueta, desabotonándola. Yo sólo no me resistía y miraba preocupado en dirección a mi cónyuge.
Encontró mi garcha excitada, al palo, y me la chupeteó un instante y se retiró volviendo a su lugar, pero exponiendo su vulva, húmeda, florecida, abierta, se había descorrido o soltado una especie de mecanismo, para dar paso a sus fluidos.
Mi deseo era romper o despegar aquello que estaba escondido u oculto, sólo en una cosa pensaba, en dividir por algún sitio eso, para ver o sacar su contenido, desplegar, extender lo doblado en aquellos labios vaginales perfectos, ya le salían los pétalos del capullo transformándose en una flor, separándose unos de otros, para permitir el acceso, y facilitar el tránsito. Mis dedos la tocaron y los separaron.
Ella, mi hija se estremeció al ser tocada por mi, su padre y se lanzó otra vez sobre mi chota y la mordió. Yo quería inaugurarla, ella estaba decidida y bien predispuesta anunciando su entrega, quería comenzar el periodo de tiempo en que debe realizarse algo, iba para adelante, al frente. Ambas cabezas me explotaban, ella me provocaba ganas de comerla.
Y la ensarté de una "como chorizo de croto" hice la primera, como en algunos juegos de naipes, me sinceré conmigo mismo y esparcí mi polen, eclosioné como dentro de una crisálida o una flor, me olvidé de todo y ella entró en un súbito movimiento.
Ninguno de los dos nos acordamos de la tercera en discordia que además estaba en el mismo ambiente que nosotros. Tanto fue así que estallamos en jadeos, reventamos de golpe juntos, produciendo un ruido fuerte, repentino, ¿Sería su himen que al abrirse o romperse por efecto de la presión o el calor, tronó?
Sentíamos y manifestábamos ese sentimiento intenso, ese estado de animo nos llevó a olvidarnos de todo, estábamos en éxtasis, ella, mi nenita se sentó a horcajadas mías, y le entró toda, hasta el fondo. A mi, los ojos se me daban vueltas del gozo.
Sin darme cuenta y sin saber bien cuando fue, ni como, estaba totalmente desnudo en el living comedor de nuestra casa, cojiendo con mi hija semi desnuda, en el sofá de tres cuerpos, en presencia fáctica y teniendo como testigo de eso a mi esposa, la madre de mi hija a la cual estaba sodomizando frente a ella, todo un testimonio directo.
De pronto me di cuenta que estaba como en un lugar donde se sacrifica al ganado, por el consumo de su carne, como procurado para causar el mayor daño a alguien, arruinado haciendo fracasar todo, en especial, representando mal mi papel en una obra llamada familia disfuncional.
Aquella descomposición y deterioro se terminó con el grito de la dueña de casa ¡Qué mierda hacés! ¡Degenerado hijo de mil putas! ¡Perdón, no se que me pasó! Exclamé
¡Se que obré en contra de lo establecido! Respondí ¡Tomatelas de acá! Ordenó
Y me tuve que ir, esta vez también se salió con la suya mi hija, no pude ver el mundial, pero esta vez le costó más, ahora lo único que falta es que salgamos campeones...
120 comentarios - Mi hija no quiere que vea el mundial de fútbol