Esta es la última imagen de mis padrinos juntos, la última fotografía de mi padrino con vida, el falleció y dejó a mi madrina viuda.
Las malas lenguas decían que él no era todo lo masculino que se esperaba, o mejor dicho, lo que esperaba la familia en general.
Así que toda la parentela alentaba a la viuda, (mi madrina) que superara rápidamente el duelo.
Le pedían que como primer paso, ya dejara el luto, es decir, de vestirse de negro, pero ella sonría y callaba, o se negaba.
Mi madrina era y es, una atractiva mujer, tal vez, no tenía una belleza clásica, sino por el contrario era exótica, si, ese es el término más apropiado.
Ella era alta, quizás grandota por ser mujer y de contextura amplia, se veía imponente. Eso también produjo curiosidad cuando presentó a mi padrino a su familia. Un hombre regordete, más bajo de estatura que ella y claramente amanerado.
Irma, ese es el nombre de mi madrina, era una mujer sencilla, simple, tal vez algo tosca desde su postura corporal, poco femenina. Esa era otra conjetura que hacía la familia, la de su personalidad, todos creían que la había adquirido producto del temperamento tan suave de su cónyuge, mi padrino
"invertido".
Al ser yo su único ahijado, muy querido por ambos, casi como un hijo, bah, efectivamente siempre fui tratado como el hijo que no tuvieron. el entorno familiar me pidió, más aún, me exigió, que intentara hacerla entrar en razón, que la reintegre a la sociedad.
Ella se había dedicado siempre al hogar, era un ama de casa más, no conocía nada del mundo exterior, y de verdad no aceptaron mis negativas, tuve que aceptar la decisión del clan.
Ella, luego de mucho debatir y cuestionar aquello, por cansancio accedió a acompañarme a unas mini vacaciones, un fin de semana largo, cuatro días de esparcimiento en la costa atlántica.
Le prometí que conocería la noche de la ciudad balnearia más importante de nuestro país. Se que no era nada del otro mundo, pero, ella había estado encerrada, enclaustrada entre las cuatro paredes de su hogar. Todo para Irma era nuevo.
No se bien que se imaginó, pero llevó mucho equipaje, a mi me pareció una exageración, sin embargo, no lo manifesté para no frustrarla. Pero, aquello me condicionó en las salidas, deberíamos visitar lugares donde pudiera ataviarse del modo que se iba a producir.
Y ya de movida hizo que modificara lo que había pensado como alojamiento. Tuve que contratar un hotel de mejor categoría, en el que nos hospedamos, ¡Hasta un piano tenía!
Poco a poco, fui logrando convencerla de que modificara, cambiara su guardarropas y optara por faldas, vestidos, y dejara de lado los pantalones. Aunque, no tenía nada de lo que yo le pedía, así que mientras se instalaba y desarmaba las valijas, fui hasta unos outlet de ropa usada pero en buenas condiciones y le compré un par de prendas, que además estaban en liquidación por fin de temporada y que por ser algo audaces, no habían tenido salida, no las compraba nadie. Quedé como un ídolo.
Ojo que, también me costó muchísimo persuadirla para que las use, pero estábamos en un fin de semana de aventuras y pactamos un apotegma, "lo que sucediera en ese weekend quedaría entre nosotros y en esa ciudad balnearia".
¡Epa..!! Exclamé cuando la vi ataviada con las ropas que le regalé, parecía otra persona, se lo dije. y ella me respondió ¡Yo también me siento otra!
Luego de ir a cenar donde usó el vestido largo y conversamos de nimiedades regresamos al hotel y fuimos a dormir porque a la mañana siguiente comenzaría el raíd turístico propiamente dicho, nuestra excursión comenzaba el jueves, primer día feriado, e iríamos a unas sierras muy características del lugar "Sierras de los Padres"
Nos tocó una jornada espectacular, un día diáfano, a pesar que era otoño, la temperatura era muy agradable, hasta se podría decir calurosa. Nos pasamos toda la mañana en las sierras.
Al mediodía se cambió para almorzar en la terraza de otro hotel donde paramos y decidimos ir a la tarde a la playa.
Ese fue el momento donde creo que todo cambió, donde ella hizo un clik.
La tarde estaba para traje de baño, sin embargo, ninguno de los dos había llevado, porque normalmente el clima en esa estación es mas fresco, es impensado poder bañarse en la playa fuera de temporada. Pero, esos días fueron únicos, calurosos.
Lo que hizo ella al oír el mar fue quitarse el vestido y quedar en lencería íntima.
Mis ojos se desorbitaron, ella lo notó y exclamó ¡Nunca entendí la diferencia entre un traje de baño y la ropa interior!
Aunque no me pareció descabellado lo que dijo, más aún hasta podía acordar con ella, ya que ambas prendas son similares, los dos sabíamos que no era lo mismo. Aquello hizo aparecer en mi y seguramente en ella también un morbo muy especial.
Para no dejarla en evidencia y con su afirmación sin respuesta dije ¡Igual estamos prácticamente solos, está desierta la playa!
En verdad no había turistas en ese lugar, la mayoría se quedan en las playas del centro que son más populares.
De todos modos a ella también le dio algo de vergüenza, y se cubrió con una especie de "pareo" improvisado, un pañuelo grande que generalmente se usa sobre el bañador. Una especie de velo.
Pero a su vez se cubrió con un manteo, una túnica, una especie de salto de cama. De todos modos aquello habría sido impensado unos días antes.
Mientras volvíamos al parador de las sierras, ella semidesnuda, se detuvo a jugar con un perrito callejero y me dedicó una mirada como de agradecimiento.
Era como que yo fui el responsable de haberle no sólo mostrado un mundo diferente al conocido por ella, al que estaba acostumbrada, sino que además la tenía como protagonista.
Ya de regreso a nuestro principal hospedaje, se sentó en la escalera del cuarto, era una especie de duplex, un cuarto con dos niveles y dos camas, ella arriba y yo abajo.
Y comenzó a contarme parte de su vida con mi padrino, su marido.
Lo que me confesó jamás lo hubiera imaginado, era una especie de "mosquita muerta", nadie en la familia lo creería.
En breve síntesis, me dijo que ellos mis padrinos eran una pareja swinger, es decir, que el equivocado en todos los razonamientos hasta ese momento era yo, nada de lo que creí era así. Me contó algunas anécdotas de sus actividades y hasta llegué a sonrojarme con lo que decía.
Así que a partir de ese momento la que continuó guiando esa experiencia que pretendía ser de asueto y recreo, fue mi madrina Irma.
Me propuso ir de "caravana", como lo hacía con mi padrino, ella sería mi pareja para compartir.
Y así fue, esa noche fuimos a una fiesta, porque en todas las ciudades y Mar del Plata no era la excepción, hay swinger. Ella sacó una agenda hizo unos llamados y se contactó.
Lo que experimenté fue algo desquiciado, algo fuera de lo conocido por mi, sacado de lo normal, sin medida ni moderación.
Regresamos al hotel alrededor de las 9 AM, luego de una noche de sexo desatado, desenfrenado.
Mi madrina caminando por la calle casi desnuda, semi vestida o desvestida, y re cojida, recontra garchada.
Dormimos todo el día, no vimos nunca más la playa a pesar de los días de sol, y a la noche de ese segundo día ya más organizado, asistiríamos a un boliche swinger del lugar.
Y todo lo que ello conlleva, toda otra producción, tanto mi madrina como las otras iban casi en pelotas, como mucho en ropa interior sexy.
Debido a ello alquilamos un auto, no se podía ir en un transporte público con el atuendo de mi madrina, de hecho en el trayecto algunos automovilistas se percataban de su vestimenta y nos tocaban bocina, en los semáforos era mucho peor, cuando nos detenía alguna luz roja, algunos conductores sacaban medio cuerpo por las ventanillas y vociferaban piropos subidos de tono, y hasta algún conductor se bajó de su vehículo y pretendió que ella bajara su ventanilla y/o descendiera del auto de alquiler, una locura.
Cuando llegamos al lugar, ella descendió del auto y me esperó fuera del mismo a que lo acomode en el estacionamiento privado, yo lo había querido dejar frente al boliche, pero la seguridad del mismo me lo impidió y tuve que llevarlo al garaje.
Mientras eso sucedía, ella estaba en la calle así vestida. A pesar que ya era tarde y no había tanta gente, de todos modos, el tránsito la advirtió y los fisgones aminoraban la marcha para observarla.
Más complejo se hizo luego cruzar la avenida hasta el local, ya que nos desviamos por el estacionamiento, eso fue un pandemónium, ella provocaba mucho ruido y confusión. Tras el alboroto entramos al edificio al borde del escándalo.
Ya en el interior del mismo, la bulla era diferente, se convirtió en una babel. Toda una congregación de personas, algunas conocidas por ella y otras absolutamente desconocidas que se aglomeraban en torno a ella.
Yo a su lado pasaba inadvertido, estaba en un segundo plano, además estaba super poblado de varones, eran como una jauría participando de una cacería, no se como a ella eso no le daba miedo, yo tenía un intenso temor de que todo se desmadrara.
Igual, mi madrina me había aleccionado de algunas normas básicas de ese tipo de encuentro. Las mujeres tenían el poder para dar permiso a otros para que se hagan dueños de su persona, pero nunca por la fuerza.
Ella dominaba la escena y elegía con quien someterse, un tipo de relación que se iba construyendo en el momento, dinámica.
Todo era una representación pública que se ejecutaba sin fingir, sin aparentar nada, todo librado a la imaginación, buscando la esencia del gozo. Yo miraba con recelo, vigilaba y controlaba a quienes me parecían sospechosos, de hecho ella me había explicado que esa era la función de los hombres swingers, "cuidar" a su hembra en la entrega sexo genital.
Mi madrina iba a satisfacerse íntegramente y me agradecía levantando su copa en el centro de la pista, por hacer que ella vuelva a ejercer aquella actividad y/o se incorpore de nuevo a la colectividad swinger.
Ella me dijo ¡Gracias por restituirme a mi antigua pasión, pensé que con la muerte de él, acabaría! ¡Recobré lo que creí perdido!
Respondí ¡Me pareció una obligación moral reintegrarte a la sociedad! ¡Aunque para ser sincero, nunca imaginé esto! Manifesté eso para que lo considere, me parecía una decisión negativa la de continuar con aquello. ¡Vas a salir perdiendo en este cambalache! Afirmé
Sin mediar más palabras todos los tipos se desnudaron y comenzó la orgía.
Ella, mi madrina rodeada, en medio de un fárrago de cuerpos inconexos, enmarañándose peligrosamente en relaciones que no las podría definir como amorosas bajo ningún concepto.
Eso era algo alienado, ella pasaba de un pene a otro, parecía privada de todo juicio lógico. Yo estaba extasiado con lo que veía y ella experimentaba.
Me retraje observando eso, me aparté con un sentimiento de vergüenza, ella no tenía ningún pudor con mi presencia en el lugar.
Más aún, ella me buscaba con sus ojos, recuerden que me había pedido que permaneciera cerca, que la vigilara, que la cuidara, ya que también su cuerpo entraba en éxtasis cuando comenzaba a desarrollar la actividad genital, y su mente se nublaba con la estimulación o manipulación de sus órganos sexuales y de sus zonas erógenas.
Atraía hacia si las porongas de todos, chupaba con los labios y la lengua la leche de los desconocidos, mamaba, succionaba, devoraba y engullía todas las acabadas.
A veces previamente antes de injerir el semen, jugaba con aquél ahuecando la lengua transformándola como en una vasija.
La degustaba. la saboreaba, deleitándose con los distintos sabores de guasca. Libaba lentamente el jugo de verga, los cataba para determinar y apreciar su consistencia, el olor de esa sustancia, se nutría absorbiendo, energizaba sus tejidos orgánicos con esas sustancias externas.
El segundo paso era la penetración propiamente dicha, la introducción en su cuerpo de esos líquidos, era invadida por todos los flancos, con intensidad, con fuerza, acometida con choques violentos de los distintos cuerpos.
Ella literalmente crujía. Hacía ciertos ruidos en contacto con algunos cuerpos cuando se frotaban o rozaban unos con otros, parecía iban a romper sus agujeros.
El sonido era similar al ruido que hacen las maderas al arder, ese amasijo humano despedía mucho calor.
Esa muchedumbre de gente confusa y desordenada olía mal, el ambiente se tornaba denso, era una mezcla de estiércol con residuos.
Me convertí en un aguafiestas al interrumpir esa situación ¡Basta madrina, vamos! Vociferé
Todos se detuvieron, ella se sentó en el suelo cubierta de polvos, restos de semen chorreaban por sus pechos, su vientre, me sonrió.
Se estiró y tomó un vaso de agua, parecía sedienta, se había deshidratado entre la turba, y dijo ¡Caballeros, mi pareja decidió que ya está bien, se terminó! Y con esas sencillas palabras, todos se dispersaron sin ningún disturbio, cosa que temía.
Regresamos en el auto a nuestro hospedaje, y mientras lo hacíamos mi madrina me dijo, ¡Me encantó que participaras conmigo en el gang bang! ¡Lo hiciste muy bien! ¡Me cuidaste tal como te lo pedí! ¡Y aunque fuiste algo autoritario al decidir dar por terminada la fiesta, la cerraste de alguna forma! ¡Ahora, sólo te falta integrarte, interactuar! Yo permanecí en silencio, sin responder, ni siquiera me había excitado aquello.
Ella me dijo ¡Me voy a higienizar! ¡Tengo más polvo que los zapatos de Wan Chan Kein! ¡Pedí servicio al cuarto que yo invito! Llamé a la recepción y pedí champagne. Además advertí que me quedaba sin cigarrillos así que los solicité, sin embargo, me aclararon que el lugar era "libre de humo" así que no proporcionaban nada de eso.
Entonces le avisé a mi madrina que iba en busca de un kiosco y volvía. Con el ruido del agua en la ducha no supe si escuchó.
Cuando regresé me encontré con el tipo del servicio desnudo acabándole en la boca ¡Qué hacés madrina! Vociferé, ella se incorporó rápidamente, pensé que para disculparse y echar al mozo, ya que al incorporarse subrepticiamente se le salió la toalla de la cabeza. Pero no, sino que continuó y le hizo una "turca", aprisionó la chota de aquél entre sus tetas.
Me fui directamente a mis aposentos, y me dormí ya podrido de mi madrina promiscua.
Sin embargo, cuando me desperté, seguramente producto del bullicio, me levanté y fui hacia donde provenían los ruidos, por supuesto, la habitación de mi madrina y encontré una orgía y mi madrina enfiestada por todo el personal del hotel.
Mi madrina me mira contenta, como haciendo una gracia, abre sus piernas y me dice ¡Vení, ahora te toca a vos! La observé con decepción y me retiré diciéndole ¡Tomátelas enferma!
Recuerdo mientras me alejaba que uno de ellos me decía ¡No te enojes, pasa por caja que te reembolso toda la estadía! Eso fue lo último que supe de ella
Quise imaginar a ella reflexionando lo sucedido, terminando con la enfiestada entristecida por lo sucedido. Pero no fue así, días después de mi partida recibimos en casa una carta, una postal, con su nueva pareja, el dueño de ese hotel. Mi familia en pleno me felicitaba por lo que había hecho por mi madrina.
padrastro.
¡Por fin, parece que encontró un hombre como la gente! ¡Uso la cabeza y consiguió una pareja normal! Decía mi familia
Este es su actual novio, mi futuro padrino, otro swinger, pensé para mi mismo ¡Si supieran quién es mi madrina!
http://anna-aa.web.tv/video/anna-ciriani-aka-madameweb-la-sexy-prof-di-pordenone-completamente-nuda-in-un-locale-pubblico-nude-in-public-webtv__z5zu3ytfojo
Las malas lenguas decían que él no era todo lo masculino que se esperaba, o mejor dicho, lo que esperaba la familia en general.
Así que toda la parentela alentaba a la viuda, (mi madrina) que superara rápidamente el duelo.
Le pedían que como primer paso, ya dejara el luto, es decir, de vestirse de negro, pero ella sonría y callaba, o se negaba.
Mi madrina era y es, una atractiva mujer, tal vez, no tenía una belleza clásica, sino por el contrario era exótica, si, ese es el término más apropiado.
Ella era alta, quizás grandota por ser mujer y de contextura amplia, se veía imponente. Eso también produjo curiosidad cuando presentó a mi padrino a su familia. Un hombre regordete, más bajo de estatura que ella y claramente amanerado.
Irma, ese es el nombre de mi madrina, era una mujer sencilla, simple, tal vez algo tosca desde su postura corporal, poco femenina. Esa era otra conjetura que hacía la familia, la de su personalidad, todos creían que la había adquirido producto del temperamento tan suave de su cónyuge, mi padrino
"invertido".
Al ser yo su único ahijado, muy querido por ambos, casi como un hijo, bah, efectivamente siempre fui tratado como el hijo que no tuvieron. el entorno familiar me pidió, más aún, me exigió, que intentara hacerla entrar en razón, que la reintegre a la sociedad.
Ella se había dedicado siempre al hogar, era un ama de casa más, no conocía nada del mundo exterior, y de verdad no aceptaron mis negativas, tuve que aceptar la decisión del clan.
Ella, luego de mucho debatir y cuestionar aquello, por cansancio accedió a acompañarme a unas mini vacaciones, un fin de semana largo, cuatro días de esparcimiento en la costa atlántica.
Le prometí que conocería la noche de la ciudad balnearia más importante de nuestro país. Se que no era nada del otro mundo, pero, ella había estado encerrada, enclaustrada entre las cuatro paredes de su hogar. Todo para Irma era nuevo.
No se bien que se imaginó, pero llevó mucho equipaje, a mi me pareció una exageración, sin embargo, no lo manifesté para no frustrarla. Pero, aquello me condicionó en las salidas, deberíamos visitar lugares donde pudiera ataviarse del modo que se iba a producir.
Y ya de movida hizo que modificara lo que había pensado como alojamiento. Tuve que contratar un hotel de mejor categoría, en el que nos hospedamos, ¡Hasta un piano tenía!
Poco a poco, fui logrando convencerla de que modificara, cambiara su guardarropas y optara por faldas, vestidos, y dejara de lado los pantalones. Aunque, no tenía nada de lo que yo le pedía, así que mientras se instalaba y desarmaba las valijas, fui hasta unos outlet de ropa usada pero en buenas condiciones y le compré un par de prendas, que además estaban en liquidación por fin de temporada y que por ser algo audaces, no habían tenido salida, no las compraba nadie. Quedé como un ídolo.
Ojo que, también me costó muchísimo persuadirla para que las use, pero estábamos en un fin de semana de aventuras y pactamos un apotegma, "lo que sucediera en ese weekend quedaría entre nosotros y en esa ciudad balnearia".
¡Epa..!! Exclamé cuando la vi ataviada con las ropas que le regalé, parecía otra persona, se lo dije. y ella me respondió ¡Yo también me siento otra!
Luego de ir a cenar donde usó el vestido largo y conversamos de nimiedades regresamos al hotel y fuimos a dormir porque a la mañana siguiente comenzaría el raíd turístico propiamente dicho, nuestra excursión comenzaba el jueves, primer día feriado, e iríamos a unas sierras muy características del lugar "Sierras de los Padres"
Nos tocó una jornada espectacular, un día diáfano, a pesar que era otoño, la temperatura era muy agradable, hasta se podría decir calurosa. Nos pasamos toda la mañana en las sierras.
Al mediodía se cambió para almorzar en la terraza de otro hotel donde paramos y decidimos ir a la tarde a la playa.
Ese fue el momento donde creo que todo cambió, donde ella hizo un clik.
La tarde estaba para traje de baño, sin embargo, ninguno de los dos había llevado, porque normalmente el clima en esa estación es mas fresco, es impensado poder bañarse en la playa fuera de temporada. Pero, esos días fueron únicos, calurosos.
Lo que hizo ella al oír el mar fue quitarse el vestido y quedar en lencería íntima.
Mis ojos se desorbitaron, ella lo notó y exclamó ¡Nunca entendí la diferencia entre un traje de baño y la ropa interior!
Aunque no me pareció descabellado lo que dijo, más aún hasta podía acordar con ella, ya que ambas prendas son similares, los dos sabíamos que no era lo mismo. Aquello hizo aparecer en mi y seguramente en ella también un morbo muy especial.
Para no dejarla en evidencia y con su afirmación sin respuesta dije ¡Igual estamos prácticamente solos, está desierta la playa!
En verdad no había turistas en ese lugar, la mayoría se quedan en las playas del centro que son más populares.
De todos modos a ella también le dio algo de vergüenza, y se cubrió con una especie de "pareo" improvisado, un pañuelo grande que generalmente se usa sobre el bañador. Una especie de velo.
Pero a su vez se cubrió con un manteo, una túnica, una especie de salto de cama. De todos modos aquello habría sido impensado unos días antes.
Mientras volvíamos al parador de las sierras, ella semidesnuda, se detuvo a jugar con un perrito callejero y me dedicó una mirada como de agradecimiento.
Era como que yo fui el responsable de haberle no sólo mostrado un mundo diferente al conocido por ella, al que estaba acostumbrada, sino que además la tenía como protagonista.
Ya de regreso a nuestro principal hospedaje, se sentó en la escalera del cuarto, era una especie de duplex, un cuarto con dos niveles y dos camas, ella arriba y yo abajo.
Y comenzó a contarme parte de su vida con mi padrino, su marido.
Lo que me confesó jamás lo hubiera imaginado, era una especie de "mosquita muerta", nadie en la familia lo creería.
En breve síntesis, me dijo que ellos mis padrinos eran una pareja swinger, es decir, que el equivocado en todos los razonamientos hasta ese momento era yo, nada de lo que creí era así. Me contó algunas anécdotas de sus actividades y hasta llegué a sonrojarme con lo que decía.
Así que a partir de ese momento la que continuó guiando esa experiencia que pretendía ser de asueto y recreo, fue mi madrina Irma.
Me propuso ir de "caravana", como lo hacía con mi padrino, ella sería mi pareja para compartir.
Y así fue, esa noche fuimos a una fiesta, porque en todas las ciudades y Mar del Plata no era la excepción, hay swinger. Ella sacó una agenda hizo unos llamados y se contactó.
Lo que experimenté fue algo desquiciado, algo fuera de lo conocido por mi, sacado de lo normal, sin medida ni moderación.
Regresamos al hotel alrededor de las 9 AM, luego de una noche de sexo desatado, desenfrenado.
Mi madrina caminando por la calle casi desnuda, semi vestida o desvestida, y re cojida, recontra garchada.
Dormimos todo el día, no vimos nunca más la playa a pesar de los días de sol, y a la noche de ese segundo día ya más organizado, asistiríamos a un boliche swinger del lugar.
Y todo lo que ello conlleva, toda otra producción, tanto mi madrina como las otras iban casi en pelotas, como mucho en ropa interior sexy.
Debido a ello alquilamos un auto, no se podía ir en un transporte público con el atuendo de mi madrina, de hecho en el trayecto algunos automovilistas se percataban de su vestimenta y nos tocaban bocina, en los semáforos era mucho peor, cuando nos detenía alguna luz roja, algunos conductores sacaban medio cuerpo por las ventanillas y vociferaban piropos subidos de tono, y hasta algún conductor se bajó de su vehículo y pretendió que ella bajara su ventanilla y/o descendiera del auto de alquiler, una locura.
Cuando llegamos al lugar, ella descendió del auto y me esperó fuera del mismo a que lo acomode en el estacionamiento privado, yo lo había querido dejar frente al boliche, pero la seguridad del mismo me lo impidió y tuve que llevarlo al garaje.
Mientras eso sucedía, ella estaba en la calle así vestida. A pesar que ya era tarde y no había tanta gente, de todos modos, el tránsito la advirtió y los fisgones aminoraban la marcha para observarla.
Más complejo se hizo luego cruzar la avenida hasta el local, ya que nos desviamos por el estacionamiento, eso fue un pandemónium, ella provocaba mucho ruido y confusión. Tras el alboroto entramos al edificio al borde del escándalo.
Ya en el interior del mismo, la bulla era diferente, se convirtió en una babel. Toda una congregación de personas, algunas conocidas por ella y otras absolutamente desconocidas que se aglomeraban en torno a ella.
Yo a su lado pasaba inadvertido, estaba en un segundo plano, además estaba super poblado de varones, eran como una jauría participando de una cacería, no se como a ella eso no le daba miedo, yo tenía un intenso temor de que todo se desmadrara.
Igual, mi madrina me había aleccionado de algunas normas básicas de ese tipo de encuentro. Las mujeres tenían el poder para dar permiso a otros para que se hagan dueños de su persona, pero nunca por la fuerza.
Ella dominaba la escena y elegía con quien someterse, un tipo de relación que se iba construyendo en el momento, dinámica.
Todo era una representación pública que se ejecutaba sin fingir, sin aparentar nada, todo librado a la imaginación, buscando la esencia del gozo. Yo miraba con recelo, vigilaba y controlaba a quienes me parecían sospechosos, de hecho ella me había explicado que esa era la función de los hombres swingers, "cuidar" a su hembra en la entrega sexo genital.
Mi madrina iba a satisfacerse íntegramente y me agradecía levantando su copa en el centro de la pista, por hacer que ella vuelva a ejercer aquella actividad y/o se incorpore de nuevo a la colectividad swinger.
Ella me dijo ¡Gracias por restituirme a mi antigua pasión, pensé que con la muerte de él, acabaría! ¡Recobré lo que creí perdido!
Respondí ¡Me pareció una obligación moral reintegrarte a la sociedad! ¡Aunque para ser sincero, nunca imaginé esto! Manifesté eso para que lo considere, me parecía una decisión negativa la de continuar con aquello. ¡Vas a salir perdiendo en este cambalache! Afirmé
Sin mediar más palabras todos los tipos se desnudaron y comenzó la orgía.
Ella, mi madrina rodeada, en medio de un fárrago de cuerpos inconexos, enmarañándose peligrosamente en relaciones que no las podría definir como amorosas bajo ningún concepto.
Eso era algo alienado, ella pasaba de un pene a otro, parecía privada de todo juicio lógico. Yo estaba extasiado con lo que veía y ella experimentaba.
Me retraje observando eso, me aparté con un sentimiento de vergüenza, ella no tenía ningún pudor con mi presencia en el lugar.
Más aún, ella me buscaba con sus ojos, recuerden que me había pedido que permaneciera cerca, que la vigilara, que la cuidara, ya que también su cuerpo entraba en éxtasis cuando comenzaba a desarrollar la actividad genital, y su mente se nublaba con la estimulación o manipulación de sus órganos sexuales y de sus zonas erógenas.
Atraía hacia si las porongas de todos, chupaba con los labios y la lengua la leche de los desconocidos, mamaba, succionaba, devoraba y engullía todas las acabadas.
A veces previamente antes de injerir el semen, jugaba con aquél ahuecando la lengua transformándola como en una vasija.
La degustaba. la saboreaba, deleitándose con los distintos sabores de guasca. Libaba lentamente el jugo de verga, los cataba para determinar y apreciar su consistencia, el olor de esa sustancia, se nutría absorbiendo, energizaba sus tejidos orgánicos con esas sustancias externas.
El segundo paso era la penetración propiamente dicha, la introducción en su cuerpo de esos líquidos, era invadida por todos los flancos, con intensidad, con fuerza, acometida con choques violentos de los distintos cuerpos.
Ella literalmente crujía. Hacía ciertos ruidos en contacto con algunos cuerpos cuando se frotaban o rozaban unos con otros, parecía iban a romper sus agujeros.
El sonido era similar al ruido que hacen las maderas al arder, ese amasijo humano despedía mucho calor.
Esa muchedumbre de gente confusa y desordenada olía mal, el ambiente se tornaba denso, era una mezcla de estiércol con residuos.
Me convertí en un aguafiestas al interrumpir esa situación ¡Basta madrina, vamos! Vociferé
Todos se detuvieron, ella se sentó en el suelo cubierta de polvos, restos de semen chorreaban por sus pechos, su vientre, me sonrió.
Se estiró y tomó un vaso de agua, parecía sedienta, se había deshidratado entre la turba, y dijo ¡Caballeros, mi pareja decidió que ya está bien, se terminó! Y con esas sencillas palabras, todos se dispersaron sin ningún disturbio, cosa que temía.
Regresamos en el auto a nuestro hospedaje, y mientras lo hacíamos mi madrina me dijo, ¡Me encantó que participaras conmigo en el gang bang! ¡Lo hiciste muy bien! ¡Me cuidaste tal como te lo pedí! ¡Y aunque fuiste algo autoritario al decidir dar por terminada la fiesta, la cerraste de alguna forma! ¡Ahora, sólo te falta integrarte, interactuar! Yo permanecí en silencio, sin responder, ni siquiera me había excitado aquello.
Ella me dijo ¡Me voy a higienizar! ¡Tengo más polvo que los zapatos de Wan Chan Kein! ¡Pedí servicio al cuarto que yo invito! Llamé a la recepción y pedí champagne. Además advertí que me quedaba sin cigarrillos así que los solicité, sin embargo, me aclararon que el lugar era "libre de humo" así que no proporcionaban nada de eso.
Entonces le avisé a mi madrina que iba en busca de un kiosco y volvía. Con el ruido del agua en la ducha no supe si escuchó.
Cuando regresé me encontré con el tipo del servicio desnudo acabándole en la boca ¡Qué hacés madrina! Vociferé, ella se incorporó rápidamente, pensé que para disculparse y echar al mozo, ya que al incorporarse subrepticiamente se le salió la toalla de la cabeza. Pero no, sino que continuó y le hizo una "turca", aprisionó la chota de aquél entre sus tetas.
Me fui directamente a mis aposentos, y me dormí ya podrido de mi madrina promiscua.
Sin embargo, cuando me desperté, seguramente producto del bullicio, me levanté y fui hacia donde provenían los ruidos, por supuesto, la habitación de mi madrina y encontré una orgía y mi madrina enfiestada por todo el personal del hotel.
Mi madrina me mira contenta, como haciendo una gracia, abre sus piernas y me dice ¡Vení, ahora te toca a vos! La observé con decepción y me retiré diciéndole ¡Tomátelas enferma!
Recuerdo mientras me alejaba que uno de ellos me decía ¡No te enojes, pasa por caja que te reembolso toda la estadía! Eso fue lo último que supe de ella
Quise imaginar a ella reflexionando lo sucedido, terminando con la enfiestada entristecida por lo sucedido. Pero no fue así, días después de mi partida recibimos en casa una carta, una postal, con su nueva pareja, el dueño de ese hotel. Mi familia en pleno me felicitaba por lo que había hecho por mi madrina.
padrastro.
¡Por fin, parece que encontró un hombre como la gente! ¡Uso la cabeza y consiguió una pareja normal! Decía mi familia
Este es su actual novio, mi futuro padrino, otro swinger, pensé para mi mismo ¡Si supieran quién es mi madrina!
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180 comentarios - Mi madrina enviudó
sigue asi!!