La atorranta de mi cuñada se fue a pasar unos días a las termas de Colón y la muy trola no para de calentarme la pija a la distancia. Cuando vuelva a Buenos Aires la voy a agarrar y la voy a clavar contra la pared de tantos pijazos que pienso meterle bien hasta el fondo de la argolla. Mientras tanto me tengo que conformar con estas imágenes de ella, que es una flor de tetona que sabe bien que me encantas las gomas como las de ella, bien grandotas y naturales. Qué importa si se caen un poco, no hay cosa que más me calienta que ver cómo se le van moviendo las tetas a mi cuñada cuando me la garcho por el orto y ella se mueve hacia adelante y hacia atrás.
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