De los numerosos viajes que tuve que hacer al norte argentino por una cuestión de laburo siempre traté de traerme algún qe otro recuerdo. Hay quienes se compran un mate o algún imán pero yo prefiero coleccionar fotos de atorrantas con las que me encamé, cosa de tener siempre en mente esas caritas de mosquitas muertas y asociarlas a largas noches de matraca. De todas, puedo afirmar que las salteas son las más atrevidas. Las minas de Salta tienen ese no sé qué que hace que la pija se me ponga dura como una piedra de sólo pensar en ellas. Son tan sumisas que hasta tratan de hacer silencio mientras uno se las coge aún cuando la chota les llegue hasta la garganta de tan metida que está. Debe ser por eso que me calientan como la puta madre estas norteñas zarpadas en tetas que además, vale la pena decir que hacen las turcas más deliciosas que hay en el planeta. Es que con ese par de gomas, quién no las haría, ¿o no?.
tetonas para deleitarse
De los numerosos viajes que tuve que hacer al norte argentino por una cuestión de laburo siempre traté de traerme algún qe otro recuerdo. Hay quienes se compran un mate o algún imán pero yo prefiero coleccionar fotos de atorrantas con las que me encamé, cosa de tener siempre en mente esas caritas de mosquitas muertas y asociarlas a largas noches de matraca. De todas, puedo afirmar que las salteas son las más atrevidas. Las minas de Salta tienen ese no sé qué que hace que la pija se me ponga dura como una piedra de sólo pensar en ellas. Son tan sumisas que hasta tratan de hacer silencio mientras uno se las coge aún cuando la chota les llegue hasta la garganta de tan metida que está. Debe ser por eso que me calientan como la puta madre estas norteñas zarpadas en tetas que además, vale la pena decir que hacen las turcas más deliciosas que hay en el planeta. Es que con ese par de gomas, quién no las haría, ¿o no?.
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