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Fotografías desde el set de una película porno

Fotografías desde el set de una película porno


Los hombres del porno sólo desean destruir a las mujeres. La industria pornográfica se ha convertido en una fuente interminable de escenas hardcore donde cientos de jóvenes son humilladas, golpeadas y tratadas como simples muñecas de carne para que otros miles disfrutan verlas llorando, sangrando o participando en actividades brutales en las que una mujer común jamás se involucraría. Para sus productores y directores son personas insignificantes; no tienen ni un poco de nivel de importancia. Si no están felices, encontrarán a otra que esté dispuesta. Sólo algunas pocas logran evitar los maltratos actuando con seguridad, defendiéndose el machismo de la industria, pero se convierten en parte de la pesadilla para las nuevas generaciones. Es un ciclo que parece no tener fin y pocos defienden a esas mujeres. Son vistas como personas ruines que eligieron su propia tragedia.


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Siguiendo el paradigma anterior, suele señalarse como principal culpable al consumidor promedio de pornografía. Se cree que porque le gusta el hardcore, las teens y la humillación, se continúan produciendo ese tipo de trabajos. Cuando su interés decae, las productoras (tanto amateurs como profesionales) crean nuevas formas más intensas y pesadas de llamar la atención. Sin embargo, los espectadores no son los responsables. Han estado condicionados por décadas de falsas fantasías escritas y filmadas por hombres que tienen ideas distorsionadas sobre el sexo. Sus prácticas cambiaron la perspectiva del coito enfocándola principalmente a los gustos de los hombres comenzando con el poder, pasando por sus perversiones más profundas, hasta llegar al control absoluto sobre las mujeres. Entonces surge la cuestión: ¿Es posible cambiar esto?


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En esta serie de fotografías es diferente a lo que se ve normalmente en la industria actual. Los rostros de las mujeres no muestran angustia ni placer falso. Sonríen, se ven seguras y su persona no se ve afectada por ningún tipo de estupefaciente. Pero hay un elemento extra: no sólo están frente a la cámara, también detrás de ésta. En las imágenes no se ve a una mujer rodeada de decenas de hombres tratando de explotar hasta el límite su cuerpo, sino personas disfrutando su trabajo. Se encuentran cómodos y no tienen miedo.


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Erika Lust es la responsable de ese confort. Nacida en Suecia, es una de las directoras que está transformando la industria a favor de las mujeres y de la educación sexual. Su propósito es deshacer la maraña de desinformación y sexismo violento que iniciaron sus colegas predecesores mientras integra el feminismo en cada uno de los aspectos de la producción cinematográfica. Es una visionaria que quiere causar emociones reales, acostumbrar a los espectadores a la normalidad y sencillez del sexo manteniéndose siempre en el plano de la verdad, no en alguna fantasía enferma causada por la cultura popular.


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En su sitio web, se afirma que Lust estaba cansada del porno vulgar y machista de la escena mainstream así que decidió reclutar mujeres que quisieran trabajar en ambientes seguros para crear historias honestas. El documental británico “Hardcore” mostró el auge y caída de una mujer británica con problemas económicos que decide adentrarse en el porno. Su manager comienza a abusar de ella enviándola a sesiones brutales y violentas hasta que aterrizó un papel con el actor y productor “Max Hardcore”, uno de los más violentos de la industria. Durante la escena con el hombre, la joven comienza a llorar y sufre un colapso nervioso. Lust se asegura de que nunca nadie tenga que pasar por algo similar. Se rehusa a filmar escenas que denigren a cualquier género y se enfoca en los placeres reales. Usa las fantasías creando espacios seguros y no actúa como si los menores de edad no vieran pornografía, lo aprovecha para mostrarles cómo es en realidad el coito.


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Esto no significa que Lust no tenga escenas de tríos o con gustos fuera de lo establecido. Para ese tipo de escenas mantiene el consentimiento de las personas que participarán y si no lo desean, alguien más puede tomar su lugar. Asimismo, actúa como profesional de la industria del cine mainstream, dedica tiempo a crear imágenes hermosas: se enfoca en el manejo del color, música y diseño, sin mencionar su dedicación por la fotografía para entregar escenarios que otorguen al espectador ideas más profundas, en verdad es una directora indie.


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Estas fotografías son un ejemplo de ello. Le aporta un sentido más romántico a la acción carnal en vez de crear fuertes imágenes que sólo llamen la atención por su nivel de perversión. Sus filmes se asemejan más a obras indie dirigidas por James Ponsoldt, Noah Baumbach y hasta Wes Anderson. No tienen nada en relación con los filmes de Max Hardcore o del joven famoso James Deen, quien fue acusado de violar a sus compañeras de set hace un par de años.


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Lust experimenta como cualquier cineasta independiente. Recibe ideas de sus compañeras e incluso de las mismas actrices. Es responsable de cinco libros que analizan el tema de la pornografía y el erotismo desde distintos ángulos. Aunque negó su interés en el porno durante años, ahora se esfuerza por llevarlo un paso más adelante. Una de sus series más prolíficas ha sido “XConfessions”, que recopila confesiones de sus espectadoras y las traslada al plano cinematográfico. Su espíritu incluso ha eliminado el cliché de las malas actuaciones en la pornografía. Filma verdadero placer, ya que es lo que aparece frente a la cámara. Cuando existe comodidad, no hay falsedad. Es cine feminista. No reduce a la mujer, sino que la fortalece, la muestra en un plano real y le permite desenvolverse.


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Estas imágenes a cargo de Lust y su equipo de producción demuestran ese confort. Son rostros cómodos y serios que se enfocan en la realización cinematográfica. No hay ojos pervertidos y ningún elemento del staff está quieto. Todos trabajan en conjunto para mostrar un plano de la realidad que durante mucho tiempo fue ignorado y transformado para mal. Claro, el porno mainstream hardcore también puede interesarle a otras mujeres, pero el propósito de estos filmes es ofrecer alternativas que retraten de manera más pasional y verdadera el acto sexual. Podría parecer insignificante para algunos, sin embargo, este tipo de producciones pueden cambiar la industria. Aunque actrices porno veteranas, como Nina Hartley, aseguran que no hay nada malo con los filmes y que cada persona elige si entra o se va, no es completamente cierto. Es verdad que si el porno continúa por ese camino… eventualmente los videos empeorarán siendo mucho más intensos y violentos que en la actualidad.


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Erika Lust lucha porque eso no suceda y no es la única involucrada en la revolución del porno feminista. La actriz Stoya y las directoras Candidad Royalle y Ovidie son algunas que no sólo se enfocan en otorgar igualdad para hombres y mujeres heterosexuales sino a cualquier miembro de la comunidad LGBT. Juntas demuestran que sí es posible cambiar la industria. El placer del hombre no es el único que existe y nunca más debería ser el protagonista para fantasías enfermas. El mundo merece más trabajos como los de Lust y finalmente eliminar los abusos que sufren diariamente decenas de mujeres que trabajan en la industria al igual que cualquier concepción errónea que tengan las masas sobre el sexo.


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Puedes ver más sobre Erika Lust y sus películas en su sitio web.

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