Como manifesté en la anterior entrega mis primos hermanos Jorge y Omar, se asomaron por la puerta de mi dormitorio, mientras era eyaculada en el rostro por mi tío Carlos, e hicieron gestos y ademanes para que más tarde nos juntáramos los tres en pos de placer sexo genital.
Yo imaginé, sería después del almuerzo, tal vez cerca de la merienda, siempre y cuando se diera la oportunidad. Sin embargo, apenas salió de la pieza el tío Carlitos, y aún de cuclillas, con restos de guasca en mis mejillas, ingresaron ambos a la habitación, desnudos, sin ropas, en cuero, blandiendo sus penes, exclamando ¡A la carga!
Absorta quedé mirando la nada, era cualquiera, mi lugar en el mundo, mi dormitorio, parecía el escenario de una kermese, de una feria de atracciones, una peña, en la que pasaban distintos intérpretes de una obra de enredos.
Sus miembros viriles jugaban con la leche aún fresca del familiar anterior, restregando sobre ella sus glandes e insistiendo se las mame. Observaron mi poca disposición para hacerlo y me dijeron ¡Dale no te ortivés! ¡Ponele onda que después te hacemos un sanguchito! Y con eso me pudieron, una, al fin de cuenta tiene sus vicios.
Me puse entonces manos a la obra, manos y labios, dientes, etc.
Cuando ambas vergas se endurecieron, ellos mismos, me incorparon y me explicaron que evitarían cualquier complicación, ya que el tiempo nos apremiaba a todos. No disponíamos con la certeza de poder hacerlo tranquilos, como otras tantas veces, que vinieron a visitarme, con sus padres, a toda nuestra familia, como cualquier parentela, y ante la ausencia de mi hermano, nos encerrábamos en el cuarto y cojíamos sin prisa pero sin pausa, este no era el caso.
Así que, rápidamente jorgito (no se parece en nada al de "Avenida Brasil" mi primito) se acostó y me puso sobre él, arriba de su cuerpo y me ensartó por la vagina, a su vez mi primo Omar, me tomó por la retaguardia, y me encestó por el orto. Son jóvenes y medio brutazos, algo me dolió la penetración.
Comenzaron rítmicamente a moverse y me olvidé de las molestias.
Enseguida mis orificios se amoldaron a las porongas y mi sonrisa iluminó mi rostro de felicidad ante el próximo clímax.
Acabamos todos juntos y quedé convulsionada de espasmos, exaltada por esa culminación orgiástica.
Bueno, luego de todo esto, me apuré a vestirme, no fuera cosa que algún otro se metiera en mi habitación y terminara en catástrofe todo, hasta allí la suerte estaba conmigo.
Salí y me hice ver por el resto de los familiares que no habían pasado por mi dormitorio recientemente.
Al verme mi padre así vestida, puso mala cara, se acercó a mi, luego de que haya saludado a toda la audiencia, y me dijo, ¡Andá y te vestís adecuadamente para presentarte en familia! ¡Así parecés una atorranta! Hice unos mohínes que no lo conmovieron y agregó ¡Y te hacés dos trenzitas en el cabello!
Me dispuse a realizar lo que me pedía papá, me había quitando las prendas que tanto molestaban a papi, y había armado las coletas que a él le gustaban, "papucho" entró a la habitación y me tomó por detrás ¿Qué pasa hoy están todos alzados o marcan mi cuerpo como una especie de territorio? Pensé para mi misma, de seguir así, mi físico sería comunitario.
Así que luego de ser ensartada por mi padre y después de que él haya vaciado su carga de semen dentro de mi humanidad, se retiró, y reiteró que me vista decente. Vio mis cabellos desprolijos, ya que en el fragor sexual, mis coletas se habían desarmado, y me ordenó, que me peinara y premiaba con dejar que lleve el cabello suelto.
Las dos coletas eran más un fetiche de él para nuestra intimidad.
Así que tomé asiento en el sillón, y terminé de peinarme, cuando la puerta de mi habitación volvió a abrirse y apareció mi primo Hector, aquí lo obvié de mencionar, pero lo conté en el episodio anterior, que este pariente me había fotografiado con mis primos, él había observado, que había regresado a la habitación, y tras de mi Bruno, mi papá.
Esperó que él saliera, mi padre y entró.
Me encontró desnuda, sentada y sonreí, me toqué intimamente mientras le decía:
¡Venís por esta! No?
El se desnudó, y mirando me receloso me dijo ¡El tío también te coje! No?
Yo no respondí nada y me acosté en la cama, ya que lo íbamos hacer, no quería estar otra vez incómoda, parada o doblada en el sillón.
Para hacerla corta, cojimos rápido, salió y yo comencé a vestirme. Alcancé a ponerme un top verde, una especie de remera sin mangas y mis medias largas rayadas cuando entró el último primo de parte de la familia de mi madre, también su nombre es Carlos, como mi tío, sin embargo, mi tío, es el hermano menor de mi padre, es decir, no es de la familia materna.
Este se "desboló" y se me tiró encima.
Le dije ¡Pará, no podemos hacerlo ahora!
¡Ya tengo que salir del dormitorio o alguien vendrá a buscarme!
No le importó nada y apenas comenzó a chuparme la concha, a mi tampoco me importó más.
Igual lo hicimos rápidito porque somos temerarios pero ninguno de los dos come vidrio. Sabíamos que en cualquier momento alguien vendría por mi.
Así que acabamos juntos y se marchó.
Por fin pude calzarme la bombacha, cando volvió a ingresar mi hermano en la habitación y me exclamó ¡Todavía andás en bolas vos! Si supiera, pensé...
Mientras le hacía una de mis habituales sonrisas falsas... Y acotaba ¡Qué bienvenida multitudinaria tenés! ¡Dale de una vez! Respondió como sospechando que algo andaba mal en la casa desde su ausencia.
Yo imaginé, sería después del almuerzo, tal vez cerca de la merienda, siempre y cuando se diera la oportunidad. Sin embargo, apenas salió de la pieza el tío Carlitos, y aún de cuclillas, con restos de guasca en mis mejillas, ingresaron ambos a la habitación, desnudos, sin ropas, en cuero, blandiendo sus penes, exclamando ¡A la carga!
Absorta quedé mirando la nada, era cualquiera, mi lugar en el mundo, mi dormitorio, parecía el escenario de una kermese, de una feria de atracciones, una peña, en la que pasaban distintos intérpretes de una obra de enredos.
Sus miembros viriles jugaban con la leche aún fresca del familiar anterior, restregando sobre ella sus glandes e insistiendo se las mame. Observaron mi poca disposición para hacerlo y me dijeron ¡Dale no te ortivés! ¡Ponele onda que después te hacemos un sanguchito! Y con eso me pudieron, una, al fin de cuenta tiene sus vicios.
Me puse entonces manos a la obra, manos y labios, dientes, etc.
Cuando ambas vergas se endurecieron, ellos mismos, me incorparon y me explicaron que evitarían cualquier complicación, ya que el tiempo nos apremiaba a todos. No disponíamos con la certeza de poder hacerlo tranquilos, como otras tantas veces, que vinieron a visitarme, con sus padres, a toda nuestra familia, como cualquier parentela, y ante la ausencia de mi hermano, nos encerrábamos en el cuarto y cojíamos sin prisa pero sin pausa, este no era el caso.
Así que, rápidamente jorgito (no se parece en nada al de "Avenida Brasil" mi primito) se acostó y me puso sobre él, arriba de su cuerpo y me ensartó por la vagina, a su vez mi primo Omar, me tomó por la retaguardia, y me encestó por el orto. Son jóvenes y medio brutazos, algo me dolió la penetración.
Comenzaron rítmicamente a moverse y me olvidé de las molestias.
Enseguida mis orificios se amoldaron a las porongas y mi sonrisa iluminó mi rostro de felicidad ante el próximo clímax.
Acabamos todos juntos y quedé convulsionada de espasmos, exaltada por esa culminación orgiástica.
Bueno, luego de todo esto, me apuré a vestirme, no fuera cosa que algún otro se metiera en mi habitación y terminara en catástrofe todo, hasta allí la suerte estaba conmigo.
Salí y me hice ver por el resto de los familiares que no habían pasado por mi dormitorio recientemente.
Al verme mi padre así vestida, puso mala cara, se acercó a mi, luego de que haya saludado a toda la audiencia, y me dijo, ¡Andá y te vestís adecuadamente para presentarte en familia! ¡Así parecés una atorranta! Hice unos mohínes que no lo conmovieron y agregó ¡Y te hacés dos trenzitas en el cabello!
Me dispuse a realizar lo que me pedía papá, me había quitando las prendas que tanto molestaban a papi, y había armado las coletas que a él le gustaban, "papucho" entró a la habitación y me tomó por detrás ¿Qué pasa hoy están todos alzados o marcan mi cuerpo como una especie de territorio? Pensé para mi misma, de seguir así, mi físico sería comunitario.
Así que luego de ser ensartada por mi padre y después de que él haya vaciado su carga de semen dentro de mi humanidad, se retiró, y reiteró que me vista decente. Vio mis cabellos desprolijos, ya que en el fragor sexual, mis coletas se habían desarmado, y me ordenó, que me peinara y premiaba con dejar que lleve el cabello suelto.
Las dos coletas eran más un fetiche de él para nuestra intimidad.
Así que tomé asiento en el sillón, y terminé de peinarme, cuando la puerta de mi habitación volvió a abrirse y apareció mi primo Hector, aquí lo obvié de mencionar, pero lo conté en el episodio anterior, que este pariente me había fotografiado con mis primos, él había observado, que había regresado a la habitación, y tras de mi Bruno, mi papá.
Esperó que él saliera, mi padre y entró.
Me encontró desnuda, sentada y sonreí, me toqué intimamente mientras le decía:
¡Venís por esta! No?
El se desnudó, y mirando me receloso me dijo ¡El tío también te coje! No?
Yo no respondí nada y me acosté en la cama, ya que lo íbamos hacer, no quería estar otra vez incómoda, parada o doblada en el sillón.
Para hacerla corta, cojimos rápido, salió y yo comencé a vestirme. Alcancé a ponerme un top verde, una especie de remera sin mangas y mis medias largas rayadas cuando entró el último primo de parte de la familia de mi madre, también su nombre es Carlos, como mi tío, sin embargo, mi tío, es el hermano menor de mi padre, es decir, no es de la familia materna.
Este se "desboló" y se me tiró encima.
Le dije ¡Pará, no podemos hacerlo ahora!
¡Ya tengo que salir del dormitorio o alguien vendrá a buscarme!
No le importó nada y apenas comenzó a chuparme la concha, a mi tampoco me importó más.
Igual lo hicimos rápidito porque somos temerarios pero ninguno de los dos come vidrio. Sabíamos que en cualquier momento alguien vendría por mi.
Así que acabamos juntos y se marchó.
Por fin pude calzarme la bombacha, cando volvió a ingresar mi hermano en la habitación y me exclamó ¡Todavía andás en bolas vos! Si supiera, pensé...
Mientras le hacía una de mis habituales sonrisas falsas... Y acotaba ¡Qué bienvenida multitudinaria tenés! ¡Dale de una vez! Respondió como sospechando que algo andaba mal en la casa desde su ausencia.
77 comentarios - La maldita nena de familia 3º Última Parte
esta 3era parte es muy ardiente!!