De verdad, dudé en contar este hecho, es un evento menor, pero sin embargo, algunos seguidores, me pidieron que lo hiciera, y como yo soy materia dispuesta, y nunca me hago rogar, soy fácil para el si, lo hago, cumplo con ustedes.
Resulta que mi madre, me ordenó que yo fuera a realizarle unos mandados hasta el supermercado, el del chino del barrio. Me dispuse a salir hacia el lugar, vestida tal como estaba, de entre casa. Pero me crucé con mi hermano (Leo) recuerden, ese es el nombre de él.
Y no le gustó lo que llevaba puesto, así que al instante de inmediato, subí la foto, y algunos de ustedes opinaron.
Yo seguí su consejo y me cambié y salí, esta vez, sin cruzarme con Leo (mi hermano).
Sin embargo, cuando regresé, no voy a entrar en detalle de lo ocurrido mientras iba al super, compraba, y regresaba, sino cuando entré nuevamente a mi casa, contra reloj.
Leo me vio, esperó que dejara las cosas, las compras, las mercaderías solicitadas por nuestra madre y me llamó. Me di vuelta, ya que estaba a mis espaldas, detrás mío.
Me crucé de brazos fastidiada al verle el rostro desencajado, realmente no puede ser que siempre tenga algo que acotar, de manera crítica para conmigo.
¡Qué pasa! Exclamé molesta
¡Qué hacés vestida así! Me agredió, ya que eso no era una pregunta, ni buscaba una respuesta de parte mía.
Me agarré con ambas manos la cabeza, porque no quería pelear recurrentemente con él.
¡Cómo que hago! Respondí ¡Me dijiste que me quite el otro! ¡Lo hice y me puse este! Aclaré
¿Este también esta mal? ¿No te gusta? Consulté a mi hermano y Leo enloqueció
¡Pero vos me tomás como pelotudo! Exclamo a los gritos
¡Te dije que te saques el otro vestido porque era corto y te pones un peor, diminuto!
¡En este se te ve hasta el útero! Bramó él
Estaba furioso, hasta mi madre, en el otro extremo de la casa escuchó y preguntó que pasaba.
¡Por favor, tranquilizate! ¡No grites, tratame bien! Le decía a mi hermano, mientras me retorcía en la escalera de la casa. Pero él seguía imperturbable con cara de loco desquiciado.
¡No te enojes hermano, me lo quito y no me lo pongo más! Respondí y procedí hacerlo en ese mismo momento.
E improvisé un breve show, utilizando de manera riesgosa la escalera de la sala principal de nuestra casa, le hice un streptease rápido, sin música, algo que lo asombre y lo hiciera reflexionar, que su actitud era una exageración dramática.
¡Qué hacés! ¡Vos te crees que haciendo esa payasada me vas a conformar! Me dijo mi hermano Leo. Me senté en uno de los escalones, desnuda, desesperanzada con él.
¡Leo perdoname! ¡No lo hago a propósito! ¡Soy media imbécil, inocente, tarada! ¡Pero no lo hago para molestarte! Rogué desde esos peldaños.
¡Basta, van a venir nuestros padres y no voy a saber que decirle!
¡Ya está Leo! Le suplicaba y él se mantenía firme con cara de orto
Abrí mis piernas y le dije ¡Porfi!
El hizo por primera vez un gesto, una mueca con su boca que ablandó su expresión, ese rictus duro, de macho alfa.
Y entonces aproveché e hice todas las monerías posibles para hacerlo sonreír, conseguir que se alegrara con lo que veía.
Me hice la payasa, con una coreografía entre ridícula, burda, pero sensual y atrevida, era una especie de manjar agridulce que él, mi hermano debía degustar, y como gustos son gustos, evaluar.
¡Está bien, andá, vestite y andá para la habitación! Me dijo Leo, más sereno, y continuó diciendo ¡Voy a ver que hacen nuestro padres!
¡Mamá está cocinando! Respondí yo ¡Y a papá no lo vi! Aseguré
¡Bueno me fijo, y veo si cojemos un toque! Aseguró mi hermano
Esta fue la última pose que le regalé mientras hacía lo que me ordenaba, me iba para el dormitorio, juntando mis prendas de vestir, y él se perdía en la cocina para investigar que hacían nuestros padres. Pero antes mi beso....
Resulta que mi madre, me ordenó que yo fuera a realizarle unos mandados hasta el supermercado, el del chino del barrio. Me dispuse a salir hacia el lugar, vestida tal como estaba, de entre casa. Pero me crucé con mi hermano (Leo) recuerden, ese es el nombre de él.
Y no le gustó lo que llevaba puesto, así que al instante de inmediato, subí la foto, y algunos de ustedes opinaron.
Yo seguí su consejo y me cambié y salí, esta vez, sin cruzarme con Leo (mi hermano).
Sin embargo, cuando regresé, no voy a entrar en detalle de lo ocurrido mientras iba al super, compraba, y regresaba, sino cuando entré nuevamente a mi casa, contra reloj.
Leo me vio, esperó que dejara las cosas, las compras, las mercaderías solicitadas por nuestra madre y me llamó. Me di vuelta, ya que estaba a mis espaldas, detrás mío.
Me crucé de brazos fastidiada al verle el rostro desencajado, realmente no puede ser que siempre tenga algo que acotar, de manera crítica para conmigo.
¡Qué pasa! Exclamé molesta
¡Qué hacés vestida así! Me agredió, ya que eso no era una pregunta, ni buscaba una respuesta de parte mía.
Me agarré con ambas manos la cabeza, porque no quería pelear recurrentemente con él.
¡Cómo que hago! Respondí ¡Me dijiste que me quite el otro! ¡Lo hice y me puse este! Aclaré
¿Este también esta mal? ¿No te gusta? Consulté a mi hermano y Leo enloqueció
¡Pero vos me tomás como pelotudo! Exclamo a los gritos
¡Te dije que te saques el otro vestido porque era corto y te pones un peor, diminuto!
¡En este se te ve hasta el útero! Bramó él
Estaba furioso, hasta mi madre, en el otro extremo de la casa escuchó y preguntó que pasaba.
¡Por favor, tranquilizate! ¡No grites, tratame bien! Le decía a mi hermano, mientras me retorcía en la escalera de la casa. Pero él seguía imperturbable con cara de loco desquiciado.
¡No te enojes hermano, me lo quito y no me lo pongo más! Respondí y procedí hacerlo en ese mismo momento.
E improvisé un breve show, utilizando de manera riesgosa la escalera de la sala principal de nuestra casa, le hice un streptease rápido, sin música, algo que lo asombre y lo hiciera reflexionar, que su actitud era una exageración dramática.
¡Qué hacés! ¡Vos te crees que haciendo esa payasada me vas a conformar! Me dijo mi hermano Leo. Me senté en uno de los escalones, desnuda, desesperanzada con él.
¡Leo perdoname! ¡No lo hago a propósito! ¡Soy media imbécil, inocente, tarada! ¡Pero no lo hago para molestarte! Rogué desde esos peldaños.
¡Basta, van a venir nuestros padres y no voy a saber que decirle!
¡Ya está Leo! Le suplicaba y él se mantenía firme con cara de orto
Abrí mis piernas y le dije ¡Porfi!
El hizo por primera vez un gesto, una mueca con su boca que ablandó su expresión, ese rictus duro, de macho alfa.
Y entonces aproveché e hice todas las monerías posibles para hacerlo sonreír, conseguir que se alegrara con lo que veía.
Me hice la payasa, con una coreografía entre ridícula, burda, pero sensual y atrevida, era una especie de manjar agridulce que él, mi hermano debía degustar, y como gustos son gustos, evaluar.
¡Está bien, andá, vestite y andá para la habitación! Me dijo Leo, más sereno, y continuó diciendo ¡Voy a ver que hacen nuestro padres!
¡Mamá está cocinando! Respondí yo ¡Y a papá no lo vi! Aseguré
¡Bueno me fijo, y veo si cojemos un toque! Aseguró mi hermano
Esta fue la última pose que le regalé mientras hacía lo que me ordenaba, me iba para el dormitorio, juntando mis prendas de vestir, y él se perdía en la cocina para investigar que hacían nuestros padres. Pero antes mi beso....
141 comentarios - Breve incidente de domingo con mi hermano
Toda una puta
Gracias x compartir