En un momento dado, en un intermedio de nuestros juegos, Felina, mi hermanita, me planteó la necesidad de asistir a un gimnasio.
Para serles absolutamente sincero, la idea no me "copó" demasiado. No me gustaba nada, imaginarla vestida de "joggins" calzas, o pantalones, ajustados, apretados, o sueltos y amplios.
Sin embargo, ella, de un tiempo a esta parte, sabe como convencerme...
Igual, con sólo el hecho de recordar sus clases de educación física (cuando iba a la secundaria) me hacían, seriamente dudar en otorgar el permiso solicitado.
Pero me convenció, me dejé cambiar la opinión porque soy un flojo, porque ella me puede siempre. Me dijo ¡Dale! ¡Si voy a ir al gimnasio de la esquina! ¡Un gimnasio de barrio! ¡Nada sofisticado! ¡Con todos vecinos feos y vecinas gordas! ¡Y a la hora que voy a ir no hay nadie!
Y para certificarlo, a penas llegó al local, me envió una auto foto para corroborarlo. Le respondí ¡Igual, ese shortcito, diminuto, no te lo quiero ver más puesto! Imagino habrá mal interpretado lo que dije, porque la segunda fotografía que me envió fue la siguiente..
Además me preguntaba ¿Me saco también la remera?
Le respondí en forma de pregunta ¿Querés que te vaya a buscar y te traiga a casa a patadas en el orto? ¡Vestite ya!
¿Así está bien hermanito? Me respondió luego de unos minutos al vestirse
¡Recogete el cabello, parecés una iracunda trola rebelde! Le ordené
¿Así está mejor? Me preguntó a través de otro mensaje con imagen
Debo decir que no estaba conforme, nuevamente se había puesto pantalones cortísimos
¿No podés hacer gimnasia con pantalones largos y alguna remera más holgada? Le sugerí
¡Bueno, Leo, cortala! ¡Ni que estuviera en bolas, garchando con el instructor! Me respondió y yo la imaginé en esa situación...
¡Bueno, está bien, ojo lo que hacés, mirá que en cualquier momento me llego por ahí!
Con esa amenaza yo me quedé muy tranquilo, e imaginé, que ella también lo haría.
Jamás, bah, (por lo menos a esa altura de nuestra vida, donde todavía confiaba y creía en ella, en mi hermana Felina) iba a pensar, que apenas dejamos de mensajearnos, fue por la verga del instructor del gimnasio de cuarta, el de la esquina de casa.
De todos modos, yo la vigilaba, y como era el primer día, le llegué antes de hora, y el instructor me dijo ¡Recién terminamos, se debe estar cambiando en los vestuarios, esperala!
¡"Ma qué" esperala! Pensé y me mandé para los vestuarios, mientras escuchaba la voz del tipo que me pedía me detuviera, entré al vestuario, y allí estaba ella, mi hermanita, frente a un espejo arreglándose la "coleta", junto a su armario.
¡Qué pasa! Exclamó Felina mientras miraba a través del espejo, atrás mío entraba el "chabón" corriendo y diciéndome ¡No podés estar acá!
¿A no, y vos que hacés acá? Le pregunté desafiante a pesar de la contextura física del adversario, nos interrumpió Felina, mi hermana dijo ¡Perdón, él es mi hermano! Yo me sentí apoyado por ella ¡Todo bien que sea tu hermano, pero acá no puede estar! Respondió el tipo
¡Si esto va a ser una rutina, te devuelvo el pago de tu cuota y no vengas más! Aclaró él dueño del gimnasio ¡Si, devolvenos el dinero y finalicemos esto! Contesté yo ¡No leo, dale, no seas malo! ¡Vamos, vamos, en todo caso quédese con la cuota! Aseguró mi hermanita entre sollozos, y me volvió a cagar, con eso me conquistó, con eso y con la tirada de goma, más la garchada que me pegó cuando llegamos a casa, en nuestro cuarto, convenciéndome de dejarla continuar.
Y yo, pobre iluso, volví a creer, a confiar.
Así que de allí en adelante, mientras yo creía que ella se ejercitaba su musculatura, lo que en realidad hacía, era pegarse unas felattos, unas chupadas de vergas, atroces al instructor
De todas formas, para ser sincero, alguna gimnasia hacía, porque comenzó a desarrollar un hermoso culo, bah, ya no se, si fue por el gimnasio, o por las cogidas que le pegábamos todos, yo incluido.
En casa también se comportaba como una gimnasta, había transformado, la habitación del fondo de la casa, en un míni gimnasio, y ya cada vez menos practicábamos nuestras obras de teatros, igual, para ser serios, eso ya no se lo creía nadie, pero yo, extrañaba hacerlo.
Aunque cada vez que yo me ponía melancólico y nostálgico, se entregaba y me conformaba.
Además como para mantenerme contento, alguna que otra vez, me envió una imagen atrevida con alguna amiga, o compañera trola del gimnasio, yo en ese momento, viendo con quienes se relacionaba, debí darme cuenta que no iba por la buena senda.
Y junto con esa imagen, seguro que no me enviaría las que realizaba con el instructor del gimnasio de la esquina de nuestra casa, pedazo de puta.
Mucho más tarde, me enteré, que no sólo el instructor comía ahí, también se la lastraba el dueño del gimnasio, un tipo grandote, panzón, se la cojía a mi hermanita, y además le cobraba la cuota...
Díganme, eso es más que ser puta, eso es ser boluda. No me digan que no es así.
Y a mi, mientras tanto, me conformaba con imágenes hot, sexy, eróticas y sugestivas, que gil.
Se cagaría de risa de mi, me trataría como un tarado pajero, porque de hecho muchas veces, pero muchas, me masturbé con esas imágenes al verla cansada.
Cuando empecé a dudar ya seriamente comencé a llegarle casi a diario, y ella me llevaba al vestuario y se desnudaba y me mamaba la chota, eso me gustaba, pero me hizo confirmar que pasaba algo raro, ya nadie me impedía el paso, sino como que se hacían los giles para dejarme tranquilo, y así poder continuar cojiéndose a mi hermanita.
Hasta que descubrí el motivo del porque ese gimnasio de barrio, de la esquina de mi casa, era tan concurrido, principalmente por mujeres, como mi hermanita.
El hijo del dueño, que vivía allí dentro y que sin embargo no gozaba de un cuerpo de adonis, por el contrario, era casi un alfeñique, era poseedor de una pija kilométrica, que hacía las delicias de las clientas del lugar.
Recién allí compredí también, porque cada vez, me quedaban más grandes los agujeros de mi hermanita, los estaba perforando el pijudo ese, me los estaba agrandando, tenía una mecha más gruesa, y no sólo era un tema de grosor, también era más larga.
Hacían filas las guachas putas para que el flaco se las coja, de no creer lo que son las minas.
Les hacía hacer cualquier cosa, todas en bolas corriendo, no se podía creer, había que verlo para hacerlo, y entre todas ellas, la única que a mi me importaba, mi hermana Felina, como loca para que el tipo la elija y se la coja, no si es de no creer.
Y de última, mientras el guacho elegía a una y se la cojía, el resto, que estaban que ardían, entonces caían los premios consuelo, es decir, instructor y dueño.
Y a veces algunas accedían y se quitaban la leche o lo hacían de a dos contra una, como para que esta (la agraciada) no extrañara la envergadura del choto que habían disputado y no conseguido, o sea el premio consuelo era ser empernada por dos.
Y el resto quedaban deprimidas observando como un grupo, una manada de animales en celo, desnudas.
Y la elegida, en un extremo, para ser observada por todas, por el resto, para que vieran como disfrutaba de esa gigantesca poronga.
Cuando yo me hice presente en el lugar, pude ver a ese fárrago de mujeres desnudas, también a los dos hombres sometiendo a voluntad a otra, y al flaco vergón dando clases al resto.
Un grupo de chicas me miró fijamente, y comenzaron a sonreírse, a tocarse, eso me impresionó, era como que me invitaban a que las avance.
Una de ellas, desde atrás de aquél grupo, aceleró sus pasos y se dirigió en mi dirección en forma determinada, segura.
Cuando estaba a centímetros de mi, escuché la voz de Felina mi hermanita ¡Leo, Leo! Miré en todas direcciones hasta que me encontré con sus ojos fijos en mi, con una mirada triste, la joven casi encima mío, se detuvo y también observó a Felina.
Felina, desnuda, como colgada de una barra, se inclinó hacia uno de los lados, como para mantener su mirada fija en mis ojos y me dijo ¡Vení!
Me acerqué hacia ella, quería que viera toda mi ira, mi bronca, pero sin embargo, su mirada triste, su aspecto abatido, se veía cansada, todo su cuerpo sudado, la transpiración la cubría por completo.
Giró sobre sus pasos, quedó de espaldas a mi, y se inclinó hacia adelante, exhibiendo sus joyas, el ano y la vulva, ofreciendo sumisa su tesoro y mi debilidad, era todo extraño y al oficio mudo.
Así que la tomé de la mano, nos dirigimos en silencio, caminando lentamente hacia el vestuario, se cambió superficialmente, y nos fuimos. No me pude quitar de la mente su mirada, como hipnotizada por aquello.
Ya en casa, volvió a sonreír..
Se bañó, y por pedido mío, se puso un pantaloncito, un short para dormir
Por supuesto, esa fue la última vez que pisó ese gimnasio, y cualquier otro, nunca más, sin embargo, esa no fue una solución para nada de lo que yo imaginaba.
Por bastante tiempo estuvo como ida, como perdida, añorando la inmensa "garonpa" un vacio difícil de llenar con mi pistolita.
Ni la aparición de su primer novio formal le devolvió la sonrisa, a pesar que este la colmaba de regalos, vestidos, y la vareaba con su auto deportivo, la única feliz era mi madre, que mataba dos pájaros de un tiro, se pensaba deshacer de su hija, mi hermanita Felina, y al sacarla de encima mío, ella aprovecharse de mi.
Para serles absolutamente sincero, la idea no me "copó" demasiado. No me gustaba nada, imaginarla vestida de "joggins" calzas, o pantalones, ajustados, apretados, o sueltos y amplios.
Sin embargo, ella, de un tiempo a esta parte, sabe como convencerme...
Igual, con sólo el hecho de recordar sus clases de educación física (cuando iba a la secundaria) me hacían, seriamente dudar en otorgar el permiso solicitado.
Pero me convenció, me dejé cambiar la opinión porque soy un flojo, porque ella me puede siempre. Me dijo ¡Dale! ¡Si voy a ir al gimnasio de la esquina! ¡Un gimnasio de barrio! ¡Nada sofisticado! ¡Con todos vecinos feos y vecinas gordas! ¡Y a la hora que voy a ir no hay nadie!
Y para certificarlo, a penas llegó al local, me envió una auto foto para corroborarlo. Le respondí ¡Igual, ese shortcito, diminuto, no te lo quiero ver más puesto! Imagino habrá mal interpretado lo que dije, porque la segunda fotografía que me envió fue la siguiente..
Además me preguntaba ¿Me saco también la remera?
Le respondí en forma de pregunta ¿Querés que te vaya a buscar y te traiga a casa a patadas en el orto? ¡Vestite ya!
¿Así está bien hermanito? Me respondió luego de unos minutos al vestirse
¡Recogete el cabello, parecés una iracunda trola rebelde! Le ordené
¿Así está mejor? Me preguntó a través de otro mensaje con imagen
Debo decir que no estaba conforme, nuevamente se había puesto pantalones cortísimos
¿No podés hacer gimnasia con pantalones largos y alguna remera más holgada? Le sugerí
¡Bueno, Leo, cortala! ¡Ni que estuviera en bolas, garchando con el instructor! Me respondió y yo la imaginé en esa situación...
¡Bueno, está bien, ojo lo que hacés, mirá que en cualquier momento me llego por ahí!
Con esa amenaza yo me quedé muy tranquilo, e imaginé, que ella también lo haría.
Jamás, bah, (por lo menos a esa altura de nuestra vida, donde todavía confiaba y creía en ella, en mi hermana Felina) iba a pensar, que apenas dejamos de mensajearnos, fue por la verga del instructor del gimnasio de cuarta, el de la esquina de casa.
De todos modos, yo la vigilaba, y como era el primer día, le llegué antes de hora, y el instructor me dijo ¡Recién terminamos, se debe estar cambiando en los vestuarios, esperala!
¡"Ma qué" esperala! Pensé y me mandé para los vestuarios, mientras escuchaba la voz del tipo que me pedía me detuviera, entré al vestuario, y allí estaba ella, mi hermanita, frente a un espejo arreglándose la "coleta", junto a su armario.
¡Qué pasa! Exclamó Felina mientras miraba a través del espejo, atrás mío entraba el "chabón" corriendo y diciéndome ¡No podés estar acá!
¿A no, y vos que hacés acá? Le pregunté desafiante a pesar de la contextura física del adversario, nos interrumpió Felina, mi hermana dijo ¡Perdón, él es mi hermano! Yo me sentí apoyado por ella ¡Todo bien que sea tu hermano, pero acá no puede estar! Respondió el tipo
¡Si esto va a ser una rutina, te devuelvo el pago de tu cuota y no vengas más! Aclaró él dueño del gimnasio ¡Si, devolvenos el dinero y finalicemos esto! Contesté yo ¡No leo, dale, no seas malo! ¡Vamos, vamos, en todo caso quédese con la cuota! Aseguró mi hermanita entre sollozos, y me volvió a cagar, con eso me conquistó, con eso y con la tirada de goma, más la garchada que me pegó cuando llegamos a casa, en nuestro cuarto, convenciéndome de dejarla continuar.
Y yo, pobre iluso, volví a creer, a confiar.
Así que de allí en adelante, mientras yo creía que ella se ejercitaba su musculatura, lo que en realidad hacía, era pegarse unas felattos, unas chupadas de vergas, atroces al instructor
De todas formas, para ser sincero, alguna gimnasia hacía, porque comenzó a desarrollar un hermoso culo, bah, ya no se, si fue por el gimnasio, o por las cogidas que le pegábamos todos, yo incluido.
En casa también se comportaba como una gimnasta, había transformado, la habitación del fondo de la casa, en un míni gimnasio, y ya cada vez menos practicábamos nuestras obras de teatros, igual, para ser serios, eso ya no se lo creía nadie, pero yo, extrañaba hacerlo.
Aunque cada vez que yo me ponía melancólico y nostálgico, se entregaba y me conformaba.
Además como para mantenerme contento, alguna que otra vez, me envió una imagen atrevida con alguna amiga, o compañera trola del gimnasio, yo en ese momento, viendo con quienes se relacionaba, debí darme cuenta que no iba por la buena senda.
Y junto con esa imagen, seguro que no me enviaría las que realizaba con el instructor del gimnasio de la esquina de nuestra casa, pedazo de puta.
Mucho más tarde, me enteré, que no sólo el instructor comía ahí, también se la lastraba el dueño del gimnasio, un tipo grandote, panzón, se la cojía a mi hermanita, y además le cobraba la cuota...
Díganme, eso es más que ser puta, eso es ser boluda. No me digan que no es así.
Y a mi, mientras tanto, me conformaba con imágenes hot, sexy, eróticas y sugestivas, que gil.
Se cagaría de risa de mi, me trataría como un tarado pajero, porque de hecho muchas veces, pero muchas, me masturbé con esas imágenes al verla cansada.
Cuando empecé a dudar ya seriamente comencé a llegarle casi a diario, y ella me llevaba al vestuario y se desnudaba y me mamaba la chota, eso me gustaba, pero me hizo confirmar que pasaba algo raro, ya nadie me impedía el paso, sino como que se hacían los giles para dejarme tranquilo, y así poder continuar cojiéndose a mi hermanita.
Hasta que descubrí el motivo del porque ese gimnasio de barrio, de la esquina de mi casa, era tan concurrido, principalmente por mujeres, como mi hermanita.
El hijo del dueño, que vivía allí dentro y que sin embargo no gozaba de un cuerpo de adonis, por el contrario, era casi un alfeñique, era poseedor de una pija kilométrica, que hacía las delicias de las clientas del lugar.
Recién allí compredí también, porque cada vez, me quedaban más grandes los agujeros de mi hermanita, los estaba perforando el pijudo ese, me los estaba agrandando, tenía una mecha más gruesa, y no sólo era un tema de grosor, también era más larga.
Hacían filas las guachas putas para que el flaco se las coja, de no creer lo que son las minas.
Les hacía hacer cualquier cosa, todas en bolas corriendo, no se podía creer, había que verlo para hacerlo, y entre todas ellas, la única que a mi me importaba, mi hermana Felina, como loca para que el tipo la elija y se la coja, no si es de no creer.
Y de última, mientras el guacho elegía a una y se la cojía, el resto, que estaban que ardían, entonces caían los premios consuelo, es decir, instructor y dueño.
Y a veces algunas accedían y se quitaban la leche o lo hacían de a dos contra una, como para que esta (la agraciada) no extrañara la envergadura del choto que habían disputado y no conseguido, o sea el premio consuelo era ser empernada por dos.
Y el resto quedaban deprimidas observando como un grupo, una manada de animales en celo, desnudas.
Y la elegida, en un extremo, para ser observada por todas, por el resto, para que vieran como disfrutaba de esa gigantesca poronga.
Cuando yo me hice presente en el lugar, pude ver a ese fárrago de mujeres desnudas, también a los dos hombres sometiendo a voluntad a otra, y al flaco vergón dando clases al resto.
Un grupo de chicas me miró fijamente, y comenzaron a sonreírse, a tocarse, eso me impresionó, era como que me invitaban a que las avance.
Una de ellas, desde atrás de aquél grupo, aceleró sus pasos y se dirigió en mi dirección en forma determinada, segura.
Cuando estaba a centímetros de mi, escuché la voz de Felina mi hermanita ¡Leo, Leo! Miré en todas direcciones hasta que me encontré con sus ojos fijos en mi, con una mirada triste, la joven casi encima mío, se detuvo y también observó a Felina.
Felina, desnuda, como colgada de una barra, se inclinó hacia uno de los lados, como para mantener su mirada fija en mis ojos y me dijo ¡Vení!
Me acerqué hacia ella, quería que viera toda mi ira, mi bronca, pero sin embargo, su mirada triste, su aspecto abatido, se veía cansada, todo su cuerpo sudado, la transpiración la cubría por completo.
Giró sobre sus pasos, quedó de espaldas a mi, y se inclinó hacia adelante, exhibiendo sus joyas, el ano y la vulva, ofreciendo sumisa su tesoro y mi debilidad, era todo extraño y al oficio mudo.
Así que la tomé de la mano, nos dirigimos en silencio, caminando lentamente hacia el vestuario, se cambió superficialmente, y nos fuimos. No me pude quitar de la mente su mirada, como hipnotizada por aquello.
Ya en casa, volvió a sonreír..
Se bañó, y por pedido mío, se puso un pantaloncito, un short para dormir
Por supuesto, esa fue la última vez que pisó ese gimnasio, y cualquier otro, nunca más, sin embargo, esa no fue una solución para nada de lo que yo imaginaba.
Por bastante tiempo estuvo como ida, como perdida, añorando la inmensa "garonpa" un vacio difícil de llenar con mi pistolita.
Ni la aparición de su primer novio formal le devolvió la sonrisa, a pesar que este la colmaba de regalos, vestidos, y la vareaba con su auto deportivo, la única feliz era mi madre, que mataba dos pájaros de un tiro, se pensaba deshacer de su hija, mi hermanita Felina, y al sacarla de encima mío, ella aprovecharse de mi.
121 comentarios - Mi hermanita me pidió permiso para ir al gimnasio
esa cara de nena me mata!!!
Alguien sabe donde puedo encontrar el video ?
Que lindo!! Quien no fanteseo con garchar en los bancos del gym?
terrible 🤤