Buscando entre muebles viejos del cuarto del fondo de nuestra casa, encontré sin querer, varios álbumes de antiguas fotografías, cuando yo era niño, cuando mi hermana era bebe, hasta que hallé uno de mi madre embarazada.
Esta es la imagen que inicia el álbum, lo más curioso de ella, que dentro de ese vientre prominente, estoy yo, su primogénito, Leo.
Eso, me conmovió, casi hasta las lágrimas, ver el rostro feliz de mi mamá, conmigo en su seno.
Hasta aquí, de alguna manera, eran fotografías que recordaban ese feliz y casi sagrado acontecimiento, el de mi creación y próxima concepción.
Sin embargo, conforme iba pasando los folios con las fotografías del álbum, las imágenes se iban transformando en una sesión de retratos de mi madre, en donde empezaba a diferir de las composiciones fotográficas que cuentan una historia maternal, de una primeriza pronto a dar a luz.
Sino que, pasaba a relatar otro tipo de historia, ya no sólo del embarazo del primogénito de la familia, sino también, el de la mujer, aún deseada como tal.
Y ese primer sentimiento gratificante que tuve, se modificó, convirtiéndose primero en algo contradictorio para mi. Imagínense, pasar de ver y entender aquél álbum de algo amoroso, sentimental a otro sentimiento que tenía que ver con lo erótico, fue de mal gusto.
Me embargó un sentimiento de pesar, de molestia, de profundo rechazo, observar que tanto mi madre, como mi padre, tomaron ese estado de gravidez, en algo efímero y asociado al placer.
Más aún, cuando las fotografías adquirían un cariz cada vez más sensual. No quise elaborar a esa altura un juicio categórico, porque restaba ver el resto de las imágenes, pero como iban apareciendo, no temía equivocarme, en que ese recuerdo no tenía mucho que ver con los sentimientos de padres candorosos, sino de progenitores libidinosos.
Conforme pasaba las hojas corroboraba aquello cada vez más efectivamente.
Las fotografías dejaban de ser como mínimo inocentes, ingenuas, a ser deliberadamente sexys.
Y mientras eso sucedía, a su vez, a mi me iban pasando cosas, es decir, había comenzado con una observación, en torno al recuerdo, a las añoranzas, a la gratitud de sentirme deseado, luego pasado por un sentimiento de desconcierto, y confusión. Para luego estar decididamente enojado, y ofendido con lo que veía.
Era realmente una desfachatez el mirar aquél álbum impúdico, casi degenerado, entendía entonces los genes que nos concibieron a mi y a mi hermana.
Pero, esta última imagen me trastocó el concepto, el que pasó o mejor dicho, dejó de ser negativo, que desaprobaba lo visto, a ser morboso, verla a mi madre en la anterior posición, hizo que me pusiera caliente, sexualmente hablando, hot, cachondo.
Máxime que en las fotografías, mi madre cada vez más, tomaba una actitud jugada, lujuriosa, y no sólo eso, sino que, las fotos, parecían ir de mayor a menor.
Es decir, de verla desde un estado de mayor gravidez, de más meses de embarazo, a menor tiempo de preñez, con menos meses, y eso me hacía verla cada vez más normal, más mujer común.
La anterior fotografía, se la veía gozando, masturbándose, no digo que embarazada perdería su instinto, pero, uno, más siendo un hijo, piensa, que es todo maternal el sentimiento, y no genital.
Pero, al verla, con un incipiente vientre, me convencía que, aún estando embarazada mi madre era muy calentona.
Y aquello me turbaba, sentía crecer entre mis ropas mi pene, haciéndome saber de la lascivia reinante en mi en ese momento.
Esta imagen hizo decididamente que cambie toda opinión hasta ese momento, que dejara de conceptualizar aquello de una manera o de otra, olvidar en mi mente toda consideración negativa y bajarme las ropas en busca de mi miembro viril.
Aquello fue vertiginoso, fue alcanzar a bajarme las prendas, tomar con mi mano diestra la verga, y jalando una sola vez, para descubrir el prepucio, llegar al orgasmo, y explotar eyaculando profusamente en el piso de aquel lugar.
Esta es la imagen que inicia el álbum, lo más curioso de ella, que dentro de ese vientre prominente, estoy yo, su primogénito, Leo.
Eso, me conmovió, casi hasta las lágrimas, ver el rostro feliz de mi mamá, conmigo en su seno.
Hasta aquí, de alguna manera, eran fotografías que recordaban ese feliz y casi sagrado acontecimiento, el de mi creación y próxima concepción.
Sin embargo, conforme iba pasando los folios con las fotografías del álbum, las imágenes se iban transformando en una sesión de retratos de mi madre, en donde empezaba a diferir de las composiciones fotográficas que cuentan una historia maternal, de una primeriza pronto a dar a luz.
Sino que, pasaba a relatar otro tipo de historia, ya no sólo del embarazo del primogénito de la familia, sino también, el de la mujer, aún deseada como tal.
Y ese primer sentimiento gratificante que tuve, se modificó, convirtiéndose primero en algo contradictorio para mi. Imagínense, pasar de ver y entender aquél álbum de algo amoroso, sentimental a otro sentimiento que tenía que ver con lo erótico, fue de mal gusto.
Me embargó un sentimiento de pesar, de molestia, de profundo rechazo, observar que tanto mi madre, como mi padre, tomaron ese estado de gravidez, en algo efímero y asociado al placer.
Más aún, cuando las fotografías adquirían un cariz cada vez más sensual. No quise elaborar a esa altura un juicio categórico, porque restaba ver el resto de las imágenes, pero como iban apareciendo, no temía equivocarme, en que ese recuerdo no tenía mucho que ver con los sentimientos de padres candorosos, sino de progenitores libidinosos.
Conforme pasaba las hojas corroboraba aquello cada vez más efectivamente.
Las fotografías dejaban de ser como mínimo inocentes, ingenuas, a ser deliberadamente sexys.
Y mientras eso sucedía, a su vez, a mi me iban pasando cosas, es decir, había comenzado con una observación, en torno al recuerdo, a las añoranzas, a la gratitud de sentirme deseado, luego pasado por un sentimiento de desconcierto, y confusión. Para luego estar decididamente enojado, y ofendido con lo que veía.
Era realmente una desfachatez el mirar aquél álbum impúdico, casi degenerado, entendía entonces los genes que nos concibieron a mi y a mi hermana.
Pero, esta última imagen me trastocó el concepto, el que pasó o mejor dicho, dejó de ser negativo, que desaprobaba lo visto, a ser morboso, verla a mi madre en la anterior posición, hizo que me pusiera caliente, sexualmente hablando, hot, cachondo.
Máxime que en las fotografías, mi madre cada vez más, tomaba una actitud jugada, lujuriosa, y no sólo eso, sino que, las fotos, parecían ir de mayor a menor.
Es decir, de verla desde un estado de mayor gravidez, de más meses de embarazo, a menor tiempo de preñez, con menos meses, y eso me hacía verla cada vez más normal, más mujer común.
La anterior fotografía, se la veía gozando, masturbándose, no digo que embarazada perdería su instinto, pero, uno, más siendo un hijo, piensa, que es todo maternal el sentimiento, y no genital.
Pero, al verla, con un incipiente vientre, me convencía que, aún estando embarazada mi madre era muy calentona.
Y aquello me turbaba, sentía crecer entre mis ropas mi pene, haciéndome saber de la lascivia reinante en mi en ese momento.
Esta imagen hizo decididamente que cambie toda opinión hasta ese momento, que dejara de conceptualizar aquello de una manera o de otra, olvidar en mi mente toda consideración negativa y bajarme las ropas en busca de mi miembro viril.
Aquello fue vertiginoso, fue alcanzar a bajarme las prendas, tomar con mi mano diestra la verga, y jalando una sola vez, para descubrir el prepucio, llegar al orgasmo, y explotar eyaculando profusamente en el piso de aquel lugar.
128 comentarios - Imágenes de mi madre embarazada.-- De mi..
🙂
CREO QUE CONVIERTES EN UN EDIPO
GRACIAS
Un saludo, que estes bien.
tremenda vete