Luego de observar, el estado de excitación de mi hijo Leo, y el comentario, fui hacia el cuarto de baño, golpee la puerta y desde el interior la voz de mi madre pregunto ¿Si?
Yo bien no sabía como actuar y a su vez respondí con otra pregunta ¿Está todo bien?
¡Si! ¿Por qué? Dijo la abuela de Leo, mi madre
¡Porque me parece que tu nieto, sin querer ingresó mientras te bañabas, vos no te diste cuenta y se impresionó al verte! Afirmé
¡Bueno, definí impresionó! Solicitó mi madre sarcásticamente
Me dejó muda, en silencio, mi hijo a mis espaldas respiraba agitado sobre mi nuca ¿Puedo pasar? Atiné a decir
¡Adelante! Respondió mi madre y la encontré en pose, sexy.
Me dejó sin palabras, estaba increíble, se mantenía intacta, ese cuerpo estupendamente conservado había procreado ocho hijos y mantenía una firmeza admirable, parecía que estaba preservada por manos de artistas, era en realidad una obra de arte
Los ojitos de mi hijo, su nieto, estaban desorbitados, (valga la redundancia) como fuera de las órbitas
¡Mamá, qué hacés! Exclamé con un dejo de envidia
¡Me bañaba querida! ¿No es eso lo que me pediste? Ironizó mi madre al vernos en el exterior del cuarto de baño, tras el marco de la puerta abierta de par en par.
¡Por favor vestite y vení que te presento formalmente! Dije mientras cerraba nerviosa la puerta del baño.
Observé al pendejo calentón de mi hijo y estaba al palo ¡Y vos, comportate! Le espeté celosa
Segundos después abrió mi madre la puerta del cuarto de baño y salió a medio vestir, o vistiéndose hacia la sala
¡Presentame al bombón de mi nieto! Dijo con una sonrisa socarrona la abuelita, mientras el nieto se sonrojaba por enésima vez ante su majestuosa presencia.
Yo casi al borde de un ataque de concha los presente, ¡Leo tu abuela Marjo! Madre, tu nieto Leo!
Mi hijo estaba inmóvil, impávido, mi madre se acercó y lo abrazó como una mamá osa, con ese tipo de abrazo.
Leo sintió esas tetas, los pechos de su abuela contra su cuerpo, se sentían firmes y se imaginó a esta, tal como la había visto en el cuarto de baño.
Y un poco más, dejó volar su imaginación, mientras su verga se erguía entre las piernas, entre los muslos de su querida y nunca tan bien ponderada abuela.
¡Bueno, ya está bien! Dije e interrumpí ese contacto obsceno entre nieto y abuela
Leo dijo ¡Cómo nunca me hablaste de esta abuela, conozco la paterna y nada que ver con esta parte de la familia!
Y continuaba imaginándola en diferentes poses...
Mi madre sonrió, supo sin ninguna duda que eso era un piropo, y lo interrumpió ¡Eso es una larga historia, que más tarde seguramente tu madre, mi hija, sabrá explicarte! Dijo mirándome a los ojos, como dándome libre albedrío para que mintiera como más me gustara o como creyera necesario.
¡Pero, yo mañana me voy al servicio militar! Se quejó Leo aunque le seguían llegando imágenes de su abuelita en su mente pajera....
Mi madre astuta dijo ¡Entonces como despedida salgamos y tengamos un día de campo, vamos de picnic!
Y yo le seguí rápidamente la corriente ¡Dale, cambiate! Le dije a Leo ¡Pongo unas cosas en la camioneta y vamos!
Minutos después estábamos rumbo al Río de Quilmes, paramos a comprar carne y carbón para un asado, lo gracioso era, que no sabíamos, ni yo ni Leo hacerlo, ni siquiera prender el fuego, y otra vez mi madre nos salvó, ella hizo todo, encendió el fuego, y puso la carne al asador ¡Ahora, le pido, que ambos cuiden la parrilla, para que no se pase y se queme la carne, mientras yo me lavo un poco! Dijo mi madre y marchó sin rumbo conocido.
Leo, mientras su abuela se alejaba, como rumbo al río me preguntaba, ¡Contame! ¿Cómo nunca me dijiste nada de la abuela Marjo? Hablaba conmigo y volvía la cabeza hacia su abuela, yo mientras tanto, hacía como que estaba preocupada por que se quemara la carne ¿Eh, qué? ¡Esperá que se prendió fuego! Me excusaba hasta que Leo exclamó ¡Noooooo! Mirando hacia el lugar que se fue mi madre ¿Quéeeeeeeee? Pregunté asustada yo ¡La abuela, se metió con ropa y todo al río! Dijo Leo mientras corría en busca de ella, y yo tras él.
Llegamos a la orilla y mi madre, con esa ropa clara, blanca, se había internado en las aguas del río
¡Abuela! Gritaba Leo llamándola ¡Mamá! Gritaba yo llamándola, y ella se dio vuelta y nos saludaba ¡Vení ya! Grité furiosa, mientra s que mi hijo me decía ¡Pará mamá, serenate! Ella comenzó a volver a la orilla.
Luego de este pequeño altercado, Leo se dejó de molestar con las preguntas, porque temía que se arruinase la jornada, ya que me conocía alterada, así que gracias a ello, pasamos todo el día en "familia".
Se hizo la noche y volvimos a casa, eso es otra historia.....
Yo bien no sabía como actuar y a su vez respondí con otra pregunta ¿Está todo bien?
¡Si! ¿Por qué? Dijo la abuela de Leo, mi madre
¡Porque me parece que tu nieto, sin querer ingresó mientras te bañabas, vos no te diste cuenta y se impresionó al verte! Afirmé
¡Bueno, definí impresionó! Solicitó mi madre sarcásticamente
Me dejó muda, en silencio, mi hijo a mis espaldas respiraba agitado sobre mi nuca ¿Puedo pasar? Atiné a decir
¡Adelante! Respondió mi madre y la encontré en pose, sexy.
Me dejó sin palabras, estaba increíble, se mantenía intacta, ese cuerpo estupendamente conservado había procreado ocho hijos y mantenía una firmeza admirable, parecía que estaba preservada por manos de artistas, era en realidad una obra de arte
Los ojitos de mi hijo, su nieto, estaban desorbitados, (valga la redundancia) como fuera de las órbitas
¡Mamá, qué hacés! Exclamé con un dejo de envidia
¡Me bañaba querida! ¿No es eso lo que me pediste? Ironizó mi madre al vernos en el exterior del cuarto de baño, tras el marco de la puerta abierta de par en par.
¡Por favor vestite y vení que te presento formalmente! Dije mientras cerraba nerviosa la puerta del baño.
Observé al pendejo calentón de mi hijo y estaba al palo ¡Y vos, comportate! Le espeté celosa
Segundos después abrió mi madre la puerta del cuarto de baño y salió a medio vestir, o vistiéndose hacia la sala
¡Presentame al bombón de mi nieto! Dijo con una sonrisa socarrona la abuelita, mientras el nieto se sonrojaba por enésima vez ante su majestuosa presencia.
Yo casi al borde de un ataque de concha los presente, ¡Leo tu abuela Marjo! Madre, tu nieto Leo!
Mi hijo estaba inmóvil, impávido, mi madre se acercó y lo abrazó como una mamá osa, con ese tipo de abrazo.
Leo sintió esas tetas, los pechos de su abuela contra su cuerpo, se sentían firmes y se imaginó a esta, tal como la había visto en el cuarto de baño.
Y un poco más, dejó volar su imaginación, mientras su verga se erguía entre las piernas, entre los muslos de su querida y nunca tan bien ponderada abuela.
¡Bueno, ya está bien! Dije e interrumpí ese contacto obsceno entre nieto y abuela
Leo dijo ¡Cómo nunca me hablaste de esta abuela, conozco la paterna y nada que ver con esta parte de la familia!
Y continuaba imaginándola en diferentes poses...
Mi madre sonrió, supo sin ninguna duda que eso era un piropo, y lo interrumpió ¡Eso es una larga historia, que más tarde seguramente tu madre, mi hija, sabrá explicarte! Dijo mirándome a los ojos, como dándome libre albedrío para que mintiera como más me gustara o como creyera necesario.
¡Pero, yo mañana me voy al servicio militar! Se quejó Leo aunque le seguían llegando imágenes de su abuelita en su mente pajera....
Mi madre astuta dijo ¡Entonces como despedida salgamos y tengamos un día de campo, vamos de picnic!
Y yo le seguí rápidamente la corriente ¡Dale, cambiate! Le dije a Leo ¡Pongo unas cosas en la camioneta y vamos!
Minutos después estábamos rumbo al Río de Quilmes, paramos a comprar carne y carbón para un asado, lo gracioso era, que no sabíamos, ni yo ni Leo hacerlo, ni siquiera prender el fuego, y otra vez mi madre nos salvó, ella hizo todo, encendió el fuego, y puso la carne al asador ¡Ahora, le pido, que ambos cuiden la parrilla, para que no se pase y se queme la carne, mientras yo me lavo un poco! Dijo mi madre y marchó sin rumbo conocido.
Leo, mientras su abuela se alejaba, como rumbo al río me preguntaba, ¡Contame! ¿Cómo nunca me dijiste nada de la abuela Marjo? Hablaba conmigo y volvía la cabeza hacia su abuela, yo mientras tanto, hacía como que estaba preocupada por que se quemara la carne ¿Eh, qué? ¡Esperá que se prendió fuego! Me excusaba hasta que Leo exclamó ¡Noooooo! Mirando hacia el lugar que se fue mi madre ¿Quéeeeeeeee? Pregunté asustada yo ¡La abuela, se metió con ropa y todo al río! Dijo Leo mientras corría en busca de ella, y yo tras él.
Llegamos a la orilla y mi madre, con esa ropa clara, blanca, se había internado en las aguas del río
¡Abuela! Gritaba Leo llamándola ¡Mamá! Gritaba yo llamándola, y ella se dio vuelta y nos saludaba ¡Vení ya! Grité furiosa, mientra s que mi hijo me decía ¡Pará mamá, serenate! Ella comenzó a volver a la orilla.
Luego de este pequeño altercado, Leo se dejó de molestar con las preguntas, porque temía que se arruinase la jornada, ya que me conocía alterada, así que gracias a ello, pasamos todo el día en "familia".
Se hizo la noche y volvimos a casa, eso es otra historia.....
52 comentarios - Éramos poco y llegó la abuela, bah, mi madre (continuació