Caliente dentro de la mano que la sostiene.
Autor: Bottombitch
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Mientras Ryuko se sentaba debajo del escritorio de uno de sus compañeras de clase, no podía creer lo que había acordado hacer. Los tiempos desesperados exigían medidas desesperadas, eso era cierto, pero adorar la polla y las pelotas de alguien a cambio de algún chantaje para usarlo contra Satsuki... no era el tipo de "manos a la obra" que la joven rebelde prefería. Sus habilidades se basaban en el manejo de la espada, y sobre todo no el tipo de espada que se plasmó delante de ella mientras pasaba su tiempo de entrenamiento después de la escuela a centímetros de una gran vara y testículos a juego.
—¿Estás segura de que no hay nada más que pueda hacer? —preguntó Ryuko, con un suspiro. A pesar de haber accedido antes, ahora que tenía delante la verga y las bolas que se suponía que debía adorar, se lo estaba pensando dos veces.
El estudiante que le ofreció el trato se encogió de hombros.
—No, si quieres la información —le dijo, mirándola desde arriba. Nunca había esperado tener a una mujer entre sus piernas esa noche, y mucho menos a alguien tan nerviosa y linda.
Con un rubor en el rostro, Ryuko se acomodó un poco de cabello suelto detrás de la oreja. Parecía que no iba a llegar más lejos sola, así que, para apresurarla, el estudiante se adelantó y apoyó su robusta y enorme longitud contra su cara. El grueso y palpitante miembro latía contra su piel, cálido al tacto, mucho más que ella. Se estremeció, pero miró al estudiante con fuego en los ojos. No podía impedírselo, al fin y al cabo había accedido, pero estaba claro que no lo estaba pasando bien.
El olor de la polla le invadió las fosas nasales y le hizo tomar conciencia de que tenía un olor fuerte. Como si el aroma hubiera estallado en su cuerpo, despertándola como una bocanada de aire fresco después de tanto tiempo sin él. El hecho de que le gustara tanto lo que olía la preocupó, y aun así la misma expresión de enfado permaneció en su rostro, incluso cuando el estudiante empezó a mover las caderas hacia delante y hacia atrás.
Su verga secretó líquido preseminal. Los pequeños grumos de semen goteaban desde la cabeza y aterrizaban sin remordimientos en su frente, manchando su piel del mismo modo que el olor había hecho en su cuerpo. Es decir, se sentía diferente por tenerlo encima. Al igual que con la polla, su calor la sorprendió, y cuando una de las gotas de líquido preseminal rodó hasta sus labios, dejó que su lengua se deslizara y probara.
Inmediatamente sorprendida por la falta de sabor empalagoso, hizo girar el globo de semen en su boca por unos instantes antes de tragarlo. Entrecerró los ojos y rompió la mirada con el estudiante, mirando al vacío. Sumida en sus pensamientos, no hizo nada para detener al chico, que se echó un poco hacia atrás y le mostró directamente la punta de su pene.
El olor era más denso que antes, y el movimiento había bastado para que Ryuko volviera a sus cabales, incluso si no hizo ningún intento por escapar de su destino. Estaba haciendo esto para acercarse a Satsuki, se recordó a sí misma. Necesitaba esta información, incluso si tenía que pagar el precio más alto. Si lo miraba de otra manera, le estaba resultando bastante fácil tener que chupar una sola verga. Ante ella, el estudiante se agarró la polla y retiró el prepucio. Mientras rodaba sobre la cabeza, exponiéndola en su totalidad, Ryuko sintió que se llenaba de deseo. Tan rosa y suave, se preguntó cómo se sentiría contra su lengua.
Al reconocer el cambio en su propio estado mental, se preguntó: ¿es posible que el olor del pene tenga tal efecto en alguien?
Cuando otra gota de líquido preseminal se acumuló en la uretra del chico, Ryuko se inclinó hacia delante y abrió la boca. Hilos de saliva unieron su labio superior con el inferior, separándose solo cuando abrió más la boca para acomodar la gruesa cabeza de la polla del estudiante. El aroma se hizo aún más intenso a medida que se acercaba, y cuando por fin entró en contacto con la longitud, los momentos previos valieron la pena. Ryuko dejó escapar un gemido que no pudo contener, cerró los ojos y pasó la lengua por la cabeza para lamer el líquido preseminal.
El placer se apoderó de ella. No era placer orgásmico, ni inherentemente sexual... era otra cosa. Como si su cuerpo la recompensara por haber dado el paso. Volvió a abrir los párpados para darse cuenta de que sus propios ojos se habían puesto en blanco, y en ese momento de distracción la polla del estudiante empezó a escaparse de sus labios. Presa del pánico, extendió la mano para agarrarla. Aunque la punta se le resbaló de la boca, tenía la mano envuelta alrededor del grueso miembro. Cuando lo sintió palpitar dentro de su agarre, se dio cuenta de lo guarra que debía de parecer al perderse en la polla. Si bien era cierto que nunca había hecho algo así antes, no había forma de que todas las mujeres tuvieran esta reacción ante una verga... seguramente. Entonces, ¿qué era? ¿Era esta una polla particularmente bonita o ella simplemente era una zorra?
—N-No te hagas una idea equivocada T/N —dijo en voz alta, más para sí misma que para el estudiante que tenía delante—. Sólo estoy dando un buen espectáculo para ti. ¿Qué sentido tendría hacer esto si al menos no intentara hacerte creer que lo estoy disfrutando? —El estudiante se abstuvo de señalar el fallo en su lógica. Si ella no se daba cuenta y podía engañarse a sí misma subestimando su propio amor por la polla, a él le parecía bien.
Con la punta de la polla presionada de nuevo contra sus labios, abrió la boca para metérsela dentro. Esta vez, fue más allá de la cabeza, engullendo toda la punta rosada con los labios antes de seguir bajando. Poco a poco, llevó la longitud más adentro de su boca, deslizándola desde el fondo hasta la entrada de la garganta. El tiempo parecía ralentizarse a medida que la vara se acercaba, aunque en realidad no se estaba tomando las cosas con la más mínima calma. Cuando la polla le presionó la parte posterior de su garganta, tuvo arcadas, se echó hacia atrás y estalló en un ataque de tos.
El estudiante podría haber estado preocupado por ella, si no fuera por todas las peleas que la había visto ganar.
—S-Sí, no me preguntes si estoy bien ni... nada —comentó, una vez recuperada—. Estoy bien. Solo me estoy ahogando con tu enorme y maldita polla. —Parecía que el ataque de tos le había devuelto un poco la cordura—. ¿Por qué no puedo mostrarte mis bragas o algo así? ¿Por qué tengo que hacer algo tan... degradante?
Le puso las manos en la nuca, le acercó de nuevo la punta de su pene a los labios y, con un rápido SLAM, se la introdujo hasta el fondo de su garganta. No le importó que ella comenzara a toser. De hecho, al cabo de unos instantes con semejante verga en la garganta, eso fue exactamente lo que hizo. Intentó echarse hacia atrás también, pero en su estado debilitado el estudiante era demasiado poderoso para ella. La retuvo allí, en la base, sacudiendo las caderas con suavidad, y el aroma de su entrepierna se elevó en sus fosas nasales, directo a su cerebro.
Después de unos momentos en la base de su miembro, ella dejó de toser. Él se preguntó si se había desmayado, hasta que sintió que empezaba a chuparle ligeramente el pene. Con una sonrisa, la apartó. Le había hecho un desastre en la polla de tanto toser, pero a ninguno de los dos parecía importarle demasiado. Una vez más deseosa su fálico eje, Ryuko no dijo nada. Cuando él se apartó de su boca, ella pegó los labios a la parte inferior de su miembro, bajó lentamente por el tronco, presionando con besos a lo largo de la piel almizclada, y luego se encontró cara a cara con su escroto.
Lo primero que notó allí abajo fue que el olor a almizcle era aún más fuerte que antes. Siempre potente, hizo que sus ojos se cerraran por segunda vez.
—M-Mierda —murmuró, antes de plantar sus labios contra uno de los fuertes testículos.
Toda pretensión de no querer hacer esto se había ido por la ventana, al parecer. Succionó como una zorra enloquecida, incluso mientras el sudor y el vello púbico suelto se deslizaban hacia su boca, ensuciándole la cara. Sus manos subieron desde abajo una vez más para levantarle las bolas, y presionó su cara entre ellas. Cuando su nariz se acomodó en el espacio, inhaló profundamente el fuerte almizcle y volvió a sacar la lengua en los testículos para limpiarlos a fondo.
Cuando terminó, los dos estaban más limpios que nunca. Donde antes había sudor, ahora solo había saliva, y el fuerte olor a almizcle había desaparecido por completo, todo absorbido por Ryuko como si fuera una muestra de su aceptación; era una zorra hambrienta de pollas, y chupar pollas y adorar pelotas era su mayor deseo.
O eso pensaba Ryuko mientras su coño explotaba en un orgasmo sin haber sido tocada en absoluto. Las bragas que le había enseñado estaban completamente estropeadas, y su falda goteaba con el inconfundible aspecto de los fluidos de la chica, formando un charco bajo de ella. Volvió a lamerle hasta la punta del pene y luego cruzó miradas con el dueño de la polla. No tuvo que decir nada, y él tampoco. Ambos sabían lo que vendría a continuación.
Con la punta de la verga apuntando a la boca abierta de ella, el estudiante se acarició hasta el orgasmo. El primer chorro de semen brotó de su pene con suficiente potencia como para emitir un sonido al golpear la lengua de Ryuko, antes de salpicar el interior de su boca. Para cuando el segundo siguió su ejemplo, había suficiente semen caliente en su boca como para formar un charco alrededor de su lengua. El tercero casi le sumergió la lengua por completo, pero ese fue el último en aterrizar dentro de su boca. Su pene se sacudió, provocando que el cuarto y el quinto aterrizaran en su rostro, consiguiendo mantener una longitud y una cantidad impresionantes a pesar de lo avanzado que estaba en el orgasmo, aunque no duró mucho más.
El resto del orgasmo aterrizó en pequeños chorros a lo largo de su barbilla, y parecía gotear de la punta más que dispararse. En cualquier caso, la cara de Ryuko estaba hecha un desastre. Cerró la boca, movió la lengua dentro del charco de semen por un momento para apreciar el sabor y luego cerró los ojos mientras tragaba.
Tras abrirlos de nuevo, pareció darse cuenta de dónde estaba y de lo que acababa de hacer. Con el semen del estudiante en la cara, salió de debajo del pupitre.
—... Agh, maldita sea. Más vale que esa información sea jodidamente buena, imbécil, o te voy a partir la cara. —Mientras levantaba el puño para demostrar que podía cumplir su amenaza, escuchó girar el pomo de la puerta del aula.
Entró un profesor y, aparte de un olor extraño, no había ninguna prueba de lo que acababa de ocurrir. El estudiante estaba sentado en su pupitre con los pantalones exactamente donde debían estar y Ryuko, se apresuró a salir del aula mientras ocultaba su rostro.
Una cosa era obvia, no sólo por la personalidad de Ryuko, sino por un pequeño corte que se había hecho en la mejilla del estudiante en el pánico: esto no había terminado.
Fin.
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Mientras Ryuko se sentaba debajo del escritorio de uno de sus compañeras de clase, no podía creer lo que había acordado hacer. Los tiempos desesperados exigían medidas desesperadas, eso era cierto, pero adorar la polla y las pelotas de alguien a cambio de algún chantaje para usarlo contra Satsuki... no era el tipo de "manos a la obra" que la joven rebelde prefería. Sus habilidades se basaban en el manejo de la espada, y sobre todo no el tipo de espada que se plasmó delante de ella mientras pasaba su tiempo de entrenamiento después de la escuela a centímetros de una gran vara y testículos a juego.
—¿Estás segura de que no hay nada más que pueda hacer? —preguntó Ryuko, con un suspiro. A pesar de haber accedido antes, ahora que tenía delante la verga y las bolas que se suponía que debía adorar, se lo estaba pensando dos veces.
El estudiante que le ofreció el trato se encogió de hombros.
—No, si quieres la información —le dijo, mirándola desde arriba. Nunca había esperado tener a una mujer entre sus piernas esa noche, y mucho menos a alguien tan nerviosa y linda.
Con un rubor en el rostro, Ryuko se acomodó un poco de cabello suelto detrás de la oreja. Parecía que no iba a llegar más lejos sola, así que, para apresurarla, el estudiante se adelantó y apoyó su robusta y enorme longitud contra su cara. El grueso y palpitante miembro latía contra su piel, cálido al tacto, mucho más que ella. Se estremeció, pero miró al estudiante con fuego en los ojos. No podía impedírselo, al fin y al cabo había accedido, pero estaba claro que no lo estaba pasando bien.
El olor de la polla le invadió las fosas nasales y le hizo tomar conciencia de que tenía un olor fuerte. Como si el aroma hubiera estallado en su cuerpo, despertándola como una bocanada de aire fresco después de tanto tiempo sin él. El hecho de que le gustara tanto lo que olía la preocupó, y aun así la misma expresión de enfado permaneció en su rostro, incluso cuando el estudiante empezó a mover las caderas hacia delante y hacia atrás.
Su verga secretó líquido preseminal. Los pequeños grumos de semen goteaban desde la cabeza y aterrizaban sin remordimientos en su frente, manchando su piel del mismo modo que el olor había hecho en su cuerpo. Es decir, se sentía diferente por tenerlo encima. Al igual que con la polla, su calor la sorprendió, y cuando una de las gotas de líquido preseminal rodó hasta sus labios, dejó que su lengua se deslizara y probara.
Inmediatamente sorprendida por la falta de sabor empalagoso, hizo girar el globo de semen en su boca por unos instantes antes de tragarlo. Entrecerró los ojos y rompió la mirada con el estudiante, mirando al vacío. Sumida en sus pensamientos, no hizo nada para detener al chico, que se echó un poco hacia atrás y le mostró directamente la punta de su pene.
El olor era más denso que antes, y el movimiento había bastado para que Ryuko volviera a sus cabales, incluso si no hizo ningún intento por escapar de su destino. Estaba haciendo esto para acercarse a Satsuki, se recordó a sí misma. Necesitaba esta información, incluso si tenía que pagar el precio más alto. Si lo miraba de otra manera, le estaba resultando bastante fácil tener que chupar una sola verga. Ante ella, el estudiante se agarró la polla y retiró el prepucio. Mientras rodaba sobre la cabeza, exponiéndola en su totalidad, Ryuko sintió que se llenaba de deseo. Tan rosa y suave, se preguntó cómo se sentiría contra su lengua.
Al reconocer el cambio en su propio estado mental, se preguntó: ¿es posible que el olor del pene tenga tal efecto en alguien?
Cuando otra gota de líquido preseminal se acumuló en la uretra del chico, Ryuko se inclinó hacia delante y abrió la boca. Hilos de saliva unieron su labio superior con el inferior, separándose solo cuando abrió más la boca para acomodar la gruesa cabeza de la polla del estudiante. El aroma se hizo aún más intenso a medida que se acercaba, y cuando por fin entró en contacto con la longitud, los momentos previos valieron la pena. Ryuko dejó escapar un gemido que no pudo contener, cerró los ojos y pasó la lengua por la cabeza para lamer el líquido preseminal.
El placer se apoderó de ella. No era placer orgásmico, ni inherentemente sexual... era otra cosa. Como si su cuerpo la recompensara por haber dado el paso. Volvió a abrir los párpados para darse cuenta de que sus propios ojos se habían puesto en blanco, y en ese momento de distracción la polla del estudiante empezó a escaparse de sus labios. Presa del pánico, extendió la mano para agarrarla. Aunque la punta se le resbaló de la boca, tenía la mano envuelta alrededor del grueso miembro. Cuando lo sintió palpitar dentro de su agarre, se dio cuenta de lo guarra que debía de parecer al perderse en la polla. Si bien era cierto que nunca había hecho algo así antes, no había forma de que todas las mujeres tuvieran esta reacción ante una verga... seguramente. Entonces, ¿qué era? ¿Era esta una polla particularmente bonita o ella simplemente era una zorra?
—N-No te hagas una idea equivocada T/N —dijo en voz alta, más para sí misma que para el estudiante que tenía delante—. Sólo estoy dando un buen espectáculo para ti. ¿Qué sentido tendría hacer esto si al menos no intentara hacerte creer que lo estoy disfrutando? —El estudiante se abstuvo de señalar el fallo en su lógica. Si ella no se daba cuenta y podía engañarse a sí misma subestimando su propio amor por la polla, a él le parecía bien.
Con la punta de la polla presionada de nuevo contra sus labios, abrió la boca para metérsela dentro. Esta vez, fue más allá de la cabeza, engullendo toda la punta rosada con los labios antes de seguir bajando. Poco a poco, llevó la longitud más adentro de su boca, deslizándola desde el fondo hasta la entrada de la garganta. El tiempo parecía ralentizarse a medida que la vara se acercaba, aunque en realidad no se estaba tomando las cosas con la más mínima calma. Cuando la polla le presionó la parte posterior de su garganta, tuvo arcadas, se echó hacia atrás y estalló en un ataque de tos.
El estudiante podría haber estado preocupado por ella, si no fuera por todas las peleas que la había visto ganar.
—S-Sí, no me preguntes si estoy bien ni... nada —comentó, una vez recuperada—. Estoy bien. Solo me estoy ahogando con tu enorme y maldita polla. —Parecía que el ataque de tos le había devuelto un poco la cordura—. ¿Por qué no puedo mostrarte mis bragas o algo así? ¿Por qué tengo que hacer algo tan... degradante?
Le puso las manos en la nuca, le acercó de nuevo la punta de su pene a los labios y, con un rápido SLAM, se la introdujo hasta el fondo de su garganta. No le importó que ella comenzara a toser. De hecho, al cabo de unos instantes con semejante verga en la garganta, eso fue exactamente lo que hizo. Intentó echarse hacia atrás también, pero en su estado debilitado el estudiante era demasiado poderoso para ella. La retuvo allí, en la base, sacudiendo las caderas con suavidad, y el aroma de su entrepierna se elevó en sus fosas nasales, directo a su cerebro.
Después de unos momentos en la base de su miembro, ella dejó de toser. Él se preguntó si se había desmayado, hasta que sintió que empezaba a chuparle ligeramente el pene. Con una sonrisa, la apartó. Le había hecho un desastre en la polla de tanto toser, pero a ninguno de los dos parecía importarle demasiado. Una vez más deseosa su fálico eje, Ryuko no dijo nada. Cuando él se apartó de su boca, ella pegó los labios a la parte inferior de su miembro, bajó lentamente por el tronco, presionando con besos a lo largo de la piel almizclada, y luego se encontró cara a cara con su escroto.
Lo primero que notó allí abajo fue que el olor a almizcle era aún más fuerte que antes. Siempre potente, hizo que sus ojos se cerraran por segunda vez.
—M-Mierda —murmuró, antes de plantar sus labios contra uno de los fuertes testículos.
Toda pretensión de no querer hacer esto se había ido por la ventana, al parecer. Succionó como una zorra enloquecida, incluso mientras el sudor y el vello púbico suelto se deslizaban hacia su boca, ensuciándole la cara. Sus manos subieron desde abajo una vez más para levantarle las bolas, y presionó su cara entre ellas. Cuando su nariz se acomodó en el espacio, inhaló profundamente el fuerte almizcle y volvió a sacar la lengua en los testículos para limpiarlos a fondo.
Cuando terminó, los dos estaban más limpios que nunca. Donde antes había sudor, ahora solo había saliva, y el fuerte olor a almizcle había desaparecido por completo, todo absorbido por Ryuko como si fuera una muestra de su aceptación; era una zorra hambrienta de pollas, y chupar pollas y adorar pelotas era su mayor deseo.
O eso pensaba Ryuko mientras su coño explotaba en un orgasmo sin haber sido tocada en absoluto. Las bragas que le había enseñado estaban completamente estropeadas, y su falda goteaba con el inconfundible aspecto de los fluidos de la chica, formando un charco bajo de ella. Volvió a lamerle hasta la punta del pene y luego cruzó miradas con el dueño de la polla. No tuvo que decir nada, y él tampoco. Ambos sabían lo que vendría a continuación.
Con la punta de la verga apuntando a la boca abierta de ella, el estudiante se acarició hasta el orgasmo. El primer chorro de semen brotó de su pene con suficiente potencia como para emitir un sonido al golpear la lengua de Ryuko, antes de salpicar el interior de su boca. Para cuando el segundo siguió su ejemplo, había suficiente semen caliente en su boca como para formar un charco alrededor de su lengua. El tercero casi le sumergió la lengua por completo, pero ese fue el último en aterrizar dentro de su boca. Su pene se sacudió, provocando que el cuarto y el quinto aterrizaran en su rostro, consiguiendo mantener una longitud y una cantidad impresionantes a pesar de lo avanzado que estaba en el orgasmo, aunque no duró mucho más.
El resto del orgasmo aterrizó en pequeños chorros a lo largo de su barbilla, y parecía gotear de la punta más que dispararse. En cualquier caso, la cara de Ryuko estaba hecha un desastre. Cerró la boca, movió la lengua dentro del charco de semen por un momento para apreciar el sabor y luego cerró los ojos mientras tragaba.
Tras abrirlos de nuevo, pareció darse cuenta de dónde estaba y de lo que acababa de hacer. Con el semen del estudiante en la cara, salió de debajo del pupitre.
—... Agh, maldita sea. Más vale que esa información sea jodidamente buena, imbécil, o te voy a partir la cara. —Mientras levantaba el puño para demostrar que podía cumplir su amenaza, escuchó girar el pomo de la puerta del aula.
Entró un profesor y, aparte de un olor extraño, no había ninguna prueba de lo que acababa de ocurrir. El estudiante estaba sentado en su pupitre con los pantalones exactamente donde debían estar y Ryuko, se apresuró a salir del aula mientras ocultaba su rostro.
Una cosa era obvia, no sólo por la personalidad de Ryuko, sino por un pequeño corte que se había hecho en la mejilla del estudiante en el pánico: esto no había terminado.
Fin.
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1 comentarios - Caliente dentro de la mano que la sostiene | Ryuko Matoi