Estás a cuatro patas en tu cama, más en cuatro que nunca cola en pompa. Solo esperas sentir placer de alfa, es tu momento, solo goce, es todo recibir, es tu capricho egoísta del sexo.
La cabeza solo piensa en sensaciones, el morbo remueve viejas fantasías escondidas aún latentes.
Estás en ropa interior, camiseta prili negra de manga larga con una tanga negra y medias a tono.
Te rompo la bombacha de un tirón, te dejo en cola. Quedas expuesta, rendida y entregada. Me guardo lo que queda, de recuerdo.
Respiro profundo todo tu olor a hembra, juego con mi nariz y boca x tu raya. Paso mi lengua por la aureola de tu ano, como antes la yema de mi dedo mayor, para medir el pálpito sexual del hoyo más fruncido. Das un respingo suave y exhalas aire con ruido. No dejo de tocarte, muy despacio, te rodeo la cola con mis manos, la abro, la golpeo, la muerdo y la retuerzo, la manejo a mi antojo con la autoridad que me confiere el varonazgo, estando a cargo de tu placer de hembra en celo. Sos receptora, pasiva y silenciosa. Yo meto la cabeza más adentro.
Juego con mi boca en tu vagina, es larga, vertical y tiene hambre, ya siento la humedad que la satura.
Me separo un poquito y me incorporo y juego con la palma de mi mano, golpeo con cadencia y con firmeza, le doy fuerte para marcar el ritmo, son simples golpes con mi mano abierta en tu vagina que convierten tu sonido en gutural. La agitación la acompañas con movimientos de cadera, te pones a serruchar sola por tu cuenta, cual garchada infernal que se desata, encorvada y color rojo-puta, estás caliente y te moves como si te estuviera dando. Es momento del punto de inflexión, anhelas que mi pene tome el mando, el palo mayor se desenfunda, tu cuerpo pide a gritos por mi falo, te escucho balbucear entre jadeos, incongruencias y una oración a voz alzada que te expone rogando por mi pija.
Acerco la punta de mi falo a la puerta de tu concha totalmente enrojecida. Los labios exteriores de tu vulva, absorben la cabeza a toda carne, la dejo asentando en ese dobladillo del demonio, te susurro al oído una perversidad obscena y explota en ese instante el hilo de tu primer orgasmo.
Señal que todo macho bien habido, no puede desconocer, te hundo la pija con toda la violencia de mi sexo. Ahí arranca el metesaca del infierno, con gritos, alaridos y bramidos; gemidos y palabras ilegibles. El tren de ese primer orgasmo, sigue continuo con todos sus vagones, tu flujo se derrama en toda la extensión del tronco de mi falo y llega hasta la base de las bolas. El último y más grande que es tu climax, explota todo en la cabeza de mi verga, que rasca el punto G con máxima violencia y saca como pala toda tu mejor miel de hembra. Cual lava de un volcán en erupción, vacías en todo el cuerpo de mi verga el flujo del placer que te condena a ser la pecadora más obscena. Te doy mi más violenta cepillada, la última jugada que me queda, todo el honor de hombre expongo en esa prueba que con máxima fuerza te serrucho e inyecto el contenido de mis bolas, todo el veneno espeso de mi leche para regarte toda la vagina y hacerte mi puta ese momento. Dejándote abierta como nunca, dándote el sexo que no tenés en casa. Inflamo tus deseos más oscuros, que chocan a lo bestia con los míos y explotamos a colchón mojado, todo el sexo en gran orgasmo a dúo.
La cabeza solo piensa en sensaciones, el morbo remueve viejas fantasías escondidas aún latentes.
Estás en ropa interior, camiseta prili negra de manga larga con una tanga negra y medias a tono.
Te rompo la bombacha de un tirón, te dejo en cola. Quedas expuesta, rendida y entregada. Me guardo lo que queda, de recuerdo.
Respiro profundo todo tu olor a hembra, juego con mi nariz y boca x tu raya. Paso mi lengua por la aureola de tu ano, como antes la yema de mi dedo mayor, para medir el pálpito sexual del hoyo más fruncido. Das un respingo suave y exhalas aire con ruido. No dejo de tocarte, muy despacio, te rodeo la cola con mis manos, la abro, la golpeo, la muerdo y la retuerzo, la manejo a mi antojo con la autoridad que me confiere el varonazgo, estando a cargo de tu placer de hembra en celo. Sos receptora, pasiva y silenciosa. Yo meto la cabeza más adentro.
Juego con mi boca en tu vagina, es larga, vertical y tiene hambre, ya siento la humedad que la satura.
Me separo un poquito y me incorporo y juego con la palma de mi mano, golpeo con cadencia y con firmeza, le doy fuerte para marcar el ritmo, son simples golpes con mi mano abierta en tu vagina que convierten tu sonido en gutural. La agitación la acompañas con movimientos de cadera, te pones a serruchar sola por tu cuenta, cual garchada infernal que se desata, encorvada y color rojo-puta, estás caliente y te moves como si te estuviera dando. Es momento del punto de inflexión, anhelas que mi pene tome el mando, el palo mayor se desenfunda, tu cuerpo pide a gritos por mi falo, te escucho balbucear entre jadeos, incongruencias y una oración a voz alzada que te expone rogando por mi pija.
Acerco la punta de mi falo a la puerta de tu concha totalmente enrojecida. Los labios exteriores de tu vulva, absorben la cabeza a toda carne, la dejo asentando en ese dobladillo del demonio, te susurro al oído una perversidad obscena y explota en ese instante el hilo de tu primer orgasmo.
Señal que todo macho bien habido, no puede desconocer, te hundo la pija con toda la violencia de mi sexo. Ahí arranca el metesaca del infierno, con gritos, alaridos y bramidos; gemidos y palabras ilegibles. El tren de ese primer orgasmo, sigue continuo con todos sus vagones, tu flujo se derrama en toda la extensión del tronco de mi falo y llega hasta la base de las bolas. El último y más grande que es tu climax, explota todo en la cabeza de mi verga, que rasca el punto G con máxima violencia y saca como pala toda tu mejor miel de hembra. Cual lava de un volcán en erupción, vacías en todo el cuerpo de mi verga el flujo del placer que te condena a ser la pecadora más obscena. Te doy mi más violenta cepillada, la última jugada que me queda, todo el honor de hombre expongo en esa prueba que con máxima fuerza te serrucho e inyecto el contenido de mis bolas, todo el veneno espeso de mi leche para regarte toda la vagina y hacerte mi puta ese momento. Dejándote abierta como nunca, dándote el sexo que no tenés en casa. Inflamo tus deseos más oscuros, que chocan a lo bestia con los míos y explotamos a colchón mojado, todo el sexo en gran orgasmo a dúo.
8 comentarios - Compañera de trabajo