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Me convertí en la puta de la parada de camiones.

Me convertí en la puta de la parada de camiones.


Un día decidí cumplir mi fantasía de pasar la noche siendo follada en una parada de camiones, no había imaginado nada, ya fuera para uno o varios, ya fuera en la cabina, en el baño o en el patio, no me imaginaba nada, sólo quería que me asaltaran en uno de estos lugares donde hay muchos machos cachondos que follan muy bien.
En la historia anterior conté como empezó todo, que fui en un viaje de tres días desde Buenos Aires a Córdoba con un camionero maduro, casado, y que me hizo suya varias veces durante el viaje.
Recordando aquellas andanzas, estaba cachonda y el miedo al qué dirán desapareció. Me preparé en casa con unas ropas llamativas y ajustadas. Mi aspecto era masculino aunque un poco amanerado. Me dirigía al baño de la estación de servicio de la rotonda a las afueras de la ciudad. En el baño de hombres las luces ya estaban apagadas. Entré haciéndome el disimulado y miré al playón desde la puerta. Entre dos camiones vi al encargado de la gasolinera y a otro hombre, me llamaron:


¡Psst, ven aquí! ¿Qué haces por esta zona?
Me acerqué a ellos. Se miraban entre sí con miradas cómplices, miradas de picardía. ¿Qué haces por acá, putito? ¿Trabajando? Les contesté que solamente buscaba pasarla bien, sin cobrar nada.
Me rodearon entre los dos entre aquellas camionetas nadie nos podía ver. Era obvio que tenían experiencia en esta clase de encuentros. Ellos estaban en su trabajo, era su zona de confort. El encargado se masajeaba el bulto por arriba del pantalón. Y el otro, un joven de unos 25 años con un cuerpo bien formado, de esos muy gruesos, sacó su verga que ya estaba a medio tono. Se acercaron a mí hasta rozar sus cuerpos contra el mío. Desde la ruta no se veía nada, solamente algunos autos y camiones al pasar. 
Había un nervioso empleado de la estación de servicio, un maduro de unos 50 años que miraba desde lejos, pero se moría por involucrarse, se acercó luego y empezó a agarrarme por detrás, me bajó el ajustado pantalón que yo llevaba y dejó relucir la tanga que traía yo puesta. Sin decir nada me apretó las nalgas con una mano y con la otra sacó su gruesa verga. Corrió la tanga para un costado y me lo metió todo. Me hizo bajar la cabeza hasta la polla del otro macho. El encargado me dio unos golpes frenéticos en la cara con su verga, y me la metió en la boca rápido y fuerte. Me enloqueció la forma en que se metió. Luego me moví hacia la polla del muchacho de 25 años y me la metí en la boca. Era una polla que a media bomba llenó mi boca. Terminó muy pronto y me lo tragué todo. Un poco se me escapó de la boca por los movimientos del maduro que me tenía agarrado desde atrás, quien me dio unas embestidas muy profundas y metió su leche en mi culito abierto.
Me dio una palmada en el trasero, me arregló las bragas y se fue, dejándome sola con el encargado, quien inmediatamente me puso nuevamente a mamar. Su verga dio una señal y empezó a crecer en mi boca, me tomó del pelo y golpeó sin dejar que saliera, metiéndolo todo para luego hacerme chupar solo la cabeza, y su polla cada vez más dura, hasta que no pude tragarla entera, sentí que las venas estallaban, me colocó de espaldas, apoyado contra el costado del camión entre la caja y la cabina, así terminé sin tener visión de lo que estaba pasando a mi alrededor. Sin prisas, lo metió, lo metió hasta la mitad y lo sacó, repitiendo lo mismo hasta que con solo una embestida sentí su vello púbico y sus huevos rozando mi culo, dejó su verga adentro por un rato:
¿Quieres dar ese culo hoy, puto maricón? Siente la pija grande dentro de ti, sacúdela perra, sacude las caderas. Muévete como la puta que eres. Cierra el culo, muérdeme la polla con tu culo. Me di vuelta para ver qué sucedía y el encargado le guiña un ojo a alguien que yo no podía ver, y dice: ¡Pide más machos! ¡Qué puta más traviesa! No tengas miedo, no pierdas el tiempo, que aquí hay hombres para que te sigan follando. Mueve ese culo goloso, ¡vamos!... Y entonces empezó a acelerar sus embestidas, y aceleró más y yo ya gemía como una perra y no paraba, me abofeteaba el culo y hablaba sucio todo el tiempo. No, no quiero que se detenga. ¡Fue la mejor cogida de la noche! ¡Hombre, ya había soltado mi cola y la transpiración corría por mis piernas!. El encargado volvió a insertarlo y dejó su polla adentro y habló cosas sucias y gimió en mi oído con su cuerpo sudoroso presionado contra el mío: - ¡Muévete, perra, haz feliz a tu macho y llena tu culo de semen! Me retorcí contra su cuerpo, me moví con movimientos de perreo, bailaría reggaetón con su verga en mi culo, hasta que sentí su polla duplicar su tamaño y las pulsaciones chorreando leche dentro de mi cola. Se aguantó un poco, me giró y me dio a beber esa rica y dulce leche que le restaba.
Se fue sin decir nada
Yo necesitaba ir al baño, así que me vestí y fui a ducharme. Tomé el neceser de mi auto que contenía un jabón, desodorante, una pequeña toalla, un perfume, algo de maquillaje, lubricante anal y profilácticos que nunca usé.
El baño todavía tenía las luces apagadas, yo solo estaba usando un pantalón ajustado de color rojo y una tanga blanca. Entré, me quité el pantalón y fui a abrir la ducha cuando sentí unas manos agarrándome, los miré y eran 4 hombres. Yo Me asusté y salté, lo único que oí fue: – ¡Tranquila, putita!
Y pronto alguien un poco obeso y corpulento se detiene detrás de mí y frota una verga gruesa y muy dura sobre mi tanga. Otro viene de frente y comienza a abrirme el culo para que el de atrás me penetre, entonces me di cuenta de que se estaban desnudando. Puse mis manos en el hombro de uno de los que estaba frente a mí y el que me agarraba desde adelante puso mi cola en alto:
Hace calor, los olores del baño y de esos machos se sienten en el aire. Transpiración, olor a jabón, olor a baño, olor a huevos transpirados y agua corriendo desprejuiciadamente en los mingitorios. Que se joda ese culo goloso, quiero que le den sin piedad.
El tipo que era peludo y con cierta barriga puso su panza sobre mi cintura y logró meter toda su pija sin dificultad.
Entonces dijo: ¡Mierda, este culo está caliente, está caliente y muy suave, debe estar lleno de semen!. Vamos a darle más semen a ese culo.
El de enfrente me hizo chuparle la polla, y otro que se acercó se turnó para hacerme mamarle la verga a los dos. En ese momento estaba chupando a dos machos y otro se estaba metiendo por atrás.
Me pusieron a cuatro patas en el banco que había para desvestirse antes de ir a la ducha, y se turnaban cogiéndome y haciéndome tragar sus pollas. Sé que sentí como 4 cuerpos y pollas diferentes, empujando y yo chupando. Tal vez eran 5, no podría decirlo con seguridad en aquella oscuridad y confusión de transpiración, de lujuria y gemidos de hombre. Estaban en esa actitud muy masculina diciendo cosas que solo aumentaban mi lujuria, ahí en el baño perdí la cuenta de cuantos machos me follaron. 
Cuando iban terminando se iban vistiendo de a uno y me dejaron solo, sentado en el banco de madera. Las luces se encendieron, me di una ducha y me dirigí a mi auto, ya eran las 1:30hs. de la madrugada. Me puse otro calzón, me perfumé, me subí a mi auto, me recosté un rato dispuesta a salir para mi casa, agotada pero satisfecha.
Y en eso apareció el encargado de la gasolinera y golpeó el vidrio de mi ventana. Mientras los otros me cogían en el baño, el encargado estaba atendiendo sus tareas, pero había quedado con más ganas de satisfacerse. Se sentó en el asiento del acompañante de mi auto y logró que se la mamara otra vez. Su polla estaba firme y caliente. Se despachó contra mi garganta en fuertes golpes mientras me tomaba por el cabello. Chupé sus bolas transpiradas y me sentí desfallecer de placer. Vació sus bolas en el interior de mi boca. Su leche caliente llenaba mi boca mientras me ordenaba que no desperdicie ni una gota.
El encargado se fue y descansé por unos momentos hasta que casi me quedé dormido, cuando noté que los camioneros empezaban a despedirse, algunos a dormir y otros a continuar su viaje. Me retiré en mi auto pensando en que fui bien puta, la puta de la estación de servicio. Nunca mejor dicho, yo había hecho un gran servicio a todos aquellos muchachos.

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