Fue uno de esos que aparecen inopinadamente. Me llegó un mensaje desconocido. Cortés respondí. Le había pasado mi contacto otro que la había pasado bien en mi cuerpo. Acarició mi orgullo esta propaganda involuntaria y escuché su propuesta. En pocos renglones entendí que retozaríamos en su cama. Chateamos un poco más para conocer a la persona y concertamos cita. Se asombró un poco cuando le dije que nos encontrásemos en la esquina de su casa por no usar celular en la calle pero el afecto del estrechón de manos dijo que no fue un mal asombro. Fuimos a su depto y charlamos apenas. Sabíamos que el motivo de nuestro encuentro era conocernos íntimamente. Le pregunté si pasaba al dormi al primer silencio mutuo y le pareció bien.
No besos pero sí un estrechar de cuerpos para conocerse en relieves y oquedades. Mis manos a recorrer su espalda de nadador y las de él a mi culito y piernas. Tomó el borde de abajo de la remera y me alejé un poco de él bajando el torso, para que me la saque. Ya agachado pasé yo a bajarle jogging y bóxer. Excelente sorpresa el descubrir que no había mentido: encontré delante de mis ojos una hermosa verga que, sin besos aún, colgaba unos dieciocho centímetros y toda gorda como había dicho. Mis besos la llevaron a sus medidas comentadas y por su diámetro fue imposible de tragar, aunque sí tenía el largo para pasar largamente mi garganta.
Pasamos a la cama en donde quedó tirado boca arriba dejándome seguir regalándole las bondades de mi boca. Al rato de suspiros de agradecimiento por su parte, le pregunté sobre forros y lubricante. Se rompió el embeleso para levantarse e ir a traerlos al campo de batalla. Una mínima chupadita más para que volviese la turgencia antes de dejarlo a él que se pusiera el forro.
Puse mi cuerpo paralelo a él, dejando mi posterioridad en sus manos, para mi último intento de tragarla (el típico 69 es la mejor posición para intentar esto). Nuevamente imposible pero sirvió para que lubricara bien mi culito con mucho lubricante, aunque no me gustó la velocidad con que entraba y sacaba su dedo (solo uno, para colmo). Lubricada mi cola, bien parada su vergota, fueron los indicios necesarios para que lo montase y guiara su lindo instrumento al lugar justo. Muy agradable sentir que al entrar su cabeza recordé lo que es ser abierta como hacía mucho no sentía. Pero, una vez dilatado este agujerito comenzó a deslizarse sin inconvenientes (estamos menos comprimidos internamente). Llegó al segundo esfínter y fue dejarme caer un poco más violentamente para que el largo total pudiera entrar. Me encanta encontrar pijas de este tamaño porque la sensación de ser cogida tan internamente me subyuga; es como si hubiera un culito más interno que no es traspasado generalmente de manera completa como el ano, sino que se abre y cierra con cada entrada y salida de la cabeza. Comúnmente las chotas no son lo suficientemente largas y no encuentro este placer. La contra de esto es cuando no emboca la cabeza del pito este lugar y estira el recto; algunas molestias genera esto, más si son cabezonas. Pero hubo pasado bien este segundo esfínter esta regia pija y lo galopé haciendo que me lo abra lo más posible para que, cuando cambiásemos de pose, bien dilatado, no fuera para otro lado. Me pidió que cambiásemos de pose porque le gustaba ser más dominante. Al servicio está mi culito y me puse como él me pidió.
Me encontré boca abajo con las piernas abiertas y, luego de dejar caer saliva en mi culito, entrándome esta pija grande. Había dilatado bien por lo que no tuvo el menor inconveniente en entrar. Unos sacudones me calentaron lo suficiente para que levantase sola mi culito y así se levantó él para entrar estando arrodillado detrás de mí. Fue muy lindo sentir que un macho con tremenda poronga pudiera entrar y salir de mi culo teniendo que correr tanto el cuerpo para atrás para volver a incrustar su pelvis contra mis cachas, sin el menor impedimento. El culito estaba tan dilatado que la foto hubiera mostrado un hermoso círculo negro brilloso sin la menor posibilidad de cerrarse. Me pidió que me diese vuelta y, con un par de almohadas en la cintura y cola, quedaron las pompis levantadas para que me cerrara las piernas y, puestas en sus hombros, se dedicase a entrar y salir en esta posición. Por supuesto hasta que lo satisfizo estas sensaciones. Abrió mis piernas sosteniéndolas a sus costados, mientras tomaba mis caderas con sus manos para un Misionero más típico. Aquí sí la potencia de su verga se hizo sentir ya que en las posiciones anteriores llegaba parcialmente pero en esta, su totalidad se perdía en mi. Sentí que el segundo esfínter lo registraba y tardé un instante en dilatarlo para su placer y el mío. Me pareció que le gustó sentir de esta manera porque se sacudía tres o cuatro veces antes de profundizarme completamente para dejar su peso completamente en mi por unos instantes, moviendo sus caderas para los costados haciéndome sentir lo profundo que estaba y, seguramente, él registrando cómo mis entrañas acariciaban su pija. Ya completamente entregada a este placer, conseguí soltar mis piernas de sus brazos y las sostuve yo en alto agarrándola con mis manos. Ver esta entrega lo excitó aún más a este lindo hombre, poronga, y, apoyándose sus manos en mis hombros para clavarme en el colchón se sacudió fuertemente entrando y saliendo completo. Por supuesto el segundo esfínter lo recibía plácidamente y era muy lindo sentir que me había vaciado de rica pija pero al instante volvía a guardármela entera. Él también se calentó mucho y, a la segunda vez que noté que se detenía clavándomela toda y se quedaba quieto, le pregunté si quería darme un respiro. Aceptó. En realidad era que no quería que acabase y terminara de darle placer a mi culito.
Nos higienizamos y me gustó mucho ver caminando por el resto del depto al macho ostentando una pija que le colgaba mostrando lo gorda que era. Me quedé al costado del vano del dormitorio al salir del baño parada de forma tal que se notaran bien las caderas que contenían el culito que tanto lo habían calentado y no tardó en hacerme volver a la cama. Allí me hizo poner en cuatro para darme placer comiendo mi culito y acariciándolo con sus dedos. Me encantó que quisiese comprobar cuánto podía dilatarme al ir colándome dedos hasta llegar a tres, haciéndolos girar. No creo que me hubiese negado a que intentara meter toda su mano al haber comprobado que su pija gorda podía entrar y salir como si nada, pero no se animó a tanto. Cuando comenzó a mover rápidamente sus dedos para afuera y adentro mío preferí dedicarme a chupársela y que cambiara de instrumento para darme placer. Lo convencí rápidamente y me hizo ubicar en un ángulo de la cama. Se puso un forro nuevo y, sosteniendo mis piernas en alto, abriéndolas, me la enfundó completa tirando todo su peso encima de mi. Un poco sorprendido mi culito cerró el segundo esfínter, (en realidad tarda un poco más en abrirse y ante lo sorpresivo no se adaptó rápidamente) pero al tercer empujón se abrió este también. Lo sintió el chongo y sonrió. Un rato de matraca de esta manera volvieron a llevarlo a un punto de excitación importante y a mis vísceras a sentir que estaban listas para recibir el lindo licor si no hubiera estando usando la protección. Estaba dispuesta a hacer lo que el macho indicase así que no me opuse cuando me pidió ubicarme en el centro de la cama con las almohadas consabidas debajo de mí. Nuevamente enfundarla hasta el fondo (esta vez traspasó limpiamente el segundo) y por la violencia y la velocidad de sus movimientos, entendí que pronto encontraría su satisfacción en mi cuerpo. No me equivoqué y a los minutos aflojé lo más que pude toda mi interioridad al sentir que esa pija vibraba dentro mío y pegaba saltitos brindando la lechita que quedaría en el forro. Me asombró que ningún sonido emitiese ante su clara eyaculación. Por fin dio por terminados sus movimientos y se recostó por un ratito sobre mi. Se retiró antes que mi culito comenzase a cerrarse y su poronga a desinflarse. Lindo que cuidase no derramar semen dentro de mi cuerpo, pero me hubiera gustado sentirla blandita corriendo fuera de mi apretándola mínimamente con mis musculitos recontrayéndose. Fui al baño para una higiene concienzuda y me decepcionó un poco encontrarlo ya vestido al salir del baño; me hubiera gustado admirar su cuerpo y, sobre todo, esa pija que, muertita y colgando, era mucho más grande que el promedio.
Preparó unos cortados y comenzamos a charlar de temas variados. Los personales no faltaron y lentamente fui comprendiendo que esa hermosa pija poseía un cuerpo que buscaba afecto. Cuando me fui del departamento me quedó el lindo recuerdo en el culito que había gozado pero con dudas sobre un nuevo encuentro que lo hiciera disfrutar.
Espero que les haya gustado mi historia, es real.
Para mas comentarios dejo mi mail, los espero...
lacaribici@gmail.com
No besos pero sí un estrechar de cuerpos para conocerse en relieves y oquedades. Mis manos a recorrer su espalda de nadador y las de él a mi culito y piernas. Tomó el borde de abajo de la remera y me alejé un poco de él bajando el torso, para que me la saque. Ya agachado pasé yo a bajarle jogging y bóxer. Excelente sorpresa el descubrir que no había mentido: encontré delante de mis ojos una hermosa verga que, sin besos aún, colgaba unos dieciocho centímetros y toda gorda como había dicho. Mis besos la llevaron a sus medidas comentadas y por su diámetro fue imposible de tragar, aunque sí tenía el largo para pasar largamente mi garganta.
Pasamos a la cama en donde quedó tirado boca arriba dejándome seguir regalándole las bondades de mi boca. Al rato de suspiros de agradecimiento por su parte, le pregunté sobre forros y lubricante. Se rompió el embeleso para levantarse e ir a traerlos al campo de batalla. Una mínima chupadita más para que volviese la turgencia antes de dejarlo a él que se pusiera el forro.
Puse mi cuerpo paralelo a él, dejando mi posterioridad en sus manos, para mi último intento de tragarla (el típico 69 es la mejor posición para intentar esto). Nuevamente imposible pero sirvió para que lubricara bien mi culito con mucho lubricante, aunque no me gustó la velocidad con que entraba y sacaba su dedo (solo uno, para colmo). Lubricada mi cola, bien parada su vergota, fueron los indicios necesarios para que lo montase y guiara su lindo instrumento al lugar justo. Muy agradable sentir que al entrar su cabeza recordé lo que es ser abierta como hacía mucho no sentía. Pero, una vez dilatado este agujerito comenzó a deslizarse sin inconvenientes (estamos menos comprimidos internamente). Llegó al segundo esfínter y fue dejarme caer un poco más violentamente para que el largo total pudiera entrar. Me encanta encontrar pijas de este tamaño porque la sensación de ser cogida tan internamente me subyuga; es como si hubiera un culito más interno que no es traspasado generalmente de manera completa como el ano, sino que se abre y cierra con cada entrada y salida de la cabeza. Comúnmente las chotas no son lo suficientemente largas y no encuentro este placer. La contra de esto es cuando no emboca la cabeza del pito este lugar y estira el recto; algunas molestias genera esto, más si son cabezonas. Pero hubo pasado bien este segundo esfínter esta regia pija y lo galopé haciendo que me lo abra lo más posible para que, cuando cambiásemos de pose, bien dilatado, no fuera para otro lado. Me pidió que cambiásemos de pose porque le gustaba ser más dominante. Al servicio está mi culito y me puse como él me pidió.
Me encontré boca abajo con las piernas abiertas y, luego de dejar caer saliva en mi culito, entrándome esta pija grande. Había dilatado bien por lo que no tuvo el menor inconveniente en entrar. Unos sacudones me calentaron lo suficiente para que levantase sola mi culito y así se levantó él para entrar estando arrodillado detrás de mí. Fue muy lindo sentir que un macho con tremenda poronga pudiera entrar y salir de mi culo teniendo que correr tanto el cuerpo para atrás para volver a incrustar su pelvis contra mis cachas, sin el menor impedimento. El culito estaba tan dilatado que la foto hubiera mostrado un hermoso círculo negro brilloso sin la menor posibilidad de cerrarse. Me pidió que me diese vuelta y, con un par de almohadas en la cintura y cola, quedaron las pompis levantadas para que me cerrara las piernas y, puestas en sus hombros, se dedicase a entrar y salir en esta posición. Por supuesto hasta que lo satisfizo estas sensaciones. Abrió mis piernas sosteniéndolas a sus costados, mientras tomaba mis caderas con sus manos para un Misionero más típico. Aquí sí la potencia de su verga se hizo sentir ya que en las posiciones anteriores llegaba parcialmente pero en esta, su totalidad se perdía en mi. Sentí que el segundo esfínter lo registraba y tardé un instante en dilatarlo para su placer y el mío. Me pareció que le gustó sentir de esta manera porque se sacudía tres o cuatro veces antes de profundizarme completamente para dejar su peso completamente en mi por unos instantes, moviendo sus caderas para los costados haciéndome sentir lo profundo que estaba y, seguramente, él registrando cómo mis entrañas acariciaban su pija. Ya completamente entregada a este placer, conseguí soltar mis piernas de sus brazos y las sostuve yo en alto agarrándola con mis manos. Ver esta entrega lo excitó aún más a este lindo hombre, poronga, y, apoyándose sus manos en mis hombros para clavarme en el colchón se sacudió fuertemente entrando y saliendo completo. Por supuesto el segundo esfínter lo recibía plácidamente y era muy lindo sentir que me había vaciado de rica pija pero al instante volvía a guardármela entera. Él también se calentó mucho y, a la segunda vez que noté que se detenía clavándomela toda y se quedaba quieto, le pregunté si quería darme un respiro. Aceptó. En realidad era que no quería que acabase y terminara de darle placer a mi culito.
Nos higienizamos y me gustó mucho ver caminando por el resto del depto al macho ostentando una pija que le colgaba mostrando lo gorda que era. Me quedé al costado del vano del dormitorio al salir del baño parada de forma tal que se notaran bien las caderas que contenían el culito que tanto lo habían calentado y no tardó en hacerme volver a la cama. Allí me hizo poner en cuatro para darme placer comiendo mi culito y acariciándolo con sus dedos. Me encantó que quisiese comprobar cuánto podía dilatarme al ir colándome dedos hasta llegar a tres, haciéndolos girar. No creo que me hubiese negado a que intentara meter toda su mano al haber comprobado que su pija gorda podía entrar y salir como si nada, pero no se animó a tanto. Cuando comenzó a mover rápidamente sus dedos para afuera y adentro mío preferí dedicarme a chupársela y que cambiara de instrumento para darme placer. Lo convencí rápidamente y me hizo ubicar en un ángulo de la cama. Se puso un forro nuevo y, sosteniendo mis piernas en alto, abriéndolas, me la enfundó completa tirando todo su peso encima de mi. Un poco sorprendido mi culito cerró el segundo esfínter, (en realidad tarda un poco más en abrirse y ante lo sorpresivo no se adaptó rápidamente) pero al tercer empujón se abrió este también. Lo sintió el chongo y sonrió. Un rato de matraca de esta manera volvieron a llevarlo a un punto de excitación importante y a mis vísceras a sentir que estaban listas para recibir el lindo licor si no hubiera estando usando la protección. Estaba dispuesta a hacer lo que el macho indicase así que no me opuse cuando me pidió ubicarme en el centro de la cama con las almohadas consabidas debajo de mí. Nuevamente enfundarla hasta el fondo (esta vez traspasó limpiamente el segundo) y por la violencia y la velocidad de sus movimientos, entendí que pronto encontraría su satisfacción en mi cuerpo. No me equivoqué y a los minutos aflojé lo más que pude toda mi interioridad al sentir que esa pija vibraba dentro mío y pegaba saltitos brindando la lechita que quedaría en el forro. Me asombró que ningún sonido emitiese ante su clara eyaculación. Por fin dio por terminados sus movimientos y se recostó por un ratito sobre mi. Se retiró antes que mi culito comenzase a cerrarse y su poronga a desinflarse. Lindo que cuidase no derramar semen dentro de mi cuerpo, pero me hubiera gustado sentirla blandita corriendo fuera de mi apretándola mínimamente con mis musculitos recontrayéndose. Fui al baño para una higiene concienzuda y me decepcionó un poco encontrarlo ya vestido al salir del baño; me hubiera gustado admirar su cuerpo y, sobre todo, esa pija que, muertita y colgando, era mucho más grande que el promedio.
Preparó unos cortados y comenzamos a charlar de temas variados. Los personales no faltaron y lentamente fui comprendiendo que esa hermosa pija poseía un cuerpo que buscaba afecto. Cuando me fui del departamento me quedó el lindo recuerdo en el culito que había gozado pero con dudas sobre un nuevo encuentro que lo hiciera disfrutar.
Espero que les haya gustado mi historia, es real.
Para mas comentarios dejo mi mail, los espero...
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