...Luego de la primera envestida su poder de fuegoaumento considerablemente, estaba completamente convencido de que lo leimportaba lastimarme en lo más mínimo, tampoco le importaba que nos escucharan,aunque estábamos lejos y bien ocultos, él lo había pensado de ese modo desde unprincipio. Me bombeo durante algún tiempo medianamente largo de esa manera,luego levanto una de mis piernas, la otra, me levantó las dos al mismo tiempomientras yo me sostenía del árbol de espaldas y de frente a él en vecesdistintas, con su boca sobre mi cuerpo era más dulce que otras experiencias quehabía tenido, pero la fuera de su verga dentro mío se subía definitivamentecerca del podio de mi ranking personal. Acabo por primera vez en mi pero antesde eso me había lamido el culo de tal manera que tranquilamente se podría consideraruna forma más en la cual me fornico desquiciadamente, me pidió que lo haga yo ycuando logre excitarlo aún más de lo que estaba nos acostamos en el suelo parahacer el 69 a pedido de él, su verga no podía contener sus fluidos y mi pene demujer sabia dulce como una golosina, digo, por la forma en que eligió lamérmeloy brindarme el placer de su boca, sus labios, su lengua en mí. Les podría confesarque cada vez que su pene tenia contacto con mi cuerpo algo expulsaba, no afirmaríaque acababa cada vez porque no creo que sea humanamente posible acabar tanto,pero podría ser perfectamente. El siguió acostado en el cuerpo y se quedó bocaarriba esperándome mientras yo lo mirada mientras tocaba mis pezones húmedos ymordidos por el que en ese momento era mi hombre y mi todo, me pidió en ese momentoque subía arriba de él y lo cabalgara, literalmente me dijo “Ahora cabálgamehasta que te acabé adentro pedazo de puta”, inmediatamente me subí sobre mi amoy me empale el culo con su enorme verga, la entrada dolió por la posición en laque me encontraba pero fue hermoso, sentía que cada verga que entraba en mi me convertíamas en una mujer completa y es por eso mismo que el cuerpo siempre me pedía unaverga más, por eso mismo no podía negarme casi nunca y en ningunacircunstancia. A lo lejos, mientras rebotaba sobre sus caderas y provocaba el típicosonido a cachetada se escuchaba gente pasar a lo lejos, mientras caía el sol, noera imposible que nos descubrieran, pero sí bastante complicado. Su miembroentraba apretado en mí, raspaba un poco, pero me encantaba, en cierto momento ymientras me cogía el metía sus dedos índices en mi culo como queriendoagrandarlo a la fuerza, como si yo fuera un objeto que únicamente tenía la funciónde ser útil para el en ese momento. No les voy a mentir, cuando me la saque delculo la primera vez para chupársela había rastros de sangrado, no era nadaimportante o que doliera, pero era obvio que su verga era demasiado para miculo, eso motivaba a querer seguir siendo empotrado por semejante hombre, no locontrario. Aquel hombre era imponente, aunque en realidad no era la gran cosa,pero sabía usar lo que tenía y hacer lo que quería con eso, cuando me puso encuatro y entro en mi a la vez que tapaba mi boca y mis fosas nasales con susmanos entre en pánico por segundos, la desesperación de no saber qué iba apasar conmigo a la vez del disfrute de estar siendo completamente usaba por unhombre activo y sediento de una mujer, una mujer de alma y dispuesta. Claramentelas posiciones que más le gustaban eran contra el árbol, cabalgándolo y encuatro, porque eran las que más repetíamos y en las que más fluidos acompañadosde gemidos había, pero disfrutaba como nadie cuando lamia el sudor de todo sucuerpo y me arrodillaba frente suyo para saborear todo su miembro, completo,suavemente, como saboreamos un postre que nos encanta pero que no solemos comera menudo, por momento me daban ganas literalmente de morderlo y comérmeloaunque no iba a hacerlo por obvias razones. Se hacía de noche y todavía no habíamosjuntado del todo la leña, de hecho, teníamos muy poco aun, en ese momento micabeza estaba enfocada solamente en darle placer hasta que no pudiera más y enpensar una forma de llegar al lago y limpiarme, aunque hiciera frio a esashoras, porque entre posición y posición él me había escupido y orinado todo elcuerpo por completo varias veces, al punto incluso de ordenarme que me tomarasu orín de vez en cuando.
En varios momentos de nuestro encuentro tuve elpensamiento de que mi cuerpo iba a dejar de responder o que me iba a desmayaren cualquier momento, a ese nivel era el poder que ese hombre ejercía sobre mi cuerpo,aunque claramente sabia como hacerlo porque yo siempre podía un poco más y élsiempre estaba un poco más fascinado con su sumiso, el puto que le habían conseguidopara su disfrute.
En un momento dado, no tenía idea cuanto tiempohabía pasado, suspiro de tal manera que me di cuenta de que ya estaba cansado ose estaba cansado, pero debía eyacular una vez más en mí, no porque yo loquisiera o pensara eso sino porque él me lo había manifestado de ese modo: “Voya acabarte de nuevo adentro mi vida” porque ya me había tomado su leche, pero élquería una vez más dentro mío. Si yo lo dejaba con eso la iba a pasar mal elresto de la salida y yo no deseaba eso por lo que nos acostamos en el suelo,uno al lado del otro, yo acariciando su cuerpo y el besándome hasta que susganas volvieron y decidió ponerme de costado, acomodar mis piernas y penetrarmeuna vez más entrando muy despacio, como si fuera su amada, mientras tocaba mipene por momentos, masajeaba mis tetas o besaba mi cuello hasta que finalmente,luego de aumentar un poco su velocidad de embestida en contra mío se sintió un últimosuspiro, la victoria, su espesa y cálida miel recorriéndome mis entrañas unavez más.
Me costó levantarme aquella vez, lo note alfinal como también note que en mi rostro había lágrimas de las cuales nunca me habíapercatado, teníamos que juntar leña porque ya iba siendo hora de encender elfuego pero él me pidió que fuera al rio y me lavara, que él se encargaba de la leñaantes de volver al campamento, no tomados de la mano por la leña pero si muyjuntitos y sonrientes el uno con el otro, sin duda estaba disfrutando del paseomucho más de lo que me hubiese imaginado y mi tío lo sabía.
Habían pescado mucho, íbamos a comer bien, elritual de la guitarra y el alcohol previo a la cena no se hizo esperar y las carasde los amigos de mi tío habían cambiado totalmente, al mismo tiempo que losmurmullos y los dedos señalándome habían aumentado considerablemente, losmiraba a todos, sonría y sabía que iba a estar todo bien mientras uno de ellosme convidaba el primer baso de gin de la noche.
En varios momentos de nuestro encuentro tuve elpensamiento de que mi cuerpo iba a dejar de responder o que me iba a desmayaren cualquier momento, a ese nivel era el poder que ese hombre ejercía sobre mi cuerpo,aunque claramente sabia como hacerlo porque yo siempre podía un poco más y élsiempre estaba un poco más fascinado con su sumiso, el puto que le habían conseguidopara su disfrute.
En un momento dado, no tenía idea cuanto tiempohabía pasado, suspiro de tal manera que me di cuenta de que ya estaba cansado ose estaba cansado, pero debía eyacular una vez más en mí, no porque yo loquisiera o pensara eso sino porque él me lo había manifestado de ese modo: “Voya acabarte de nuevo adentro mi vida” porque ya me había tomado su leche, pero élquería una vez más dentro mío. Si yo lo dejaba con eso la iba a pasar mal elresto de la salida y yo no deseaba eso por lo que nos acostamos en el suelo,uno al lado del otro, yo acariciando su cuerpo y el besándome hasta que susganas volvieron y decidió ponerme de costado, acomodar mis piernas y penetrarmeuna vez más entrando muy despacio, como si fuera su amada, mientras tocaba mipene por momentos, masajeaba mis tetas o besaba mi cuello hasta que finalmente,luego de aumentar un poco su velocidad de embestida en contra mío se sintió un últimosuspiro, la victoria, su espesa y cálida miel recorriéndome mis entrañas unavez más.
Me costó levantarme aquella vez, lo note alfinal como también note que en mi rostro había lágrimas de las cuales nunca me habíapercatado, teníamos que juntar leña porque ya iba siendo hora de encender elfuego pero él me pidió que fuera al rio y me lavara, que él se encargaba de la leñaantes de volver al campamento, no tomados de la mano por la leña pero si muyjuntitos y sonrientes el uno con el otro, sin duda estaba disfrutando del paseomucho más de lo que me hubiese imaginado y mi tío lo sabía.
Habían pescado mucho, íbamos a comer bien, elritual de la guitarra y el alcohol previo a la cena no se hizo esperar y las carasde los amigos de mi tío habían cambiado totalmente, al mismo tiempo que losmurmullos y los dedos señalándome habían aumentado considerablemente, losmiraba a todos, sonría y sabía que iba a estar todo bien mientras uno de ellosme convidaba el primer baso de gin de la noche.
0 comentarios - De pesca con mi tío, me presento a sus amigos (parte tres)