Corrían los años 70's y la mejor manera de conseguir pijas era arrimarse al potrero del barrio los fines de semana... Cuando los chongos de la barriada se escapaban de sus casas y se juntaban a jugar al fútbol.
Esos mismos chabones que en la semana ni veías, los sábados y domingos se reunían en la canchita a pasarla bien y qué, a causa del vino, la cerveza y el calor, cayendo la noche se ponían fáciles y generosos de verga.
Cada fin de semana me arrimaba al potrero y, cuando caía la tarde; me metía entre el pastizal con todos y cada uno de esos tipos cojudos que se olvidaban de los prejuicios y me convidaban de su hombria en pija y leche caliente sin querer queriendo.
Padres, maridos, hermanos, tíos, novios, hermanos y amigos de mis "amiguis" mujeres, terminaban donando su leche caliente en mi garganta.
Esos mismos chabones que en la semana ni veías, los sábados y domingos se reunían en la canchita a pasarla bien y qué, a causa del vino, la cerveza y el calor, cayendo la noche se ponían fáciles y generosos de verga.
Cada fin de semana me arrimaba al potrero y, cuando caía la tarde; me metía entre el pastizal con todos y cada uno de esos tipos cojudos que se olvidaban de los prejuicios y me convidaban de su hombria en pija y leche caliente sin querer queriendo.
Padres, maridos, hermanos, tíos, novios, hermanos y amigos de mis "amiguis" mujeres, terminaban donando su leche caliente en mi garganta.
1 comentarios - Lo que callamos los putos. Pija de potrero