Juan llegó a su departamento con varias copas de vino encima. Después de unas charlas bastante calientes, histeriquearse por años y pasarse varias fotos, Matías lo había convencido para encontrarse ahí.
Traspasó la puerta y sintió un fuerte olor a alcohol y cigarrillo, seguramente provenía del cuarto de su amigo, quien estaba bastante borracho también.
Enseguida, su amigo le estampó un beso y le metió la lengua hasta la garganta casi sin dejarlo pensar. Él respondió con ganas, llevado por el impulso, la abstinencia y el alcohol.
Se besaron intensamente contra una de las paredes del departamento, mientras la temperatura iba en aumento. Se comían la boca desesperadamente, sus lenguas se encontraban a cada segundo como si se hubieran deseado toda la vida.
De pronto, frenaron. Su amigo le ofreció otra copa de vino y obviamente nuestro protagonista aceptó, un poco más de alcohol en sangre no le haría daño a nadie.
Tomaron algunas copas más y de nuevo volvieron a besarse sin parar. Era como si esos cuerpos se hubieran estado esperando hace mucho tiempo. Juan entonces empezó a besarle el cuello mientras Matías gemía sin poder controlarse. Siguió por las orejas, dandole pequeños mordiscos para volverlo loco.
La pija de Matías ya era una roca queriendo escapar de la prisión de su jean. Juan tampoco aguantó más y bajó rapidamente a la entrepierna de su amigo donde encontró aquello que había venido a buscar. Le desabrochó lenta pero acertadamente el jean, buscando saborear ese pedazo de carne con el que venía soñando hace horas.
Le bajó el bóxer y se encontró frente a una pija enorme y cabezona, venosa y recubierta de preseminal. Casi sin pensarlo, se metió toda la cabeza en la boca y la saboreó como nunca. Enzó lanzó un suspiro y gimió. Le puso las manos sobre la nuca y lo ahogó de pija.
Juan, extasiado y sin poder respirar, lagrimeó un poco. Estallaba de placer. No podía esperar a que Enzo se lo cogiera, cabalgarlo y sentirlo dentro suyo.
Siguió chupandole la pija con ganas y volvió a subir para encontrarse con sus labios nuevamente. Otra vez se besaron con ganas. Enzo lo abrazó y lo llevo en sus brazos hasta la cama.
Ahí, lo desvistió mientras lo besaba. Lo puso boca abajo en la cama y cuando le sacó el jean descubrió con sorpresa que Juan no llevaba puesto un bóxer si no un suspensor. Esto lo volvió loco y hundió su lengua en el medio de su agujero como si esto fuera lo más importante del mundo.
Juan gimió desesperado. El placer que estaba sintiendo con la lengua de Enzo era indescriptible, no podía dejar de gritar, gemir y moverse como desesperado para que esa lengua entre lo más adentro posible. Lo agarro de los pelos y lo guió para que su lengua encontrara su punto de mayor placer.
Estuvieron un rato así hasta que hicieron un 69 donde la boca de Juan volvió a llenarse de pija mientras le comían el orto. Ambos estaban extasiados de placer.
De pronto, Matías lo puso en cuatro y lo puerteó con la pija. Juan estaba muerto de ganas, casi le imploró "Metemela Mati por favor". Y así lo hizo Matías, la metió de una. Ambos estallaron en un gemido de placer, a Juan se le pusieron los ojos en blancos mientras parecía poseído en ese mete y saca de placer. Estaba extasiado, y Mati también.
Tantos años de esperar esto finalmente surtían sus frutos, ambos estallaban de placer mientras el cuarto se llenaba de gemidos, gritos y sudor. Enzo empezó a bombearlo más rápido y casi le gritó "Voy a acabar", mientras Juan se pajeaba cada vez más rápido. Acabaron juntos en un clímax de placer y se besaron apasionadamente.
Traspasó la puerta y sintió un fuerte olor a alcohol y cigarrillo, seguramente provenía del cuarto de su amigo, quien estaba bastante borracho también.
Enseguida, su amigo le estampó un beso y le metió la lengua hasta la garganta casi sin dejarlo pensar. Él respondió con ganas, llevado por el impulso, la abstinencia y el alcohol.
Se besaron intensamente contra una de las paredes del departamento, mientras la temperatura iba en aumento. Se comían la boca desesperadamente, sus lenguas se encontraban a cada segundo como si se hubieran deseado toda la vida.
De pronto, frenaron. Su amigo le ofreció otra copa de vino y obviamente nuestro protagonista aceptó, un poco más de alcohol en sangre no le haría daño a nadie.
Tomaron algunas copas más y de nuevo volvieron a besarse sin parar. Era como si esos cuerpos se hubieran estado esperando hace mucho tiempo. Juan entonces empezó a besarle el cuello mientras Matías gemía sin poder controlarse. Siguió por las orejas, dandole pequeños mordiscos para volverlo loco.
La pija de Matías ya era una roca queriendo escapar de la prisión de su jean. Juan tampoco aguantó más y bajó rapidamente a la entrepierna de su amigo donde encontró aquello que había venido a buscar. Le desabrochó lenta pero acertadamente el jean, buscando saborear ese pedazo de carne con el que venía soñando hace horas.
Le bajó el bóxer y se encontró frente a una pija enorme y cabezona, venosa y recubierta de preseminal. Casi sin pensarlo, se metió toda la cabeza en la boca y la saboreó como nunca. Enzó lanzó un suspiro y gimió. Le puso las manos sobre la nuca y lo ahogó de pija.
Juan, extasiado y sin poder respirar, lagrimeó un poco. Estallaba de placer. No podía esperar a que Enzo se lo cogiera, cabalgarlo y sentirlo dentro suyo.
Siguió chupandole la pija con ganas y volvió a subir para encontrarse con sus labios nuevamente. Otra vez se besaron con ganas. Enzo lo abrazó y lo llevo en sus brazos hasta la cama.
Ahí, lo desvistió mientras lo besaba. Lo puso boca abajo en la cama y cuando le sacó el jean descubrió con sorpresa que Juan no llevaba puesto un bóxer si no un suspensor. Esto lo volvió loco y hundió su lengua en el medio de su agujero como si esto fuera lo más importante del mundo.
Juan gimió desesperado. El placer que estaba sintiendo con la lengua de Enzo era indescriptible, no podía dejar de gritar, gemir y moverse como desesperado para que esa lengua entre lo más adentro posible. Lo agarro de los pelos y lo guió para que su lengua encontrara su punto de mayor placer.
Estuvieron un rato así hasta que hicieron un 69 donde la boca de Juan volvió a llenarse de pija mientras le comían el orto. Ambos estaban extasiados de placer.
De pronto, Matías lo puso en cuatro y lo puerteó con la pija. Juan estaba muerto de ganas, casi le imploró "Metemela Mati por favor". Y así lo hizo Matías, la metió de una. Ambos estallaron en un gemido de placer, a Juan se le pusieron los ojos en blancos mientras parecía poseído en ese mete y saca de placer. Estaba extasiado, y Mati también.
Tantos años de esperar esto finalmente surtían sus frutos, ambos estallaban de placer mientras el cuarto se llenaba de gemidos, gritos y sudor. Enzo empezó a bombearlo más rápido y casi le gritó "Voy a acabar", mientras Juan se pajeaba cada vez más rápido. Acabaron juntos en un clímax de placer y se besaron apasionadamente.
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