Estos días he decidido salir con unos amigos a una fiesta al amanecer. (que casi nunca hago). No siendo un gran admirador de este tipo de lío, terminé yendo a casa antes que los demás, alrededor de las 3:00 ya había terminado. Tomé el primer autobús que pasó y fui a la estación. Una vez allí el lugar quedó prácticamente desierto, unas 3 personas solamente y un policía uniformado, mucho más alto que yo, posiblemente 1,85 más, blanco, con el tipo de barba que todo el mundo lleva hoy en día y fuerte probablemente volviendo a House.
No me di cuenta mucho porque le tengo un poco de miedo a la policía, así que me mantuve tranquilo y tomé mi autobús. Sentado allí, noté que el policía también estaba en un banco detrás y vi a través del reflejo del vidrio que me estaba mirando. Preocupado, me bajé en una parada que estaba una calle detrás de la mía para no tener que caminar dentro del autobús. Cuando me levanto para bajar, ese policía hace lo mismo y bajamos en el mismo punto.
Seguí mi camino y justo detrás de él seguí caminando. Empecé a asustarme, así que aceleré el paso. Cuando llego a la esquina de mi calle, el policía me pone el brazo delante, como si quisiera prohibir el paso de otro.
'Señor, tengo que llegar a casa, mis padres me están esperando'. Dijo vacilante.
Me miró directamente a los ojos y sonrió, quitó el brazo y se acercó a mi oído.
—Está bien, entonces, pero si no te apetece ir a casa, viviré allí —señaló una casa al otro lado de la esquina.
Ahora de la nada entendí todo, extrañamente la preocupación y el miedo se desvanecieron dejándome espacio para observar a ese hombre con más atención.
El uniforme era ceñido y revelaba la forma musculosa que tenía su cuerpo, pechos anchos, hombros anchos, piernas gruesas y sin mencionar el maravilloso perfume.
La erección se elevó y crucé la calle antes de que pudiera abrir la puerta.
Él solo sonrió y sostuvo la puerta para que yo entrara.
Su casa era enorme y luego volvió el miedo. Me sentí estúpido e intrascendente hasta que escuché el ruido de él tirando su cinturón y mochila al suelo. Pronto sus manos recorrieron mi cuerpo de arriba a abajo, su barba rozó mi cuello, se mostró agresivo y cariñoso al mismo tiempo.
Sus manos pronto lograron quitarme la ropa mientras deliraba con las caricias de ese hombre. Su volumen me tocaba dentro de sus pantalones, parecía normal, nada gritaba todavía.
Pronto logró guiarme hasta el dormitorio sin detener las caricias y me acostó en la cama, tirándose encima de mí.
Empezamos a besarnos y fue mi turno de desnudar a esa guapa, debajo de su remera, toda sin pelo y muy sana.
Mis manos arañaron su espalda, ambos estábamos jadeando. Yo desnudo y él todavía en pantalones. Lo empujé para que pudiera meterse debajo y fui directo a donde quería ir.
Empecé a desabrocharme los pantalones, a besarme, a morder el volumen que parecía crecer cada vez más. Después de quitarle los pantalones, me senté en su polla todavía en su ropa interior y comencé a rodar, la cabeza pronto logró salir de su ropa interior y estaba maravillosa, rosa, sin mucha piel, se me iba a caer de la boca. y cuando me quito la ropa interior me viene la sorpresa.
Casi pensé en salir, la polla del tipo debía tener unos 20 cm y estaba un poco gruesa. Parecía sorprendido pero como el buen maricón que soy, pronto logré aceptar que estaría loco por el resto de la semana pero valdría la pena.
Empecé a lamerle la polla al tío hasta que estuvo muy mojada y luego me concentré en la cabeza, lamí, chupé, me arriesgué a tragar y en ocasiones bajé hasta las bolas.
Gimió un poco pero gimió muy sabroso, espeso, fuerte, como un macho. Me rascó, dijo que sabía bien, pasó su mano por mi cabello, ocasionalmente me obligaba a tragarlo todo.
Después de un rato así se levantó y me tiró a cuatro patas sobre la cama. Se acostó encima de mí y comenzó a frotar su polla contra mi trasero. Pensé en lo que vendría y me relajé. Levanté la cola y sentí que me babeaba por todas partes.
Pronto empezó a chuparme el culo. Gimió aún más mientras lo hacía, lo abofeteó, lo llamó perra caliente y me acercó a su cara.
Luego vinieron los dedos. Se acostó encima de mí y sentí sus dedos entrando, uno a uno, 4 dedos y me acostumbré, comencé a rodar para decir que mi polla estaba libre.
Se puso el condón, me hizo chupar un poco más, me babeó mucho el culo y empezó a meterme la polla. Cada centímetro era una sensación diferente, dolor, placer, escalofríos, gemidos.
Una vez dentro, me abrazó, empezó a curarme esa barba de nuevo en el cuello y me las arreglé para rodar en esa enorme piroka.
Nos quedamos así por un tiempo. Gimió en mi oído haciéndome gemir aún más fuerte. Me elogió, dijo que quería salir conmigo (una cosa de hombres de verdad).
Sus manos eran violentas, sus brazos casi me aplastaban pero se mostraba cariñoso con las estocadas. Poco a poco haciéndome querer más, luego un poco más rápido.
Lo hice sentar en un sillón que tenía espacio y me senté en su polla frente a él. Empezamos a mirarnos a los ojos. Me senté más rápido, me pajeó y gimió muy fuerte ahora. Rodé y me senté alternando entre movimientos, luego sentí que mi polla quería correrse y comencé a apretar su polla con mi culo. Comencé a sentarme más rápido mientras nuestros ojos se miraban, los gemidos aumentaban, una mano me masturbaba y la otra apretaba mi trasero más y más fuerte.
Sus ojos se pusieron en blanco cuando me corrí y mi semen voló en su rostro, casi al mismo tiempo también comenzó a correrse, abrazándome con más fuerza, abrazándome con esos enormes brazos y besándome con una intensidad increíble. Cuando me levanté un poco, sentí que mi trasero estaba pegajoso. El disfrute fue tanto que se escapó del condón y manchó todo el sofá, así como nuestros muslos.
Seguimos besándonos hasta que su polla se ablandó, luego nos fuimos a la ducha y me invitó a dormir con él.
En la cama, en ropa interior, abrazados viendo la televisión, él me conoció y yo lo conocí a él. Alex se llamaba el bombón, tenía 23 años, era policía militar (pero tenía la intención de unirse al gobierno federal), era soltero y quería verme más a menudo para ir a un restaurante o si yo lo prefería (yo dijo que sí) para quedarse en su casa viendo películas y ese fue el cuento de hoy. Si te gusta, disfruta y un beso.
No me di cuenta mucho porque le tengo un poco de miedo a la policía, así que me mantuve tranquilo y tomé mi autobús. Sentado allí, noté que el policía también estaba en un banco detrás y vi a través del reflejo del vidrio que me estaba mirando. Preocupado, me bajé en una parada que estaba una calle detrás de la mía para no tener que caminar dentro del autobús. Cuando me levanto para bajar, ese policía hace lo mismo y bajamos en el mismo punto.
Seguí mi camino y justo detrás de él seguí caminando. Empecé a asustarme, así que aceleré el paso. Cuando llego a la esquina de mi calle, el policía me pone el brazo delante, como si quisiera prohibir el paso de otro.
'Señor, tengo que llegar a casa, mis padres me están esperando'. Dijo vacilante.
Me miró directamente a los ojos y sonrió, quitó el brazo y se acercó a mi oído.
—Está bien, entonces, pero si no te apetece ir a casa, viviré allí —señaló una casa al otro lado de la esquina.
Ahora de la nada entendí todo, extrañamente la preocupación y el miedo se desvanecieron dejándome espacio para observar a ese hombre con más atención.
El uniforme era ceñido y revelaba la forma musculosa que tenía su cuerpo, pechos anchos, hombros anchos, piernas gruesas y sin mencionar el maravilloso perfume.
La erección se elevó y crucé la calle antes de que pudiera abrir la puerta.
Él solo sonrió y sostuvo la puerta para que yo entrara.
Su casa era enorme y luego volvió el miedo. Me sentí estúpido e intrascendente hasta que escuché el ruido de él tirando su cinturón y mochila al suelo. Pronto sus manos recorrieron mi cuerpo de arriba a abajo, su barba rozó mi cuello, se mostró agresivo y cariñoso al mismo tiempo.
Sus manos pronto lograron quitarme la ropa mientras deliraba con las caricias de ese hombre. Su volumen me tocaba dentro de sus pantalones, parecía normal, nada gritaba todavía.
Pronto logró guiarme hasta el dormitorio sin detener las caricias y me acostó en la cama, tirándose encima de mí.
Empezamos a besarnos y fue mi turno de desnudar a esa guapa, debajo de su remera, toda sin pelo y muy sana.
Mis manos arañaron su espalda, ambos estábamos jadeando. Yo desnudo y él todavía en pantalones. Lo empujé para que pudiera meterse debajo y fui directo a donde quería ir.
Empecé a desabrocharme los pantalones, a besarme, a morder el volumen que parecía crecer cada vez más. Después de quitarle los pantalones, me senté en su polla todavía en su ropa interior y comencé a rodar, la cabeza pronto logró salir de su ropa interior y estaba maravillosa, rosa, sin mucha piel, se me iba a caer de la boca. y cuando me quito la ropa interior me viene la sorpresa.
Casi pensé en salir, la polla del tipo debía tener unos 20 cm y estaba un poco gruesa. Parecía sorprendido pero como el buen maricón que soy, pronto logré aceptar que estaría loco por el resto de la semana pero valdría la pena.
Empecé a lamerle la polla al tío hasta que estuvo muy mojada y luego me concentré en la cabeza, lamí, chupé, me arriesgué a tragar y en ocasiones bajé hasta las bolas.
Gimió un poco pero gimió muy sabroso, espeso, fuerte, como un macho. Me rascó, dijo que sabía bien, pasó su mano por mi cabello, ocasionalmente me obligaba a tragarlo todo.
Después de un rato así se levantó y me tiró a cuatro patas sobre la cama. Se acostó encima de mí y comenzó a frotar su polla contra mi trasero. Pensé en lo que vendría y me relajé. Levanté la cola y sentí que me babeaba por todas partes.
Pronto empezó a chuparme el culo. Gimió aún más mientras lo hacía, lo abofeteó, lo llamó perra caliente y me acercó a su cara.
Luego vinieron los dedos. Se acostó encima de mí y sentí sus dedos entrando, uno a uno, 4 dedos y me acostumbré, comencé a rodar para decir que mi polla estaba libre.
Se puso el condón, me hizo chupar un poco más, me babeó mucho el culo y empezó a meterme la polla. Cada centímetro era una sensación diferente, dolor, placer, escalofríos, gemidos.
Una vez dentro, me abrazó, empezó a curarme esa barba de nuevo en el cuello y me las arreglé para rodar en esa enorme piroka.
Nos quedamos así por un tiempo. Gimió en mi oído haciéndome gemir aún más fuerte. Me elogió, dijo que quería salir conmigo (una cosa de hombres de verdad).
Sus manos eran violentas, sus brazos casi me aplastaban pero se mostraba cariñoso con las estocadas. Poco a poco haciéndome querer más, luego un poco más rápido.
Lo hice sentar en un sillón que tenía espacio y me senté en su polla frente a él. Empezamos a mirarnos a los ojos. Me senté más rápido, me pajeó y gimió muy fuerte ahora. Rodé y me senté alternando entre movimientos, luego sentí que mi polla quería correrse y comencé a apretar su polla con mi culo. Comencé a sentarme más rápido mientras nuestros ojos se miraban, los gemidos aumentaban, una mano me masturbaba y la otra apretaba mi trasero más y más fuerte.
Sus ojos se pusieron en blanco cuando me corrí y mi semen voló en su rostro, casi al mismo tiempo también comenzó a correrse, abrazándome con más fuerza, abrazándome con esos enormes brazos y besándome con una intensidad increíble. Cuando me levanté un poco, sentí que mi trasero estaba pegajoso. El disfrute fue tanto que se escapó del condón y manchó todo el sofá, así como nuestros muslos.
Seguimos besándonos hasta que su polla se ablandó, luego nos fuimos a la ducha y me invitó a dormir con él.
En la cama, en ropa interior, abrazados viendo la televisión, él me conoció y yo lo conocí a él. Alex se llamaba el bombón, tenía 23 años, era policía militar (pero tenía la intención de unirse al gobierno federal), era soltero y quería verme más a menudo para ir a un restaurante o si yo lo prefería (yo dijo que sí) para quedarse en su casa viendo películas y ese fue el cuento de hoy. Si te gusta, disfruta y un beso.
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