Mis "iniciadores" allá por los años 70 fuéron unos varónes adultos magníficos de porte varoníl con pijas gordas y cabezudas con una piel ( prepucio ) que les cubría la cabeza de la verga, que con la erección se les escurría para atrás dejando al descubierto un glande rosado, ardiente y mojado que era delicioso de ver y lamer
Cada uno de ellos me enseñaba la destreza sutíl de correr esa piel con suavidad y mamar la cabeza despácio pero con las ganas de un cachorrito hambriento.
Siendo tan peque me resultaba un placer indescriptible tener entre mis manitas esas piézas de carne masculína y sentir como se gozaban de "abusarme", cuando en realidad era yo quien los abusaba
6 comentarios - Prepucios... El capullo de dios