Para mis 4 queridos lectores:
Acá van los capítulos 17 y 18 de "La casa en la playa". Para aquellos que arrancan por acá, les pido disculpas porque el relato es laargo. El relato, continuación de "Las vías", está ambientado en la década del 70 en una muy conocida playa de la provincia de Buenos Aires. Los personajes y la historia son 100% ficticios. Espero que les guste. Y si ahora que terminó, alguno me quiere dejar un comentario, desde ya, agradecido.
17.- Los cuatro en la casa
Era hora de pegar la vuelta. Se vistieron, ya hacía frío para andar en bolas. Apagaron bien el fuego con el agua de la pava, escondieron todos los enseres y vituallas de la alacena oculta de Lucas, acomodaron las mochilas y comenzaron la caminata de regreso, no sin antes prometerse y comprometerse a volver otra vez al lugar pero con una carpa para pasar un par de noches. El 8 de diciembre caía lunes, así que ya planearon venir ese fin de semana largo, con la temporada apenas empezando, Lucas aún trabajando a media máquina, y el clima ya bastante caluroso, como para dormir en bolas los cuatro juntos abrazados en la carpa. Claro, los porteños tenían que manejarlo con la familia, pero alguna forma encontrarían.
La caminata por la playa fue bastante silenciosa. Los cuatro tenían mucho para pensar para sus adentros luego de ese día tan especial, además el ronroneo del mar imponía silencio y ayudaba a la introspectiva. Matías pensaba, no era tan malo ser puto, se podía manejar, como lo estaba manejando Lucas, como lo manejaba el papá de Ezequiel. Claro, él ni en pedo pensaba casarse. La vida era mejor con sus amigos y con esas fiestas totales de libertad y sexo que se estaban acostumbrando a vivir. Eso podría durar toda la vida?, hasta ahora sabía que los putos casados la manejaban. Pero, él estaba dispuesto a vivir solo?, con los viejos no iba a vivir toda la vida. En pareja con otro puto viviendo juntos, ni en pedo tampoco, pero y entonces? Disimular, disimular, disimular, esto estaba en la base de la felicidad del puto, según el padre de Eze. Ahora, ya que no viviría bajo el mismo techo que otro hombre, seguramente tendría un novio, un novio?, jajaaa, ni que fuera mina, pero y si no lo llamaba novio, cómo lo iba a llamar? Y si tenía novio, se convertiría en monógamo?, porque al principio iba a ser Jony solo, pero en poco tiempo Eze también había pasado por su culo y seguro esta noche no se salvaba de la de Lucas. A este ritmo, cuántos más le dejarían el ortito lleno de leche? Bueno, tampoco era para exagerar, hasta ahora eran dos con pronóstico de tres, pero eso no quería decir que iba a sumar uno más por semana. Aunque la monogamia aún no le cerraba. Matías no sabía aún que los años y el amor terminarían tal vez convenciéndolo que lo natural era la monogamia y no lo de hoy, pero aún debía correr mucha agua bajo los puentes y mucho semen escurrirse por su rayita.
El sol se escondía entre los médanos cuando llegaron a los límites del pueblo. Compraron algunas cosas de comida en un súper y encararon para la casa, que los esperaba oscura escondida entre los árboles.
Se imponían unos mates tranquilos en la mesa. Los tres porteños agradecieron a Lucas por el día espectacular que habían pasado, no sólo por lo fantástico del lugar al que los había llevado sino sobre todo por darse a conocer y permitirles vivir esa fiesta de sexo pleno que ni se les hubiera ocurrido soñar. Lucas, siempre sincero, les confesó que si no fuera por el olfato de Ezequiel, sus miradas y sus gestos en la pizzería, nunca se hubiera animado, por lo que si había que darle las gracias a alguien era a Eze. -Ya esta noche le daremos las gracias-, acotó Jonathan,- Y a vos también.
Llegó el turno de la ducha, los desodorantes y los perfumes, tranquilo, sin fiestas ni intenciones de sexo en el baño, pero manejando la desnudez con total desparpajo, qué sentido tenía ya el pudor entre ellos? Pero, a pesar de lo duro que habían cogido en las lagunitas, cuando uno salía del baño desnudo, los demás no podían dejar de mirarlo con morbo.
Lucas se puso a amasar pizza, Ezequiel colaboró con la salsa y los primos cortaron el queso, enmoldaron y se ocuparon del horno. Cenaron como cenan 4 amigos, hasta hablaron de minas, compararon el sexo vaginal con el sexo anal y polemizaron sobre la capacidad de dilatación de la vagina y del ano. Jony decía que por la concha de una mina pasa la cabeza de un bebé y que algo tan grueso ni en pedo podría pasar por un culo, pero Eze comentó que el había visto revistas de fisting (de que???) donde a tipos le metían en el culo un puño cerrado completo y buena parte del brazo. Los demás respondieron casi al unísono con un "no jodas" pero Eze, les dijo que era verdad, que había tipos que se metían en el culo no sólo lo imaginable (zanahorias, pepinos, bananas) sino hasta botellas de cerveza de las de litro. Matías comentó que esos más que putos eran locos, que no podía entender qué placer encontraban en eso y que más que pija necesitaban un psiquiatra.
A Lucas se le ocurrió preguntar si alguna vez se habían metido algo en el culo. Mati sólo los dedos, Jonathan nada, Eze consoladores de varios tamaños. Y vos Lucas?, -Yo, -silencio- cuando no doy más de calentura y la paja no me alcanza, me pongo un pepino, medianito nomás, nada grande. Le pongo un condón, me lubrico bien y me lo voy metiendo despacito. A veces acabo sin pajearme. Probé con otras cosas, pero lo mejor es el pepino.
-Jony, vamos a tener que decirle a las viejas que en San Clemente probamos la ensalada de pepinos y nos encantó y que de acá en más siempre tiene que haber pepino en la heladera. Hasta estoy pensando en hacerme vegetariano.- acotó Matías.
-Quieren probar?-, preguntó Lucas. - Noooo-, respondieron los tres, con tanta pija a disposición, para qué queremos consoladores? El vegetarianismo era para Buenos Aires, en San Clemente había que comer carne.
-Lucas, alguna vez te pusiste lencería femenina?, preguntó Matías mirando de reojo a Ezequiel, que se levantó y fue al dormitorio.
-No nunca-, dijo el local sin escandalizarse. -Porque con ese culo, una tanga te va a poner mortal-,Lucas sonrió.- habría que probar.
Ezequiel regresó del dormitorio con una cajita, lo miró a Lucas y le dijo -vení-. Estuvieron un rato los dos solos en el cuarto y luego Ezequiel salió y fue a sentarse con sus amigos mirándolos pícaramente.
De pronto comenzó a salir del cuarto una música sensual, se abrió la puerta y apareció Lucas apoyándose en el marco, tenía puestas una medias blancas con un portaligas y una tanga de encaje también blanca, que resaltaba maravillosamente sobre su cuerpo bronceado. Su pija apenas abultaba por delante. Arriba una especie de mini corpiñito que parecía especialmente creado para los pechitos de un hombre. Fue acercándose hacia ellos y se paró con la piernas abiertas delante de Ezequiel. Quebró su cintura para agacharse sacando la cola hacia afuera, desorbitando los ojos de Jony y Matías. Tomó a Ezequiel del cuello de la chomba y lo hizo levantar, lo llevó al centro de la cocina y comenzó a bailar y a frotarse sobre su cuerpo, le sacó la chomba y sin dejar de bailar y menear ese culo increíble, que con la tanga blanca quedaba infartante, le bajó de un solo golpe el short. Debajo del short Ezequiel se había puesto un culotte bien cavado por detrás, negro. Eze comenzó a bailar también y de dentro del culotte, disimulado por el bulto de su enorme verga, sacó despacito mientras bailaba un corpiñito igual al de Lucas, pero blanco, con gestos de pudor por sus pezones descubiertos fue jugando con el corpiñito hasta que al fin se lo puso. Eran dos gatas ardiente acariciándose, agachándose para mostrar sus curvas, besándose sensualmente y mirando ardientes a los primos, que no salían de su asombro. Matías apenas si había pensado en que Lucas se pusiera la tanga roja que había usado Eze la otra noche. Y Ezequiel en cambio, con la complicidad de Lucas, había armado todo un show de cabaret . Por favor, qué tipo increíble que era ese puto, o mejor dicho, qué tipos increíbles!
Sin dejar de bailar, Lucas tomó a Jonathan de la mano y lo llevó a un dormitorio. Eze hizo lo mismo con Mati, pero lo llevó al otro dormitorio, iban a coger en pareja. Al pie de la cama, mientras lo abrazaba y le mordía la oreja, Eze le susurraba -esta es tu noche Matu, esta es tu noche. Lo desvistió y lo sentó en la cama. Por arriba de la tanga sacó su enorme verga dormida y se la arrimó a la boca. Chupá Mati, chupá como vos sabés. Mati se prendió a la verga con gusto, pero conociendo a Eze, se prendió de sus nalgas con las dos manos para chupar por delante y excitar por detrás. Luego vio que era más cómodo pasarle la mano por debajo de los huevos y entonces, mientras trataba de engullir lo más que podía el sable enorme de Ezequiel, corriendo a un costado la bombachita le iba poniendo los dedos en el culo, aumentando la erección, los quejidos y el preseminal de su amigo. Así en pocos minutos la verga de Ezequiel estuvo al re-palo, Matu abandonó su culito y mientras tenía la verga con ambas manos se la chupaba con un placer indecible e intentaba tragar todo lo que podía. Pero su deseo estaba más abajo, su culito le cosquilleaba y quería sentirla dentro ya mismo. Desde la otra habitación se sentían los quejidos de Jonathan mientras la pija de Lucas se abría paso en su culito. Si hacía falta algo más para excitar a Matías era eso. Dejó de chupar, alejó un poco a Eze, se acostó y levantó las piernas para dejar su culo a merced de su amante. -Dámela ya por favor-, fue su orden, y Ezequiel se la dio sin miramientos. El grito de Matías no fue precisamente de placer, apenas si había comenzado a dilatar y se estaba comiendo el misil de Ezequiel con sólo la saliva que había dejado la chupada. Pero al grito siguió un - dale, seguí-. Eze, que se había programado mentalmente para ser esa noche el macho cruel de Matías, siguió. Cada empujón era un grito y un par de centímetros de pija dentro de Matías. -Aguantá primo-, se escuchaba la voz de Jonathan que lo alentaba desde el otro cuarto.- Aguantá que ya te ayudo-. Matías no entendió. Ezequiel se detuvo, se agachó un poco y le ordenó que rodeara su cintura con las piernas, y su cuello con los brazos, lo tomó de la cintura y lo levantó, mientras él levaba su pubis hacia adelante. Mati quedó en el aire y con el propio peso de su cuerpo se engulló los 10 cm de pija que aún estaban fuera, el "Aaaaaaaaahhhhhhhh" de dolor de Matu no se hizo esperar, pero nuevamente se escuchó la voz del primo que le decía, -Aguantá Matu, ya voy-. Ezequiel bajó sus manos a las nalgas de Matías y comenzó a caminar cargándolo mientras lo besaba con ardor. En ese mismo momento llegó Lucas caminando desde la pieza de al lado, con Jonathan ensartado en la misma posición. Allí Matu entendió. Los dos machos más pijudos se pusieron lado a lado y los dos primos, cada uno prendido al cuerpo de su hombre y ensartados a fondo se miraron, rieron y casi lloraron de felicidad mientras intentaban besarse. Pero el mete y saca con que comenzaron a someterlos al unísono Lucas y Ezequiel los hacía bambolear y solo podían compartir las sonrisas eufóricas que les provocaba el intenso placer anal. Cada uno fue tomando su ritmo y comenzaron a caminar por la habitación cogiéndose a los primos, los llevaron al comedor, los depositaron sobre la mesa, siempre sin sacársela y siguieron dándole duro. Cambiaron de culo, los volvieron a girar y al fin, de nuevo ensartados de frente los volvieron a llevar a la habitación de la cama matrimonial. Allí se las sacaron y se las dieron a chupar un rato. Luego Lucas y Ezequiel se dieron vuelta y ofrecieron sus culos para chupar. Los primos sólo obedecían y comenzaron a hacer un bello trabajo de lengua en los ojetitos de sus amigos. Así Lucas y Ezequiel recuperaron energía y volvieron a la carga con los culitos de los primos. Varias veces se repitió el jueguito, cogida dura, mamada de culito a los activos y nueva cogida a los primos. Ya era hora de demostrar que macho, lo que se dice macho, en esa casa no había ninguno. Los dos pasivos quedaron nuevamente acostados al borde de la cama y Lucas y Eze comenzaron a chuparles la pija. Primero se le puso dura a Mati, Eze mientras lo masturbaba para terminar de endurecerla se la miraba como un perro hambriento mira una tira de asado. Se dio vuelta, se quitó la bombachita que ya estaba completamente mojada de pre-seminal y reculando se sentó sobre la pija que lo esperaba. En dos golpes de cadera ya la tenía enterrada a fondo. Pocos minutos después Lucas hizo lo mismo con Jonathan y los dos comenzaron a menear las nalgas y subir y bajar por esos bellos palos de Avellaneda. Intercambiaron pijas para que todos probaran todo y luego de un lindo rato de mete y saca se incorporaron, se abrazaron al pie de la cama y les ordenaron a los primos que se los cogieran de parado. Mati fue a buscar el culo de Lucas, que aún estaba con sus medias y su corpiño, como toda una putita, y Jony el de Eze, ya sin culotte pero tan caliente que se acariciaba desesperado los pechitos por sobre el corpiño, se las pusieron y allí quedaron los cuatro juntos, cogiendo los externos y comiendose a besos los internos que mientras recibían pija por detrás gozaban del calor de la pija del otro pasivo fuertemente apretada entre sus dos cuerpos. La sensación era tan intensa que Lucas y Ezequiel debían concentrarse para no acabar. Además era la noche de Mati, así que no podían tirar leche fuera de su culito. Eze y Mati intercambiaron, Lucas comenzó a besarlo en el cuello y a meterle la mano por debajo de los huevos, franeleando su perineo y aprovechando para tocar la verga de Ezequiel. Matí, a pesar de la empernada tremenda de 22 cm que estaba recibiendo, acariciaba y pajeaba la verga de Lucas. Eze no pudo más y se vació en el culito de Mati entre quejidos más de mina que de macho. Antes de sacársela ya estaba Jony detrás de él, así que apenas desocupó el ortito de su primo, ocupó el lugar y en un par de minutos le dio su segunda leche a Matías, que estaba en las nubes. Era el turno de Lucas, que lo puso en perrito con la cabeza baja en la cama y se la mandó a guardar. Eze y Jony estaban extenuados, pero tirados en la cama se besaban intensamente, acariciaban a Matías, se levantaban e iban a meterle deditos al culo de Lucas para excitarlo más aún. Eze se sentó en la cama delante de la cabeza de Matu, abrió sus piernas y puso su palo al alcance del chico. Matu simplemente comenzó a darle piquitos cuando los quejidos que le provocaba la culeada se lo permitían. Estaba en otro mundo, la sensación que le brotaba del culo lo invadía, lo llevaba al cielo, lo hacía sentir inmortal, único, atemporal, en éxtasis total. Ya tenía dos polvos dentro pero deseaba ese tercero, y si hubiera un cuarto, por qué no?, si la pija y la leche lo ponían así, que jamás se la sacaran del culo. Al fin Lucas acabó para felicidad del Matías que sentía cómo la leche de su macho bajaba dentro de él. Matu no quería perder gota y a pesar que ya sus piernas estaban más blandas que queso y su cadera no soportaba otra embestida, se acomodó en la cama boca abajo con dos almohadas debajo para que no se escurriera nada de su ortito que estaba abierto como nunca.
Así quedaron un rato, mirándose felices, acariciando las nalguitas de Matías, preguntándole cómo se sentía. Matu se recuperaba rápido así que les dijo que si alguno quería seguir, su conchita (así dijo) seguía teniendo hambre. Los tres se miraron, pero ninguno aceptó la invitación, demasiados polvos ese día. Eze entonces les hizo ver que Matías esa noche no había vaciado los huevos y que por más puto y comilón que fuera esa nena de Avellaneda, había que sacarle la leche.
Él comenzó a chupar, luego siguió Lucas y luego Jony. Todos alternaban un rato chupándole la pija a Matías. En realidad Matías se había compenetrado tanto en su papel de pasivo, más que de pasivo, de la mujer de la noche, que no sentía necesidad de acabar, pero a quién no le gusta que se la mamen? Más de media hora de mamada fue necesaria para hacerle saltar la leche y fue su primo, él exigió el derecho, quien recibió en la boca y luego de saborearla se la tragó con una sonrisa.
18.- Despedida pero comienzo
Los cuatro estaban muertos de cansancio, así que fueron cayendo de a uno hasta que a la media hora roncaban los cuatro, así en bolas unos y con lo que quedaba puesto de lencería otros. Luego de un rato se despertó Matías por el frio. Miró a sus amigos con una sonrisa: Ezequiel boca abajo a los pies, Lucas de costado en el borde, aún con el portaligas y el corpiño, Jonathan estaba a su lado, abrazándolo, con su culo apoyado sobre el culo de Lucas. Se incorporó y fue a buscar unas frazadas. Antes de ponerlas, con mucho cuidado le desabrochó el portaligas a Lucas para que durmiera más cómodo y comenzó a sacarle las medias de lycra, Lucas abrió los ojos apenas, sonrió, le tiró un besito con los labios y se volvió a dormir mientras Matu le sacaba completamente las medias. Luego le desabrochó el corpiño a Ezequiel y tapó y arropó con ternura a cada uno de los tres, maternalmente casi, sentía tanta paz dentro de él como nunca había sentido . Se volvió a acostar. Por qué se sentía tan bien?, porque sus tres amigos se lo habían cogido?, porque el semen provocaba bienestar? Porque había sido tan puta como se podía ser? No, él no era un ninfómano, no era un adicto al sexo que ponía su sexualidad sobre cualquier otra cosa, Matías tenía bien claro que el sexo estaba lejos de ser lo más importante en la vida, pero por qué se sentía tan bien entonces?. Tal vez porque el sexo no era tan importante, pero ser en la vida lo que uno es sin tapujos, sí lo era. Y en estos días en San Clemente había sido él, integralmente. Podía decir sin avergonzarse que su culo era su concha, que le gustaba la pija, que no había nada más dulce que besar a su primo y acariciar su carita mojada de lágrimas de amor, o tal vez no de amor, sino de una amistad de corazón pleno, completa, una amistad que pedía compartir hasta el cuerpo. Porque, al fin y al cabo, qué era el amor? El amor bíblico era universal, pero no tenía que ver ni con la pareja ni con el sexo, era amor por todas las personas, todos los hombres y todas las mujeres, era amor asexuado, de personas que sólo tenían cabeza y corazón, pero sin pija. Y qué era el amor entre hombre y mujer? Tal vez sólo el mandato de procrear para continuar la especie, impuesto a fuego y espada por milenios de acondicionamiento mental, porque si se dejara que hombres y mujeres sin acondicionamiento cultural eligieran libremente, tal vez habría parejas no sólo de hombre y mujer sino de dos mujeres, o de dos hombres, o de tres hombres, o una mujer y dos hombres. Entonces, por qué él debía enamorarse de una mujer y tener sexo con una mujer?, no podía enamorarse de un hombre?, no podía sentir la necesidad de vivir toda la vida junto a otro hombre, por qué era obligatorio envejecer junto a una mujer y tener hijos? No había una respuesta lógica, en su cabeza sonaba la voz de su vieja, de su abuelo, de sus parientes que no concebían otro tipo de "familia" que no fuera la típica y tradicional y que cada vez que se hablaba de homosexualidad, se la calificaba de "degeneración" o de "enfermedad". Sonrió con sólo pensar eso. Nunca se había sentido más "sano" que en estos días. Al final, que?, a la mierda! que piensen y digan lo que quieran, él había probado, había sentido, había vivido y sabía que él no era ni degenerado ni enfermo, y que por más que todos condenaran esta forma de ser, él era así, era feliz siendo así y no pensaba hocicar para adaptarse al molde de lo que "está bien". Volvió a abrazar a su primo, lo besó tiernamente y en minutos estaba durmiendo nuevamente.
Se despertaron pasadas las 10 de la mañana. Primero Jony, que se quedó remoloneando y acariciando las nalgas de Lucas (qué tremendo culo tenía ese pibe!). Después Lucas, que se quedó remoloneando porque le encantaban las caricias en los cachetes, y luego Ezequiel, que expeditivo se fue a duchar porque el olor a culo cogido y leche lo tenía impregnado en todo el cuerpo. Matías seguía roncando.
Lucas y Jonathan se fueron a duchar juntos y, por los quejidos que venían del baño, seguro que volvieron a romperse el culo. Ezequiel se encargó del desayuno y cuando estuvo el primer mate, se fue al dormitorio. Besó en los labios a Matías y comenzó a acariciarlo hasta despertarlo. Cuando Mati abrió los ojos, vio a su amigo, sentado a su lado en la cama, mirándolo dulcemente y ofreciéndole el mate. Se incorporó y bebió despacio. Si los demás tenían olor a culo cogido, él ni hablar. La baranda a semen mezclado con juguitos de culo que tenía era insoportable. -Esperá-, le dijo Eze, -tu primo y Lucas están cogiendo en el baño-. Buscó un bata blanca, (qué cosa no tenía en su maleta?) y se la dio para que se la pusiera.
Se fueron los dos a la cocina. Matías caminaba raro, estaba tan abierto que con cada paso sentía el ir y venir de sus nalgas. Por las dudas se sentó despacito, la silla le reveló dolorcito y humedad, pero en lugar de quejarse, sonrió. Eze que lo miraba, sonrió también, sabía muy bien lo que Matu estaba pasando. Comenzaron a desayunar en silencio, pero no dejaban pasar oportunidad de mirarse a los ojos, cada vez que se pasaban el mate, iba la mano con el poronguito e iban los ojos llenos de satisfecha amistad, de camaradería especial, la camaradería que viene de compartir un secreto mutuo y de saberse diferentes del mundo pero iguales, pares, hermanos en ese gusto prohibido pero que era de ellos y no podían negar, pero sí esconder de los demás.
Al rato en bolas y aún besándose mientras caminaban aparecieron los otros dos. -Vístanse, cochinos!, les espetó Eze. Los dos se miraron se rieron y se fueron meneando las nalgas al dormitorio a vestirse. A los 5 minutos regresaron vestidos. Matu preguntó enseguida -Qué hicieron en el baño, puercos?- la respuesta entre sonrisas no se hizo esperar: -cambiadita, uno cada uno, primero me lo clavé a Luquita y después casi me la saca por la garganta de cómo me la enterró, menos mal que estábamos en la ducha, porque el paisano este es un lechero total, más que un polvo fue una enema de leche!
Todos rieron de buena gana por la ocurrencia de Jonathan y comenzaron a compartir un desayuno largo y tranquilo, con un poco de tristeza porque se terminaba el fin de semana de orgía. Lucas estaba un poco triste y se los hizo saber, porque lo había pasado tan bien con sus nuevos amigos porteños que ahora se iba a sentir más solo que antes de conocerlos. Eze en seguida se apuró a decirle que podía venir a su casa cuando quisiera y que seguro que los tres le iban a hacer conocer "las vías" y la "costa de Sarandí", que no eran como su lagunita pero que cuando la tuviera adentro poco le iba a importar el paisaje. Lucas sonrió triste y les dijo "los quiero mucho", los tres porteños se levantaron y lo abrazaron, los cuatro unidos en un abrazo fraternal. Se propusieron llamarse, escribirse y viajar seguido a San Clemente. Y que descontara desde ya, que de enero a marzo, iban a estar ahí y que si la casa estaba alquilada, que les hiciera lugar en su casita alejada, porque aunque estuviera muerto de cansancio luego del arduo día de trabajo del verano, de coger no se iba a salvar. Ahí comenzaron ya a hacer planes, y la tristeza de Lucas se convirtió en entusiasmo.
El micro salía a las seis de la tarde, así que aun tenían tiempo. Lucas los invitó a su casa a almorzar, ya con los bolsos preparados como para de ahí encarar para la terminal.
Aceptaron de inmediato, todos querían conocer la famosa casita de Lucas. Se pusieron a ordenar los dormitorios, a ventilarlos bien para eliminar olores, limpiaron manchas de semen, y de otras cosas no tan transparentes que a veces salen cuando un culito se llena de leche, lavaron y secaron con la plancha lo que no quedaba más remedio que lavar y dejaron la casa como si los habitantes esos cuatro días hubieran sido un par de jubiladas del PAMI.
Eze tuvo que prestar especial atención a sus tesoros, que guardó en un doble fondo de su maleta.
La caminata hasta la casa donde Lucas había conocido por primera vez el sexo con un hombre fue bastante larga, pero al fin llegaron. Por el camino compraron vituallas para un almuerzo ligero y Lucas insistió en comprar dos botellas de Chandon para brindar por el encuentro y por la amistad que había nacido. Los porteños primero se negaron, su presupuesto daba más para sidra que para Chandon, pero al final accedieron.
La casita resultó tal cual se las había descripto Lucas, y las vecinas tan chusmas como él había contado, aunque ahora estaba más prolija ya que Lucas le había gastado plata en pintura, cambiado algunas aberturas desvencijadas y haciendo el baño nuevo, con bañera, con grandes espejos, videt y todo lo que un puto merece.
Almorzaron conversando animadamente. Luego de la sobremesa, Lucas, sin dejar que lo ayudaran, levantó la mesa, limpió las migas y cuando estuvo todo bien pulcro, trajo la primer botella de Chandon y unas copas descartables de plástico transparente. Sirvió generosamente, y de pie, con la copa en la mano hizo un brindis:
-Amigos, brindo por ustedes, brindo por nosotros, brindo por lo que somos y no me avergüenza ser si en el mundo hay chicos como ustedes, como vos Ezequiel, como vos Matías, como vos Jonathan, que son como yo. Los quiero a todos. - Terminó con los ojos húmedos. Matías fue el primero en incorporarse y abrazarlo fuerte. Lo besó suave en los labios y le dijo -nosotros también te queremos Lucas, vos fuiste el espejo en el que nos vimos y nos aceptamos como somos. Mi primo y yo llegamos a San Clemente con dudas sobre lo que éramos, Ezequiel nos ayudó a descubrirnos, pero medio que Eze es del barrio, y nos tomamos sus cosas como solo genitales, vos lo complementaste y en vos descubrimos al puto que siempre tuvimos dentro, que físicamente teníamos asumido, pero que en la cabecita seguíamos negando. Gracias Luquita!
Jony y Ezequiel se sumaron al abrazo y quedaron asi los cuatro en silencio en ronda abrazados, acariciándose con las miradas y con los gestos.
Eze, cuándo no!, bajó las manos de los hombros y comenzó a apretar las nalgas de Lucas que estaba a su izquierda y Jonathan, que estaba a su derecha. -El del estribo?-, preguntó.
Los tres lo miraron, aún con la emoción en la garganta, y con más amor que excitación, asintieron con la cabeza. Apuradas las copas, Lucas tomó de la mano a Mati y le dijo, vení, nosotros nos quedamos en el dormitorio. Ezequiel miró el sillón nuevo y brillante, última adquisición de Lucas, que había reemplazado el famoso donde "dormía Antonio", tomó de la cintura a Jonathan y los dos se sentaron lado a lado
Apenas Matías entró al dormitorio recordó el debut que Lucas les había contado con todo detalle y esto lo excitó. Lucas seguía tranquilo, pero dispuesto a guardarse dentro un último recuerdo de Mati. Lo comenzó a besar suavemente en los labios, siempre abrazándolo con intensidad. Se detuvo y comenzó a desvestirlo, despacito, mirándolo con más amor que calentura, acariciando su pecho entre botón y botón de la camisa, besándolo en la boca mientras le bajaba las mangas y apretándose fuerte contra el pecho desnudo de Matías apenas retirada la camisa.
Se retiró también la suya y luego de besar nuevamente a su amigo, se arrodilló y le quitó las zapatillas y las medias, De rodillas siempre desabrochó el cinturón y abrió los botones de la bragueta, empujó el pantalón al suelo y por arriba del slip comenzó a chuparle despacito la pija. Se detuvo, terminó la faena con el pantalón de Mati y se quitó el suyo. Se paró frente a Matías y se quitó despacio el slip, su verga, de buen tamaño estaba semi erecta. Le quitó también el slip a Matías y se paró frente a él. Los dos desnudos, con sus bellas pijas liberadas de la ropa, sus vientres planos y apenas musculados, y sobre todo con sus miradas de amor, de ese amor universal que pedía unir también los cuerpos, como consumación plena de esa comunicación de dos almas, dos almas humanas y que por imperfectas como todo lo humano, necesitaban de los sentidos y de la unión física para destruir su soledad existencial aunque fuera por un rato.
Volvieron a abrazarse, sus pijas apretadas una contra otra, sus bocas fundidas, lágrimas asomando de sus ojos por lo pleno de la unión que estaban logrando. Lucas eyaculó, su entrega y su felicidad eran tan grandes que no necesitaba más. Los besos, el calor de Mati y lo mucho que se estaban dando mutuamente lo colmaba al punto donde su animalidad lo llamaba a dar vida, a que de ese amor surgiera la vida, el semen que fecunda y multiplica. Su parte masculina estaba plena, pero su parte femenina ahora surgía con intensidad. Fue dejando despacio la boca de Matías, y lamiendo su propio semen que había quedado diseminado sobre la pancita de Mati, fue bajando hasta quedar de rodillas, y así su boca comenzó a besar ese falo símbolo de lo masculino, ese falo viril que lo iba a fecundar con su leche.
Lo chupó despacito primero, recorriendo con su lengua cada centímetro, tratando de reconocer cada rinconcito, cada parte, como si su lengua quisiera trazar un plano de la herramienta que lo iba a horadar, que iba a preparar la tierra para sembrar en él su simiente. Aceleró al fin el ritmo hasta hacerlo frenético, su vagina de hombre le reclamaba pero su boca no quería dejar ese falo que la llenaba de sensaciones. Cuando ya no pudo más sofrenar el grito que venía de su útero hambriento, se acostó de espaldas en la cabecera de la cama, en esa pose universal de piernas abiertas, esa pose en la que en ese mismo momento miles de mujeres estaban recibiendo la pija de sus machos, era la misma en la que quería estar él, para unirse con Mati. Mati sin dejar de mirarlo a los ojos, se puso de rodillas entre sus piernas, se inclinó y volvió a besarlo suave pero profundamente. Le levantó un poco las piernas para humedecer con su lengua la conchita palpitante de Lucas que no necesitaba más lubricación de lo bien dilatada que estaba. En esa misma posición se la fue metiendo suavecito, y cuando estuvo toda adentro, le bajó las piernas para quedar en la pose universal nuevamente, un poco más forzada entre dos hombres que entre hombre y mujer, pero que cuando había deseo y dilatación, era la más bella, la más comunicativa para hacer el amor. Lucas fue serenándose, ahora que tenía a su amigo dentro de él, la desesperación fálica desaparecía, se fue relajando y fue entrando en una bella atmósfera de felicidad compartida. De allí en más, no hubo ardor, no hubo palabras calientes, sólo miradas, caricias, dulces palabras de amistad y amor, que muchas veces son lo mismo, otra vez la humanidad ganaba sobre la animalidad, la cópula no llevaba al desenfreno sino a la unión, efímera pero sentida como eterna, de dos seres humanos.
Cuando la cadera de Lucas no dio más, cambiaron a la tan bellamente masculina posición boca abajo, menos profunda en la penetración, pero tan llena de contacto físico, tan linda para sentir la voz del amado hablándonos directo a la oreja y sentir el tibio aliento de su calentura en la nuca y donde más se siente el acompasado entrar y salir del deseado miembro . Hicieron el amor largo tiempo, metidos en su mundo, un mundo de dos, limpio, inocente, desprovisto de tabúes, de censuras y de preconceptos. Cuando ya Mati sintió venir su semen, le dijo a Lucas -ya viene Luqui, mi leche quedará en vos para siempre, para que cuando te sientas solo sepas que yo existo y que algo que vos me sacaste con tu amor y que yo te dí por amor está dentro tuyo- Acabó sin grandes quejidos, apretando su mejilla contra la de Lucas y rodeándolo con su brazos mientras Lucas levantaba su cadera para llevar lo más dentro suyo posible el semen de Matías
Mati, extenuado lo besó en la oreja y se quedó en silencio sobre la espalda de su amigo, los dos en pocos minutos quedaron dormidos.
Los despertó la voz de Jonathan que por la andanada de palabras calientes que decía, evidentemente estaba gozando como puta la tremenda pija de Ezequiel que en ese momento acababa en su culo, luego de media docena de cambiaditas que se habían dado entre los dos. Se rieron de buena gana. Matías se incorporó, y antes de bajar de la cama, besó ambas nalgas de Lucas y por curiosidad se las abrió para ver cómo estaba su esfínter. -Querés saber cómo está webón?, Feliz está!, le dijo Lucas. Mati rió y abandonó su inspección.
Tomados de la cintura volvieron al comedor, donde Jonathan estaba acostado boca abajo en el sillón, con una sonrisa de oreja a oreja y una cara de satisfacción total. A sus pies estaba sentado Ezequiel, mirando sus 20 cm, apoyados sobre su pierna, algo colorado aún por la larga cogida. Era un digno espectáculo para un foto de portada de una revista de sexo gay.
Había que bañarse y prepararse. Lo hicieron de a uno y en silencio. Llegaba la despedida y todos estaba tristes. Tristes porque a pesar que sólo trataron a Lucas por dos días, lo sentían como un amigo de toda la vida y todos sentían mucha pena por tener que separarse. Todos habían crecido, todos habían superado tabúes y ahora eran otros, más seguros de sí mismos y de su camino futuro. El motivo del viaje era tener una gran orgía de sexo, y vaya que la habían tenido, pero dentro de ellos, lo que había dejado marca era lo otro, lo sentido en el corazón, lo pensado, lo asumido, lo que el sexo había traído por haberlo vivido como personas con sentimientos y no solo como machos con instinto.
Ya cambiaditos y con las mochilas al hombro se volvieron a abrazar en grupo y luego uno por uno abrazó a Lucas. Hubo ojos húmedos, ojos mojados y ojos inundados. Le pidieron a Lucas que no los acompañara a la terminal, que era mejor despedirse ahí.
En la caminata al centro, Mati y Jony, poco equipaje, iban delante, y Ezequiel, cargado, iba unos metros por detrás.
-Che, Jony, dejá de menear las nalgas que se van a dar cuenta.
Jony, preocupado de verdad: -En serio?, ahora camino moviendo el culo?, noooo!!!- Risa general
-Che Jony, cerrá más las piernas que se nota que ahora tenés el culo abierto.
Jony, nuevamente preocupado de verdad, cerró las piernas lo más que pudo y caminó casi prensándose los huevos entre los muslos. Nueva risa general.
Como aún era temprano, se sentaron a tomar un café en un bar de la terminal. Los tres se miraban, qué fin de semana habían pasado! Qué diferentes regresaban! Jonathan empezó.
-Hermanos, no sé que tienen ustedes para decir, pero para mí fue el mejor fin de semana de mi vida. Gracias Eze por la idea de venir para acá y gracias Eze por lo otro, lo que vos y Mati me hicieron conocer. Te quiero mucho nene. Y a vos Matu, te requiero, perdoname mi forma de ser de antes, ya aprendí.-
Matías tenía ganas de levantarse y abrazarlo, pero estaban en un bar. -Yo también te requiero primo, está todo perdonado, yo también entendí muchas cosas este fin de semana y lo principal que entendí es que asumir lo que somos es jodido, por suerte lo lograste aunque..., ahora no te vas a salvar de.., de.. (había gente en las otras mesas), de que te haga comer algo de tierra en el cañaveral de las vías. Jony entendió y sonrió. -ya comí arena, así que descuidá que la tierra me va a gustar más, quién sabe?, por ahí no te dejo nada de tierra para vos....
-No me dejen afuera-, se apresuró Ezequiel a comentar.
-Tranquilo, hay tierra para todos-, replicaron casi a duo los primos.
En Avellaneda hay mucha tierra, comentó Eze, mientras pensaba que en pocas horas serían nuevamente los encantadores chicos de barrio, delicia de sus padres y deseo de las chicas. Lo que pasó en San Clemente quedaba en San Clemente, pero para ellos estaría siempre presente en cada charla en las vías, en cada momento de reencuentro.
Llegó el micro, se sentaron, se durmieron.
Acá van los capítulos 17 y 18 de "La casa en la playa". Para aquellos que arrancan por acá, les pido disculpas porque el relato es laargo. El relato, continuación de "Las vías", está ambientado en la década del 70 en una muy conocida playa de la provincia de Buenos Aires. Los personajes y la historia son 100% ficticios. Espero que les guste. Y si ahora que terminó, alguno me quiere dejar un comentario, desde ya, agradecido.
17.- Los cuatro en la casa
Era hora de pegar la vuelta. Se vistieron, ya hacía frío para andar en bolas. Apagaron bien el fuego con el agua de la pava, escondieron todos los enseres y vituallas de la alacena oculta de Lucas, acomodaron las mochilas y comenzaron la caminata de regreso, no sin antes prometerse y comprometerse a volver otra vez al lugar pero con una carpa para pasar un par de noches. El 8 de diciembre caía lunes, así que ya planearon venir ese fin de semana largo, con la temporada apenas empezando, Lucas aún trabajando a media máquina, y el clima ya bastante caluroso, como para dormir en bolas los cuatro juntos abrazados en la carpa. Claro, los porteños tenían que manejarlo con la familia, pero alguna forma encontrarían.
La caminata por la playa fue bastante silenciosa. Los cuatro tenían mucho para pensar para sus adentros luego de ese día tan especial, además el ronroneo del mar imponía silencio y ayudaba a la introspectiva. Matías pensaba, no era tan malo ser puto, se podía manejar, como lo estaba manejando Lucas, como lo manejaba el papá de Ezequiel. Claro, él ni en pedo pensaba casarse. La vida era mejor con sus amigos y con esas fiestas totales de libertad y sexo que se estaban acostumbrando a vivir. Eso podría durar toda la vida?, hasta ahora sabía que los putos casados la manejaban. Pero, él estaba dispuesto a vivir solo?, con los viejos no iba a vivir toda la vida. En pareja con otro puto viviendo juntos, ni en pedo tampoco, pero y entonces? Disimular, disimular, disimular, esto estaba en la base de la felicidad del puto, según el padre de Eze. Ahora, ya que no viviría bajo el mismo techo que otro hombre, seguramente tendría un novio, un novio?, jajaaa, ni que fuera mina, pero y si no lo llamaba novio, cómo lo iba a llamar? Y si tenía novio, se convertiría en monógamo?, porque al principio iba a ser Jony solo, pero en poco tiempo Eze también había pasado por su culo y seguro esta noche no se salvaba de la de Lucas. A este ritmo, cuántos más le dejarían el ortito lleno de leche? Bueno, tampoco era para exagerar, hasta ahora eran dos con pronóstico de tres, pero eso no quería decir que iba a sumar uno más por semana. Aunque la monogamia aún no le cerraba. Matías no sabía aún que los años y el amor terminarían tal vez convenciéndolo que lo natural era la monogamia y no lo de hoy, pero aún debía correr mucha agua bajo los puentes y mucho semen escurrirse por su rayita.
El sol se escondía entre los médanos cuando llegaron a los límites del pueblo. Compraron algunas cosas de comida en un súper y encararon para la casa, que los esperaba oscura escondida entre los árboles.
Se imponían unos mates tranquilos en la mesa. Los tres porteños agradecieron a Lucas por el día espectacular que habían pasado, no sólo por lo fantástico del lugar al que los había llevado sino sobre todo por darse a conocer y permitirles vivir esa fiesta de sexo pleno que ni se les hubiera ocurrido soñar. Lucas, siempre sincero, les confesó que si no fuera por el olfato de Ezequiel, sus miradas y sus gestos en la pizzería, nunca se hubiera animado, por lo que si había que darle las gracias a alguien era a Eze. -Ya esta noche le daremos las gracias-, acotó Jonathan,- Y a vos también.
Llegó el turno de la ducha, los desodorantes y los perfumes, tranquilo, sin fiestas ni intenciones de sexo en el baño, pero manejando la desnudez con total desparpajo, qué sentido tenía ya el pudor entre ellos? Pero, a pesar de lo duro que habían cogido en las lagunitas, cuando uno salía del baño desnudo, los demás no podían dejar de mirarlo con morbo.
Lucas se puso a amasar pizza, Ezequiel colaboró con la salsa y los primos cortaron el queso, enmoldaron y se ocuparon del horno. Cenaron como cenan 4 amigos, hasta hablaron de minas, compararon el sexo vaginal con el sexo anal y polemizaron sobre la capacidad de dilatación de la vagina y del ano. Jony decía que por la concha de una mina pasa la cabeza de un bebé y que algo tan grueso ni en pedo podría pasar por un culo, pero Eze comentó que el había visto revistas de fisting (de que???) donde a tipos le metían en el culo un puño cerrado completo y buena parte del brazo. Los demás respondieron casi al unísono con un "no jodas" pero Eze, les dijo que era verdad, que había tipos que se metían en el culo no sólo lo imaginable (zanahorias, pepinos, bananas) sino hasta botellas de cerveza de las de litro. Matías comentó que esos más que putos eran locos, que no podía entender qué placer encontraban en eso y que más que pija necesitaban un psiquiatra.
A Lucas se le ocurrió preguntar si alguna vez se habían metido algo en el culo. Mati sólo los dedos, Jonathan nada, Eze consoladores de varios tamaños. Y vos Lucas?, -Yo, -silencio- cuando no doy más de calentura y la paja no me alcanza, me pongo un pepino, medianito nomás, nada grande. Le pongo un condón, me lubrico bien y me lo voy metiendo despacito. A veces acabo sin pajearme. Probé con otras cosas, pero lo mejor es el pepino.
-Jony, vamos a tener que decirle a las viejas que en San Clemente probamos la ensalada de pepinos y nos encantó y que de acá en más siempre tiene que haber pepino en la heladera. Hasta estoy pensando en hacerme vegetariano.- acotó Matías.
-Quieren probar?-, preguntó Lucas. - Noooo-, respondieron los tres, con tanta pija a disposición, para qué queremos consoladores? El vegetarianismo era para Buenos Aires, en San Clemente había que comer carne.
-Lucas, alguna vez te pusiste lencería femenina?, preguntó Matías mirando de reojo a Ezequiel, que se levantó y fue al dormitorio.
-No nunca-, dijo el local sin escandalizarse. -Porque con ese culo, una tanga te va a poner mortal-,Lucas sonrió.- habría que probar.
Ezequiel regresó del dormitorio con una cajita, lo miró a Lucas y le dijo -vení-. Estuvieron un rato los dos solos en el cuarto y luego Ezequiel salió y fue a sentarse con sus amigos mirándolos pícaramente.
De pronto comenzó a salir del cuarto una música sensual, se abrió la puerta y apareció Lucas apoyándose en el marco, tenía puestas una medias blancas con un portaligas y una tanga de encaje también blanca, que resaltaba maravillosamente sobre su cuerpo bronceado. Su pija apenas abultaba por delante. Arriba una especie de mini corpiñito que parecía especialmente creado para los pechitos de un hombre. Fue acercándose hacia ellos y se paró con la piernas abiertas delante de Ezequiel. Quebró su cintura para agacharse sacando la cola hacia afuera, desorbitando los ojos de Jony y Matías. Tomó a Ezequiel del cuello de la chomba y lo hizo levantar, lo llevó al centro de la cocina y comenzó a bailar y a frotarse sobre su cuerpo, le sacó la chomba y sin dejar de bailar y menear ese culo increíble, que con la tanga blanca quedaba infartante, le bajó de un solo golpe el short. Debajo del short Ezequiel se había puesto un culotte bien cavado por detrás, negro. Eze comenzó a bailar también y de dentro del culotte, disimulado por el bulto de su enorme verga, sacó despacito mientras bailaba un corpiñito igual al de Lucas, pero blanco, con gestos de pudor por sus pezones descubiertos fue jugando con el corpiñito hasta que al fin se lo puso. Eran dos gatas ardiente acariciándose, agachándose para mostrar sus curvas, besándose sensualmente y mirando ardientes a los primos, que no salían de su asombro. Matías apenas si había pensado en que Lucas se pusiera la tanga roja que había usado Eze la otra noche. Y Ezequiel en cambio, con la complicidad de Lucas, había armado todo un show de cabaret . Por favor, qué tipo increíble que era ese puto, o mejor dicho, qué tipos increíbles!
Sin dejar de bailar, Lucas tomó a Jonathan de la mano y lo llevó a un dormitorio. Eze hizo lo mismo con Mati, pero lo llevó al otro dormitorio, iban a coger en pareja. Al pie de la cama, mientras lo abrazaba y le mordía la oreja, Eze le susurraba -esta es tu noche Matu, esta es tu noche. Lo desvistió y lo sentó en la cama. Por arriba de la tanga sacó su enorme verga dormida y se la arrimó a la boca. Chupá Mati, chupá como vos sabés. Mati se prendió a la verga con gusto, pero conociendo a Eze, se prendió de sus nalgas con las dos manos para chupar por delante y excitar por detrás. Luego vio que era más cómodo pasarle la mano por debajo de los huevos y entonces, mientras trataba de engullir lo más que podía el sable enorme de Ezequiel, corriendo a un costado la bombachita le iba poniendo los dedos en el culo, aumentando la erección, los quejidos y el preseminal de su amigo. Así en pocos minutos la verga de Ezequiel estuvo al re-palo, Matu abandonó su culito y mientras tenía la verga con ambas manos se la chupaba con un placer indecible e intentaba tragar todo lo que podía. Pero su deseo estaba más abajo, su culito le cosquilleaba y quería sentirla dentro ya mismo. Desde la otra habitación se sentían los quejidos de Jonathan mientras la pija de Lucas se abría paso en su culito. Si hacía falta algo más para excitar a Matías era eso. Dejó de chupar, alejó un poco a Eze, se acostó y levantó las piernas para dejar su culo a merced de su amante. -Dámela ya por favor-, fue su orden, y Ezequiel se la dio sin miramientos. El grito de Matías no fue precisamente de placer, apenas si había comenzado a dilatar y se estaba comiendo el misil de Ezequiel con sólo la saliva que había dejado la chupada. Pero al grito siguió un - dale, seguí-. Eze, que se había programado mentalmente para ser esa noche el macho cruel de Matías, siguió. Cada empujón era un grito y un par de centímetros de pija dentro de Matías. -Aguantá primo-, se escuchaba la voz de Jonathan que lo alentaba desde el otro cuarto.- Aguantá que ya te ayudo-. Matías no entendió. Ezequiel se detuvo, se agachó un poco y le ordenó que rodeara su cintura con las piernas, y su cuello con los brazos, lo tomó de la cintura y lo levantó, mientras él levaba su pubis hacia adelante. Mati quedó en el aire y con el propio peso de su cuerpo se engulló los 10 cm de pija que aún estaban fuera, el "Aaaaaaaaahhhhhhhh" de dolor de Matu no se hizo esperar, pero nuevamente se escuchó la voz del primo que le decía, -Aguantá Matu, ya voy-. Ezequiel bajó sus manos a las nalgas de Matías y comenzó a caminar cargándolo mientras lo besaba con ardor. En ese mismo momento llegó Lucas caminando desde la pieza de al lado, con Jonathan ensartado en la misma posición. Allí Matu entendió. Los dos machos más pijudos se pusieron lado a lado y los dos primos, cada uno prendido al cuerpo de su hombre y ensartados a fondo se miraron, rieron y casi lloraron de felicidad mientras intentaban besarse. Pero el mete y saca con que comenzaron a someterlos al unísono Lucas y Ezequiel los hacía bambolear y solo podían compartir las sonrisas eufóricas que les provocaba el intenso placer anal. Cada uno fue tomando su ritmo y comenzaron a caminar por la habitación cogiéndose a los primos, los llevaron al comedor, los depositaron sobre la mesa, siempre sin sacársela y siguieron dándole duro. Cambiaron de culo, los volvieron a girar y al fin, de nuevo ensartados de frente los volvieron a llevar a la habitación de la cama matrimonial. Allí se las sacaron y se las dieron a chupar un rato. Luego Lucas y Ezequiel se dieron vuelta y ofrecieron sus culos para chupar. Los primos sólo obedecían y comenzaron a hacer un bello trabajo de lengua en los ojetitos de sus amigos. Así Lucas y Ezequiel recuperaron energía y volvieron a la carga con los culitos de los primos. Varias veces se repitió el jueguito, cogida dura, mamada de culito a los activos y nueva cogida a los primos. Ya era hora de demostrar que macho, lo que se dice macho, en esa casa no había ninguno. Los dos pasivos quedaron nuevamente acostados al borde de la cama y Lucas y Eze comenzaron a chuparles la pija. Primero se le puso dura a Mati, Eze mientras lo masturbaba para terminar de endurecerla se la miraba como un perro hambriento mira una tira de asado. Se dio vuelta, se quitó la bombachita que ya estaba completamente mojada de pre-seminal y reculando se sentó sobre la pija que lo esperaba. En dos golpes de cadera ya la tenía enterrada a fondo. Pocos minutos después Lucas hizo lo mismo con Jonathan y los dos comenzaron a menear las nalgas y subir y bajar por esos bellos palos de Avellaneda. Intercambiaron pijas para que todos probaran todo y luego de un lindo rato de mete y saca se incorporaron, se abrazaron al pie de la cama y les ordenaron a los primos que se los cogieran de parado. Mati fue a buscar el culo de Lucas, que aún estaba con sus medias y su corpiño, como toda una putita, y Jony el de Eze, ya sin culotte pero tan caliente que se acariciaba desesperado los pechitos por sobre el corpiño, se las pusieron y allí quedaron los cuatro juntos, cogiendo los externos y comiendose a besos los internos que mientras recibían pija por detrás gozaban del calor de la pija del otro pasivo fuertemente apretada entre sus dos cuerpos. La sensación era tan intensa que Lucas y Ezequiel debían concentrarse para no acabar. Además era la noche de Mati, así que no podían tirar leche fuera de su culito. Eze y Mati intercambiaron, Lucas comenzó a besarlo en el cuello y a meterle la mano por debajo de los huevos, franeleando su perineo y aprovechando para tocar la verga de Ezequiel. Matí, a pesar de la empernada tremenda de 22 cm que estaba recibiendo, acariciaba y pajeaba la verga de Lucas. Eze no pudo más y se vació en el culito de Mati entre quejidos más de mina que de macho. Antes de sacársela ya estaba Jony detrás de él, así que apenas desocupó el ortito de su primo, ocupó el lugar y en un par de minutos le dio su segunda leche a Matías, que estaba en las nubes. Era el turno de Lucas, que lo puso en perrito con la cabeza baja en la cama y se la mandó a guardar. Eze y Jony estaban extenuados, pero tirados en la cama se besaban intensamente, acariciaban a Matías, se levantaban e iban a meterle deditos al culo de Lucas para excitarlo más aún. Eze se sentó en la cama delante de la cabeza de Matu, abrió sus piernas y puso su palo al alcance del chico. Matu simplemente comenzó a darle piquitos cuando los quejidos que le provocaba la culeada se lo permitían. Estaba en otro mundo, la sensación que le brotaba del culo lo invadía, lo llevaba al cielo, lo hacía sentir inmortal, único, atemporal, en éxtasis total. Ya tenía dos polvos dentro pero deseaba ese tercero, y si hubiera un cuarto, por qué no?, si la pija y la leche lo ponían así, que jamás se la sacaran del culo. Al fin Lucas acabó para felicidad del Matías que sentía cómo la leche de su macho bajaba dentro de él. Matu no quería perder gota y a pesar que ya sus piernas estaban más blandas que queso y su cadera no soportaba otra embestida, se acomodó en la cama boca abajo con dos almohadas debajo para que no se escurriera nada de su ortito que estaba abierto como nunca.
Así quedaron un rato, mirándose felices, acariciando las nalguitas de Matías, preguntándole cómo se sentía. Matu se recuperaba rápido así que les dijo que si alguno quería seguir, su conchita (así dijo) seguía teniendo hambre. Los tres se miraron, pero ninguno aceptó la invitación, demasiados polvos ese día. Eze entonces les hizo ver que Matías esa noche no había vaciado los huevos y que por más puto y comilón que fuera esa nena de Avellaneda, había que sacarle la leche.
Él comenzó a chupar, luego siguió Lucas y luego Jony. Todos alternaban un rato chupándole la pija a Matías. En realidad Matías se había compenetrado tanto en su papel de pasivo, más que de pasivo, de la mujer de la noche, que no sentía necesidad de acabar, pero a quién no le gusta que se la mamen? Más de media hora de mamada fue necesaria para hacerle saltar la leche y fue su primo, él exigió el derecho, quien recibió en la boca y luego de saborearla se la tragó con una sonrisa.
18.- Despedida pero comienzo
Los cuatro estaban muertos de cansancio, así que fueron cayendo de a uno hasta que a la media hora roncaban los cuatro, así en bolas unos y con lo que quedaba puesto de lencería otros. Luego de un rato se despertó Matías por el frio. Miró a sus amigos con una sonrisa: Ezequiel boca abajo a los pies, Lucas de costado en el borde, aún con el portaligas y el corpiño, Jonathan estaba a su lado, abrazándolo, con su culo apoyado sobre el culo de Lucas. Se incorporó y fue a buscar unas frazadas. Antes de ponerlas, con mucho cuidado le desabrochó el portaligas a Lucas para que durmiera más cómodo y comenzó a sacarle las medias de lycra, Lucas abrió los ojos apenas, sonrió, le tiró un besito con los labios y se volvió a dormir mientras Matu le sacaba completamente las medias. Luego le desabrochó el corpiño a Ezequiel y tapó y arropó con ternura a cada uno de los tres, maternalmente casi, sentía tanta paz dentro de él como nunca había sentido . Se volvió a acostar. Por qué se sentía tan bien?, porque sus tres amigos se lo habían cogido?, porque el semen provocaba bienestar? Porque había sido tan puta como se podía ser? No, él no era un ninfómano, no era un adicto al sexo que ponía su sexualidad sobre cualquier otra cosa, Matías tenía bien claro que el sexo estaba lejos de ser lo más importante en la vida, pero por qué se sentía tan bien entonces?. Tal vez porque el sexo no era tan importante, pero ser en la vida lo que uno es sin tapujos, sí lo era. Y en estos días en San Clemente había sido él, integralmente. Podía decir sin avergonzarse que su culo era su concha, que le gustaba la pija, que no había nada más dulce que besar a su primo y acariciar su carita mojada de lágrimas de amor, o tal vez no de amor, sino de una amistad de corazón pleno, completa, una amistad que pedía compartir hasta el cuerpo. Porque, al fin y al cabo, qué era el amor? El amor bíblico era universal, pero no tenía que ver ni con la pareja ni con el sexo, era amor por todas las personas, todos los hombres y todas las mujeres, era amor asexuado, de personas que sólo tenían cabeza y corazón, pero sin pija. Y qué era el amor entre hombre y mujer? Tal vez sólo el mandato de procrear para continuar la especie, impuesto a fuego y espada por milenios de acondicionamiento mental, porque si se dejara que hombres y mujeres sin acondicionamiento cultural eligieran libremente, tal vez habría parejas no sólo de hombre y mujer sino de dos mujeres, o de dos hombres, o de tres hombres, o una mujer y dos hombres. Entonces, por qué él debía enamorarse de una mujer y tener sexo con una mujer?, no podía enamorarse de un hombre?, no podía sentir la necesidad de vivir toda la vida junto a otro hombre, por qué era obligatorio envejecer junto a una mujer y tener hijos? No había una respuesta lógica, en su cabeza sonaba la voz de su vieja, de su abuelo, de sus parientes que no concebían otro tipo de "familia" que no fuera la típica y tradicional y que cada vez que se hablaba de homosexualidad, se la calificaba de "degeneración" o de "enfermedad". Sonrió con sólo pensar eso. Nunca se había sentido más "sano" que en estos días. Al final, que?, a la mierda! que piensen y digan lo que quieran, él había probado, había sentido, había vivido y sabía que él no era ni degenerado ni enfermo, y que por más que todos condenaran esta forma de ser, él era así, era feliz siendo así y no pensaba hocicar para adaptarse al molde de lo que "está bien". Volvió a abrazar a su primo, lo besó tiernamente y en minutos estaba durmiendo nuevamente.
Se despertaron pasadas las 10 de la mañana. Primero Jony, que se quedó remoloneando y acariciando las nalgas de Lucas (qué tremendo culo tenía ese pibe!). Después Lucas, que se quedó remoloneando porque le encantaban las caricias en los cachetes, y luego Ezequiel, que expeditivo se fue a duchar porque el olor a culo cogido y leche lo tenía impregnado en todo el cuerpo. Matías seguía roncando.
Lucas y Jonathan se fueron a duchar juntos y, por los quejidos que venían del baño, seguro que volvieron a romperse el culo. Ezequiel se encargó del desayuno y cuando estuvo el primer mate, se fue al dormitorio. Besó en los labios a Matías y comenzó a acariciarlo hasta despertarlo. Cuando Mati abrió los ojos, vio a su amigo, sentado a su lado en la cama, mirándolo dulcemente y ofreciéndole el mate. Se incorporó y bebió despacio. Si los demás tenían olor a culo cogido, él ni hablar. La baranda a semen mezclado con juguitos de culo que tenía era insoportable. -Esperá-, le dijo Eze, -tu primo y Lucas están cogiendo en el baño-. Buscó un bata blanca, (qué cosa no tenía en su maleta?) y se la dio para que se la pusiera.
Se fueron los dos a la cocina. Matías caminaba raro, estaba tan abierto que con cada paso sentía el ir y venir de sus nalgas. Por las dudas se sentó despacito, la silla le reveló dolorcito y humedad, pero en lugar de quejarse, sonrió. Eze que lo miraba, sonrió también, sabía muy bien lo que Matu estaba pasando. Comenzaron a desayunar en silencio, pero no dejaban pasar oportunidad de mirarse a los ojos, cada vez que se pasaban el mate, iba la mano con el poronguito e iban los ojos llenos de satisfecha amistad, de camaradería especial, la camaradería que viene de compartir un secreto mutuo y de saberse diferentes del mundo pero iguales, pares, hermanos en ese gusto prohibido pero que era de ellos y no podían negar, pero sí esconder de los demás.
Al rato en bolas y aún besándose mientras caminaban aparecieron los otros dos. -Vístanse, cochinos!, les espetó Eze. Los dos se miraron se rieron y se fueron meneando las nalgas al dormitorio a vestirse. A los 5 minutos regresaron vestidos. Matu preguntó enseguida -Qué hicieron en el baño, puercos?- la respuesta entre sonrisas no se hizo esperar: -cambiadita, uno cada uno, primero me lo clavé a Luquita y después casi me la saca por la garganta de cómo me la enterró, menos mal que estábamos en la ducha, porque el paisano este es un lechero total, más que un polvo fue una enema de leche!
Todos rieron de buena gana por la ocurrencia de Jonathan y comenzaron a compartir un desayuno largo y tranquilo, con un poco de tristeza porque se terminaba el fin de semana de orgía. Lucas estaba un poco triste y se los hizo saber, porque lo había pasado tan bien con sus nuevos amigos porteños que ahora se iba a sentir más solo que antes de conocerlos. Eze en seguida se apuró a decirle que podía venir a su casa cuando quisiera y que seguro que los tres le iban a hacer conocer "las vías" y la "costa de Sarandí", que no eran como su lagunita pero que cuando la tuviera adentro poco le iba a importar el paisaje. Lucas sonrió triste y les dijo "los quiero mucho", los tres porteños se levantaron y lo abrazaron, los cuatro unidos en un abrazo fraternal. Se propusieron llamarse, escribirse y viajar seguido a San Clemente. Y que descontara desde ya, que de enero a marzo, iban a estar ahí y que si la casa estaba alquilada, que les hiciera lugar en su casita alejada, porque aunque estuviera muerto de cansancio luego del arduo día de trabajo del verano, de coger no se iba a salvar. Ahí comenzaron ya a hacer planes, y la tristeza de Lucas se convirtió en entusiasmo.
El micro salía a las seis de la tarde, así que aun tenían tiempo. Lucas los invitó a su casa a almorzar, ya con los bolsos preparados como para de ahí encarar para la terminal.
Aceptaron de inmediato, todos querían conocer la famosa casita de Lucas. Se pusieron a ordenar los dormitorios, a ventilarlos bien para eliminar olores, limpiaron manchas de semen, y de otras cosas no tan transparentes que a veces salen cuando un culito se llena de leche, lavaron y secaron con la plancha lo que no quedaba más remedio que lavar y dejaron la casa como si los habitantes esos cuatro días hubieran sido un par de jubiladas del PAMI.
Eze tuvo que prestar especial atención a sus tesoros, que guardó en un doble fondo de su maleta.
La caminata hasta la casa donde Lucas había conocido por primera vez el sexo con un hombre fue bastante larga, pero al fin llegaron. Por el camino compraron vituallas para un almuerzo ligero y Lucas insistió en comprar dos botellas de Chandon para brindar por el encuentro y por la amistad que había nacido. Los porteños primero se negaron, su presupuesto daba más para sidra que para Chandon, pero al final accedieron.
La casita resultó tal cual se las había descripto Lucas, y las vecinas tan chusmas como él había contado, aunque ahora estaba más prolija ya que Lucas le había gastado plata en pintura, cambiado algunas aberturas desvencijadas y haciendo el baño nuevo, con bañera, con grandes espejos, videt y todo lo que un puto merece.
Almorzaron conversando animadamente. Luego de la sobremesa, Lucas, sin dejar que lo ayudaran, levantó la mesa, limpió las migas y cuando estuvo todo bien pulcro, trajo la primer botella de Chandon y unas copas descartables de plástico transparente. Sirvió generosamente, y de pie, con la copa en la mano hizo un brindis:
-Amigos, brindo por ustedes, brindo por nosotros, brindo por lo que somos y no me avergüenza ser si en el mundo hay chicos como ustedes, como vos Ezequiel, como vos Matías, como vos Jonathan, que son como yo. Los quiero a todos. - Terminó con los ojos húmedos. Matías fue el primero en incorporarse y abrazarlo fuerte. Lo besó suave en los labios y le dijo -nosotros también te queremos Lucas, vos fuiste el espejo en el que nos vimos y nos aceptamos como somos. Mi primo y yo llegamos a San Clemente con dudas sobre lo que éramos, Ezequiel nos ayudó a descubrirnos, pero medio que Eze es del barrio, y nos tomamos sus cosas como solo genitales, vos lo complementaste y en vos descubrimos al puto que siempre tuvimos dentro, que físicamente teníamos asumido, pero que en la cabecita seguíamos negando. Gracias Luquita!
Jony y Ezequiel se sumaron al abrazo y quedaron asi los cuatro en silencio en ronda abrazados, acariciándose con las miradas y con los gestos.
Eze, cuándo no!, bajó las manos de los hombros y comenzó a apretar las nalgas de Lucas que estaba a su izquierda y Jonathan, que estaba a su derecha. -El del estribo?-, preguntó.
Los tres lo miraron, aún con la emoción en la garganta, y con más amor que excitación, asintieron con la cabeza. Apuradas las copas, Lucas tomó de la mano a Mati y le dijo, vení, nosotros nos quedamos en el dormitorio. Ezequiel miró el sillón nuevo y brillante, última adquisición de Lucas, que había reemplazado el famoso donde "dormía Antonio", tomó de la cintura a Jonathan y los dos se sentaron lado a lado
Apenas Matías entró al dormitorio recordó el debut que Lucas les había contado con todo detalle y esto lo excitó. Lucas seguía tranquilo, pero dispuesto a guardarse dentro un último recuerdo de Mati. Lo comenzó a besar suavemente en los labios, siempre abrazándolo con intensidad. Se detuvo y comenzó a desvestirlo, despacito, mirándolo con más amor que calentura, acariciando su pecho entre botón y botón de la camisa, besándolo en la boca mientras le bajaba las mangas y apretándose fuerte contra el pecho desnudo de Matías apenas retirada la camisa.
Se retiró también la suya y luego de besar nuevamente a su amigo, se arrodilló y le quitó las zapatillas y las medias, De rodillas siempre desabrochó el cinturón y abrió los botones de la bragueta, empujó el pantalón al suelo y por arriba del slip comenzó a chuparle despacito la pija. Se detuvo, terminó la faena con el pantalón de Mati y se quitó el suyo. Se paró frente a Matías y se quitó despacio el slip, su verga, de buen tamaño estaba semi erecta. Le quitó también el slip a Matías y se paró frente a él. Los dos desnudos, con sus bellas pijas liberadas de la ropa, sus vientres planos y apenas musculados, y sobre todo con sus miradas de amor, de ese amor universal que pedía unir también los cuerpos, como consumación plena de esa comunicación de dos almas, dos almas humanas y que por imperfectas como todo lo humano, necesitaban de los sentidos y de la unión física para destruir su soledad existencial aunque fuera por un rato.
Volvieron a abrazarse, sus pijas apretadas una contra otra, sus bocas fundidas, lágrimas asomando de sus ojos por lo pleno de la unión que estaban logrando. Lucas eyaculó, su entrega y su felicidad eran tan grandes que no necesitaba más. Los besos, el calor de Mati y lo mucho que se estaban dando mutuamente lo colmaba al punto donde su animalidad lo llamaba a dar vida, a que de ese amor surgiera la vida, el semen que fecunda y multiplica. Su parte masculina estaba plena, pero su parte femenina ahora surgía con intensidad. Fue dejando despacio la boca de Matías, y lamiendo su propio semen que había quedado diseminado sobre la pancita de Mati, fue bajando hasta quedar de rodillas, y así su boca comenzó a besar ese falo símbolo de lo masculino, ese falo viril que lo iba a fecundar con su leche.
Lo chupó despacito primero, recorriendo con su lengua cada centímetro, tratando de reconocer cada rinconcito, cada parte, como si su lengua quisiera trazar un plano de la herramienta que lo iba a horadar, que iba a preparar la tierra para sembrar en él su simiente. Aceleró al fin el ritmo hasta hacerlo frenético, su vagina de hombre le reclamaba pero su boca no quería dejar ese falo que la llenaba de sensaciones. Cuando ya no pudo más sofrenar el grito que venía de su útero hambriento, se acostó de espaldas en la cabecera de la cama, en esa pose universal de piernas abiertas, esa pose en la que en ese mismo momento miles de mujeres estaban recibiendo la pija de sus machos, era la misma en la que quería estar él, para unirse con Mati. Mati sin dejar de mirarlo a los ojos, se puso de rodillas entre sus piernas, se inclinó y volvió a besarlo suave pero profundamente. Le levantó un poco las piernas para humedecer con su lengua la conchita palpitante de Lucas que no necesitaba más lubricación de lo bien dilatada que estaba. En esa misma posición se la fue metiendo suavecito, y cuando estuvo toda adentro, le bajó las piernas para quedar en la pose universal nuevamente, un poco más forzada entre dos hombres que entre hombre y mujer, pero que cuando había deseo y dilatación, era la más bella, la más comunicativa para hacer el amor. Lucas fue serenándose, ahora que tenía a su amigo dentro de él, la desesperación fálica desaparecía, se fue relajando y fue entrando en una bella atmósfera de felicidad compartida. De allí en más, no hubo ardor, no hubo palabras calientes, sólo miradas, caricias, dulces palabras de amistad y amor, que muchas veces son lo mismo, otra vez la humanidad ganaba sobre la animalidad, la cópula no llevaba al desenfreno sino a la unión, efímera pero sentida como eterna, de dos seres humanos.
Cuando la cadera de Lucas no dio más, cambiaron a la tan bellamente masculina posición boca abajo, menos profunda en la penetración, pero tan llena de contacto físico, tan linda para sentir la voz del amado hablándonos directo a la oreja y sentir el tibio aliento de su calentura en la nuca y donde más se siente el acompasado entrar y salir del deseado miembro . Hicieron el amor largo tiempo, metidos en su mundo, un mundo de dos, limpio, inocente, desprovisto de tabúes, de censuras y de preconceptos. Cuando ya Mati sintió venir su semen, le dijo a Lucas -ya viene Luqui, mi leche quedará en vos para siempre, para que cuando te sientas solo sepas que yo existo y que algo que vos me sacaste con tu amor y que yo te dí por amor está dentro tuyo- Acabó sin grandes quejidos, apretando su mejilla contra la de Lucas y rodeándolo con su brazos mientras Lucas levantaba su cadera para llevar lo más dentro suyo posible el semen de Matías
Mati, extenuado lo besó en la oreja y se quedó en silencio sobre la espalda de su amigo, los dos en pocos minutos quedaron dormidos.
Los despertó la voz de Jonathan que por la andanada de palabras calientes que decía, evidentemente estaba gozando como puta la tremenda pija de Ezequiel que en ese momento acababa en su culo, luego de media docena de cambiaditas que se habían dado entre los dos. Se rieron de buena gana. Matías se incorporó, y antes de bajar de la cama, besó ambas nalgas de Lucas y por curiosidad se las abrió para ver cómo estaba su esfínter. -Querés saber cómo está webón?, Feliz está!, le dijo Lucas. Mati rió y abandonó su inspección.
Tomados de la cintura volvieron al comedor, donde Jonathan estaba acostado boca abajo en el sillón, con una sonrisa de oreja a oreja y una cara de satisfacción total. A sus pies estaba sentado Ezequiel, mirando sus 20 cm, apoyados sobre su pierna, algo colorado aún por la larga cogida. Era un digno espectáculo para un foto de portada de una revista de sexo gay.
Había que bañarse y prepararse. Lo hicieron de a uno y en silencio. Llegaba la despedida y todos estaba tristes. Tristes porque a pesar que sólo trataron a Lucas por dos días, lo sentían como un amigo de toda la vida y todos sentían mucha pena por tener que separarse. Todos habían crecido, todos habían superado tabúes y ahora eran otros, más seguros de sí mismos y de su camino futuro. El motivo del viaje era tener una gran orgía de sexo, y vaya que la habían tenido, pero dentro de ellos, lo que había dejado marca era lo otro, lo sentido en el corazón, lo pensado, lo asumido, lo que el sexo había traído por haberlo vivido como personas con sentimientos y no solo como machos con instinto.
Ya cambiaditos y con las mochilas al hombro se volvieron a abrazar en grupo y luego uno por uno abrazó a Lucas. Hubo ojos húmedos, ojos mojados y ojos inundados. Le pidieron a Lucas que no los acompañara a la terminal, que era mejor despedirse ahí.
En la caminata al centro, Mati y Jony, poco equipaje, iban delante, y Ezequiel, cargado, iba unos metros por detrás.
-Che, Jony, dejá de menear las nalgas que se van a dar cuenta.
Jony, preocupado de verdad: -En serio?, ahora camino moviendo el culo?, noooo!!!- Risa general
-Che Jony, cerrá más las piernas que se nota que ahora tenés el culo abierto.
Jony, nuevamente preocupado de verdad, cerró las piernas lo más que pudo y caminó casi prensándose los huevos entre los muslos. Nueva risa general.
Como aún era temprano, se sentaron a tomar un café en un bar de la terminal. Los tres se miraban, qué fin de semana habían pasado! Qué diferentes regresaban! Jonathan empezó.
-Hermanos, no sé que tienen ustedes para decir, pero para mí fue el mejor fin de semana de mi vida. Gracias Eze por la idea de venir para acá y gracias Eze por lo otro, lo que vos y Mati me hicieron conocer. Te quiero mucho nene. Y a vos Matu, te requiero, perdoname mi forma de ser de antes, ya aprendí.-
Matías tenía ganas de levantarse y abrazarlo, pero estaban en un bar. -Yo también te requiero primo, está todo perdonado, yo también entendí muchas cosas este fin de semana y lo principal que entendí es que asumir lo que somos es jodido, por suerte lo lograste aunque..., ahora no te vas a salvar de.., de.. (había gente en las otras mesas), de que te haga comer algo de tierra en el cañaveral de las vías. Jony entendió y sonrió. -ya comí arena, así que descuidá que la tierra me va a gustar más, quién sabe?, por ahí no te dejo nada de tierra para vos....
-No me dejen afuera-, se apresuró Ezequiel a comentar.
-Tranquilo, hay tierra para todos-, replicaron casi a duo los primos.
En Avellaneda hay mucha tierra, comentó Eze, mientras pensaba que en pocas horas serían nuevamente los encantadores chicos de barrio, delicia de sus padres y deseo de las chicas. Lo que pasó en San Clemente quedaba en San Clemente, pero para ellos estaría siempre presente en cada charla en las vías, en cada momento de reencuentro.
Llegó el micro, se sentaron, se durmieron.
1 comentarios - La casa en la playa, parte 7, final