Gracias una vez más por los mensajes y la buena onda, realmente hacen que me de mas ganas de seguir narrando mis experiencias.
Me estoy quedando sin anécdotas ya. No tengo una vida sexual tan prolifera pero bueno, al menos hubo cosas interesantes, como las que conté hasta hora y esta también.
Mi mamá es la mayor de un grupo bastante numeroso de hermanos, así que entre ella y su hermano más chico hay casi 20 años de diferencia. 19 y 8 meses, para ser exactos.
Tener un tío tan joven fue algo bastante agradable, si bien me llevaba unos años de diferencia, éramos bastante amigos y compinches entre nosotros.
Cuando yo era más chico y él todavía vivía en la casa de sus padres, o sea mis abuelos, siempre estaba ahí y jugábamos bastante y nos divertíamos, e incluso dormíamos juntos. También lo acompañaba varias veces a jugar a la pelota. Su sueño frustrado fue ser futbolista profesional, así que iba con sus amigos a una cancha no menos de 3 o 4 veces por semana.
A medida que fui creciendo, por momentos la vida adulta nos distanciaba un poco, pero siempre encontrábamos el momento para tomar unas cervezas y ponernos al día.
A diferencia de mi hermano, mi tío no era nada vergonzoso con su cuerpo, así que verlo desnudo era algo de total normalidad. Como comenté en varios de mis relatos, nunca tuve el morbo de tener sexo con algún familiar, pero a veces las cosas pasan. Mi tío no era particularmente lindo pero si bastante masculino, de pelo negro azabache rizado y ojos café. Durante mucho tiempo usaba barba, aunque de forma intermitente. Lo que sí incluso en aquella época no podía negar, es que el entrenamiento de fútbol le había moldeado un cuerpo que si bien no era extremadamente atlético ni musculoso, resultaba agradable a la vista.
Hasta el momento en el qué pasó esta historia él no había tenido muchas novias ni parejas estables. Salía con algunas, pero ninguna relación había perdurado.
En ese momento él se estaba mudando. Me habló por teléfono para contarme que ya se estaba instalando y que como hacía mucho no nos veíamos me dijo que me pasara a visitarlo, además con la mudanza había separado un par de bolsas de ropa para regalarme.
En esa época yo no trabajaba para dedicarme a estudiar, así que el ahorro en ropa no me venía nada mal. El departamento nuevo era en una zona un tanto alejada pero de fácil acceso, así que esa misma tarde me puse en marcha.
Como el hecho de charlar y tomar cerveza era casi un ritual para nosotros, aproveché que el colectivo que había tomado me había dejado justo en la puerta de un pequeño supermercado. Casi como si supiera mi posición exacta, recibí un mensaje de texto que decía “Si podés tráeme un bidón o unas botellas de agua”. Me extrañó un poco el pedido pero ya me enteraría.
Compré el agua y un pack de cervezas y caminé las cuadras que me faltaban. Era verano y el calor era agobiante. Llegué, toqué timbre y en pocos momentos mi tío me abrió la puerta. Estaba vestido solo con un short bastante corto.
Lo saludé y empezamos a charlar. Me contó que la compañía de agua estaba haciendo unos arreglos en la zona, así que le habían avisado que estaba próximo a quedarse sin agua. 40 grados de calor y sin agua.
Seguimos nuestra conversación y nos reímos del hecho de que teníamos un interesante superávit de cervezas, ya que al pack que yo había comprado se le sumaron los que había comprado él.
Empezamos a charlar y a tomar, y de a poco el alcohol daba paso a mi costado más animado y no tan inhibido. El alcohol siempre tuvo ese efecto en mi, hacerme decir o hacer cosas que estando sobrio no haría. Lo que le debe pasar a la mayoría, bah.
En un momento, ya con varias latas de cerveza pasadas a mejor vida, y con el calor desesperante al que tratábamos de combatir con un pequeño ventilador, expresé es voz alta un pensamiento: “Necesito una pileta. O una ducha de agua fría al menos”.
“Pileta no tengo, ducha si pero no tengo agua” contestó mi tío. “Bah, a ver, espera que me fijo” agregó y se levantó de la silla y fue al baño. Giró la perilla del agua y milagrosamente funcionó.
“Tenemos suerte. ¿Nos metemos? Es grande la bañadera”. En efecto, si bien el departamento estaba bastante lindo, se notaba que era una construcción bastante antigua y el baño era amplio. “Dale, ya fue”. Y acá nuevamente el alcohol habló por mí. “¿Te jode si entro en bolas? Vine en bermuda de jean y no quiero volver a casa sin calzones”. Incluso borracho sentí bastante excedida a la frase. Esperaba una burla o una cargada pero recibí una pregunta como respuesta. “¿Vos pensabas que yo iba a entrar vestido?”.
Se sacó el short y el bóxer de una y se metió a la regadera. Me saqué la ropa e hice lo mismo. Mientras esperaba mi turno me senté al borde de la bañadera. No pude evitar ver el cuerpo desnudo de mi tío mientras el agua le caía. Alternamos turnos un par de veces. En un momento noté que en vez de sentarse se paró de espaldas a mi mirando la pared. Luego se sentó, pero intentaba taparse la zona genital por alguna razón. Le cedí el agua una vez más a él y cuando se paró entendí lo que pasaba: tenía la pija completamente al palo. No un poco, totalmente parada.
Me senté en el borde, mientras él me daba la espalda y trataba de disimular. Intenté hacer un chiste para relajar. “Se despertó, ¿qué pasó?”. Se dio vuelta y me miró un tanto sonrojado. “No cojo hace 6 meses casi”. Mientras me hablaba comenzó a tocársela ya con poco o nada de disimulo. “Uy, que tragedia”. Se rió, y pensé que había cumplido mi cometido. Pero el alcohol en mi sangre decidió tomar las riendas una vez más. “Te va a dar más calor, sino te ayudaría”. Nunca sabré como eso por mi mente. Si bien yo ya había hablado de mi sexualidad con mi familia y solía hacer chistes sobre eso con mi tío, nunca había sido tan directo.
“¿Vos decís? Probamos si querés”. Me quedé entre helado y sorprendido. “Ningún problema por acá” respondí con una confianza insólita en mi. Me respondió con una mueca y enseguida me arrodillé enfrente a él. Esperaba que asumiera la broma antes de dejarme hacer algo, pero apoyé las manos en su culo y se la empecé a chupar. Él acompañaba con movimientos de cadera y caricias en mi pelo.
Estuvimos así varios minutos. De a poco, la amenaza del corte de agua se hizo real y el chorro de agua de la ducha empezó a desaparecer. “Parece que se acabó lo que se daba” dije, y me paré. Salimos del baño y nos empezamos a quejar nuevamente del calor. Mi tío fue a buscar un par de cervezas y las tomamos para intentar refrescarnos. Empezó a sacarme charla, ignorando que hacía 5 minutos tenía su pija en mi boca. Me estaba preguntando internamente sobre si hacer un comentario o no cuando paró en seco y dijo “Vamos a la pieza, que no hace tanto calor”.
Nos acostamos en la cama boca arriba uno al lado del otro. Todavía estábamos desnudos y algo mojados. Ninguno decía nada, así que empecé a pensar como romper el hielo. Lo hice de una forma poco ortodoxa pero sirvió igual. Vi que estaba igual o más al palo que antes, así que se la empecé a tocar y pajear. Empezó a gemir y a pedirme que siga.
Luego de otro rato, se incorporó y con la mano llevó mi cabeza hacia su pija de nuevo. La chupé un rato largo, hasta que se volvió a incorporar y me puso boca abajo. Escupió en sus dedos, me los pasó por el culo y me la metió de golpe. Me quejé de dolor, pero el placer llegó enseguida. Me estaba pegando una cogida increíble. Me tuvo así un rato largo, hasta que quise cambiar de posición. Lo acosté boca arriba y me le subí encima. Le monté la pija mientras los dos gemíamos.
Me pregunté si sería su primera vez porque era realmente un muy buen activo, sabía lo que estaba haciendo. No me atreví a preguntar. Seguimos cogiendo así hasta que la sacó justo a tiempo para llenarme las nalgas y parte de la espalda de leche. Se ve que era en serio eso de que hacía mucho no garchaba.
Bajé y le pasé la lengua a la pija para sacarle los restos de semen. Fui al baño a tratar de limpiarme y volví a la pieza. “Ahora me vendría bien un baño” dije, y estuvo de acuerdo conmigo. Charlamos un rato más, y como ya se estaba haciendo tarde decidí emprender la vuelta a mi casa.
Me despedí, y durante el viaje de regreso pensaba en si cambiaría la relación que tenía con él. Llegué a preguntarme si estaría dispuesto a coger con mi tío de forma regular como si fuera un chongo más. Al cabo de unas semanas recibí la respuesta: estaba de novio con una chica y parecía que esta vez iba en serio.
Claramente no volvimos a coger, pero a veces cuando el alcohol nos libera y estamos solos hacemos algún comentario al respecto. Y en alguna que otra ocasión llegué a ligar alguna tocada de culo disimuladamente.
Me estoy quedando sin anécdotas ya. No tengo una vida sexual tan prolifera pero bueno, al menos hubo cosas interesantes, como las que conté hasta hora y esta también.
Mi mamá es la mayor de un grupo bastante numeroso de hermanos, así que entre ella y su hermano más chico hay casi 20 años de diferencia. 19 y 8 meses, para ser exactos.
Tener un tío tan joven fue algo bastante agradable, si bien me llevaba unos años de diferencia, éramos bastante amigos y compinches entre nosotros.
Cuando yo era más chico y él todavía vivía en la casa de sus padres, o sea mis abuelos, siempre estaba ahí y jugábamos bastante y nos divertíamos, e incluso dormíamos juntos. También lo acompañaba varias veces a jugar a la pelota. Su sueño frustrado fue ser futbolista profesional, así que iba con sus amigos a una cancha no menos de 3 o 4 veces por semana.
A medida que fui creciendo, por momentos la vida adulta nos distanciaba un poco, pero siempre encontrábamos el momento para tomar unas cervezas y ponernos al día.
A diferencia de mi hermano, mi tío no era nada vergonzoso con su cuerpo, así que verlo desnudo era algo de total normalidad. Como comenté en varios de mis relatos, nunca tuve el morbo de tener sexo con algún familiar, pero a veces las cosas pasan. Mi tío no era particularmente lindo pero si bastante masculino, de pelo negro azabache rizado y ojos café. Durante mucho tiempo usaba barba, aunque de forma intermitente. Lo que sí incluso en aquella época no podía negar, es que el entrenamiento de fútbol le había moldeado un cuerpo que si bien no era extremadamente atlético ni musculoso, resultaba agradable a la vista.
Hasta el momento en el qué pasó esta historia él no había tenido muchas novias ni parejas estables. Salía con algunas, pero ninguna relación había perdurado.
En ese momento él se estaba mudando. Me habló por teléfono para contarme que ya se estaba instalando y que como hacía mucho no nos veíamos me dijo que me pasara a visitarlo, además con la mudanza había separado un par de bolsas de ropa para regalarme.
En esa época yo no trabajaba para dedicarme a estudiar, así que el ahorro en ropa no me venía nada mal. El departamento nuevo era en una zona un tanto alejada pero de fácil acceso, así que esa misma tarde me puse en marcha.
Como el hecho de charlar y tomar cerveza era casi un ritual para nosotros, aproveché que el colectivo que había tomado me había dejado justo en la puerta de un pequeño supermercado. Casi como si supiera mi posición exacta, recibí un mensaje de texto que decía “Si podés tráeme un bidón o unas botellas de agua”. Me extrañó un poco el pedido pero ya me enteraría.
Compré el agua y un pack de cervezas y caminé las cuadras que me faltaban. Era verano y el calor era agobiante. Llegué, toqué timbre y en pocos momentos mi tío me abrió la puerta. Estaba vestido solo con un short bastante corto.
Lo saludé y empezamos a charlar. Me contó que la compañía de agua estaba haciendo unos arreglos en la zona, así que le habían avisado que estaba próximo a quedarse sin agua. 40 grados de calor y sin agua.
Seguimos nuestra conversación y nos reímos del hecho de que teníamos un interesante superávit de cervezas, ya que al pack que yo había comprado se le sumaron los que había comprado él.
Empezamos a charlar y a tomar, y de a poco el alcohol daba paso a mi costado más animado y no tan inhibido. El alcohol siempre tuvo ese efecto en mi, hacerme decir o hacer cosas que estando sobrio no haría. Lo que le debe pasar a la mayoría, bah.
En un momento, ya con varias latas de cerveza pasadas a mejor vida, y con el calor desesperante al que tratábamos de combatir con un pequeño ventilador, expresé es voz alta un pensamiento: “Necesito una pileta. O una ducha de agua fría al menos”.
“Pileta no tengo, ducha si pero no tengo agua” contestó mi tío. “Bah, a ver, espera que me fijo” agregó y se levantó de la silla y fue al baño. Giró la perilla del agua y milagrosamente funcionó.
“Tenemos suerte. ¿Nos metemos? Es grande la bañadera”. En efecto, si bien el departamento estaba bastante lindo, se notaba que era una construcción bastante antigua y el baño era amplio. “Dale, ya fue”. Y acá nuevamente el alcohol habló por mí. “¿Te jode si entro en bolas? Vine en bermuda de jean y no quiero volver a casa sin calzones”. Incluso borracho sentí bastante excedida a la frase. Esperaba una burla o una cargada pero recibí una pregunta como respuesta. “¿Vos pensabas que yo iba a entrar vestido?”.
Se sacó el short y el bóxer de una y se metió a la regadera. Me saqué la ropa e hice lo mismo. Mientras esperaba mi turno me senté al borde de la bañadera. No pude evitar ver el cuerpo desnudo de mi tío mientras el agua le caía. Alternamos turnos un par de veces. En un momento noté que en vez de sentarse se paró de espaldas a mi mirando la pared. Luego se sentó, pero intentaba taparse la zona genital por alguna razón. Le cedí el agua una vez más a él y cuando se paró entendí lo que pasaba: tenía la pija completamente al palo. No un poco, totalmente parada.
Me senté en el borde, mientras él me daba la espalda y trataba de disimular. Intenté hacer un chiste para relajar. “Se despertó, ¿qué pasó?”. Se dio vuelta y me miró un tanto sonrojado. “No cojo hace 6 meses casi”. Mientras me hablaba comenzó a tocársela ya con poco o nada de disimulo. “Uy, que tragedia”. Se rió, y pensé que había cumplido mi cometido. Pero el alcohol en mi sangre decidió tomar las riendas una vez más. “Te va a dar más calor, sino te ayudaría”. Nunca sabré como eso por mi mente. Si bien yo ya había hablado de mi sexualidad con mi familia y solía hacer chistes sobre eso con mi tío, nunca había sido tan directo.
“¿Vos decís? Probamos si querés”. Me quedé entre helado y sorprendido. “Ningún problema por acá” respondí con una confianza insólita en mi. Me respondió con una mueca y enseguida me arrodillé enfrente a él. Esperaba que asumiera la broma antes de dejarme hacer algo, pero apoyé las manos en su culo y se la empecé a chupar. Él acompañaba con movimientos de cadera y caricias en mi pelo.
Estuvimos así varios minutos. De a poco, la amenaza del corte de agua se hizo real y el chorro de agua de la ducha empezó a desaparecer. “Parece que se acabó lo que se daba” dije, y me paré. Salimos del baño y nos empezamos a quejar nuevamente del calor. Mi tío fue a buscar un par de cervezas y las tomamos para intentar refrescarnos. Empezó a sacarme charla, ignorando que hacía 5 minutos tenía su pija en mi boca. Me estaba preguntando internamente sobre si hacer un comentario o no cuando paró en seco y dijo “Vamos a la pieza, que no hace tanto calor”.
Nos acostamos en la cama boca arriba uno al lado del otro. Todavía estábamos desnudos y algo mojados. Ninguno decía nada, así que empecé a pensar como romper el hielo. Lo hice de una forma poco ortodoxa pero sirvió igual. Vi que estaba igual o más al palo que antes, así que se la empecé a tocar y pajear. Empezó a gemir y a pedirme que siga.
Luego de otro rato, se incorporó y con la mano llevó mi cabeza hacia su pija de nuevo. La chupé un rato largo, hasta que se volvió a incorporar y me puso boca abajo. Escupió en sus dedos, me los pasó por el culo y me la metió de golpe. Me quejé de dolor, pero el placer llegó enseguida. Me estaba pegando una cogida increíble. Me tuvo así un rato largo, hasta que quise cambiar de posición. Lo acosté boca arriba y me le subí encima. Le monté la pija mientras los dos gemíamos.
Me pregunté si sería su primera vez porque era realmente un muy buen activo, sabía lo que estaba haciendo. No me atreví a preguntar. Seguimos cogiendo así hasta que la sacó justo a tiempo para llenarme las nalgas y parte de la espalda de leche. Se ve que era en serio eso de que hacía mucho no garchaba.
Bajé y le pasé la lengua a la pija para sacarle los restos de semen. Fui al baño a tratar de limpiarme y volví a la pieza. “Ahora me vendría bien un baño” dije, y estuvo de acuerdo conmigo. Charlamos un rato más, y como ya se estaba haciendo tarde decidí emprender la vuelta a mi casa.
Me despedí, y durante el viaje de regreso pensaba en si cambiaría la relación que tenía con él. Llegué a preguntarme si estaría dispuesto a coger con mi tío de forma regular como si fuera un chongo más. Al cabo de unas semanas recibí la respuesta: estaba de novio con una chica y parecía que esta vez iba en serio.
Claramente no volvimos a coger, pero a veces cuando el alcohol nos libera y estamos solos hacemos algún comentario al respecto. Y en alguna que otra ocasión llegué a ligar alguna tocada de culo disimuladamente.
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