Hola:
Hace un tiempo conté cómo fui al campo y un paisano me desvirgó, me hizo su mujercita por primera vez.
Después de eso quedamos en contacto y nos volvimos a encontrar varias veces.
Y últimamente, cuando se anunció la cuarentena, el paisano me llamó porque estaba aburrido y solo en el medio de la nada. Me invitó a pasar la cuarentena con él en el campo. La verdad, esa propuesta era muy tentadora. Dudé al principio pero después acepté y pasamos más de 30 días juntos. Como los dueños del campo son personas de edad, no pueden salir de Capital y no vinieron para nada. Lo que nos dejó mucho tiempo para nosotros, para disfrutar de muy buen sexo y pasarlo bien.
Cuando me llamó para que fuera al campo me encantó la propuesta. Era el primer día de la cuarentena y después pasaría el resto del confinamiento ahí con él. Y así lo hice.
Aunque para salir debería arriesgarme a ir con el auto y esperar que no hubiera controles. Salí súper nervioso, pero al fin no hubo nadie en la ruta más que algunos camiones andando. ¡Qué alivio!
Al fin llegué a la tranquera del campo y el gaucho me estaba esperando con su típica ropa: bombacha de campo, alpargatas, una boina vasca y una camisa con las mangas arremangadas. Su cuerpo fibroso y con músculos marcados debido al trabajo diario seguía tan firme como siempre. Hacía algo de frío, pero este hombre como siempre no sentía el frío. Su cuerpo produce mucho calor y eso se puede tomar en varios sentidos ¡Jejeje!
Ni bien me bajé del auto me dice: ¿Cómo andás? Te extrañé.
Me dio un fuerte abrazo y me metió un beso de lengua que ya adivinaba lo que iba a pasar después.
Su besos tenían un sabor a macho fumador, con un cierto aroma a alcohol, señal de que ya había estado esperándome tomando algo.
Se lo notaba muy felíz, su sonrisa lo delataba y los ojitos le brillaban de manera especial. Ninguna mujer u hombre me miró nunca así de esa manera.
Me dio una pequeña palmada en la cola y dijo: -Pasá, ponete cómodo, dejá tus cosas en la pieza y vamos a tomar algo.
Pasé a la casa, dejé mis cosas y nos sentamos a conversar y tomar un poco de vino tinto patero, para picar tenía unas galletas de campo con cubitos de queso casero hecho por un vasco de un campo vecino.
La conversación no duró mucho. Cada uno o dos minutos se levantaba de su silla para besarme en la boca. Me apretaba fuerte y me besaba con besos fogosos.
Al final no aguantó más y sacó su pija que ya estaba bastante larga y gruesa. Tiene una verga como de 20cm x 4,5cm. Es blanca, bien recta, su cabeza rosadita, poco vello púbico. Toda la piel del paisano es blanca y su cabello casi rubio.
Sacó su verga que colgaba como una manguera y se la metí dentro de mi vaso de vino. La sumergí bien adentro de mi vaso de vino tinto y después empecé a chupársela con ese delicioso sabor. Soltó un fuerte suspiro de placer: ¡AAHhhhh...!!
Paisano: ¡Aahh! ¡¡Hija de puta, te juro que me calentás más que una mujer!!
Tuve muchas mujeres en mi vida pero te juro que ninguna me hizo las cosas que vos me hacés.
Seguí chupando la hermosa y vigorosa verga del paisano, untándola cada tanto con vino tinto para saborear más su dulzura y placer.
Evidentemente le gustaba mucho lo que le hacía porque su pija se puso muuuy dura.
Paisano: -¡AAyyy! ¡Me volvés loco, mamita!
Uno de mis fetiches favoritos son los hombres de campo. Y este paisano estaba todavía vestido totalmente con sus ropas de gaucho. Solamente sobresalía su verga erecta, lo cual me calentaba mucho más.
Fuimos al cuarto y empezó a sacarse la ropa. Yo fui al baño que para mi sorpresa estaba completamente equipado. Usé el agua caliente del bidet y de la pileta para higienizar mi cola por dentro y por fuera como una buena niña pasiva. Y cuando salí, él ya estaba completamente en bolas esperándome con su pija en la mano.
Solamente había una tenue luz de un viejo televisor encendido que iluminaba la habitación de la antigua casa de campo.
Me acosté al lado de mi macho como toda una niña modosita y sumisa, él llevó mi mano hacia su pija que estaba un poco larga y babeante de precum. Comencé a masturbarlo y después a chuparlo.
Paisano: -¡Ohh! ¡Me encanta cuando me pasas la lengua así por la cabeza! No te ofendas pero la chupás mejor que una mujer...
En muy poco tiempo se le puso dura como una roca.
Me di vuelta y como mi cola ya estaba preparada con vaselina líquida, me puse boca abajo para que mi macho me monte.
Se subió arriba mío, yo abrí mi cola con las dos manos y él empezó a penetrarme. Le costó al principio.
Hacía varias semanas que yo no cogía y mi cola se había cerrado. Me fue metiendo de a poco y el dolor me partía al medio.
Yo: -¡Me duele, papi! ¡Me duele, papito!
Paisano: -¡Aguantá! ¡Aguantáaa! ¿No querías saber lo que se siente ser mujer?
Bueno, así se siente...
Also el Paisano: -¡Tenés la cola muy cerrada! ¡Me arde la cabeza con tu cola tan cerrada!
Siguió penetrándome cada vez con más frenesí. Me sacaba la verga y la volvía a meter para su propio placer y para el sufrimiento de mi ojete. Su cuerpo golpeaba contra el mío y sentía sus bolas chocando y marcando su contorno contra mi cola: ¡¡PLAS, PLAS, PLAS...!!
¡Qué manera de coger! Ese hombre es un semental, estaba muy caliente y estaba desquitando su calentura contra mi cola.
¡¡PLAS, PLAS, PLAS..!!
Yo: -¡Cogeme, papi! ¡Vos sos mi macho, cogeme papito!
Paisano: ¡Lo que más me calienta es cuando decís que soy tu macho!
Yo: -¡Sí, papito, vos sos mi macho! ¡¡Vos sos mi rey!! ¡Esta cola es tuya, papi!
En pocos minutos empezó a acabar. Su voz ronca y pastosa jadeaba y suspiraba contra mi espalda y mi cuello: ¡OOhh! ¡Ooohhh! ¡Me acabo, me acabo! ¡¡OOAAAhhhh!!
Había acabado y se quedó quieto por un momento y sin sacárme la pija del culo apenas empezó a moverse volvió a exhalar: ¡¡AY, aayy, aahhhh!
Se sentía perfectamente como la cabeza de su verga palpitaba dentro de mí y seguía largando leche.
Este hombre estaba acabando dos veces al hilo sin sacarla y en menos de 30 segundos entre un polvo y el otro.
Pero no terminó ahí, y con la pija hipersensibilizada apenas empezó a moverse, volvió a acabar otra vez.
Yo no podía creer lo que estaba viviendo. Parecía el polvo más largo del mundo, como un orgasmo tántrico o algo así. Estuvo acabando y sacando leche por algo así como dos minutos.
¡Increíble pero real!
Después de terminar me sacó la pija, un poco blanda y muy larga, chorreando de leche. Y literalmente dijo:
Paisano: -¡Ahh! ¡Acabé como un caballo!
Lo cual me calentó muchísimo, todo esa actitud de macho y esa rudeza del lenguaje del campo me encantó sobremanera.
Se levantó de la cama totalmente desnudo y caminó hacia el baño. Yo veía desde atrás su redondo trasero blanco, y debajo de la cola y entre sus piernas se veía desde atrás como le colgaba su manguera zarandeándose de un lado a otro. Esa visión de mi macho con su pija al aire chorreando leche, vista desde atrás, colgando entre sus piernas y sus bolas calientes, con su frase: "Acabé como un caballo", me súper excitó y me pajeé hasta llenarme el pecho de leche en dos segundos.
Luego de higienizarse volvió del baño y fui yo a darme una ducha rápida para lavarme el pecho y la cola. Esa noche dormimos tipo cucharita los dos desnudos y volvimos a coger como a las tres de la mañana cuando él se despertó con la pija dura, y otra vez más a las ocho de la mañana antes de levantarnos.
Cuando nos levantamos le pregunté para estar seguro de lo que había pasado. Y me contestó que sí, que había acabado tres veces al hilo. Le comenté que eso no era muy común, encontrar a un hombre multiorgásmico. Y me preguntó: ¡¿Qué es eso?!
No le di mucha explicación pero sí me quedé fascinado y muy contento de tener ese tesoro para mi deleite y también el suyo.
Como podrán imaginar pasamos una cuarentena fantástica, súper caliente y también tranquila. Con la tranquilidad del campo, comiendo cosas ricas, algún asado de vez en cuando, con mucho vino y mucho sexo.
Hace un tiempo conté cómo fui al campo y un paisano me desvirgó, me hizo su mujercita por primera vez.
Después de eso quedamos en contacto y nos volvimos a encontrar varias veces.
Y últimamente, cuando se anunció la cuarentena, el paisano me llamó porque estaba aburrido y solo en el medio de la nada. Me invitó a pasar la cuarentena con él en el campo. La verdad, esa propuesta era muy tentadora. Dudé al principio pero después acepté y pasamos más de 30 días juntos. Como los dueños del campo son personas de edad, no pueden salir de Capital y no vinieron para nada. Lo que nos dejó mucho tiempo para nosotros, para disfrutar de muy buen sexo y pasarlo bien.
Cuando me llamó para que fuera al campo me encantó la propuesta. Era el primer día de la cuarentena y después pasaría el resto del confinamiento ahí con él. Y así lo hice.
Aunque para salir debería arriesgarme a ir con el auto y esperar que no hubiera controles. Salí súper nervioso, pero al fin no hubo nadie en la ruta más que algunos camiones andando. ¡Qué alivio!
Al fin llegué a la tranquera del campo y el gaucho me estaba esperando con su típica ropa: bombacha de campo, alpargatas, una boina vasca y una camisa con las mangas arremangadas. Su cuerpo fibroso y con músculos marcados debido al trabajo diario seguía tan firme como siempre. Hacía algo de frío, pero este hombre como siempre no sentía el frío. Su cuerpo produce mucho calor y eso se puede tomar en varios sentidos ¡Jejeje!
Ni bien me bajé del auto me dice: ¿Cómo andás? Te extrañé.
Me dio un fuerte abrazo y me metió un beso de lengua que ya adivinaba lo que iba a pasar después.
Su besos tenían un sabor a macho fumador, con un cierto aroma a alcohol, señal de que ya había estado esperándome tomando algo.
Se lo notaba muy felíz, su sonrisa lo delataba y los ojitos le brillaban de manera especial. Ninguna mujer u hombre me miró nunca así de esa manera.
Me dio una pequeña palmada en la cola y dijo: -Pasá, ponete cómodo, dejá tus cosas en la pieza y vamos a tomar algo.
Pasé a la casa, dejé mis cosas y nos sentamos a conversar y tomar un poco de vino tinto patero, para picar tenía unas galletas de campo con cubitos de queso casero hecho por un vasco de un campo vecino.
La conversación no duró mucho. Cada uno o dos minutos se levantaba de su silla para besarme en la boca. Me apretaba fuerte y me besaba con besos fogosos.
Al final no aguantó más y sacó su pija que ya estaba bastante larga y gruesa. Tiene una verga como de 20cm x 4,5cm. Es blanca, bien recta, su cabeza rosadita, poco vello púbico. Toda la piel del paisano es blanca y su cabello casi rubio.
Sacó su verga que colgaba como una manguera y se la metí dentro de mi vaso de vino. La sumergí bien adentro de mi vaso de vino tinto y después empecé a chupársela con ese delicioso sabor. Soltó un fuerte suspiro de placer: ¡AAHhhhh...!!
Paisano: ¡Aahh! ¡¡Hija de puta, te juro que me calentás más que una mujer!!
Tuve muchas mujeres en mi vida pero te juro que ninguna me hizo las cosas que vos me hacés.
Seguí chupando la hermosa y vigorosa verga del paisano, untándola cada tanto con vino tinto para saborear más su dulzura y placer.
Evidentemente le gustaba mucho lo que le hacía porque su pija se puso muuuy dura.
Paisano: -¡AAyyy! ¡Me volvés loco, mamita!
Uno de mis fetiches favoritos son los hombres de campo. Y este paisano estaba todavía vestido totalmente con sus ropas de gaucho. Solamente sobresalía su verga erecta, lo cual me calentaba mucho más.
Fuimos al cuarto y empezó a sacarse la ropa. Yo fui al baño que para mi sorpresa estaba completamente equipado. Usé el agua caliente del bidet y de la pileta para higienizar mi cola por dentro y por fuera como una buena niña pasiva. Y cuando salí, él ya estaba completamente en bolas esperándome con su pija en la mano.
Solamente había una tenue luz de un viejo televisor encendido que iluminaba la habitación de la antigua casa de campo.
Me acosté al lado de mi macho como toda una niña modosita y sumisa, él llevó mi mano hacia su pija que estaba un poco larga y babeante de precum. Comencé a masturbarlo y después a chuparlo.
Paisano: -¡Ohh! ¡Me encanta cuando me pasas la lengua así por la cabeza! No te ofendas pero la chupás mejor que una mujer...
En muy poco tiempo se le puso dura como una roca.
Me di vuelta y como mi cola ya estaba preparada con vaselina líquida, me puse boca abajo para que mi macho me monte.
Se subió arriba mío, yo abrí mi cola con las dos manos y él empezó a penetrarme. Le costó al principio.
Hacía varias semanas que yo no cogía y mi cola se había cerrado. Me fue metiendo de a poco y el dolor me partía al medio.
Yo: -¡Me duele, papi! ¡Me duele, papito!
Paisano: -¡Aguantá! ¡Aguantáaa! ¿No querías saber lo que se siente ser mujer?
Bueno, así se siente...
Also el Paisano: -¡Tenés la cola muy cerrada! ¡Me arde la cabeza con tu cola tan cerrada!
Siguió penetrándome cada vez con más frenesí. Me sacaba la verga y la volvía a meter para su propio placer y para el sufrimiento de mi ojete. Su cuerpo golpeaba contra el mío y sentía sus bolas chocando y marcando su contorno contra mi cola: ¡¡PLAS, PLAS, PLAS...!!
¡Qué manera de coger! Ese hombre es un semental, estaba muy caliente y estaba desquitando su calentura contra mi cola.
¡¡PLAS, PLAS, PLAS..!!
Yo: -¡Cogeme, papi! ¡Vos sos mi macho, cogeme papito!
Paisano: ¡Lo que más me calienta es cuando decís que soy tu macho!
Yo: -¡Sí, papito, vos sos mi macho! ¡¡Vos sos mi rey!! ¡Esta cola es tuya, papi!
En pocos minutos empezó a acabar. Su voz ronca y pastosa jadeaba y suspiraba contra mi espalda y mi cuello: ¡OOhh! ¡Ooohhh! ¡Me acabo, me acabo! ¡¡OOAAAhhhh!!
Había acabado y se quedó quieto por un momento y sin sacárme la pija del culo apenas empezó a moverse volvió a exhalar: ¡¡AY, aayy, aahhhh!
Se sentía perfectamente como la cabeza de su verga palpitaba dentro de mí y seguía largando leche.
Este hombre estaba acabando dos veces al hilo sin sacarla y en menos de 30 segundos entre un polvo y el otro.
Pero no terminó ahí, y con la pija hipersensibilizada apenas empezó a moverse, volvió a acabar otra vez.
Yo no podía creer lo que estaba viviendo. Parecía el polvo más largo del mundo, como un orgasmo tántrico o algo así. Estuvo acabando y sacando leche por algo así como dos minutos.
¡Increíble pero real!
Después de terminar me sacó la pija, un poco blanda y muy larga, chorreando de leche. Y literalmente dijo:
Paisano: -¡Ahh! ¡Acabé como un caballo!
Lo cual me calentó muchísimo, todo esa actitud de macho y esa rudeza del lenguaje del campo me encantó sobremanera.
Se levantó de la cama totalmente desnudo y caminó hacia el baño. Yo veía desde atrás su redondo trasero blanco, y debajo de la cola y entre sus piernas se veía desde atrás como le colgaba su manguera zarandeándose de un lado a otro. Esa visión de mi macho con su pija al aire chorreando leche, vista desde atrás, colgando entre sus piernas y sus bolas calientes, con su frase: "Acabé como un caballo", me súper excitó y me pajeé hasta llenarme el pecho de leche en dos segundos.
Luego de higienizarse volvió del baño y fui yo a darme una ducha rápida para lavarme el pecho y la cola. Esa noche dormimos tipo cucharita los dos desnudos y volvimos a coger como a las tres de la mañana cuando él se despertó con la pija dura, y otra vez más a las ocho de la mañana antes de levantarnos.
Cuando nos levantamos le pregunté para estar seguro de lo que había pasado. Y me contestó que sí, que había acabado tres veces al hilo. Le comenté que eso no era muy común, encontrar a un hombre multiorgásmico. Y me preguntó: ¡¿Qué es eso?!
No le di mucha explicación pero sí me quedé fascinado y muy contento de tener ese tesoro para mi deleite y también el suyo.
Como podrán imaginar pasamos una cuarentena fantástica, súper caliente y también tranquila. Con la tranquilidad del campo, comiendo cosas ricas, algún asado de vez en cuando, con mucho vino y mucho sexo.
2 comentarios - Cuarentena, encierro y mi novio multiorgásmico