Este relatocuenta una experiencia que me quedó grabada y hasta el día de hoy me generamucho morbo. Ya hacía aproximadamente 6 meses que estaba teniendo sexo con Diego.Lo digo así ya que nunca consideré que fuera mi pareja ni nada, sino más bienéramos amigos explorando nuestras primeras experiencias sexuales.
Pasó pocotiempo desde nuestra primera vez para que comenzáramos a tener sexoregularmente. En lo personal se había convertido casi en una obsesión. Dado queyo casi nunca estaba solo en casa y el si (su padre trabajaba todo el día y sumadre en la tarde), generalmente disponíamos de unas 4 horas en las tardes paravernos. Seguramente influido por mi juventud y por lo bien que pasaba con el,casi que mi único pensamiento era verlo. Íbamos juntos al secundario por lamañana y en general yo cruzaba a su casa después de almorzar (vivíamos casi enfrente).
Un díallegué a su casa y me abre con una sonrisa pícara. Subimos las escaleras de sucasa y fuimos al piso de arriba. Me dijo que había estado pensando en unafantasía que le gustaría cumplir. Inmediatamente me puso a mil. Me encantabacuando venía con ideas. Me gustaba su morbo. Me dijo que le gustaría pasardulce de leche por mi cola, lubricarme con eso para después penetrarme. Yoinstantáneamente le pregunté: “Y tenés dulce de leche?” “Por supuesto” merespondió sonriendo.
Fue hastala cocina y volvió. Me dijo que lo había dejado fuera de la heladera para queno esté muy frío y a su vez esté más resbaloso. Se sentó en la cama y me pidióque me pare de espaldas a el. Yo iba con un short deportivo. Luego de acariciarmis nalgas por encima del short, me lo bajó junto con los calzones quedando miculito frente a su cara. Con mis shorts en los tobillos sentí como se avanzóhasta apoyar su cara en mis nalgas, apretándola con las manos, frotándolamientras su lengua empezaba a humedecer y hacer cosquillas en mi ano. Pegue unpequeño gemido de goce puro. Me encantaba cuando Diego estaba así. Sabía queestaba encendido. Mientras hizo agacharme abrió completamente mis nalgas consus manos y pasaba su lengua desde mis huevos hasta mi ano. Se detenía ahíempujando con su lengua. Yo me volvía loco. Estaba a mil.
En ese momentome acostó en la cama boca abajo abriendo algo mis piernas. Me sentía entregado.Ahí escuché como abría el tarro de dulce de leche. Miré de reojo y vi comometía los dedos sacando una buena cantidad. Vi como su mano bajaba hasta quesentí una sustancia espesa y pegajosa apoyarse sobre mi ano. Apretó su manocontra mi raya y comenzó a esparcirlo por mis nalgas. Esa sensación de teneralgo muy pegoteado en las nalgas me excitaba. Mi verga durísima casi explotabaentre mi panza y el colchón. Diego sacó más dulce y siguió frotando mis nalgasy mi ano. Sentí sus dedos meterse en mi ano llenándolo de dulce. Yo ya nogemía. Gritaba. Era una lujuria total.
En ese momento se baja su pantalón ycalzón sacando esa hermosa verga cabezona que me enloquecía. Imposible no ver esoshuevos divinos que hacían que Diego por momentos fuera un surtidor de semen.Estaba paradísima y venosa. Evidentemente este juego lo había calentado mucho.Sin perder el tiempo se apoyó arriba mío apoyando su verga en mi ano. Mientrasyo yacía boca abajo entregado, el empezaba a jugar y presionar mi culo con suverga. Era lo único que me faltaba para acabar. Ni bien sentí la presión de suverga con el pegajoso dulce de leche sobre mi ano, empecé a gritar mientras acababasobre las sábanas y mi panza. Eso calentó enormemente a Diego quien en unmomento dejó de presionar mi ano con su verga y me dijo “No puedo más…meacabo”.
En eso acercó rápidamente a mi boca su enorme verga llena de dulce deleche a punto de explotar y solo atiné a abrir la boca y recibir lo queviniera. En esa época era habitual que Diego acabara muy rápido, sobretodo enel primer polvo del día. La juventud y las hormonas ayudaban en eso. La primerasensación fue exquisita. Esa verga dura estaba muy caliente y sabía súperdulce. La textura del dulce de leche con su verga parecía perfecta. Luego de masturbarlocon mi boca 2 o 3 veces sentí que su verga comenzaba a dar espasmos. Susgemidos aumentaron en intensidad y un momento después el sabor a dulce de lechese empezó a mezclar con semen mientras sentía que un líquido caliente salía dela verga de Diego llenando mi boca. Mezcla de dulce y salado. Caliente y algofuerte de sabor. Comencé a tragar y tragar. El seguía acabando a un ritmo que hastaparecía estable. Yo intentaba absorber cada chorro que salía y tragarlorápidamente. Parecía que seguiría por siempre y justo cuando me estabaasqueando y por dar una arcada paró y no se movió más. El sabor del dulce deleche se había ido y solo quedaba gusto a esperma. Saqué su verga de mi boca yvi aquel enchastre de fluidos y dulce. Recién ahí me acordé que tenía mi panzallena de mi propio semen.
Pasó pocotiempo desde nuestra primera vez para que comenzáramos a tener sexoregularmente. En lo personal se había convertido casi en una obsesión. Dado queyo casi nunca estaba solo en casa y el si (su padre trabajaba todo el día y sumadre en la tarde), generalmente disponíamos de unas 4 horas en las tardes paravernos. Seguramente influido por mi juventud y por lo bien que pasaba con el,casi que mi único pensamiento era verlo. Íbamos juntos al secundario por lamañana y en general yo cruzaba a su casa después de almorzar (vivíamos casi enfrente).
Un díallegué a su casa y me abre con una sonrisa pícara. Subimos las escaleras de sucasa y fuimos al piso de arriba. Me dijo que había estado pensando en unafantasía que le gustaría cumplir. Inmediatamente me puso a mil. Me encantabacuando venía con ideas. Me gustaba su morbo. Me dijo que le gustaría pasardulce de leche por mi cola, lubricarme con eso para después penetrarme. Yoinstantáneamente le pregunté: “Y tenés dulce de leche?” “Por supuesto” merespondió sonriendo.
Fue hastala cocina y volvió. Me dijo que lo había dejado fuera de la heladera para queno esté muy frío y a su vez esté más resbaloso. Se sentó en la cama y me pidióque me pare de espaldas a el. Yo iba con un short deportivo. Luego de acariciarmis nalgas por encima del short, me lo bajó junto con los calzones quedando miculito frente a su cara. Con mis shorts en los tobillos sentí como se avanzóhasta apoyar su cara en mis nalgas, apretándola con las manos, frotándolamientras su lengua empezaba a humedecer y hacer cosquillas en mi ano. Pegue unpequeño gemido de goce puro. Me encantaba cuando Diego estaba así. Sabía queestaba encendido. Mientras hizo agacharme abrió completamente mis nalgas consus manos y pasaba su lengua desde mis huevos hasta mi ano. Se detenía ahíempujando con su lengua. Yo me volvía loco. Estaba a mil.
En ese momentome acostó en la cama boca abajo abriendo algo mis piernas. Me sentía entregado.Ahí escuché como abría el tarro de dulce de leche. Miré de reojo y vi comometía los dedos sacando una buena cantidad. Vi como su mano bajaba hasta quesentí una sustancia espesa y pegajosa apoyarse sobre mi ano. Apretó su manocontra mi raya y comenzó a esparcirlo por mis nalgas. Esa sensación de teneralgo muy pegoteado en las nalgas me excitaba. Mi verga durísima casi explotabaentre mi panza y el colchón. Diego sacó más dulce y siguió frotando mis nalgasy mi ano. Sentí sus dedos meterse en mi ano llenándolo de dulce. Yo ya nogemía. Gritaba. Era una lujuria total.
En ese momento se baja su pantalón ycalzón sacando esa hermosa verga cabezona que me enloquecía. Imposible no ver esoshuevos divinos que hacían que Diego por momentos fuera un surtidor de semen.Estaba paradísima y venosa. Evidentemente este juego lo había calentado mucho.Sin perder el tiempo se apoyó arriba mío apoyando su verga en mi ano. Mientrasyo yacía boca abajo entregado, el empezaba a jugar y presionar mi culo con suverga. Era lo único que me faltaba para acabar. Ni bien sentí la presión de suverga con el pegajoso dulce de leche sobre mi ano, empecé a gritar mientras acababasobre las sábanas y mi panza. Eso calentó enormemente a Diego quien en unmomento dejó de presionar mi ano con su verga y me dijo “No puedo más…meacabo”.
En eso acercó rápidamente a mi boca su enorme verga llena de dulce deleche a punto de explotar y solo atiné a abrir la boca y recibir lo queviniera. En esa época era habitual que Diego acabara muy rápido, sobretodo enel primer polvo del día. La juventud y las hormonas ayudaban en eso. La primerasensación fue exquisita. Esa verga dura estaba muy caliente y sabía súperdulce. La textura del dulce de leche con su verga parecía perfecta. Luego de masturbarlocon mi boca 2 o 3 veces sentí que su verga comenzaba a dar espasmos. Susgemidos aumentaron en intensidad y un momento después el sabor a dulce de lechese empezó a mezclar con semen mientras sentía que un líquido caliente salía dela verga de Diego llenando mi boca. Mezcla de dulce y salado. Caliente y algofuerte de sabor. Comencé a tragar y tragar. El seguía acabando a un ritmo que hastaparecía estable. Yo intentaba absorber cada chorro que salía y tragarlorápidamente. Parecía que seguiría por siempre y justo cuando me estabaasqueando y por dar una arcada paró y no se movió más. El sabor del dulce deleche se había ido y solo quedaba gusto a esperma. Saqué su verga de mi boca yvi aquel enchastre de fluidos y dulce. Recién ahí me acordé que tenía mi panzallena de mi propio semen.
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