Buenas gente querida. Sorry, pero por desgracia mi post anterior no se subió completo, así que aquí va la continuación de esta historia, que por ciero, ya no es mucho.
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La propuesta de quedarnos era más que nada para evitar mi presencia en la ceremonia. Suponía que el resto de los chacales ya habían llegado a la matanza, incluido Manuel, quien ahora sería, además de mi primo, mi cuñado. No me agradaba el hecho de volver a verlo por algo que me inquietaba, pero más que nada porque había hecho el amor con su hermano ¿Cómo lo tomarían si se enteraran? Me sentía un poco avergonzado y, a la vez, inquieto. Por esa razón, actuaría normalmente, sin levantar sospechas.
Caminamos juntos por el monte, de regreso a la casa, cogidos de la mano como dos tórtolos enamorados. Por suerte salía el sol, no había signos de llover en ese instante, así que el trayecto fue tranquilo, aunque claro, estuvimos a punto de amarnos otra vez en plena naturaleza, pero el tiempo y el miedo al ser descubiertos no nos lo permitieron. De ese modo, llegamos sin prisa a la casa, pues yo no podía darme el lujo de correr, producto del accidente de la noche anterior.
- ¿Quéte pasó mijito, por qué viene patojo? – preguntó preocupada mi tía Adel. Yo ibaa responder, pero Axel me interrumpió.
- Sufrióuna caída cuando regresábamos. Tuve que curarle incluso un raspón que se hizoen la pierna, por eso no volvimos anoche – dijo serenamente mi amante familiar.
- Asíes tía. Si no hubiera sido por los cuidados de su hijo, no sé qué sería de míen estos momentos – dije sin pena.
- Mealegro – dijo mi tía con una mirada de sospecha que sondeaba las vestiduras deAxel, como si supiera que esa ropa que llevaba puesto no era de él y continuódiciendo – ya vengan a sentarse, que el desayuno está listo. Sus tíos yacomieron y me informaron que mis otros hermanos no vendrán, así que haremos laceremonia con quienes estén presentes. Por cierto – añadió – Ángel y Manuel yaestán en camino junto con René, no tardarán en llegar.
Además de eso, nos dijo que al medio día será la ceremonia. El padre del templo tuvo un contratiempo y se aplazó la misa por dos horas más tarde. Así que nos dispusimos a servirnos con tranquilidad los manjares del campo: un jarro de leche de vaca recién ordeñada; chocolate, café y azúcar para darle gusto; una bandeja llena de frutas; queso, huevos y pan (solo faltaba el chorizo y el festín hubiera estado completo). Éramos los únicos en la mesa. Él se sentó delante de mí y ambos sonreíamos cómplices recordando la noche anterior. Terminamos de comer y me llevó presuroso a su dormitorio.
- Aquíes donde vamos a dormir las noches. Espero que sean todas las que nos quedan enla vida – dijo, en tanto que sus manos tocaban mi rostro y sus dedos sedeslizaban por mis labios.
- Primerosalgamos de este evento. Luego pensaremos en nuestro futuro – dije.
- Tienesrazón, disculpa mi egoísmo.
- Notienes por qué pedir disculpas. Yo también estoy ansioso de ti, pero debemosser cautelosos – expliqué y lo besé.
Estuvimos a punto de hacer el amor (otra vez), cuando de pronto tocaron la puerta de su habitación. Era Don Obando, que nos informaba que Ángel (esposo de mi tía) y Manuel (mi primo, hermano de Axel) estaban por llegar. Me puse nervioso, de lo cual Axel se percató. Me rodeó entre sus fuertes brazos y me dijo que nada malo va a pasar. Pero mi preocupación no era la de ver a Manuel, ni mucho menos mi relación amorosa con Axel, sino más bien, el hecho de que ese Manuel que se aproximaba sea alguien conocido. No lo sé, pero por alguna extraña razón tenía ese presentimiento.
Llegaron en una camioneta doble cabina color azul. Mis despreciables tíos, hipócritas y mojigatos se pusieron al frente para saludarlos primero. El esposo de mi tía Adel, Ángel, me saludó con cariño. Me abrazó y me alzó en peso alegando que me parezco mucho a mi padre. Don René siguió de largo saludando a todo el mundo en voz alta y, detrás de él, un muchacho que se acercaba. “Ese es Manuel”, pensé y con alivio de mis preocupaciones, me le acerqué para saludarlo.
- Primo Manuel, cuánto tiempo – lo abracé. El muchacho se sonrojó.
- No mijito, ese es el hijo de René. Dentro del carro está Manuel. Ve a saludarlo – aseguró mi tía.
Esos ocho metros entre la multitud y el carro se me hicieron kilómetros. Me asomé por la ventana del automotor, donde un joven acababa de alzarse una botella de agua. Al verme, escupió con violencia toda el agua que acaba de llevarse a la boca. Nos quedamos mudos, petrificados, temerosos de lo que se avecinaba.
- Mi señor, ¿Qué hace usted aquí? – dijo mientras yo quería morirme…
Abajo les dejo el link de la primera parte. Hasta pronto :D
http://www.poringa.net/posts/gay/3579674/Mi-primo-labriego.html?notification#comment-175069
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La propuesta de quedarnos era más que nada para evitar mi presencia en la ceremonia. Suponía que el resto de los chacales ya habían llegado a la matanza, incluido Manuel, quien ahora sería, además de mi primo, mi cuñado. No me agradaba el hecho de volver a verlo por algo que me inquietaba, pero más que nada porque había hecho el amor con su hermano ¿Cómo lo tomarían si se enteraran? Me sentía un poco avergonzado y, a la vez, inquieto. Por esa razón, actuaría normalmente, sin levantar sospechas.
Caminamos juntos por el monte, de regreso a la casa, cogidos de la mano como dos tórtolos enamorados. Por suerte salía el sol, no había signos de llover en ese instante, así que el trayecto fue tranquilo, aunque claro, estuvimos a punto de amarnos otra vez en plena naturaleza, pero el tiempo y el miedo al ser descubiertos no nos lo permitieron. De ese modo, llegamos sin prisa a la casa, pues yo no podía darme el lujo de correr, producto del accidente de la noche anterior.
- ¿Quéte pasó mijito, por qué viene patojo? – preguntó preocupada mi tía Adel. Yo ibaa responder, pero Axel me interrumpió.
- Sufrióuna caída cuando regresábamos. Tuve que curarle incluso un raspón que se hizoen la pierna, por eso no volvimos anoche – dijo serenamente mi amante familiar.
- Asíes tía. Si no hubiera sido por los cuidados de su hijo, no sé qué sería de míen estos momentos – dije sin pena.
- Mealegro – dijo mi tía con una mirada de sospecha que sondeaba las vestiduras deAxel, como si supiera que esa ropa que llevaba puesto no era de él y continuódiciendo – ya vengan a sentarse, que el desayuno está listo. Sus tíos yacomieron y me informaron que mis otros hermanos no vendrán, así que haremos laceremonia con quienes estén presentes. Por cierto – añadió – Ángel y Manuel yaestán en camino junto con René, no tardarán en llegar.
Además de eso, nos dijo que al medio día será la ceremonia. El padre del templo tuvo un contratiempo y se aplazó la misa por dos horas más tarde. Así que nos dispusimos a servirnos con tranquilidad los manjares del campo: un jarro de leche de vaca recién ordeñada; chocolate, café y azúcar para darle gusto; una bandeja llena de frutas; queso, huevos y pan (solo faltaba el chorizo y el festín hubiera estado completo). Éramos los únicos en la mesa. Él se sentó delante de mí y ambos sonreíamos cómplices recordando la noche anterior. Terminamos de comer y me llevó presuroso a su dormitorio.
- Aquíes donde vamos a dormir las noches. Espero que sean todas las que nos quedan enla vida – dijo, en tanto que sus manos tocaban mi rostro y sus dedos sedeslizaban por mis labios.
- Primerosalgamos de este evento. Luego pensaremos en nuestro futuro – dije.
- Tienesrazón, disculpa mi egoísmo.
- Notienes por qué pedir disculpas. Yo también estoy ansioso de ti, pero debemosser cautelosos – expliqué y lo besé.
Estuvimos a punto de hacer el amor (otra vez), cuando de pronto tocaron la puerta de su habitación. Era Don Obando, que nos informaba que Ángel (esposo de mi tía) y Manuel (mi primo, hermano de Axel) estaban por llegar. Me puse nervioso, de lo cual Axel se percató. Me rodeó entre sus fuertes brazos y me dijo que nada malo va a pasar. Pero mi preocupación no era la de ver a Manuel, ni mucho menos mi relación amorosa con Axel, sino más bien, el hecho de que ese Manuel que se aproximaba sea alguien conocido. No lo sé, pero por alguna extraña razón tenía ese presentimiento.
Llegaron en una camioneta doble cabina color azul. Mis despreciables tíos, hipócritas y mojigatos se pusieron al frente para saludarlos primero. El esposo de mi tía Adel, Ángel, me saludó con cariño. Me abrazó y me alzó en peso alegando que me parezco mucho a mi padre. Don René siguió de largo saludando a todo el mundo en voz alta y, detrás de él, un muchacho que se acercaba. “Ese es Manuel”, pensé y con alivio de mis preocupaciones, me le acerqué para saludarlo.
- Primo Manuel, cuánto tiempo – lo abracé. El muchacho se sonrojó.
- No mijito, ese es el hijo de René. Dentro del carro está Manuel. Ve a saludarlo – aseguró mi tía.
Esos ocho metros entre la multitud y el carro se me hicieron kilómetros. Me asomé por la ventana del automotor, donde un joven acababa de alzarse una botella de agua. Al verme, escupió con violencia toda el agua que acaba de llevarse a la boca. Nos quedamos mudos, petrificados, temerosos de lo que se avecinaba.
- Mi señor, ¿Qué hace usted aquí? – dijo mientras yo quería morirme…
Abajo les dejo el link de la primera parte. Hasta pronto :D
http://www.poringa.net/posts/gay/3579674/Mi-primo-labriego.html?notification#comment-175069
1 comentarios - Mi primo labriego (parte 2)