Hola a todos:
Después de la facu fui a estudiar a la casa de un amigo, pero resulta que éste no estaba. Me atendió su papá y me dijo que Sebas se había ido a ver a la novia pero que en un rato volvía, si quería podía esperarlo...
¡Puff! La noticia no me cayó muy bien porque tuve que viajar más de una hora para ir a casa de este pibe, pero ya que estaba ahí decidí esperar aunque sea unos minutos. Su padre, que llamaremos Juan, me dio conversación y me invitó un vaso de jugo. Decidí aceptar su invitación y fuimos hasta la cocina a buscar el jugo, después fuimos a ver la tele (yo siguiéndolo como un perrito tímido pero ansioso). "¿Sabrá este hombre que me gustan los hombres?" Pensaba yo para mis adentros...
Estuvimos en la sala mirando la tele y, mientras el padre de Sebas me entretenía con su conversación, pasó más de media hora sin darnos cuenta.
Entonces Juan dice: "Parece que este pibe no piensa venir. ¿Te jode si me pego una ducha?, pero no te vayas, quedate cinco minutos más mirando la tele si querés. Si no viene cuando salgo, podés irte".
La verdad es que este hombre me gustaba muchísimo y no tenía ganas de irme. Juan continuó dándome conversación mientras caminaba hasta la habitación, la casa no era muy grande así que caminamos unos pocos pasos, (yo seguía caminando atrás de él como un perrito faldero) y veo que empezó a sacarse la camisa mientras hablaba, después comenzó a sacarse el pantalón y se detuvo cuando vio que yo me daba vuelta en un claro gesto de vergüenza. "No te preocupes" Me dijo, "Entre hombres no hay vergüenza", y siguió quitándose el pantalón. Lo miré de arriba a abajo y me excitó muchísimo verlo en bóxer. Juan es un hombre de unos 47 años bien llevados, un poco peludo en el pecho, buenas piernas que parecían de futbolista, pelo negro con algunas canas, y ojos castaños con unas pestañas bien arqueadas naturalmente. Esas pestañas serían la envidia de cualquier mujer o puto ¡Jaja!
Agarró una toalla y se metió al baño. Mientras yo esperaba, vi que en la pieza había unas ropas usadas. No resistí la tentación y empecé a revolverlas. No tardé mucho en encontrar un bóxer de este señor. Un bóxer azul oscuro que se veía había sido usado hace poco. Me lo llevé a la cara con timidez primero, pero me encantó el aroma y zambullí mi nariz en ellos por un rato largo. Los minutos pasaron y no me di cuenta que Juan había salido de la ducha, estaba detrás de mí mirándome, vestido sólo con una toalla. Yo estaba muy excitado, me imaginaba tener sus bolas y su pija justo en frente de mi cara y chupárselas con ganas y mi pene se puso duro. En eso me doy vuelta y veo que Juan me observaba con cara de libidinoso. Escondí el bóxer detrás de mí, pero ya era tarde. Me puse tan nervioso que transpiré como un litro de agua en menos de un minuto, mi cara y pelo estaban chorreando y mi cara se puso totalmente roja.
Juan se acercó hacia mí y me rodeó con sus brazos, tomó el bóxer que yo tenía en las manos detrás de mí, y preguntó: "¿Te gusta?" Enseñándome el bóxer. "No tengas miedo, no pasa nada. Esto va a quedar entre nosotros..." Y continuó: "Desde que te vi me di cuenta que te gusta los hombres." "Quedate tranquila..."
Acto seguido, me besó en la boca, primero suave y después con más fuerza. Secó la transpiración de mi frente con su mano, y después se quitó la toalla y se quedó en bolas. Me secó la cara y el pelo con la toalla y buscó unas ropas de su ex mujer. No tardó en volver y me alcanzó una tanga de color morado y unas medias. Me abrazó y me volvió a besar. "Ponete ésto", me dijo. Por supuesto, accedí. No era mi primera vez vistiendo ropa interior de mujer, así que me desvestí un poco tímidamente frente a él y me puse la tanguita y las medias de encaje hasta los muslos, ante la mirada atenta de Juan.
"Me encanta como te queda. Sos un putito muy hermoso", me dijo. Me puse en cuatro sobre la cama, ya más desinhibido y levanté bien la cola para que me viera. Juan me apoyó la pija en el culo y lo frotó para arriba y para abajo. Su pija ya estaba dura y me daba chirlos con la mano mientas seguía frotándome con la pija y con sus bolas. Me corrió un poco la tanga hacia el costado y empezó a lamerme el culo. Solté un suspiro de placer.
Me echó un poco de saliva y me metió todo su pene de una vez. Fue muy caliente, muy hermoso, ¡grité como una loca! Y me consoló dándome besos de lengua pero sin sacarme la pija. Comenzó a serruchar ¡y me cogió tan bien!.
"¿Te gusta putita, te gusta?" "Era ésto lo que querías, ¿no?" "¿Te gusta la pija? ¿Es ésto lo que querías, no? Putitahh..."
-¡Sí, me encanta, papi! ¡Cojeme, papito, cojeme!
Después de un rato me desnudé completo y siguió cogiéndome.
Me agarró las dos manos sobre mi espalda como si estuviera maniatado y tirándome hacia atrás me cogió de esa manera. Este hombre era muy romántico y a la vez era muy dominante, me tenía a su merced y eso era lo que más me gustaba, me excitaba muchísimo. Después de unos minutos, sacó la pija, me hizo arrodillar frente a él y empezó a pajearse. Acabó y me llenó la cara de leche. "Chupá, putito, chupala bien."
Obvio que yo se la chupé hasta el fin, hasta que se le empezaba a poner blanda.
Por supuesto, Sebas nunca vino, estaba cogiendo con su novia y ni se acordó que íbamos a estudiar esa noche. No me importó para nada porque yo la había pasado muy bien con su padre.
Nos intercambiamos teléfonos con el padre de Sebas y después de esa noche volvimos a repetir. Las siguientes veces fui preparado usando tanga y corpiño desde mi casa. Siempre me gustaron los hombres maduros y me encantaba ser la putita de Juan cada vez que él lo pidiera.
Todos los nombres son ficticios y cualquier coincidencia con la realidad es pura coincidencia.
Espero que les haya gustado y comenten si es así. Besos...
Después de la facu fui a estudiar a la casa de un amigo, pero resulta que éste no estaba. Me atendió su papá y me dijo que Sebas se había ido a ver a la novia pero que en un rato volvía, si quería podía esperarlo...
¡Puff! La noticia no me cayó muy bien porque tuve que viajar más de una hora para ir a casa de este pibe, pero ya que estaba ahí decidí esperar aunque sea unos minutos. Su padre, que llamaremos Juan, me dio conversación y me invitó un vaso de jugo. Decidí aceptar su invitación y fuimos hasta la cocina a buscar el jugo, después fuimos a ver la tele (yo siguiéndolo como un perrito tímido pero ansioso). "¿Sabrá este hombre que me gustan los hombres?" Pensaba yo para mis adentros...
Estuvimos en la sala mirando la tele y, mientras el padre de Sebas me entretenía con su conversación, pasó más de media hora sin darnos cuenta.
Entonces Juan dice: "Parece que este pibe no piensa venir. ¿Te jode si me pego una ducha?, pero no te vayas, quedate cinco minutos más mirando la tele si querés. Si no viene cuando salgo, podés irte".
La verdad es que este hombre me gustaba muchísimo y no tenía ganas de irme. Juan continuó dándome conversación mientras caminaba hasta la habitación, la casa no era muy grande así que caminamos unos pocos pasos, (yo seguía caminando atrás de él como un perrito faldero) y veo que empezó a sacarse la camisa mientras hablaba, después comenzó a sacarse el pantalón y se detuvo cuando vio que yo me daba vuelta en un claro gesto de vergüenza. "No te preocupes" Me dijo, "Entre hombres no hay vergüenza", y siguió quitándose el pantalón. Lo miré de arriba a abajo y me excitó muchísimo verlo en bóxer. Juan es un hombre de unos 47 años bien llevados, un poco peludo en el pecho, buenas piernas que parecían de futbolista, pelo negro con algunas canas, y ojos castaños con unas pestañas bien arqueadas naturalmente. Esas pestañas serían la envidia de cualquier mujer o puto ¡Jaja!
Agarró una toalla y se metió al baño. Mientras yo esperaba, vi que en la pieza había unas ropas usadas. No resistí la tentación y empecé a revolverlas. No tardé mucho en encontrar un bóxer de este señor. Un bóxer azul oscuro que se veía había sido usado hace poco. Me lo llevé a la cara con timidez primero, pero me encantó el aroma y zambullí mi nariz en ellos por un rato largo. Los minutos pasaron y no me di cuenta que Juan había salido de la ducha, estaba detrás de mí mirándome, vestido sólo con una toalla. Yo estaba muy excitado, me imaginaba tener sus bolas y su pija justo en frente de mi cara y chupárselas con ganas y mi pene se puso duro. En eso me doy vuelta y veo que Juan me observaba con cara de libidinoso. Escondí el bóxer detrás de mí, pero ya era tarde. Me puse tan nervioso que transpiré como un litro de agua en menos de un minuto, mi cara y pelo estaban chorreando y mi cara se puso totalmente roja.
Juan se acercó hacia mí y me rodeó con sus brazos, tomó el bóxer que yo tenía en las manos detrás de mí, y preguntó: "¿Te gusta?" Enseñándome el bóxer. "No tengas miedo, no pasa nada. Esto va a quedar entre nosotros..." Y continuó: "Desde que te vi me di cuenta que te gusta los hombres." "Quedate tranquila..."
Acto seguido, me besó en la boca, primero suave y después con más fuerza. Secó la transpiración de mi frente con su mano, y después se quitó la toalla y se quedó en bolas. Me secó la cara y el pelo con la toalla y buscó unas ropas de su ex mujer. No tardó en volver y me alcanzó una tanga de color morado y unas medias. Me abrazó y me volvió a besar. "Ponete ésto", me dijo. Por supuesto, accedí. No era mi primera vez vistiendo ropa interior de mujer, así que me desvestí un poco tímidamente frente a él y me puse la tanguita y las medias de encaje hasta los muslos, ante la mirada atenta de Juan.
"Me encanta como te queda. Sos un putito muy hermoso", me dijo. Me puse en cuatro sobre la cama, ya más desinhibido y levanté bien la cola para que me viera. Juan me apoyó la pija en el culo y lo frotó para arriba y para abajo. Su pija ya estaba dura y me daba chirlos con la mano mientas seguía frotándome con la pija y con sus bolas. Me corrió un poco la tanga hacia el costado y empezó a lamerme el culo. Solté un suspiro de placer.
Me echó un poco de saliva y me metió todo su pene de una vez. Fue muy caliente, muy hermoso, ¡grité como una loca! Y me consoló dándome besos de lengua pero sin sacarme la pija. Comenzó a serruchar ¡y me cogió tan bien!.
"¿Te gusta putita, te gusta?" "Era ésto lo que querías, ¿no?" "¿Te gusta la pija? ¿Es ésto lo que querías, no? Putitahh..."
-¡Sí, me encanta, papi! ¡Cojeme, papito, cojeme!
Después de un rato me desnudé completo y siguió cogiéndome.
Me agarró las dos manos sobre mi espalda como si estuviera maniatado y tirándome hacia atrás me cogió de esa manera. Este hombre era muy romántico y a la vez era muy dominante, me tenía a su merced y eso era lo que más me gustaba, me excitaba muchísimo. Después de unos minutos, sacó la pija, me hizo arrodillar frente a él y empezó a pajearse. Acabó y me llenó la cara de leche. "Chupá, putito, chupala bien."
Obvio que yo se la chupé hasta el fin, hasta que se le empezaba a poner blanda.
Por supuesto, Sebas nunca vino, estaba cogiendo con su novia y ni se acordó que íbamos a estudiar esa noche. No me importó para nada porque yo la había pasado muy bien con su padre.
Nos intercambiamos teléfonos con el padre de Sebas y después de esa noche volvimos a repetir. Las siguientes veces fui preparado usando tanga y corpiño desde mi casa. Siempre me gustaron los hombres maduros y me encantaba ser la putita de Juan cada vez que él lo pidiera.
Todos los nombres son ficticios y cualquier coincidencia con la realidad es pura coincidencia.
Espero que les haya gustado y comenten si es así. Besos...
2 comentarios - El padre de mi amigo me sorprendió oliendo su ropa interior
Y yo soy maduro pero de 62 y me encantan las putitas bien hembras y producidas
Me hiciste parar la pija amor, Gracias