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Experiencias en la calle - 2da parte (relato gay)

Otro día, otro peso y otro garche.

Primera parte con fotos: http://www.poringa.net/posts/gay/3215937/Experiencias-en-la-calle-relato-gay-1era-parte.html

Pasaron unos meses, estábamos en 2003 ya había cumplido 13 años y mi experiencia con Walter hizo que me fije en otros hombres, veía a los chicos de mi edad con otros ojos, me atraían los hombres mayores, los hombres casados, los trajeados. Conocía las historias de los baños de Once, del cine que estaba en frente de la plaza, de los cyber de esa época que por la noche los chicos se vendían a hombres por algo de plata, nadie vigilaba y los que sabían miraban para otro lado. Me llamaban la atención todos esos lugares pero Walter me había advertido que eran peligrosos para alguien de mi edad.
Una noche me quedé dando vueltas cerca de la estación con dos amigos, vivían en la calle y no tenían padres, les gustaba aspirar poxi pero nunca tenían un peso y estaban con ganas de comprar algo para pasar la noche. Me contaron que a veces le chupaban la pija a hombres a la vuelta de la estación cerca de las vías y que por veinte pesos se dejaban acabar en la boca, que en los baños no se podía porque habían muchos hombres y si se la chupaban a uno se juntaban varios, y que a Marcos ya se lo habían cogido entre cuatro una vez ahí adentro. Si había alguien de seguridad que no se copaba en la onda podía llevárselos a ellos y que por eso preferían no parar por ahí. Pasaban por la puerta de los baños y se paraban cerca, los hombres más despiertos eran los que se acercaban y les proponían algo, solo era sexo oral y no se dejaban coger, porque por lo general los terminaban lastimando, tampoco se iban de la estación con alguien. Una vez uno de los chicos había desaparecido, se fue con un viejo y nunca más lo volvieron a ver, por lo general siempre volvían a las vías. Eran un grupo de nenes que se cuidaban entre ellos. Hijos de la crisis de esos tiempos.
Marcos tenía 12 años, era morocho, flaco, unos ojos bien negros profundos, siempre andaba con una gorra gastada que se la había regalado su viejo, era un lindo villerito y estaba todo marcado, en ese entonces la mayoría éramos nenes flacos y marcados, el trabajo en la calle hacia eso con nuestros cuerpos. Emiliano tenía 10 años y venía de una familia ucraniana que lo abandonó en once, era todo rubio hasta las pestañas, rapado, flaco y el más bajo de los tres, lindo también.

Después de lo que me contaron nos quedamos pidiendo monedas al lado de los molinetes, me generaba mucha curiosidad y morbo saber exactamente qué pasaba en los baños y fui a espiar. Eran las once de la noche y la estación estaba más vacía que en hora pico, cuando entré al baño habían unos tres o cuatro hombres a la vista en los mingitorios, apenas entré todos hicieron como que estaban meando, me lavé las manos y empecé a caminar por los pasillos, los baños de Once son muy amplios, cuando llegué hasta la última puerta sentí un montón de miradas, cada uno de ellos se había dado cuenta de lo que había ido a hacer. En la última puerta habían dos hombres cogiendo, me dio un poco de miedo y salí caminando rápido, todavía era virgen, con Walter habíamos estado varias veces pero nunca me cogió.
Salí de los baños y atrás mío salió uno de los hombres, se me acercó rápido, me agarró del hombro y me preguntó si estaba perdido, le contesté que no, que vivía a la vuelta, miró para todos lados, se agarró el bulto por arriba del jean y me dijo si quería algo de plata, que me podía ayudar con lo que necesite. Inocente le pregunté que tenía que hacer, me pidió que lo acompañe al anden, no dude mucho pensando que haríamos lo mismo que hacía con Walter y el hombre estaba bastante bien, así que me fui con el. Era un hombre de unos 30 o 35 años, blanco, castaño, tenía algo de panza pero buen físico y estaba casado, trabaja en la estación, era mótorman, así que me hizo pasar sin pagar. La estación estaba casi vacía, me llevó a un costado oscuro donde se podía ver la gente pasar, se podían ver los trenes pero nadie nos veía a nosotros. Me apoyó contra una pared, me bajó los pantalones y me chupó la pija todavía sin pararse y empezó a chuparla muy eufórico, cuando se me paró y vio que estaba excitado me dio vuelta y me chupó el culo, estaba vez sí estaba caliente no fue como me pasó con mi padrastro. Me calentó mucho sentir una lengua recorriendo mis nalgas, las mordía suave y las apretaba con las dos manos, cuando me chupó el agujero sentí una calentura muy fuerte que me llegaba desde la pija hasta la cabeza, tenía toda la cara roja y quería sentir una pija adentro, el hombre me chupaba el culo y paraba para respirar, me decía “que lindo orto que tenés pendejo, como lo voy a disfrutar” se bajó los pantalones, se escupió la verga e intento metérmela de una, grité fuerte, realmente me dolió bastante, me agarró las manos y me las puso atrás en la espalda, me tapó la boca y me estampó contra la pared haciendo fuerza para que entre, daba gritos ahogados y cada vez más fuertes, sentí que me estaba partiendo al medio. Cuando empecé a llorar fue cuando paró, me soltó y volvió en sí, me dio vuelta y me miró a la cara, me secó las lágrimas, me dijo que era un pendejito muy lindo pero que no me iba a hacer eso, me hizo agachar y me dijo que se la chupara o que no me iba a pagar, se la chupé llorando hasta que se me pasó el dolor que tenía en el culo. El hombre era muy bruto o estaba muy caliente, me metía la pija hasta el fondo casi sin dejarme respirar, Walter no hacia eso así que era todo nuevo para mi, cuando empezaba a golpear mis manos contra sus piernas me sacaba la verga de la boca y me dejaba respirar, así me tuvo un rato. Sentía como su verga me llenaba toda la garganta, me caían lágrimas de los ojos por la falta de aire, estaba caliente pero dolía, tenía un sabor salado en la boca de presemen y salvia que caían de la comisura de los labios. Cuando estaba por acabar me metió la pija hasta el fondo de la garganta y me cogió la boca hasta acabarme todo adentro, me quise soltar pero me decía “aguantá, bancátela pendejo” mi cara estaba totalmente roja, los ojos me lloraban y sin sacarme la verga de adentro, me dio unos cuantos cachetazos en la cara hasta que la sacó y pude tomar el aire. Obligado me tragué toda su leche, me la había dejado directo en la garganta, se sentía raro y como un mal trago de algo salado que no terminaba de pasar, la sensación me quedó toda esa noche. Se subió los pantalones, me secó la cara con un pañuelo y me dijo que lo hice muy bien, que quería estrenarme el culito, me dejó 50 pesos, que para ese entonces era un montón, y se fue. Tenía la parte de adelante del buzo mojado y manchado con saliva y leche pero no me importó, volví feliz con mis cincuenta pesos.

Esa noche con Marcos y Emiliano comimos unas pizzas en la plaza, los chicos compraron poxi y nos quedamos hasta tarde. Alrededor de las tres de la mañana pasó un señor bastante gordo a buscarlos, les dijo que hoy podían dormir en el hotel, ambos se levantaron del piso y muy drogados se fueron con este señor. Nunca aspiré poxyi no me gustaba, te deja como un zombie y te hace doler la cabeza. Me llamó la curiosidad y los seguí a los tres hasta el hotel, que quedaba a unas cuadras de la plaza, en realidad era una casa tomada, vivían varias familias. Me metí por una de las ventanas que daba a la entrada y busque entre las habitaciones, la mayoría estaban cerradas. Encontré una habitación que tenía la cerradura sin tapar y pude ver a los chicos con el viejo gordo, había una ventana que daba al techo así que fui hasta la terraza para ver mejor. Estaban sentados en una cama cada uno al lado del viejo, lo estaban masturbando mientras Emiliano lo besaba, me calenté mucho y me quedé espiando. Me excitaba mucho ver a los dos tan flaquitos y chiquitos a lado de ese hombre macizo y gordo, vi a mis amigos muy prendidos al viejo, realmente les gustaba a ambos. Mientras uno lo besaba el otro le chupaba la pija, el viejo le tocaba el culo a los dos, le colaba los dedos fácilmente, seguro lo hacían seguido. Emiliano lo dejó de besar y le pidió algo para tomar, lo llamó Don Juan, este se levantó y sacó una botella de vino, la abrió y sirvió para los tres. Después de tomar y estar besándose retomaron el trío, los chicos estaban drogados y borrachos, apenas abrían los ojos. Don Juan los desvistió y los puso boca abajo en la cama, les cacheteó las nalgas un rato sin que ellos se quejaran, gemían bajito, pareciera gustarles. Él se agachó y les chupó el culo a cada uno, les abría las nalgas con las dos manos y metía su cabeza, sacaba y metía sus dedos, les entraba hasta tres dedos. Yo estaba muy caliente, me pajeaba mientras miraba por la ventana. Era muy excitante lo que estaba viendo, Don Juan arrodillado en la cama metiendo dedo con una mano en cada culo. Cuando se cansó de cogerlos con los dedos puso en cuatro a Emiliano que era el más chico, se acomodó bien atrás, le escupió el culo y lo penetró sin mucha mas preparación, Emi solo gemía con los ojos cerrados de lo drogado que estaba, Juan lo agarró de la cintura chiquita que tenía y le daba duro, lo tenía agarrado de los pelos tirando su cabeza hacia atrás mientras lo cogía. Lo tuvo un rato así mientras Marcos en una silla se pajeaba y los miraba, cuando Emiliano no aguantó mas la posición aflojó los brazos, dejó caer la mitad de su cuerpo contra la cama y todavía con el culo para arriba Juan lo tomó de la cintura y empezó a embestirlo mas fuerte, lo seguía disfrutando a Emi. Cuando sacó su pija giró el culo de Emi para el lado de Marcos y le dijo “mira que lindo” tenía el culo muy abierto, se veía un agujero del tamaño de la pija de Juan, y lo invitó a Marcos a seguir. Este se levantó de la silla y se la metió de una sola vez y lo siguió cogiendo. Don Juan se paró en la cama y puso su pija adelante de la cara de Marcos para que se la chupe. Marquitos no duró mucho y le acabó adentro. Emiliano se levantó y se arrodilló en la cama, veía como entre sus piernas caía un chorrito de semen de su cola y ambos le chuparon la pija al viejo, uno de cada lado hasta que Juan acabó chorros de semen en la cara de los dos, le limpió la cara a Emiliano con sus dedos y le metió la leche en la boca, después hizo que le chupara la cara a Marcos para que terminaba de tragarse todo lo que quedaba. Después de la escena que había visto me clavé la mejor paja de mi vida, acabé un montón y me fui rápido sin hacer ruido.

Al día siguiente después de volver de trabajar con Walter los encontré a los dos en la estación, les pregunté sobre el viejo gordo y me contaron que a veces los deja dormir en su casa por algo de plata y que tenían sexo con él, que los invita a comer y a tomar, hay veces que los lleva a casa de sus amigos y les da más plata cuando es así. En ese momento no lo había interpretado bien pero más adelante me di cuenta.
Esa misma noche me quedé con Walter y sus amigos en la plaza, ellos tomaban vino y yo por el momento no había probado alcohol ni me interesaba. No se decía nada pero todos sabían de Walter, de mí, de Don Juan y de mis amigos. Más tarde cayó Don Juan, se sentó en la ronda y al instante me reconoció, me dijo “vos sos el amiguito de Marcos y Emiliano”, Walter lo miró y le dijo “Ojo, viejo” y se rieron. Mientras la noche avanzaba, entre anécdotas, risas y alcohol solo quedaban el viejo gordo, Walter y yo, el viejo me miró toda la noche, sentía que me tocaba con la mirada, cuando ya no había más tema de conversación le dice a Walter “Lindo el pibe ¿A cuanto me lo das?” Walter le dijo que el no hacia eso y el viejo sin dejarlo hablar le comento que podía hacer muy buena plata conmigo, que era lindo pibe, pinta de futbolista y un buen culito, que los chetos pagan bien por eso. Walter se levantó y le dio una cachetada en la nuca a modo de despedida y le dijo “Te dije que yo no hago eso”, se rieron y nos fuimos, mire para atrás y Don juan sonriendo me guiño un ojo.
El viejo ya le había sembrado una idea a Walter.

3 comentarios - Experiencias en la calle - 2da parte (relato gay)

ffll22 +1
tremendo relato como me calento te dejo puntos