Hola a todos:
Gracias por visitar mi post.
La historia que cuento es totalmente real y pasó hace poco.
A modo de presentación les cuento que desde que tengo memoria siempre me gustaron los hombres, pero nunca había tenido la oportunidad de estar con ninguno.
Vivo en una zona urbana pero rodeada de campo, por eso en mi localidad hay varios boliches de los de antes, donde se juntaban los hombres a tomar algo, a jugar al truco o mirar un partido de fútbol. De a poco esos boliches van desapareciendo, pero todavía quedan algunos. Durante mi vida siempre fui gay, pero por las presiones de la sociedad trataba de esconderlo lo más posible, aunque algunos se daban cuenta de mi verdadera orientación. Así que como parte de mi vida masculina, acudía de vez en cuando a esos boliches camperos a tomar un par de cervezas. Una de esas noches mientras conversaba con los parroquianos se me acercó uno en especial. Cerveza va cerveza viene, yo lo miraba: sus ojos, su bulto, su manos fuertes de hombre de campo. Él estaba vestido completamente con ropa tradicional: boina vasca, alpargatas, bombacha de gaucho, camisa y un pañuelo anudado al cuello. Yo trataba de disimular mi putez pero de vez en cuando se me desviaba la mirada hacia algún otro hombre. Seguramente él algo notó. (Voy a llamarlo paisano para no revelar su nombre). Después de un par de horas se hizo un poco tarde y el paisano me dijo:
Paisano: -¿No te ofendés si te digo algo? Vos andás en auto, ¿no?
Yo: -Sí.
Paisano: -¿Me podés alcanzar hasta mi casa? Compro una cerveza más y vamos tomando por el camino.
Yo: -No es una molestia ni es una ofensa.
Paisano: -Bueno, vamos entonces.
Así que, compramos una cerveza más y nos fuimos en mi auto.
Mientras íbamos ya por una calle de tierra, y dándole unos sorbos a la cerveza, el paisano me dijo:
Paisano: -A mí me gusta cogerme a los putitos, me gusta que me chupen la pija y me gusta hacerles el culo.
Yo lo miré pero no decía nada...
Paisano: -Con todo respeto te lo digo.
Yo: -Sí, está bien. No me faltaste el respeto.
Seguramente me habrá visto cómo mi mirada se perdía de vez en cuando en sus ojos, en su pelo castaño casi rubio, y por eso en la oscuridad de la noche se animó a encararme. Le dije:
Yo: -Bueno, está bien, vamos a hacerlo.
Paisano: -¿En serio?
Yo: -Sí.
Paisano: -Podemos ir a mi casa. Yo vivo solo en el campo, ahí nadie nos va a joder. Podemos estar toda la noche, podemos coger tranquilos, nadie nos va a molestar.
Yo: -Bueno, dale. Vamos a hacerlo.
Paisano: -¿En serio, vamos a hacerlo?
Yo: -Sí- Le dije tímidamente. (Como ustedes recuerdan, yo era totalmente virgen, por lo tanto era un poco tímido, por eso conversaba poco, pero estaba decidido).
En ese momento el paisano me abrazó y me metió un beso en la boca que me dejó loco. Me metía lengua y me apretaba contra sí. Me transaba con fuerza mientras me acariciaba el pelo de la nuca atrayéndome hacia su boca. Le dije:
Yo: -Pará que estoy manejando.
Me soltaba un poco y al rato volvía con sus embates, me volvía a transar hasta que le pedía que me soltara un poco por miedo a chocar. Yo nunca había besado a un hombre. Me gustaba lo que él me hacía pero no quería terminar en la banquina.
Llegamos al campo donde él vivía y me hizo pasar. Seguimos tomando la cerveza y me dijo si quería comer un puchero que tenía guardado en la heladera. Le dije que no hacía falta porque ya había comido, que no tenía hambre y le di las gracias. Todo ésto mientras yo le relojeaba el bulto. Me preguntó:
Paisano: -¿Te gusta?- Dijo, mientras abría su bragueta y sacaba su verga.
Paisano: -¿Te gusta?- Repitió. -Es tuya, es toda tuya, podés hacer lo que quieras con ella.
La verga estaba a media máquina. Yo la miraba fascinado y me encantaba. Era grande, mucho más grande de lo que yo esperaba. Este paisano tenía una verga gruesa, como de 6 centímetros de ancho por unos 20 de largo. Me encantaba y la agarré con desesperación. La empecé a chupar y a acariciar mientras el paisano suspiraba de placer. Yo había estado viendo unos videos que explicaban cómo chupar una pija sin lastimar al hombre y dándole placer. Nunca lo había hecho en la realidad, así que traté de acordarme de todos esos concejos para hacerlo lo mejor posible. (Sí, en YouTube hay todo tipo de videos tutoriales, incluso de eso, jajaja).
El paisano me dijo:
Paisano: -Pajeámela, pajeame la verga y vas a ver como se pone bien dura.
Empecé a pajear esa verga hermosa y a él le encantaba. Me dijo:
Paisano: -¿Querés que te acabe en la boca? Te acabo y te tragás toda la lechita.
Yo: -No. Quiero que me hagas la cola y que me acabes adentro.
Paisano: -Y te lo voy a hacer, quedate tranquilo que te lo voy a hacer. Vamos a la pieza y nos acostamos en la cama.
Él empezó a sacarse toda la ropa y la tiró ahí mismo en la cocina. Se quedó en bolas y me llevó para la pieza. Su cuerpo era marcado y musculoso por el trabajo de campo. Las manos recias, la piel de su cuerpo era blanca y suave. Me transaba y me apretaba mientras yo me sacaba la ropa. Sus manos rudas acariciaban todo mi cuerpo y se las llevé hacia mi cola. Me apretó fuerte los cachetes del culo y me empezó a dedear. Yo gemía y me retorcía de excitación. Había soñado toda mi vida con tener sexo con un hombre y ahora se me estaba dando. Cuando escuchó que yo gemía de placer me apretó más fuerte contra su cuerpo y me empezó a dedear con más fuerza. Mi culito estaba desesperado por esas manos de macho, por una verga bien dura. Grité de placer, gritaba como una puta en celo. Podía gritar con toda libertad porque estábamos en el medio del campo y nadie nos podía escuchar, así que dejé salir todas mis fantasías y me liberé para disfrutar como nunca lo había hecho, como siempre soñé. El paisano me dijo:
Paisano: -Mamámela un poco más.
Y yo accedí porque me encantaba esa verga y estaba excitado como nunca en mi vida.
Se la mamé y se la mamé y se la mamé un buen rato. Se la apretaba con fuerza, casi con desesperación. Se la chupaba mientras sentía que esa verga se ponía bien dura dentro de mi boca, apenas me cabía en la boca. Entonces el paisano me dijo:
Paisano: -Mirá como está. Está un poco colorada.
Yo: -Debe ser que te la aprieto muy fuerte.
Paisano: -O puede ser que sean tus dientes.
Yo: -Ah, perdoná. Es que es la primera vez que lo hago.
Paisano: -No, está bien. A mí me gusta igual.- Y me propuso: -¿Querés que te la ponga ahora?
Yo: Sí, me encantaría.
Paisano: -Date vuelta. Ponete boca abajo.
Entonces me di vuelta y trató de ponérmela, pero no entraba. Yo era muy virgen así que estaba bien cerradito. Me echó un poco de saliva y se puso bastante saliva en su verga. Empezó a empujarme la pija gruesa y dura hacia adentro, y al principio sentí un placer enorme. Era como una caricia, una caricia muy placentera. Pero cuando me la metió más adentro me empezó a doler como nunca antes en mi vida. El paisano me empujaba una y otra vez, me penetraba, sentía que me estaba partiendo el ojete. Le dije -Despacito, papi. Me duele papito.- Y aflojó un poco. Pero siguió metiéndomela con fuerza y sentí cómo me cogía sin piedad, me estaba reventando. Mi sueño se estaba haciendo realidad: Un hombre arriba mío, aplastándome contra su cama, cogiéndome y haciéndome suya. Sentía mucho dolor, pero me imaginaba que la primera vez siempre duele. Yo le pedía piedad pero ese macho, ese hombre de campo, ese paisano argentino arremetió contra mí con toda fiereza. Me cogió y yo gritaba como una perra en celo, gritaba de dolor pero también me gustaba. Sentía su cuerpo de macho arriba mío y me sentía flotando entre las nubes. -¡AAYY! ¡AAAYY! ¡AAYY!- Gritaba yo, y el paisano seguía penetrándome con fuerza.
Paisano: -Me acabo-. Dijo. -Voy a acabar.
Yo: -Sí, papito. Acabame, acabame, papito.
Paisano: -¡SÍ, SÍ, SÍ! ¡Ah, AAH, AAAHH...!
Ese hermoso hombre acabó dentro de mí mientras me apretaba con fuerza y clavaba esa verga dura cada vez más adentro. Me la clavaba y gemía cada vez, y tiraba la leche lo más al fondo de mi cuerpo que fuera posible. -¡Aahh, aahh, AAAAHHH...!
Me besaba la espalda, me besaba el cuello, me besó en la boca con besos de lengua mientras se iba relajando... Y yo le dije: -Gracias, papito. Gracias por hacerme feliz-. A lo que él respondió: -No, gracias a vos, mami. Hace mucho que no hacía esto.
Se levantó de arriba mío y se echó en la cama a mi lado, desnudo, un poco agitado, hermoso y tranquilo. Lo acaricié y lo besé en el pecho. Yo acariciaba todo su cuerpo: el pecho, los brazos, las piernas, su verga semi erecta. Estuvimos un rato así y como vio que yo lo seguía mirando y acariciando, me dijo:
Paisano: -Me voy a lavar y me la mamás de vuelta. Si me seguís jodiendo se va a poner dura otra vez.
Yo: -Bueno, me gustaría chuparla un poco más.
Así que esperó unos minutos y fue a lavarse la verga que estuvo en mi cola y se había llenado de leche también. Cuando volvió se echó boca arriba de nuevo en la cama y llevó mi cabeza hacia su pija, yo se la volví a chupar. Me encantaba, todavía me dolía el ojete pero yo quería más.
Y me volvió a coger una vez más, y de nuevo otra vez, y otra vez. Creo que fueron tres o cuatro veces esa noche. Casi no dormimos. Llegamos casi hasta que amaneció y dormimos como una hora hasta las 07:30hs. Nos levantamos y tomamos mate. Me dijo: -Dentro de un rato puede caer el patrón, el dueño del campo.- Le dije: -Sí, yo ya me voy. Voy a tratar de dormir un poco más en mi casa.-
Así que me besó de nuevo y me dijo: -No te olvides de mí.- A lo que yo le respondí: -Nunca me voy a olvidar de vos, porque fuiste el primer hombre, el primero que me dio la felicidad que yo tanto esperaba.
Gracias por leer mi post. Todo lo que dije es cien por ciento real. Me gustó vivirlo y quería compartirlo con todos ustedes.
Las fotos que comparto también son reales. Son de ese hombre que me hizo feliz por primera vez, con la verga medio dormida cuando me había acabado una de las veces que me cogió.
La segunda parte de este post aquí:
http://www.poringa.net/posts/gay/3303087/Me-volvi-a-encontrar-con-el-paisano-que-me-hizo-debutar.html
Gracias por visitar mi post.
La historia que cuento es totalmente real y pasó hace poco.
A modo de presentación les cuento que desde que tengo memoria siempre me gustaron los hombres, pero nunca había tenido la oportunidad de estar con ninguno.
Vivo en una zona urbana pero rodeada de campo, por eso en mi localidad hay varios boliches de los de antes, donde se juntaban los hombres a tomar algo, a jugar al truco o mirar un partido de fútbol. De a poco esos boliches van desapareciendo, pero todavía quedan algunos. Durante mi vida siempre fui gay, pero por las presiones de la sociedad trataba de esconderlo lo más posible, aunque algunos se daban cuenta de mi verdadera orientación. Así que como parte de mi vida masculina, acudía de vez en cuando a esos boliches camperos a tomar un par de cervezas. Una de esas noches mientras conversaba con los parroquianos se me acercó uno en especial. Cerveza va cerveza viene, yo lo miraba: sus ojos, su bulto, su manos fuertes de hombre de campo. Él estaba vestido completamente con ropa tradicional: boina vasca, alpargatas, bombacha de gaucho, camisa y un pañuelo anudado al cuello. Yo trataba de disimular mi putez pero de vez en cuando se me desviaba la mirada hacia algún otro hombre. Seguramente él algo notó. (Voy a llamarlo paisano para no revelar su nombre). Después de un par de horas se hizo un poco tarde y el paisano me dijo:
Paisano: -¿No te ofendés si te digo algo? Vos andás en auto, ¿no?
Yo: -Sí.
Paisano: -¿Me podés alcanzar hasta mi casa? Compro una cerveza más y vamos tomando por el camino.
Yo: -No es una molestia ni es una ofensa.
Paisano: -Bueno, vamos entonces.
Así que, compramos una cerveza más y nos fuimos en mi auto.
Mientras íbamos ya por una calle de tierra, y dándole unos sorbos a la cerveza, el paisano me dijo:
Paisano: -A mí me gusta cogerme a los putitos, me gusta que me chupen la pija y me gusta hacerles el culo.
Yo lo miré pero no decía nada...
Paisano: -Con todo respeto te lo digo.
Yo: -Sí, está bien. No me faltaste el respeto.
Seguramente me habrá visto cómo mi mirada se perdía de vez en cuando en sus ojos, en su pelo castaño casi rubio, y por eso en la oscuridad de la noche se animó a encararme. Le dije:
Yo: -Bueno, está bien, vamos a hacerlo.
Paisano: -¿En serio?
Yo: -Sí.
Paisano: -Podemos ir a mi casa. Yo vivo solo en el campo, ahí nadie nos va a joder. Podemos estar toda la noche, podemos coger tranquilos, nadie nos va a molestar.
Yo: -Bueno, dale. Vamos a hacerlo.
Paisano: -¿En serio, vamos a hacerlo?
Yo: -Sí- Le dije tímidamente. (Como ustedes recuerdan, yo era totalmente virgen, por lo tanto era un poco tímido, por eso conversaba poco, pero estaba decidido).
En ese momento el paisano me abrazó y me metió un beso en la boca que me dejó loco. Me metía lengua y me apretaba contra sí. Me transaba con fuerza mientras me acariciaba el pelo de la nuca atrayéndome hacia su boca. Le dije:
Yo: -Pará que estoy manejando.
Me soltaba un poco y al rato volvía con sus embates, me volvía a transar hasta que le pedía que me soltara un poco por miedo a chocar. Yo nunca había besado a un hombre. Me gustaba lo que él me hacía pero no quería terminar en la banquina.
Llegamos al campo donde él vivía y me hizo pasar. Seguimos tomando la cerveza y me dijo si quería comer un puchero que tenía guardado en la heladera. Le dije que no hacía falta porque ya había comido, que no tenía hambre y le di las gracias. Todo ésto mientras yo le relojeaba el bulto. Me preguntó:
Paisano: -¿Te gusta?- Dijo, mientras abría su bragueta y sacaba su verga.
Paisano: -¿Te gusta?- Repitió. -Es tuya, es toda tuya, podés hacer lo que quieras con ella.
La verga estaba a media máquina. Yo la miraba fascinado y me encantaba. Era grande, mucho más grande de lo que yo esperaba. Este paisano tenía una verga gruesa, como de 6 centímetros de ancho por unos 20 de largo. Me encantaba y la agarré con desesperación. La empecé a chupar y a acariciar mientras el paisano suspiraba de placer. Yo había estado viendo unos videos que explicaban cómo chupar una pija sin lastimar al hombre y dándole placer. Nunca lo había hecho en la realidad, así que traté de acordarme de todos esos concejos para hacerlo lo mejor posible. (Sí, en YouTube hay todo tipo de videos tutoriales, incluso de eso, jajaja).
El paisano me dijo:
Paisano: -Pajeámela, pajeame la verga y vas a ver como se pone bien dura.
Empecé a pajear esa verga hermosa y a él le encantaba. Me dijo:
Paisano: -¿Querés que te acabe en la boca? Te acabo y te tragás toda la lechita.
Yo: -No. Quiero que me hagas la cola y que me acabes adentro.
Paisano: -Y te lo voy a hacer, quedate tranquilo que te lo voy a hacer. Vamos a la pieza y nos acostamos en la cama.
Él empezó a sacarse toda la ropa y la tiró ahí mismo en la cocina. Se quedó en bolas y me llevó para la pieza. Su cuerpo era marcado y musculoso por el trabajo de campo. Las manos recias, la piel de su cuerpo era blanca y suave. Me transaba y me apretaba mientras yo me sacaba la ropa. Sus manos rudas acariciaban todo mi cuerpo y se las llevé hacia mi cola. Me apretó fuerte los cachetes del culo y me empezó a dedear. Yo gemía y me retorcía de excitación. Había soñado toda mi vida con tener sexo con un hombre y ahora se me estaba dando. Cuando escuchó que yo gemía de placer me apretó más fuerte contra su cuerpo y me empezó a dedear con más fuerza. Mi culito estaba desesperado por esas manos de macho, por una verga bien dura. Grité de placer, gritaba como una puta en celo. Podía gritar con toda libertad porque estábamos en el medio del campo y nadie nos podía escuchar, así que dejé salir todas mis fantasías y me liberé para disfrutar como nunca lo había hecho, como siempre soñé. El paisano me dijo:
Paisano: -Mamámela un poco más.
Y yo accedí porque me encantaba esa verga y estaba excitado como nunca en mi vida.
Se la mamé y se la mamé y se la mamé un buen rato. Se la apretaba con fuerza, casi con desesperación. Se la chupaba mientras sentía que esa verga se ponía bien dura dentro de mi boca, apenas me cabía en la boca. Entonces el paisano me dijo:
Paisano: -Mirá como está. Está un poco colorada.
Yo: -Debe ser que te la aprieto muy fuerte.
Paisano: -O puede ser que sean tus dientes.
Yo: -Ah, perdoná. Es que es la primera vez que lo hago.
Paisano: -No, está bien. A mí me gusta igual.- Y me propuso: -¿Querés que te la ponga ahora?
Yo: Sí, me encantaría.
Paisano: -Date vuelta. Ponete boca abajo.
Entonces me di vuelta y trató de ponérmela, pero no entraba. Yo era muy virgen así que estaba bien cerradito. Me echó un poco de saliva y se puso bastante saliva en su verga. Empezó a empujarme la pija gruesa y dura hacia adentro, y al principio sentí un placer enorme. Era como una caricia, una caricia muy placentera. Pero cuando me la metió más adentro me empezó a doler como nunca antes en mi vida. El paisano me empujaba una y otra vez, me penetraba, sentía que me estaba partiendo el ojete. Le dije -Despacito, papi. Me duele papito.- Y aflojó un poco. Pero siguió metiéndomela con fuerza y sentí cómo me cogía sin piedad, me estaba reventando. Mi sueño se estaba haciendo realidad: Un hombre arriba mío, aplastándome contra su cama, cogiéndome y haciéndome suya. Sentía mucho dolor, pero me imaginaba que la primera vez siempre duele. Yo le pedía piedad pero ese macho, ese hombre de campo, ese paisano argentino arremetió contra mí con toda fiereza. Me cogió y yo gritaba como una perra en celo, gritaba de dolor pero también me gustaba. Sentía su cuerpo de macho arriba mío y me sentía flotando entre las nubes. -¡AAYY! ¡AAAYY! ¡AAYY!- Gritaba yo, y el paisano seguía penetrándome con fuerza.
Paisano: -Me acabo-. Dijo. -Voy a acabar.
Yo: -Sí, papito. Acabame, acabame, papito.
Paisano: -¡SÍ, SÍ, SÍ! ¡Ah, AAH, AAAHH...!
Ese hermoso hombre acabó dentro de mí mientras me apretaba con fuerza y clavaba esa verga dura cada vez más adentro. Me la clavaba y gemía cada vez, y tiraba la leche lo más al fondo de mi cuerpo que fuera posible. -¡Aahh, aahh, AAAAHHH...!
Me besaba la espalda, me besaba el cuello, me besó en la boca con besos de lengua mientras se iba relajando... Y yo le dije: -Gracias, papito. Gracias por hacerme feliz-. A lo que él respondió: -No, gracias a vos, mami. Hace mucho que no hacía esto.
Se levantó de arriba mío y se echó en la cama a mi lado, desnudo, un poco agitado, hermoso y tranquilo. Lo acaricié y lo besé en el pecho. Yo acariciaba todo su cuerpo: el pecho, los brazos, las piernas, su verga semi erecta. Estuvimos un rato así y como vio que yo lo seguía mirando y acariciando, me dijo:
Paisano: -Me voy a lavar y me la mamás de vuelta. Si me seguís jodiendo se va a poner dura otra vez.
Yo: -Bueno, me gustaría chuparla un poco más.
Así que esperó unos minutos y fue a lavarse la verga que estuvo en mi cola y se había llenado de leche también. Cuando volvió se echó boca arriba de nuevo en la cama y llevó mi cabeza hacia su pija, yo se la volví a chupar. Me encantaba, todavía me dolía el ojete pero yo quería más.
Y me volvió a coger una vez más, y de nuevo otra vez, y otra vez. Creo que fueron tres o cuatro veces esa noche. Casi no dormimos. Llegamos casi hasta que amaneció y dormimos como una hora hasta las 07:30hs. Nos levantamos y tomamos mate. Me dijo: -Dentro de un rato puede caer el patrón, el dueño del campo.- Le dije: -Sí, yo ya me voy. Voy a tratar de dormir un poco más en mi casa.-
Así que me besó de nuevo y me dijo: -No te olvides de mí.- A lo que yo le respondí: -Nunca me voy a olvidar de vos, porque fuiste el primer hombre, el primero que me dio la felicidad que yo tanto esperaba.
Gracias por leer mi post. Todo lo que dije es cien por ciento real. Me gustó vivirlo y quería compartirlo con todos ustedes.
Las fotos que comparto también son reales. Son de ese hombre que me hizo feliz por primera vez, con la verga medio dormida cuando me había acabado una de las veces que me cogió.
La segunda parte de este post aquí:
http://www.poringa.net/posts/gay/3303087/Me-volvi-a-encontrar-con-el-paisano-que-me-hizo-debutar.html
13 comentarios - Un paisano me hizo debutar y te lo cuento