Estábamos tomando un café en Punta del Este y lo ví pasar. Iba acompañado, tal vez un amigo o pareja ovaya a saber qué.
Indudablemente era Fito, jamás me lo voy a olvidar.
Martín me miró como preguntándome ¿a quién mirás tanto?
Yo tenía 19 años y recién salía de una semi relación con un primo que memarcó mucho en lo afectivo y emocional. Me comportaba como un zombie, iba a la facu, empecé a ayudar en unestudio como para ganar conocimiento y experiencia, pero no salía con nadie.
Tampoco tenía ganas de algo con nadie. Pensaba tontamente serle fiel a una persona que ya no estaba conmigo ypor eso elegí no buscar nada con ningún chico.
Pero, la calentura y las hormonas pudieron más!
Todas las mañanas cuando leía el diario ojeaba el famoso “Rubro 59”, unaserie de clasificados en donde tanto chicas como chicos ofrecían sus serviciosde “Acompañante” (eufemismo por Escort de hoy en día).
Entonces se me ocurrió la idea de visitar a alguno de ellos. Sería algo así como una visita higiénica, sinhistorias de por medio. No te conozco,te pago, te garcho, chau, gracias.
La idea me fue generando cierto morbo, la búsqueda, la selección, laelección y finalmente la anhelada concreción, se hicieron parte de mi calentura. Comencé entonces a leer más detenidamente losavisos de chicos. Todos ofrecían más omenos lo mismo: “Discreción, privacidad, higiene, seguridad y placer asegurados”. Primero seleccioné a aquellos que por lacaracterística telefónica estaban más o menos cerca de la facu. Llamé a algunos y les pedí información. Enseguida me dí cuenta del vocabularioutilizado “Honorarios, Servicios, Activo, Pasivo, Completo, Turno, etc.”
Descarté a los Activos, no pensaba entregar el orto, claramente. Descarté también a los Pasivos Re Nenas, enese momento no me interesaban. La listase redujo considerablemente a los Completos (versátiles) pero que no tuvieran drama de sersolamente Pasivos conmigo.
Así fue como elegí a Fito. Unchico de 24 años, rubio, atlético y educado (no ví foto, obviamente). El pibe se vendió bien, parecía amable ysimpático. Lo llamé como 4 veces antesde decidirme. En la última me dijo quesi no iba a concretar no lo llamara más.
El departamento de Fito estaba a sólo 2 cuadras de la Facu. Arreglamos un horario en que podía ir averlo, la tarifa y el tiempo. Me dijoque cuando estuviera cerca lo llamara y me daría la dirección exacta.
La verdad me temblaban las piernas y sudaba como testigo falso, a pesarde un mes de Mayo bastante frío. Sinembargo estaba decidido a probar. Lollamé, me pasó la dirección y allá me encaminé.
Me recibió muy cordialmente. Fitoera más bajo que yo, tal vez 1.70 más o menos. Rubio, muy lindo de cara. Loprimero que hicimos fue arreglar sus honorarios. Media hora o una hora? Me preguntó. Quedamos en media hora con la posibilidad dealargarla. Le pagué (para sacarnos lapresión del dinero, me dijo). Entoncesme dijo vení.
La verdad yo estaba muy nervioso, medio petrificado, pero me hizo sentirmuy cómodo. Me besó, me fue sacando laropa hasta dejarme desnudo, siempre chapando muy suavemente.
Luego me dijo que me sentara en la cama y él se fue desnudando frente amí. Hay que tener en cuenta que hastaese momento yo sólo había estado en una situación como esa con un solo tipo. La primera impresión fue la naturalidad con quese desnudaba, dejando frente a mí un cuerpo muy bien trabajado, sin exceso demúsculos, pero muy bien. Unas gambashermosas y unas nalgas perfectas. Automáticamente me vino a comer la pija. Ufffff, qué maestro del pete!!! Mientras con una mano me masajeaba los huevos con la otra me pajeaba ycon la lengua me rodeaba la cabeza de la verga magistralmente. Le dije que no quería acabar tan rápido. Me preguntó qué me gustaba. Le dije que quería chuparle el orto. Sin dudarlo se puso en 4 en la cama ofreciéndomesu culito espectacular. Redondo,lampiño, rosadito, con un aroma de recién lavadito, ufffff, un sueño lamerle elhoyito, las bolas y morderle despacito las nalgas.
¿Querés coger? Me preguntó. Sabiamente me puso un forro y le fui acercando la pija al culo. Sin embargo fue él quien de un golpe certerode culo hacia atrás se enterró mi verga. Le fui dando despacio, me dijo “dame duro pendejo” y fui aumentando lasembestidas, se dejó caer en la cama y yo caí sobre él ensartándoloprofundamente. Gemía como si estuvieragozando la mejor de las cogidas y realmente me lo estaba haciendo creer (aunquehubiese sido actuación).
Le dije que iba a acabar y me la pidió toda en el pecho, se dio vuelta,me saqué el forro y le acabé ríos de lechita acumulados. Me acercó a su boca, me apretó y volvimos achapar furiosamente. Él no había acabado,obviamente era un profesional.
Le dije que quería quedarme una hora, así que me invitó a ducharnosjuntos y seguirla. Bajo la ducha nosbesamos cada parte de nuestros cuerpos. Noté que me agarraba insistentemente el culo, apretándomelo, nalgueándome. Uno de sus dedos quiso investigar mi hoyitovirgen, pero le dije “hasta ahí, no más”. Después de duchados y secados, volvimos a la cama. Me dediqué a hacérsela poner dura y chuparlela pija. Me fue indicando cómo debía succionarpara provocar más placer, sin los dientes, colocándola entre la lengua y elpaladar para no lastimarle la chota. Supija era un poco más chica que la mía, pero varias veces me hizo atragantar yhasta producirme arcadas, pero evidentemente lo hice gozar con un rico pete.
Luego me puso boca abajo y sin pedirme permiso, se dedicó a miculo. Tremenda chupada de orto mepegó. Puso un brazo por debajo de mí yel otro brazo me abría los cachetes del culo. El brazo de abajo me levantaba y a la vez me agarraba la pija que usabacomo timón para darle mayor precisión a la chupada de hoyo que me estabadando. En un momento me dijo de cogerme,cosa que negué enfáticamente. No era porfalta de ganas, tenía el orto en llamas, sino porque tuve miedo de que medoliera.
Me dio vuelta, me volvió a calzar un forro y se sentó sobre mipija. Un maestro, un jinete que sabíacabalgar fabulosamente. Cada tanto seagachaba, me agarraba la cara con sus dos manos y me metía la lengua hasta lagarganta. Me decía “pendejo que buenaverga, cogeme todos los días”. Cuando seerguía con la pija clavada en el culo, me masajeaba los huevos o se separabalos cantos para que le entrara mejor. Agarró una de mis manos y dirigió mis dedos a su culo, haciendo que lemetiera dos dedos para dilatarlo más.
Con mi mano libre lo pajeaba vertiginosamente, la intensidad de susgemidos y de sus movimientos me hicieron comprender que estaba por acabar, doso tres chorros de leche cayeron en mi pecho y cuello. Le dije que yo también estaba por acabar, sedio vuelta y me dijo que se la diera en la boca. Cosa que hice en medio de espasmos y un levecalambre de pierna.
Después de unos minutos de descanso, fuimos al baño y nuevamente ducha. Luego nos quedamos charlando de cualquier cosamientras nos vestíamos. Antes de irmenos volvimos a besar y me dijo que volviera cuando quisiera, “pendejo lindo mehiciste acabar” fueron sus palabras a modo de despedida.
Y hoy lo ví pasar, caminaba acompañado, difícil olvidarlo.
Indudablemente era Fito, jamás me lo voy a olvidar.
Martín me miró como preguntándome ¿a quién mirás tanto?
Yo tenía 19 años y recién salía de una semi relación con un primo que memarcó mucho en lo afectivo y emocional. Me comportaba como un zombie, iba a la facu, empecé a ayudar en unestudio como para ganar conocimiento y experiencia, pero no salía con nadie.
Tampoco tenía ganas de algo con nadie. Pensaba tontamente serle fiel a una persona que ya no estaba conmigo ypor eso elegí no buscar nada con ningún chico.
Pero, la calentura y las hormonas pudieron más!
Todas las mañanas cuando leía el diario ojeaba el famoso “Rubro 59”, unaserie de clasificados en donde tanto chicas como chicos ofrecían sus serviciosde “Acompañante” (eufemismo por Escort de hoy en día).
Entonces se me ocurrió la idea de visitar a alguno de ellos. Sería algo así como una visita higiénica, sinhistorias de por medio. No te conozco,te pago, te garcho, chau, gracias.
La idea me fue generando cierto morbo, la búsqueda, la selección, laelección y finalmente la anhelada concreción, se hicieron parte de mi calentura. Comencé entonces a leer más detenidamente losavisos de chicos. Todos ofrecían más omenos lo mismo: “Discreción, privacidad, higiene, seguridad y placer asegurados”. Primero seleccioné a aquellos que por lacaracterística telefónica estaban más o menos cerca de la facu. Llamé a algunos y les pedí información. Enseguida me dí cuenta del vocabularioutilizado “Honorarios, Servicios, Activo, Pasivo, Completo, Turno, etc.”
Descarté a los Activos, no pensaba entregar el orto, claramente. Descarté también a los Pasivos Re Nenas, enese momento no me interesaban. La listase redujo considerablemente a los Completos (versátiles) pero que no tuvieran drama de sersolamente Pasivos conmigo.
Así fue como elegí a Fito. Unchico de 24 años, rubio, atlético y educado (no ví foto, obviamente). El pibe se vendió bien, parecía amable ysimpático. Lo llamé como 4 veces antesde decidirme. En la última me dijo quesi no iba a concretar no lo llamara más.
El departamento de Fito estaba a sólo 2 cuadras de la Facu. Arreglamos un horario en que podía ir averlo, la tarifa y el tiempo. Me dijoque cuando estuviera cerca lo llamara y me daría la dirección exacta.
La verdad me temblaban las piernas y sudaba como testigo falso, a pesarde un mes de Mayo bastante frío. Sinembargo estaba decidido a probar. Lollamé, me pasó la dirección y allá me encaminé.
Me recibió muy cordialmente. Fitoera más bajo que yo, tal vez 1.70 más o menos. Rubio, muy lindo de cara. Loprimero que hicimos fue arreglar sus honorarios. Media hora o una hora? Me preguntó. Quedamos en media hora con la posibilidad dealargarla. Le pagué (para sacarnos lapresión del dinero, me dijo). Entoncesme dijo vení.
La verdad yo estaba muy nervioso, medio petrificado, pero me hizo sentirmuy cómodo. Me besó, me fue sacando laropa hasta dejarme desnudo, siempre chapando muy suavemente.
Luego me dijo que me sentara en la cama y él se fue desnudando frente amí. Hay que tener en cuenta que hastaese momento yo sólo había estado en una situación como esa con un solo tipo. La primera impresión fue la naturalidad con quese desnudaba, dejando frente a mí un cuerpo muy bien trabajado, sin exceso demúsculos, pero muy bien. Unas gambashermosas y unas nalgas perfectas. Automáticamente me vino a comer la pija. Ufffff, qué maestro del pete!!! Mientras con una mano me masajeaba los huevos con la otra me pajeaba ycon la lengua me rodeaba la cabeza de la verga magistralmente. Le dije que no quería acabar tan rápido. Me preguntó qué me gustaba. Le dije que quería chuparle el orto. Sin dudarlo se puso en 4 en la cama ofreciéndomesu culito espectacular. Redondo,lampiño, rosadito, con un aroma de recién lavadito, ufffff, un sueño lamerle elhoyito, las bolas y morderle despacito las nalgas.
¿Querés coger? Me preguntó. Sabiamente me puso un forro y le fui acercando la pija al culo. Sin embargo fue él quien de un golpe certerode culo hacia atrás se enterró mi verga. Le fui dando despacio, me dijo “dame duro pendejo” y fui aumentando lasembestidas, se dejó caer en la cama y yo caí sobre él ensartándoloprofundamente. Gemía como si estuvieragozando la mejor de las cogidas y realmente me lo estaba haciendo creer (aunquehubiese sido actuación).
Le dije que iba a acabar y me la pidió toda en el pecho, se dio vuelta,me saqué el forro y le acabé ríos de lechita acumulados. Me acercó a su boca, me apretó y volvimos achapar furiosamente. Él no había acabado,obviamente era un profesional.
Le dije que quería quedarme una hora, así que me invitó a ducharnosjuntos y seguirla. Bajo la ducha nosbesamos cada parte de nuestros cuerpos. Noté que me agarraba insistentemente el culo, apretándomelo, nalgueándome. Uno de sus dedos quiso investigar mi hoyitovirgen, pero le dije “hasta ahí, no más”. Después de duchados y secados, volvimos a la cama. Me dediqué a hacérsela poner dura y chuparlela pija. Me fue indicando cómo debía succionarpara provocar más placer, sin los dientes, colocándola entre la lengua y elpaladar para no lastimarle la chota. Supija era un poco más chica que la mía, pero varias veces me hizo atragantar yhasta producirme arcadas, pero evidentemente lo hice gozar con un rico pete.
Luego me puso boca abajo y sin pedirme permiso, se dedicó a miculo. Tremenda chupada de orto mepegó. Puso un brazo por debajo de mí yel otro brazo me abría los cachetes del culo. El brazo de abajo me levantaba y a la vez me agarraba la pija que usabacomo timón para darle mayor precisión a la chupada de hoyo que me estabadando. En un momento me dijo de cogerme,cosa que negué enfáticamente. No era porfalta de ganas, tenía el orto en llamas, sino porque tuve miedo de que medoliera.
Me dio vuelta, me volvió a calzar un forro y se sentó sobre mipija. Un maestro, un jinete que sabíacabalgar fabulosamente. Cada tanto seagachaba, me agarraba la cara con sus dos manos y me metía la lengua hasta lagarganta. Me decía “pendejo que buenaverga, cogeme todos los días”. Cuando seerguía con la pija clavada en el culo, me masajeaba los huevos o se separabalos cantos para que le entrara mejor. Agarró una de mis manos y dirigió mis dedos a su culo, haciendo que lemetiera dos dedos para dilatarlo más.
Con mi mano libre lo pajeaba vertiginosamente, la intensidad de susgemidos y de sus movimientos me hicieron comprender que estaba por acabar, doso tres chorros de leche cayeron en mi pecho y cuello. Le dije que yo también estaba por acabar, sedio vuelta y me dijo que se la diera en la boca. Cosa que hice en medio de espasmos y un levecalambre de pierna.
Después de unos minutos de descanso, fuimos al baño y nuevamente ducha. Luego nos quedamos charlando de cualquier cosamientras nos vestíamos. Antes de irmenos volvimos a besar y me dijo que volviera cuando quisiera, “pendejo lindo mehiciste acabar” fueron sus palabras a modo de despedida.
Y hoy lo ví pasar, caminaba acompañado, difícil olvidarlo.
6 comentarios - Fito
Vos más!!!!
Gracias por pasar
y encima por lo visto no es tu único atributo!
🎩 Chapeau!!!!!