Dos socios llevaban la ferretería del barrio adelante, donde la gente compraba desde un clavo hasta membrana para el techo. Yo iba bastante y me quedaba charlando con Antonio, uno de ellos. Emilio, algo mas joven, se encargaba de llevar los pedidos a domicilio, por lo cual salia bastante en la camioneta.
Antonio tenía cerca de 50 años, unos 20 mas que yo. Canoso y de buena contextura física, era, por así decirlo, el galán del barrio.
Una vuelta hablando entra Renata, morocha del barrio que trabajaba en un depto del centro. Tetona (como me gustan) y con un vestido transparente donde pudimos notar que llevaba una tanga diminuta.
Allí Antonio le hace una propuesta de pasar al fondo de la ferretería, ya que él, por el trabajo, no podía ir al depto de Renata. Ella aceptó y Antonio cerró el negocio un poco antes, al mediodía. Afuera el sol quemaba.
Renata pidió hacerlo allí, ya que estaba cerrado.
Allí presencié un porno show entre Antonio y Renata. El, con una pija hermosa y llena de venas. Ella, con su cuerpo hermoso y su concha con un vello prolijo y una cola grande. Yo agarré la tanga de Renata y comencé a olfatearla mientras me pajeaba. Ellos frente a mi, hacían un 69 fantástico.
En medio del sensual espectáculo, llegó Emilio y vio la escena (estábamos algo alejados, en la puerta del depósito) y sin decir nada, se desnudó y su cuerpo transpirado tenía una poronga gruesa. Comenzó a masturbarse y me miró para que lo pajeara. No solo accedí a masajearlo, sino que me puse en pose de putita y le chupé la verga de tan caliente que estaba. Nos tiramos en el suelo y me metió esos dedos gruesos acostumbrados al alambre en mi ojete... Dios mio! Yo notaba que su pene no terminaba de ponerse duro, pero el escuchar los gemidos de los otros dos, hizo que de todas maneras yo pusiera ese pedazo en mi cola y la moviera. Yo me separaba de la tanga de Renata, quien, completamente desnuda, me toco la espalda, reclamándomela. Se la di en el mismo momento que Emilio acababa y Antonio me pasaba la pija llena de leche por la cara. Renata me pide que me levante y ella se arrodilló para chuparle la verga a Emilio. Yo le metí los dedos en la concha mientras que la poronga de Antonio empezaba a endurecerce dentro de mi boca. La mano hábil de Renata me masturbó brevemente hasta que acabé. No aguanté más y me di vuelta para besarla (también con besitos al pene de Emilio) La verga de Antonio se abrió paso en mi ojete mientras la concha de Renata buscaba mi lengua (ella estaba parada, restregándome esa preciosidad en mi cara) y su jugo chorreaba por mi nariz. Emilio acabó un esperma muy abundante, y allí nos dirijimos Renata, Antonio y yo. Repartimos la leche en las tetotas de Renata y luego la chupábamos con Antonio, con quien nos besamos, trenzando nuestras lenguas. Mis manos apretaban suavemente los testículos de Emilio, quien también pidio lamer las tetas de Renata, cubiertas de semen.
Luego Renata pasó a la ducha y fue otro show donde admiramos su cuerpo único mientras nos masturbábamos... lo que llevó a que Antonio y yo, tras la ducha, tuviéramos sexo nuevamente!
Antonio tenía cerca de 50 años, unos 20 mas que yo. Canoso y de buena contextura física, era, por así decirlo, el galán del barrio.
Una vuelta hablando entra Renata, morocha del barrio que trabajaba en un depto del centro. Tetona (como me gustan) y con un vestido transparente donde pudimos notar que llevaba una tanga diminuta.
Allí Antonio le hace una propuesta de pasar al fondo de la ferretería, ya que él, por el trabajo, no podía ir al depto de Renata. Ella aceptó y Antonio cerró el negocio un poco antes, al mediodía. Afuera el sol quemaba.
Renata pidió hacerlo allí, ya que estaba cerrado.
Allí presencié un porno show entre Antonio y Renata. El, con una pija hermosa y llena de venas. Ella, con su cuerpo hermoso y su concha con un vello prolijo y una cola grande. Yo agarré la tanga de Renata y comencé a olfatearla mientras me pajeaba. Ellos frente a mi, hacían un 69 fantástico.
En medio del sensual espectáculo, llegó Emilio y vio la escena (estábamos algo alejados, en la puerta del depósito) y sin decir nada, se desnudó y su cuerpo transpirado tenía una poronga gruesa. Comenzó a masturbarse y me miró para que lo pajeara. No solo accedí a masajearlo, sino que me puse en pose de putita y le chupé la verga de tan caliente que estaba. Nos tiramos en el suelo y me metió esos dedos gruesos acostumbrados al alambre en mi ojete... Dios mio! Yo notaba que su pene no terminaba de ponerse duro, pero el escuchar los gemidos de los otros dos, hizo que de todas maneras yo pusiera ese pedazo en mi cola y la moviera. Yo me separaba de la tanga de Renata, quien, completamente desnuda, me toco la espalda, reclamándomela. Se la di en el mismo momento que Emilio acababa y Antonio me pasaba la pija llena de leche por la cara. Renata me pide que me levante y ella se arrodilló para chuparle la verga a Emilio. Yo le metí los dedos en la concha mientras que la poronga de Antonio empezaba a endurecerce dentro de mi boca. La mano hábil de Renata me masturbó brevemente hasta que acabé. No aguanté más y me di vuelta para besarla (también con besitos al pene de Emilio) La verga de Antonio se abrió paso en mi ojete mientras la concha de Renata buscaba mi lengua (ella estaba parada, restregándome esa preciosidad en mi cara) y su jugo chorreaba por mi nariz. Emilio acabó un esperma muy abundante, y allí nos dirijimos Renata, Antonio y yo. Repartimos la leche en las tetotas de Renata y luego la chupábamos con Antonio, con quien nos besamos, trenzando nuestras lenguas. Mis manos apretaban suavemente los testículos de Emilio, quien también pidio lamer las tetas de Renata, cubiertas de semen.
Luego Renata pasó a la ducha y fue otro show donde admiramos su cuerpo único mientras nos masturbábamos... lo que llevó a que Antonio y yo, tras la ducha, tuviéramos sexo nuevamente!
3 comentarios - La ferretería. (relato)