De las muchas historias que podría relatar, elegí ésta ya que fue una experiencia nueva para nosotros.
Para los que no nos conocen, somos una pareja de chicos, ambos de 26 años. Esto ocurrió el verano del 2015 aquí en Buenos Aires.
Con Martín, mi novio, nos gusta jugar a ser desconocidos y levantarnos en la calle, el juego casi siempre comienza estableciendo una zona de recorrida, el que encuentra al otro primero se acerca, trata de establecer contacto, una mirada, una charla, la invitación a tomar algo y de ahí lo que surja en el momento. Aclaro que en algunas ocasiones nos pasaron cosas realmente extrañas, pero eso vendrá en otro relato.
Lo que voy a relatar ahora tuvo un ingrediente extra. Si bien siempre fui gay, nunca tuve ni tengo la “apariencia” de gay. Voy a trabajar siempre de saco, camisa y corbata, no me gustan los colores llamativos ni tengo maneras afeminadas, no porque no me gusten sino porque no me salen naturalmente.
El juego comenzó como siempre, establecimos un área, en este caso fue la calle Florida, en el centro, lleno de gente, aunque un poco menos concurrida por el verano. Pero en esta oportunidad quise probar ser un putito. Actuar ser un putito ¿se entiende? Jajajaa, para lo cual me puse una bermudita tipo chupín, bien ajustada que me marcaba bien el bulto y el culo, una musculosa blanca entallada y unas zapatillas blancas sin cordones. Me alisé el pelo y por primera vez me puse un toque de rimmel en los ojos. Y para rematar el paquete, una tanga negra que se me metía en la raya del culo.
Como en todos los juegos, ni Martín sabía cómo me vestía yo, ni yo sabía cómo se vestiría él.
Empecé mi recorrida a la altura de la Av. Córdoba. Iba caminando despacio tratando de mover el culo tanto como me era posible, un poco me costaba disimular mi forma habitual de caminar medio chueco, pero me mentalicé en que era un putito y así actué. La tanga perdiéndose en el culo me molestaba un poco, pero a la vez me calentaba el orto.
Me detuve en una casa de instrumentos musicales, mirando la vidriera. La verdad no me interesaban ni las guitarras ni esas cosas, sino mostrar el culo, arqueé un poquito la espalda y levanté la cola, bien de putito. Al instante un señor de unos 55 años se para al lado mío. Me mira de reojo, yo también lo miro. Se me acerca y me dice:
X = ¿Cuánto cobrás putito?
* En circunstancias normales le hubiera bajado los dientes, pero estaba actuando de putito!
Yo = Yo no cobro papu. Esto (palmeándome una nalga) es gratis para quien sepa cómo remarla. Porque si lo querés vas a tener que remarla papu.
X = Tengo una hora y media antes de volver a la oficina, conozco un telo cerca.
Yo = Ayyyyyy papu! Qué poca imaginación para remarla!
X = Dale, putito, no te hagas el difícil.
Yo = Si lo querés (palmeándome otra vez la cola) hay que remarla mucho.
Ahí empecé a caminar hacia Av. Corrientes y el tipo, obvio, detrás de mí. Sabiendo que me seguía me puse más puto aún y movía el culo como una maraca. Imaginar que el chabón me miraba me calentaba enormemente y ni qué hablar de la tira de la tanga que hacía lo suyo en la raya de mi orto.
X = (acercándose) Dale putito, cuánto querés??? No tengo mucho tiempo y quiero concretar ahora.
Yo = Papu, si no estás dispuesto a transpirar, ni me sigas.
Y seguí mi camino rumbo a Av. Corrientes. Me detuve un par de veces mirando cualquier vidriera. El tipo ya no estaba. Martín tampoco aparecía por ningún lado. Mucha gente caminando, trataba de mirar a todos para ver si lo encontraba, pero en vano.
A la altura de Bmé. Mitre opté por emprender el regreso por la vereda contraria. Me metí en un negocio de libros y discos a mirar un poco. Me puse a mirar algunos discos viejos. En eso aparece un chabón, unos 35 años, medio petiso, pelo largo, algo de panza. Me pregunta:
X = ¿Viste algo que te guste?
Yo = No, todavía no, pero estoy buscando algo que me llame la atención.
X = (agarrándose el bulto) Yo creo que tengo algo que te va a gustar. ¿Querés ver? En el fondo hay un depósito y ahí te lo puedo mostrar. Te va a gustar.
Yo = (metiéndome las manos en los bolsillos de la bermuda y sacando cola) No creo papu, no me gustan los discos “viejos”, prefiero los CD “nuevos”. Dí media vuelta y me fui. Alcancé a oir a mis espaldas ¡Puto del orto!
La calle Florida estaba con más gente que antes. Hacía dos horas que estaba caminando y Martín no aparecía. Habíamos quedado en que si no nos encontrábamos, el punto de reunión era el Starbucks de Galerías Pacífico.
Seguí caminando en dirección a Av. Córdoba y por curiosidad me metí en la Galería Jardín. Me senté en uno de los canteros, no como siempre con las gambas abiertas, sino como putito, la pierna derecha sobre la izquierda, bien de señorita.
Muchos pendejos entrando y saliendo. De frente veo venir a uno, tipo mi edad, alto y flaco, camisa blanca, pantalón negro achupinado, zapatos. Marcaba muy buen bulto y cuando pasó a mi lado, un lindo culito redondo. Lo sigo de atrás por las escaleras. El chabón entra en un local y yo me quedo afuera mirándolo. Sale y me mira.
Yo = Disculpame lindo, tenés un pucho?
X = No che, no fumo.
Yo = Ayyyy qué lástima! Tenía ganas de llevarme algo a la boca!
X = No che, me tengo que ir.
En ese momento no pensé qué hubiese pasado si el chabón entraba, jajaja.
Tenía calor, la tira de la tanga me estaba rozando el ano demasiado y quería encontrar a Martín, así que fui directamente a las Galerías Pacífico.
Subo, busco el local y enorme fue mi sorpresa al ver a Martín sentado conversando con otro chabón que estaba parado al lado. En una situación normal, hubiera ido y encarado directamente, pero estaba actuando, así que tomé otro camino.
Me senté de espaldas a Martín y entré a fichar al flaco, unos 22 o 23 años, flaco, castaño claro, lindo de cara. Al notar mi mirada el chaboncito también me miró, lo que hizo que me haga más el puto todavía. Seguía charlando con Martín, pero cada tanto levantaba la vista y me fichaba. Yo me acomodaba el pelo o chupaba la pajita del jugo que había pedido, pero no de forma normal, sino chupando bien la pajita ¿se entiende? Jajaaa
Martín se ve que notó que algo raro pasaba a sus espaldas, se da vuelta y me ve. Actúa como que no me conoce y sigue hablando con el pibe. Mi sensación era de unos celos terribles y de calentura.
Me paré y fui hacia ellos, encaro a Martín y le digo:
Yo = Disculpame ¿me decís la hora?
M = Si, claro, es la hora de terminar el juego.
Yo = Ah, bueno, por fin!! Jajjaa
El chabón no sabía qué cara poner, medio que se dio cuenta de la joda así que saludó y se fue. Martín me contaría después que el pibe se estaba volviendo medio pesado.
Fue una experiencia caliente, volvimos a repetirla pero siendo YO como YO mismo. La tanga me estaba matando! Jajaa
Espero que les haya gustado! Si fue así, comenten!
Para los que no nos conocen, somos una pareja de chicos, ambos de 26 años. Esto ocurrió el verano del 2015 aquí en Buenos Aires.
Con Martín, mi novio, nos gusta jugar a ser desconocidos y levantarnos en la calle, el juego casi siempre comienza estableciendo una zona de recorrida, el que encuentra al otro primero se acerca, trata de establecer contacto, una mirada, una charla, la invitación a tomar algo y de ahí lo que surja en el momento. Aclaro que en algunas ocasiones nos pasaron cosas realmente extrañas, pero eso vendrá en otro relato.
Lo que voy a relatar ahora tuvo un ingrediente extra. Si bien siempre fui gay, nunca tuve ni tengo la “apariencia” de gay. Voy a trabajar siempre de saco, camisa y corbata, no me gustan los colores llamativos ni tengo maneras afeminadas, no porque no me gusten sino porque no me salen naturalmente.
El juego comenzó como siempre, establecimos un área, en este caso fue la calle Florida, en el centro, lleno de gente, aunque un poco menos concurrida por el verano. Pero en esta oportunidad quise probar ser un putito. Actuar ser un putito ¿se entiende? Jajajaa, para lo cual me puse una bermudita tipo chupín, bien ajustada que me marcaba bien el bulto y el culo, una musculosa blanca entallada y unas zapatillas blancas sin cordones. Me alisé el pelo y por primera vez me puse un toque de rimmel en los ojos. Y para rematar el paquete, una tanga negra que se me metía en la raya del culo.
Como en todos los juegos, ni Martín sabía cómo me vestía yo, ni yo sabía cómo se vestiría él.
Empecé mi recorrida a la altura de la Av. Córdoba. Iba caminando despacio tratando de mover el culo tanto como me era posible, un poco me costaba disimular mi forma habitual de caminar medio chueco, pero me mentalicé en que era un putito y así actué. La tanga perdiéndose en el culo me molestaba un poco, pero a la vez me calentaba el orto.
Me detuve en una casa de instrumentos musicales, mirando la vidriera. La verdad no me interesaban ni las guitarras ni esas cosas, sino mostrar el culo, arqueé un poquito la espalda y levanté la cola, bien de putito. Al instante un señor de unos 55 años se para al lado mío. Me mira de reojo, yo también lo miro. Se me acerca y me dice:
X = ¿Cuánto cobrás putito?
* En circunstancias normales le hubiera bajado los dientes, pero estaba actuando de putito!
Yo = Yo no cobro papu. Esto (palmeándome una nalga) es gratis para quien sepa cómo remarla. Porque si lo querés vas a tener que remarla papu.
X = Tengo una hora y media antes de volver a la oficina, conozco un telo cerca.
Yo = Ayyyyyy papu! Qué poca imaginación para remarla!
X = Dale, putito, no te hagas el difícil.
Yo = Si lo querés (palmeándome otra vez la cola) hay que remarla mucho.
Ahí empecé a caminar hacia Av. Corrientes y el tipo, obvio, detrás de mí. Sabiendo que me seguía me puse más puto aún y movía el culo como una maraca. Imaginar que el chabón me miraba me calentaba enormemente y ni qué hablar de la tira de la tanga que hacía lo suyo en la raya de mi orto.
X = (acercándose) Dale putito, cuánto querés??? No tengo mucho tiempo y quiero concretar ahora.
Yo = Papu, si no estás dispuesto a transpirar, ni me sigas.
Y seguí mi camino rumbo a Av. Corrientes. Me detuve un par de veces mirando cualquier vidriera. El tipo ya no estaba. Martín tampoco aparecía por ningún lado. Mucha gente caminando, trataba de mirar a todos para ver si lo encontraba, pero en vano.
A la altura de Bmé. Mitre opté por emprender el regreso por la vereda contraria. Me metí en un negocio de libros y discos a mirar un poco. Me puse a mirar algunos discos viejos. En eso aparece un chabón, unos 35 años, medio petiso, pelo largo, algo de panza. Me pregunta:
X = ¿Viste algo que te guste?
Yo = No, todavía no, pero estoy buscando algo que me llame la atención.
X = (agarrándose el bulto) Yo creo que tengo algo que te va a gustar. ¿Querés ver? En el fondo hay un depósito y ahí te lo puedo mostrar. Te va a gustar.
Yo = (metiéndome las manos en los bolsillos de la bermuda y sacando cola) No creo papu, no me gustan los discos “viejos”, prefiero los CD “nuevos”. Dí media vuelta y me fui. Alcancé a oir a mis espaldas ¡Puto del orto!
La calle Florida estaba con más gente que antes. Hacía dos horas que estaba caminando y Martín no aparecía. Habíamos quedado en que si no nos encontrábamos, el punto de reunión era el Starbucks de Galerías Pacífico.
Seguí caminando en dirección a Av. Córdoba y por curiosidad me metí en la Galería Jardín. Me senté en uno de los canteros, no como siempre con las gambas abiertas, sino como putito, la pierna derecha sobre la izquierda, bien de señorita.
Muchos pendejos entrando y saliendo. De frente veo venir a uno, tipo mi edad, alto y flaco, camisa blanca, pantalón negro achupinado, zapatos. Marcaba muy buen bulto y cuando pasó a mi lado, un lindo culito redondo. Lo sigo de atrás por las escaleras. El chabón entra en un local y yo me quedo afuera mirándolo. Sale y me mira.
Yo = Disculpame lindo, tenés un pucho?
X = No che, no fumo.
Yo = Ayyyy qué lástima! Tenía ganas de llevarme algo a la boca!
X = No che, me tengo que ir.
En ese momento no pensé qué hubiese pasado si el chabón entraba, jajaja.
Tenía calor, la tira de la tanga me estaba rozando el ano demasiado y quería encontrar a Martín, así que fui directamente a las Galerías Pacífico.
Subo, busco el local y enorme fue mi sorpresa al ver a Martín sentado conversando con otro chabón que estaba parado al lado. En una situación normal, hubiera ido y encarado directamente, pero estaba actuando, así que tomé otro camino.
Me senté de espaldas a Martín y entré a fichar al flaco, unos 22 o 23 años, flaco, castaño claro, lindo de cara. Al notar mi mirada el chaboncito también me miró, lo que hizo que me haga más el puto todavía. Seguía charlando con Martín, pero cada tanto levantaba la vista y me fichaba. Yo me acomodaba el pelo o chupaba la pajita del jugo que había pedido, pero no de forma normal, sino chupando bien la pajita ¿se entiende? Jajaaa
Martín se ve que notó que algo raro pasaba a sus espaldas, se da vuelta y me ve. Actúa como que no me conoce y sigue hablando con el pibe. Mi sensación era de unos celos terribles y de calentura.
Me paré y fui hacia ellos, encaro a Martín y le digo:
Yo = Disculpame ¿me decís la hora?
M = Si, claro, es la hora de terminar el juego.
Yo = Ah, bueno, por fin!! Jajjaa
El chabón no sabía qué cara poner, medio que se dio cuenta de la joda así que saludó y se fue. Martín me contaría después que el pibe se estaba volviendo medio pesado.
Fue una experiencia caliente, volvimos a repetirla pero siendo YO como YO mismo. La tanga me estaba matando! Jajaa
Espero que les haya gustado! Si fue así, comenten!
7 comentarios - Relato, experiencia distinta
Y no, no incluimos a nadie!
GENIAL Papuchi
Eso es privado! jejejee
💜 💜
te llego encontrar asi y te pego una violada papito!