—A las doce mañana ahí.
Con esa última indicación me fui un poco más huyendo del edificio. Durante el viaje a casa intenté armar en mi cabeza la secuencia de cómo yo había logrado salir vivo de esa situación de riesgo.
No fue tan difícil:
Le dijo a la mujer que aguardara un momento, me encerró en el baño, y con un par de chamuyos—que claramente indicaban que no era la primera vez que se encontraba en una situación así— llevó a la mujer al dormitorio y la mantuvo ahí ocupada lo suficiente como para poder sacarme y bajar a abrirme con la excusa de que iba a comprar algo para merendar.
Así nos despedimos.
Yo estaba en el bondi ahora, respirando aliviado por el aire acondicionado y por sentír que zafé de quién sabe qué bardo.
Pero necesitaba seguir lo que habíamos empezado.
Me calentó mucho haberlo arreglarse la ropa rápido porque la mujer no tardaba en entrar.
Me calentó muchísimo como la chamuyó.
Ese tipo me podía decir para que vaya a las 3 de la mañana a la casa a cojer y yo iba a ir. Claramente que me podía era poco.
Puse la cabeza en la almohada. La ansiedad me invadía el cuerpo. No me importaba estar en mi cama recostado después de un día bastante revolucionado.
Quería que sean las doce, algo me decía que iba a ser la mejor situación de mi vida.
Y que nunca lo iba a olvidar.
Con esa última indicación me fui un poco más huyendo del edificio. Durante el viaje a casa intenté armar en mi cabeza la secuencia de cómo yo había logrado salir vivo de esa situación de riesgo.
No fue tan difícil:
Le dijo a la mujer que aguardara un momento, me encerró en el baño, y con un par de chamuyos—que claramente indicaban que no era la primera vez que se encontraba en una situación así— llevó a la mujer al dormitorio y la mantuvo ahí ocupada lo suficiente como para poder sacarme y bajar a abrirme con la excusa de que iba a comprar algo para merendar.
Así nos despedimos.
Yo estaba en el bondi ahora, respirando aliviado por el aire acondicionado y por sentír que zafé de quién sabe qué bardo.
Pero necesitaba seguir lo que habíamos empezado.
Me calentó mucho haberlo arreglarse la ropa rápido porque la mujer no tardaba en entrar.
Me calentó muchísimo como la chamuyó.
Ese tipo me podía decir para que vaya a las 3 de la mañana a la casa a cojer y yo iba a ir. Claramente que me podía era poco.
Puse la cabeza en la almohada. La ansiedad me invadía el cuerpo. No me importaba estar en mi cama recostado después de un día bastante revolucionado.
Quería que sean las doce, algo me decía que iba a ser la mejor situación de mi vida.
Y que nunca lo iba a olvidar.
1 comentarios - Adelanto capítulo 09, (capítulo final) Con mi jefe militar