Gozando en el telo con el pendejo del chat

Hace unos meses nos comunicamos por el pendejo por el chat de poringa para cruzar pajas.
De la conversación salió que cuando yo podría, él saldría de vacaciones.

Supuse que interponía una salida elegante, ya que no habíamos cambiado celular y que trataba de patearme con delicadeza, sin embargo, cuando regresó de vacaciones, me vuelve a contactar por el chat...

Quedamos en encontrarnos solo para charlar y ver que pintaba; él 25 años, mientras que yo lo doblaba en años, no lo notaba muy decidido y yo ya estaba con sospechas que solo sería un encuentro para tomas un café, pero no fue así.

El hecho es que nos vimos y nos gustamos al momento. El es morochito, ojos imponentes y boca carnosa con dientes muy blancos, morrudito, pero macizo. Muy simpático, pero reservado.

A unos pocos metros del bar hay un telo; decidimos ir a compartir pajas, petes, franelas, besos y "lo que de" según la calentura que pinte en ese momento (así acordamos). Camino al telo lo noté más decidido, pero le recalqué ¿te gusta que yo sea maduro? ¡Me encantás, contestó y más, los altos como vos.

Entramos a la habitación del telo; yo grandote, el menudito, nos comenzamos a desnudar uno al otro, y ya notamos que nos llevabamos bien. Comenzamos con muy buena franela, que nos dejó muy al palo a los dos; los besos hicieron el resto, así que la teníamos al palo y goteando pre cum.

Decidimos pajearnos mutua y suavemente disfrutando un largo rato; después nos dimos unas larguísimas mamadas que nos hacían estremecer a ambos esas mamadas nos dejaban al borde del estallido. Luego incorporamos para divertimos más franelas, besos, risas y boludeo, como para bajar el límite de explosividad y comenzar de nuevo.

El pendejo no aguantó más y se prendió a mi chota disfrutándola con placer. Me volvía loco, y yo le devolvía la atención peteando esa rica pijita bien sabrosa. Probamos todas las formas posibles y en cada pose gritábamos de placer...

Hasta que le chupé el culito y le metí el dedo. Gemía y temblaba, mientras le caían gotitas del pene, allí me pidió que lo penetrara suavenente y pendejo se relamía de goce, yo casi acabo cuando decidió cabalgarne; se movía lindo el pendejo.

Luego nos masturbamos hasta acabar los dos y cuando nos dimos cuenta habían pasado ¡4 horas de puro placer! Quedamos en repetir; así que estamos esperando el momento.