Gael, la milf y yo: trío Bi post-oficina

Con Gael nos conocimos hace poco en el laburo; yo tengo 24 y él un año menos. Es muy simpático con todo el mundo, sensual, aunque bastante atolondrado. Como les anticipé en mi post anterior, me contó que se está cogiendo a una "milf" casada de 40 años, con un hijo de la misma edad que él (con quien fueron compañeros en la facultad).
Después de lo que vivimos en la fiesta de fin de año de la oficina, el lazo de confianza con Gael creció de manera exponencial y ya casi somos como hermanos (incestuosos jajaja). Nos pasamos teniendo charlas calientes en horario laboral y vivimos al palo. En una de esas charlas me contó que le contó a Andrea, la "milf" en cuestión, sobre la fiesta que compartimos juntos. Me dijo que todo el relato la calentó mal y que ese día cogieron a lo bestia. También me dijo que ella le propuso que me invitase a mí a uno de sus encuentros porque fantaseaba con hacer un trío con ambos. Eso ya me dejó el bulto marcadísimo como aceptando -de una- su propuesta.
La cita no se hizo esperar mucho. Como su marido y su hijo viajarían el fin de semana a pescar, ella estaría sola en una casa quinta por Ezeiza. Obvio que no lo dudamos, cancelamos los planes que cada uno tenía para el sábado y nos fuimos en moto hasta allá, luego de dejar unos papeles en la oficina. Llegamos al mediodía, nos abrió el jardinero, ella estaba en la pileta. El jardinero nos hizo pasar y ella le explicó que éramos compañeros de facultad de su hijo (al toque entendimos que trataba de disimularla ante el empleado), entonces siguió "actuando" y nos explicó que su hijo estaba de viaje con el papá por un torneo de pesca y seguro se había olvidado de avisarnos para cancelar, pero que -ya que habíamos llegado hasta ahí- no había problemas si nos metíamos un rato a la pileta. Le seguimos el juego, claro, y nos tiramos al agua.
Ya dentro del agua (y con el empleado a varios metros subido a un tractorcito para cortar césped) nos avisó que su jardinero se iba en media hora, que disfrutáramos de la pile hasta ese rato. Yo no lo podía creer: íbamos a estar solos con esa tremenda madraza de tetas redondas, toda tostadita por el sol en una flor de quinta con una pileta enorme.
Un rato más tarde ella salió del agua con un pareo y acompañó al jardinero hasta la salida y cerró con llave un portón gigante que cercaba todo un predio bordeado de unos tapiales bien altos. Ya sin riesgo de ser observada por nadie más que nosotros, vino caminando sensualmente hacia la piscina con el pareo húmedo dibujándole las curvas. Vi que Gael ya estaba al palo bajo el agua y yo no tardé nada en seguir ese camino.
Desde un extremo de la piscina ella se zambulló al agua con pareo y todo; nadó directo hacia Gael, para comerle la boca de manera animal. - "¿me presentás a tu amigo?" le pidió. Nos saludamos formalmente primero y eso nos dio gracia a los tres. Nos reímos y aflojamos esa tensión. Ahí nomás ella improvisó un beso entre las tres bocas que fue una gloria. Las ropas nos empezaron a molestar a todos. Ella nos pidió que la desnudásemos ahí en el agua. Muy despacio fuimos sacando el pareo y la bikini que se perdían flotando en el agua bajo el sol radiante. La carpa en nuestras mallas era imposible, pero ella con sus manos maternales hizo emerger cada verga hacia afuera y nos llevó los shorts de baño hacia los pies. Ya estábamos los tres desnudos. Ella con unas tetas hermosas de pezones erectos y marrones, pelo corto con un rubio casi blanco que brillaba bajo ese mediodía, una cola redonda con caderas amplias. La verga peluda, cabezona y negra de mi amigo apuntaba a esa blonda infartante pero, mientras tanto, ya Gael estaba extendiendo su mano para aferrarse al tronco grueso de mi verga. Cada uno de nosotros le comió una teta y ella gemía de placer. Yo también acaricié la verga de mi compañero que ardía.
Andrea nos invitó a ir hacia adentro de la casa. Todo muy lujoso y con buen gusto. Había varias toallas blancas dispuestas para secarnos y entrar a un living hermoso, fresco y cómodo. Ella sentenció pícara "Llegó la hora de la comida. Mamá se las va a servir en bandeja, bebotes" y salió hacia la sala contigua mientras nosotros nos secábamos. Le agradecí a Gael la invitación, él me respondió con un abrazo bien apretado que derivó en una chupada de cuello, tetillas y axilas. Seguíamos muy al palo ambos. Yo también le comí las tetillas pero ahí nomás sentimos la voz de la "mami" que nos llamaba desde la otra sala: "¡Chicos! La mesa está servida ".
Se había acostado desnuda boca arriba sobre una enorme mesa de madera cubierta con un mantel blanco. Sobre su pubis se había acomodado estratégicamente un racimo de uvas blancas, el cual ingresaba con suavidad a su entrepierna. Ella inició el juego arrancando una uva del racimo y llevándola a sus labios para lamerla y comerla. Nosotros empezamos a hacer lo mismo, comíamos alguna y le acercábamos a ella otras. Así fuimos de a poco saboreando las uvas y su pubis que se convirtió en un manjar dulce y jugoso. Ella empezó a gemir cada vez que nuestras lenguas buceaban su entrepierna en busca de una de esas perlas frescas y jugosas. Ya cuando quedaban pocas, su clítoris emergió rosado y caliente. Nuestras lenguas, azucaradas por tanto néctar, se unieron para comerle ese ápice sensorial. Fuimos juntos con tanto frenesí que esas puntas de lengua entremezcladas en su clítoris la hicieron acabar intensamente, con un gemido agudo y un chorro de flujo transparente que se disparó en nuestros rostros. Las pocas uvas que quedaban dentro suyo salieron eyectadas y estallaron en el suelo. Nuestras pijas latían de placer. Así, extasiados, nos confundimos en un nuevo beso en trío.
Cambió de posición en la mesa y se acostó boca arriba pero ya no a lo largo sino a lo ancho de la mesa. su cabeza colgaba y su entrepierna quedaba a la exacta altura de nuestras cinturas. Gael no lo dudó un segundo y, atolondrado como siempre penetró su concha con tal fuerza que casi la hace caer de la mesa. Yo ya estaba justo en la otra punta para atajarla. Nos reímos un poco pero era tal la calentura que Gael se acomodó, penetrándola a un ritmo frenético como un taladro. ella alternaba unos gemidos increíbles con unos tremendos lengüetazos que le metía a mi pija y mis huevos desde esa pose que dejaba mirando hacia abajo. Yo le acariciaba las tetas que se bamboleaban como poseídas.
Ahí fue que Andrea hizo un comentario que autorizó lo que vendría a continuación. "Me da mucha ternura tu pija blanquita y larga. Esa puntita fina que tiene es perfecta para mi colita ¿no te parece?". Yo sonreí. Ahí nomás nos condujo hacia una cama que había en el cuarto, me empujó de espaldas a la cama y, dándome su espalda se hundió con precisión mi pija en su culo largando un suspiro profundo. Gael se acercó a comerle la boca. ella se tiró de espaldas hacia mi pecho. Gael, sin dejar de besarla hundió su pija negra en esa vagina ardiente. Fue hermoso sentir, a través de los pliegues del cuerpo de esta madraza, la verga de su amante penetrándola. Estábamos los tres unidos. Le dábamos máquina con mucho frenesí. En un momento ella corrió su cabeza y nos rogó que nos besáramos. La cara de Gael quedo enfrente de mí, hicimos un esfuerzo que nos apretujó mas a todos pero transamos como nunca mientras nuestras pija estaban unidas en un vaivén musical. Ella, al ver ese beso y sentir ambas vergas acabó nuevamente con un gemido nuevo mojándonos con intensidad las vergas. Ambos acabamos adentro porque no aguantábamos tanto placer.
Nos quedamos entrelazados y durmiendo un buen rato. Al salir y ver el atardecer y esa pileta recordé aquella orgía veraniega que les conté hace tiempo. Se los conté a Gael y Andrea con un poco menos de detalles y ella sentenció que le encantaría armar algo así en esa quinta. Ahora sólo nos queda encontrar el momento oportuno.