Acostado en la cama del hotel, después de la cojida y media que me había dado aquel negro dotado, me quedé pensando en lo que me había dicho cuando me sacó la foto “ésta la podés poner en aquella página y vas a tener una fila acá fuera de locos esperando turno pa’ cojerte”.
Yo me clavaba el pepino grande que traía, todo engrasado con vaselina, una y otra vez tratando de terminar rápido para cortar con aquella fantasía. “Tan puta no soy…” pensaba… mientras pajeaba mi pijita toda engrasada y me encajaba aquel pepino viendo las medias negras que traía y me acordaba de la cojida y media que me había dado aquel negro dotado. “¿O no…? sí soy bien puta ¿verdad? Y… obvio.” Así que puse las fotos que me había sacado y escribí como título “Cojeme con tu verga gruesa” y luego pensando que quizás el negro que me sacó la foto iba a estar fijándose en esa página por si ponía yo un anuncio o no, decidí escribir algo que quizás él tomaría como un alago: “Me hacés sentir como la marica que fui destinada a ser. Me encanta cuando me das bien duro por el culo haciéndome gemir como puta y casi rompés la cama. Mi conchita de nene nunca se cansa de apretarte la verga mientras me la estiras y me la encajas hasta los huevos. ¡Muchísimas gracias!”
Me empezaron a llegar contestaciones casi enseguida. A todos yo les decía que me mandaran una foto y a los que me gustaban les enviaba el nombre del hotel prometiendo darles el número de cuarto cuando ya estaban afuera.
Primero llegó un señor mayor, blanco, todo tímido y asustado. Parecía contador o algo por el estilo. Le pregunté si se animaba a formar un trío con otro que estaba por llegar, y se asustó más, pobre. Así que le mamé la verga un poco y luego me pidió que me diera vuelta para hacerse la paja mientras me miraba y me tocaba el culo. En menos de dos minutos ya había largado dos o tres chorros calientes y después se fue enseguida.
Le mandé el número de cuarto al otro que había llegado, y cuando abrí la puerta sólo vi su torso. ¡Era super-alto! Por poco tuvo que agachar la cabeza para pasar por la puerta, y era bien negro también. Viéndome como andaba vestida me dijo “a vos sí te voy a coger bien cogida” con una voz de macho bien profunda.
Yo me fui a sentar en el borde de la cama, y el vino y parándose en frente de mí, abrió el cierre del pantalón y sacó una pija enorme. Era casi del mismo grosor que la del negro que me había dado hace rato, o sea, un grosor que me ocasionó un poco de dolor de mandíbula por tener que abrir la boca tanto para chuparla. Me hizo gemir “ay sí… ésta es la verga que me hacía falta”. Se la chupé como profesional. Aun así no pude tragármela entera. Por más que intentaba no pude estirar mi garganta lo suficiente para que entrara los últimos centímetros. Quizás la traía un poco inflamada por tanta morcilla que me había tragado hace rato, o quizás éste la traía un poquito más gruesa… de que era más larga sin duda lo era… pero yo quería dejarlo tan impresionado como para hacerlo querer cojerme a diario.
“¿Alguna vez habías tenido una verga tan grande como ésta?” me preguntó mientras se acostó boca arriba en la cama.
Dudé un segundo pensando en mentirle y hacerme la inocente… “y sí…” le dije acordándome que me queda mejor el papel de puta. “Varias veces. La mayoría fueron negras pero he visto vergas blancas de este tamaño también.”
“A… así que sabés qué hacer entonces…”
Estando en cuatro le arrimé mi culito mientras agaché la cabeza para seguir haciéndole un buen felatio. De vez en cuando tocía por querer tragármela toda, y hasta me salieron varias lágrimas. Él mientras tanto me daba chirlos y me acariciaba el culo. Cuando sentí que trataba de embestirme con uno de sus dedos descomunalmente grandes, me quité la bombacha que traía y le arrimé la vaselina. Pronto me estaba enterrando un par de dedos lubricados, cosa que me hacía gemir y hacía que le mamara la verga con más ganas todavía. Pronto sacó un forro y mientras se lo ponía, le hice el comentario de que me sorprendía que hubieran forros suficientemente grandes como para una verga así. “Si me pusiera uno de esos en mi pijita se caería enseguida.” le dije con voz de putita.
Viendo que ya se había puesto el forro, me lo monté apuntando la punta de su morcilla a la entrada de mi culito y me la metí hasta el fondo. “¡Ay sí, qué rico!” gemí mientras empecé a cabalgarlo frenéticamente. Al rato me agarro de la cintura y después de darme unas tremendas embestidas y jalarme hacia él para cojerme todavía más duro, me dijo “levantate que ahora te voy a dar yo a vos. Y pasame tu celular que lo voy a grabar. Luego lo borrás si querés.”
Le pasé mi celular por no empezar a discutir, y me arrimé al borde de la cama ofreciéndole mi culito. Tuve que juntar las piernas para quedar a una altura apropiada para él, y me encajó la mitad de la pija en lo que buscaba el modo de grabar con mi celular. Como que tardó tanto que yo ya me estaba imaginando que él andaba sacando imágenes y video a su gusto y enviándolo a quien sabe donde, cosa que me provocaba mucho morbo a la vez. Y yo ahí en cuatro con media verga encajada y en esperas… Por fin encontró la manera de prender el flash y lo colocó debajo de mi culito y pijita. Luego cuando miré el video, sí se ve como me penetra con su tremenda morcilla, pero enseguida cayó una gota de sudor arriba del lente, y ya no se miraba bien. En un momento de paranoia lo borré… pero sí. ¡Qué cojida! Me dio tan duro y me sentía tan sumisa en las manos de un hombre tan enorme…
Mientras me taladraba me preguntaba si iba a dejar que me cojiera cuando se le antojaba. “Sí papi, cuando quieras.” le decía yo.
“¿Vas a ser mi putita maricona?” me preguntaba mientras me daba bien duro y caían sus gotas de sudor sobre mí como una lluvia.
“Sí papi. Soy tu putita maricona. Tu puta blanca. Cuando quieras podés culearme con tu enorme pene negro que me encanta. Me encanta cómo se siente. No tenés ni idea lo mucho que me hace gozar.” Yo hasta engarruñaba los dedos de los pies mientras me hacía suya… cojiéndome a su gusto.
En una de esas sacó su verga de mi culo y me dijo “Ven. Chupala un poquito más.” Dudé unos segundos ya que me la acababa de sacar, pero al mirarla no tenía ninguna suciedad aparente… me acerqué y la olí… casi no apestaba… pero aun así dudé. Pensé en decirle “No es algo que acostumbro hacer”, pero en eso me agarró de la cabeza con una mano, desde arriba (su mano era tan grande que mi cabeza cabía fácilmente en ella) y me arrimó de una manera que lo único que pude hacer fue abrir la boca para que entrara esa morcillota. No sabía tan mal… hmmm… ya me estaba gustando. Se la chupe bien chupada con todo el morbo de que me había casi forzado.
Unos diez minutos después, ya sentí que había llegado el momento de bancarme otra cojida de ese gigante. Me dio vuelta agarrándome de la pijita y tirando fuertemente por entre mis piernas hacia atrás (como perra tirada de la colita) para colocarme tal cual él quería. Nadie me había hecho eso antes pero no pude ni quejarme porque a pesar del dolorcito que me causó, tuve que moverme rápido para que no me doliera más, y enseguida ya me había penetrado otra vez y yo pronto andaba jadeando y gozando como perra en celo.
Puso un video en mi celular, y luego lo colocó en frente de mi cara mientras yo seguía en cuatro y él, dándome a su gusto. El video era de un negro grandote como él cojiéndose a una pequeña trava rubia como yo… bueno. Me faltaban las tetas… pero así me sentía. El sudor seguía cayendo sobre mis nalgas y mi espalda, y después de buen rato, sacó la verga, y se sacó el forro y empezó a pajearse. Mientras lo hacía, saqué la lengua y empecé a lamberle la punta del pene. Acabó rugiendo, embarrándome media cara.
Mientras él se duchaba y se vestía, yo me puse a revisar el celular por si acaso ya había otro esperando afuera. Y sí… un muchacho blanco… esperé hasta que el negro ya se había ido… bueno, primero le pregunté su nombre y prometimos volver a vernos algún día… y cuando se había ido, le di el número de cuarto al otro y enseguida pasó.
Él también se veía nervioso. Era obvio que venía del trabajo… y que trabajaba en la construcción. “Esta es mi primera vez haciendo algo así.”
Pensé en decirle que para mí también era mi primera vez a pesar de que quizás había visto a ese gigante negro salir de mi cuarto hace unos minutos y si se fijaba de cerca podría ver los restos de las acabadas anteriores que todavía no se habían secado. “No te preocupés.” le dije. “Acostate aquí en la cama y relájate.”
Le desbroché el pantalón y saqué una buena pija que ya estaba bien dura. Claro, después de los negros que me habían tocado, ésta no me iba a causar ningún problema. Se la chupe un ratito y dándome vuelta le pregunté “¿Querés cojerme?”
“Sí” me dijo, y así no más me la clavé hasta el fondo y empecé un lento sube y baja y poco a poco fui aumentando la velocidad.
“Sólo te pido que no acabes dentro por favor”
“OK” me respondió y en menos de cinco minutos ya la había sacado y disparado varios chorros que me cayeron en toda la espalda.
Cuando él se había ido, volví a agarrar el pepino y mirando las fotos y video y encajándomelo bien duro por fin tuve un buen orgasmo que produjo casi lo triple de lo que acostumbro acabar. Después borre algunas fotos y el video, y casi borré el anuncio que había puesto en aquella página de internet, pero luego pensé “mejor la dejo a ver si agarro otro contacto para otro día.” Y sí… qué buena idea. Después les cuento.
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