OSCAR
Durante mi vida he trabajado en distintas fábricas y en todas ellas he encontrado la particularidad de algunos hombres a los que les gusta permanecer desnudos por mucho tiempo. Yo los llamo nudistas que no se han dado cuenta que son nudistas.
Son hombres heterosexuales, casados y con hijos que gustan de andar desnudos y a veces cumplen con sus ansias de estar como Dios los trajo al mundo, y lo hacen en los vestuarios del trabajo o del gym.
Uno de estos hombres era un tal Oscar.
Oscar es un hombre de pelo castaño claro, piel algo blanca en las partes donde no da el sol, y bronceado donde sí le daba el sol, como por ejemplo su cara, la parte superior de la espalda, los brazos y la parte inferior de las piernas. Tiene unos 40 años, ojos color café y una hermosa sonrisa varonil.
No es muy velludo. Tiene un cuerpo regular, delgado, un buen culo bien formado y una verga y bolas bastante apetecibles. Su pija está circuncidada desde que era chico, según dijo, para quitar el prepucio que estaba muy apretado.
Contaba Oscar que no le molesta estar desnudo frente a otros hombres porque le enseñaron en casa y en la Colimba que todos somos iguales: todos tenemos dos bolas, una pija y todo eso...
Por mí estaba más que bien que anduviera desnudo todo el tiempo que quisiera. Y él así lo hacía. Se pasaba quizás una hora en bolas mientras los demás se vestían, este muchacho se bañaba y se secaba en el vestuario con toda la tranquilidad del mundo. Tomaba mate desnudo y se exhibía sin tapujos.
También le gustaba preguntar : -¿Estoy bastante bien, o no?-
-Claro.- Decía yo.
Aunque los otros le comentaban con bromas y risotadas.
Por supuesto, los demás hétero estaban en sus asuntos y no se fijaban mucho en Oscar, pero yo sí. Me encantaba y disfrutaba mucho ver su cuerpo desnudo.
ELÍAS
En otra fábrica donde trabajé encontré a otro señor que gustaba de quedarse desnudo todo el tiempo que pudiera.
Al contrario de lo que algunos pueden pensar, no lo hacía para atraer a otros hombres o para provocar, si no sólo por el gusto de quitarse la ropa, como si la ropa fuera una molestia.
Estos hombre heterosexuales sienten toda la confianza de estar entre sus pares y se muestran en toda su plenitud sin la más mínima vergüenza. Este muchacho se llamaba Elías. Tenía un cuerpo promedio, se afeitaba toda su zona genital y le quedaba muy bien.
En esas épocas era verano así que el calor permitía un mayor despliegue de su desnudez.
Comentaba Elías que en su casa tenía la costumbre de bañarse en la ducha del patio. Luego se secaba al aire libre, solamente con el viento y el calor del sol. Ese momento de desnudez duraba entre media hora y una hora más o menos. Y se sentía seguro porque el patio de su casa estaba rodeado de una cerco de ligustrina de una altura de casi dos metros.
Aunque contaba que algunas partes ralas dejaban entrever lo que pasaba en el patio de al lado. Una vecina espiaba a Elías mientras éste se bañaba en bolas en el patio. Aparentemente esta vecinita traviesa disfrutaba de ver el cuerpo de este hombre aunque nunca llegaron a concretar nada.
En el mejor momento de la ducha al aire libre siempre aparecía la mujer de Elías con su típico reproche. -¿Ya estás en pelotas otra vez vos? ¡Te van a ver los vecinos!-.
A lo que Elías le respondía que nadie puede ver, a pesar que él sabía que la vecina lo miraba de vez en cuando desnudo.
Una fantasía muy caliente es poder soñar con alguien que ves y pensar en todo lo que harías con esa persona. Ya lo conocés desnudo, lo único que falta es poder tocar, saborear, sentir por dentro ese hermoso rabo tieso, y poder hacerlo gozar hasta el momento cúlmine del orgasmo.
Con ellos dos tuve una historia, pero eso es parte de otro relato...
Todos los derechos reservados a su respectivo autor. El post es de mi total autoría y no contiene partes extraídas de ninguna otra fuente. Los hechos son inspirados en vivencias mías. Los nombres fueron cambiados para proteger la identidad de los protagonistas.
Durante mi vida he trabajado en distintas fábricas y en todas ellas he encontrado la particularidad de algunos hombres a los que les gusta permanecer desnudos por mucho tiempo. Yo los llamo nudistas que no se han dado cuenta que son nudistas.
Son hombres heterosexuales, casados y con hijos que gustan de andar desnudos y a veces cumplen con sus ansias de estar como Dios los trajo al mundo, y lo hacen en los vestuarios del trabajo o del gym.
Uno de estos hombres era un tal Oscar.
Oscar es un hombre de pelo castaño claro, piel algo blanca en las partes donde no da el sol, y bronceado donde sí le daba el sol, como por ejemplo su cara, la parte superior de la espalda, los brazos y la parte inferior de las piernas. Tiene unos 40 años, ojos color café y una hermosa sonrisa varonil.
No es muy velludo. Tiene un cuerpo regular, delgado, un buen culo bien formado y una verga y bolas bastante apetecibles. Su pija está circuncidada desde que era chico, según dijo, para quitar el prepucio que estaba muy apretado.
Contaba Oscar que no le molesta estar desnudo frente a otros hombres porque le enseñaron en casa y en la Colimba que todos somos iguales: todos tenemos dos bolas, una pija y todo eso...
Por mí estaba más que bien que anduviera desnudo todo el tiempo que quisiera. Y él así lo hacía. Se pasaba quizás una hora en bolas mientras los demás se vestían, este muchacho se bañaba y se secaba en el vestuario con toda la tranquilidad del mundo. Tomaba mate desnudo y se exhibía sin tapujos.
También le gustaba preguntar : -¿Estoy bastante bien, o no?-
-Claro.- Decía yo.
Aunque los otros le comentaban con bromas y risotadas.
Por supuesto, los demás hétero estaban en sus asuntos y no se fijaban mucho en Oscar, pero yo sí. Me encantaba y disfrutaba mucho ver su cuerpo desnudo.
ELÍAS
En otra fábrica donde trabajé encontré a otro señor que gustaba de quedarse desnudo todo el tiempo que pudiera.
Al contrario de lo que algunos pueden pensar, no lo hacía para atraer a otros hombres o para provocar, si no sólo por el gusto de quitarse la ropa, como si la ropa fuera una molestia.
Estos hombre heterosexuales sienten toda la confianza de estar entre sus pares y se muestran en toda su plenitud sin la más mínima vergüenza. Este muchacho se llamaba Elías. Tenía un cuerpo promedio, se afeitaba toda su zona genital y le quedaba muy bien.
En esas épocas era verano así que el calor permitía un mayor despliegue de su desnudez.
Comentaba Elías que en su casa tenía la costumbre de bañarse en la ducha del patio. Luego se secaba al aire libre, solamente con el viento y el calor del sol. Ese momento de desnudez duraba entre media hora y una hora más o menos. Y se sentía seguro porque el patio de su casa estaba rodeado de una cerco de ligustrina de una altura de casi dos metros.
Aunque contaba que algunas partes ralas dejaban entrever lo que pasaba en el patio de al lado. Una vecina espiaba a Elías mientras éste se bañaba en bolas en el patio. Aparentemente esta vecinita traviesa disfrutaba de ver el cuerpo de este hombre aunque nunca llegaron a concretar nada.
En el mejor momento de la ducha al aire libre siempre aparecía la mujer de Elías con su típico reproche. -¿Ya estás en pelotas otra vez vos? ¡Te van a ver los vecinos!-.
A lo que Elías le respondía que nadie puede ver, a pesar que él sabía que la vecina lo miraba de vez en cuando desnudo.
Una fantasía muy caliente es poder soñar con alguien que ves y pensar en todo lo que harías con esa persona. Ya lo conocés desnudo, lo único que falta es poder tocar, saborear, sentir por dentro ese hermoso rabo tieso, y poder hacerlo gozar hasta el momento cúlmine del orgasmo.
Con ellos dos tuve una historia, pero eso es parte de otro relato...
Todos los derechos reservados a su respectivo autor. El post es de mi total autoría y no contiene partes extraídas de ninguna otra fuente. Los hechos son inspirados en vivencias mías. Los nombres fueron cambiados para proteger la identidad de los protagonistas.
4 comentarios - Historias de vestuarios