Un día de invierno aburrido y solo, me iba a la casa abandonada de mi familia, que era un apto céntrico.
Con mi sed de experimentar cosas nuevas, (yo tenía unos 20 años, no mas que eso) y toda esa casa a mi disposición se me ocurrió que podía experimentar libremente, sin que nadie se enterara.
Entonces, comencé mi cacería por internet, a ver quién se animaba a venir a verme y experimentar.
Apareció un chico que contacté por ese medio, y lo cité para una esquina cercana a mi casa.
Lo vi, alto, rubio, fuerte, unos 27 años, mirada muy calentona. Me miró y me dijo,
- Vos ¿Sos Franco?
- Si claro, (ese era mi "pseudónimo").
Bueno, yo soy Luis. Me dijo. A dónde vamos?
- A mi casa, le respondí.
- Perfecto, vamos. Estoy un poco nervioso, Me dijo.
- No te preocupes, le respondí, ya que esta es la primera vez que hago algo así. Así que no te hagas drama.
Sentí que ambos estábamos relajados, tranqui, y que en cierta forma, esta, era la primera vez de ambos, en hacer esto tan rápido, directo al grano, directo a la cama.
Lo hice pasar, vio que no tenía nada en el apto, solo un colchón precioso amplio para estrenar, forros y unas cervezas.
Se sacó la ropa, y confirmé lo que me imaginaba. Su cuerpo marcadito, lampiño, sexy. Faltaba ver el resto.
Me saqué todo obviamente, y lo empecé a besar. Sentí que estábamos haciendo bien, nos gustamos enseguida, estábamos calientes, nos tocábamos el pene, nos rozábamos seguido.
Me sacó la ropa. Me bajó el calzoncillo y empezó a recontra chuparme todo el pene, de arriba hacia abajo, de arriba hacia abajo una y otra vez. Sentí sus labios carnosos posados en mi cabeza, y bajando lentamente, suavamente. Empezó a acelerar las arremetidas de su boca absorbiendo la cabeza de mi pene.
Le dije que parara porque lo iba a mojar todo y frenó.
Desesperado yo, lo desnudé todo por fin.
Ahí estaba en toda su magnitud. Su gran pene.
Medía unos 23 centímetros, y era bastante grueso.
Lo único que pensaba era en que mi cola era supervirgen, y no sé si estaba preparado para que me ensarten encima con semejante herramienta.
No lo pensé se la re chupé toda. Le puse un forro e intenté que acabara.
Dios! Que hermoso pene, subía y bajaba sin parar me encantaba chupárselo.
Acabó adentro del forrito y su cara de placer era todo un poema.
Lejos de terminarse la historia, la tenía aún muy parada.
Me pidió la cola, y no tuve problema en darme vuelta, era demasiado lindo ese espectáculo. Mi cola cosquilleaba, era hora que me hiciera suyo.
Arremetió con su pene majestuoso, sin forro y empezó a darme duro.
Sentí que me iba a partir al medio. Sentí cada arremetida suya con miedo. Su pene rozaba todo mi interior. Mi pene se paró enseguida y comencé a sentir un placer enorme, hermoso, indescriptible.
El gozaba y gritaba. Ah! Ah! decía su boca, que aún expelía el aroma de mi pene a medio acabar.
En cambio yo, en gritos de entre dolor y placer, me encaminaba hacia lo inevitable.
No podía evitar mi erección, mi sensación de placer máximo. Placer total. Se me paró sola, muy fuerte, ni siquiera la estaba tocando, cuando de pronto, sucedió...
Acabé...
Acabé como nunca me había pasado antes, ni después. Acabé sin que me tocara el pene. No me toqué ni me tocó. Simplemente me cogió y yo acabé de placer.
El también acabó, pero afuera. Aquello, fue una experiencia maravillosa. Una cita a "ciegas" que salió muy bien y una experiencia nueva para recordar.
Con mi sed de experimentar cosas nuevas, (yo tenía unos 20 años, no mas que eso) y toda esa casa a mi disposición se me ocurrió que podía experimentar libremente, sin que nadie se enterara.
Entonces, comencé mi cacería por internet, a ver quién se animaba a venir a verme y experimentar.
Apareció un chico que contacté por ese medio, y lo cité para una esquina cercana a mi casa.
Lo vi, alto, rubio, fuerte, unos 27 años, mirada muy calentona. Me miró y me dijo,
- Vos ¿Sos Franco?
- Si claro, (ese era mi "pseudónimo").
Bueno, yo soy Luis. Me dijo. A dónde vamos?
- A mi casa, le respondí.
- Perfecto, vamos. Estoy un poco nervioso, Me dijo.
- No te preocupes, le respondí, ya que esta es la primera vez que hago algo así. Así que no te hagas drama.
Sentí que ambos estábamos relajados, tranqui, y que en cierta forma, esta, era la primera vez de ambos, en hacer esto tan rápido, directo al grano, directo a la cama.
Lo hice pasar, vio que no tenía nada en el apto, solo un colchón precioso amplio para estrenar, forros y unas cervezas.
Se sacó la ropa, y confirmé lo que me imaginaba. Su cuerpo marcadito, lampiño, sexy. Faltaba ver el resto.
Me saqué todo obviamente, y lo empecé a besar. Sentí que estábamos haciendo bien, nos gustamos enseguida, estábamos calientes, nos tocábamos el pene, nos rozábamos seguido.
Me sacó la ropa. Me bajó el calzoncillo y empezó a recontra chuparme todo el pene, de arriba hacia abajo, de arriba hacia abajo una y otra vez. Sentí sus labios carnosos posados en mi cabeza, y bajando lentamente, suavamente. Empezó a acelerar las arremetidas de su boca absorbiendo la cabeza de mi pene.
Le dije que parara porque lo iba a mojar todo y frenó.
Desesperado yo, lo desnudé todo por fin.
Ahí estaba en toda su magnitud. Su gran pene.
Medía unos 23 centímetros, y era bastante grueso.
Lo único que pensaba era en que mi cola era supervirgen, y no sé si estaba preparado para que me ensarten encima con semejante herramienta.
No lo pensé se la re chupé toda. Le puse un forro e intenté que acabara.
Dios! Que hermoso pene, subía y bajaba sin parar me encantaba chupárselo.
Acabó adentro del forrito y su cara de placer era todo un poema.
Lejos de terminarse la historia, la tenía aún muy parada.
Me pidió la cola, y no tuve problema en darme vuelta, era demasiado lindo ese espectáculo. Mi cola cosquilleaba, era hora que me hiciera suyo.
Arremetió con su pene majestuoso, sin forro y empezó a darme duro.
Sentí que me iba a partir al medio. Sentí cada arremetida suya con miedo. Su pene rozaba todo mi interior. Mi pene se paró enseguida y comencé a sentir un placer enorme, hermoso, indescriptible.
El gozaba y gritaba. Ah! Ah! decía su boca, que aún expelía el aroma de mi pene a medio acabar.
En cambio yo, en gritos de entre dolor y placer, me encaminaba hacia lo inevitable.
No podía evitar mi erección, mi sensación de placer máximo. Placer total. Se me paró sola, muy fuerte, ni siquiera la estaba tocando, cuando de pronto, sucedió...
Acabé...
Acabé como nunca me había pasado antes, ni después. Acabé sin que me tocara el pene. No me toqué ni me tocó. Simplemente me cogió y yo acabé de placer.
El también acabó, pero afuera. Aquello, fue una experiencia maravillosa. Una cita a "ciegas" que salió muy bien y una experiencia nueva para recordar.
5 comentarios - En ese colchón pasamos muy bien. Experiencia II
van p