Hace unos meses mi Jefe me invitó a su quinta para que comamos un asado y de paso para que vea la posibilidad de que le supervise la instalación de un tanque australiano y un molino. Eso demandaba trabajar en su quinta y no en el edificio del centro. Claro, habría un viático por demás interesante; no era para despreciar, así que acepté.
El viernes siguiente de que comencé a supervisar ya estaban los materiales de anclaje y chapas, solo tenían que venir los obreros y ciertos materiales pesados. Llegaron primero en una camioneta un grupo de pendejos que siempre se la pasaban riendo y hablando en guaraní. Unas horas después aparece un camión trayendo el material pesado y baja un fortachón de remera apretada y que se le notaban unos músculos bien marcados y pectorales que parecían tetas, tenia un poquito de panza, pero estaba muy bien el grandote.
Como el trabajo de bajar y acomodar demandó unas dos horas, el asado estaba casi listo, así que invité al fortachón. Por ser día de pago,también vino el hijo de mi jefe. Es un pendejo medio engreido, así que a regañadientes tuve que aguantarlo en el asado.
En el transcurso de la comida evidencié que uno de los paraguayos no le sacaba los ojos de encima al fortachón. Me di cuenta que el hijo de mi jefe, también notó eso. Seguimos con bromas mientras corrían las achuras los chorizos y el vino (que les dejé tomar moderadamente).
Luego llegó la hora del pago, así que el fortachón cobró su factura, al momento los obreros se juntaron para cobrar y el paraguayito seguía mirando como se iba el fortachón sin percatarse que el hijo de mi jefe lo estaba observando.Yo me hice el desentendido, no sea que me pida que lo raje.
Terminó el pago y el hijo de mi Jefe me dice: "Este finde Marcial (así se llamaba el paraguayito mirón) se va a quedar a hacer extras en la quinta". Me sorpendió, pero asentí con la cabeza. Los demás se fueron y me quedé por si Juan (El hijo de mi jefe) necesitaba algo.
Ya estaba bajando el sol, así que entramos a la casa y Juan le pidió a Marcial que haga unos chipás; después trajo una botella de anís para que tomemos. El hijo de mi jefe estaba raro, como acelerado y el paraguayito parecía una señorita cocinando.
Nos sentamos con Juan en el comedor a ver el avance de los trabajos y entre copitas de anís y conversación se me hizo tarde, así que preferí viajar a la mañana del sábado hasta la ciudad, entonces que les dije que me quedaría. Comimos los chipás,lo que quedó del asado y le seguimos dando al anís.
Llegó la hora de dormir y Juan de dijo a Marcial que duerma en un futón que está en el living, a mí me dió su habitación y el se fue a la habitación nupcial de mi jefe. No se porqué pero yo no podía dormir, así que sentía hasta los más pequeños ruiditos.
Fué así que escuché como Marcial fue al baño,luego que hablaban susurrando con Juan, y el morbo me pudo más cuando me pareció que entró en la habitación nupcial. Esperé un rato largo y no escuché a Marcial volver. Me levanté sigilosamente, para ver si estaba en el futón... ¡No estaba!
Mayor fue mi sorpresa, cuando escucho unos leves gemidos, así que me acerqué a la habitación nupcial, me puse a escuchar pegado a la puerta y sentí claramente cuando Juan le decía: que bien la chupás... seguí...así, dale ¡ahhh!
Yo estaba al palo y con unas ganas locas de entrar o pajearme allí mismo, pero entrar me parecía violento, no sabía como reaccionarían. Mi mente iba y venía, pero ya los gemidos eran fuertes y no aguanté más, abrí la puerta y los encontré a los dos en bolas.
Se sobresaltaron mucho. Yo soy bastante mayor que ellos y habrán pensado que los iba a señalar, no se. La cuestión es que Juan empezó a levantar la voz ¡La puta madree! ¡Porquee! El paraguayito estaba asustado, lloraba y yo estaba reempijado. Tranquilos les dije; y me saqué el boxer mostrandome al palo, el paraguayito dijo algo en guaraní que no entendí y apretó la pija y se la puso en la boca, juan estaba petrificado, hasta que al ver al paraguayo petero, lo empezó a franelear a Marcial.
Que susto repetía Juan a cada rato y se reía. Ahora no me puedo calentar, volvía a decir.
Marcial, casi como el salvador de la cosa, lo comenzó a petear y Juan y este se retorcía. Lo apoyé a Juan con pija y se puso más caliente, me agarró la pija y me pajeaba suavemente, a veces paraba, hasta que pegó un estertor por la peteada del paraguaya y le llenó la boca de leche.
Marcial se secó el semen de Juan y me comenzó a petear mientras elhijo de mi jefe me abrazaba por atrás y me apoyaba. Yo se la notaba un poco gomosa, así que le devolví la paja hasta que la tuvo dura nuevamente. Pensé que me la pondría, pero eligió a Marcial y lo ensartó mientras Marcial me seguía peteando.
Me dió tando morbo que acabé a las sacudidas y a los gritos. El paraguayito se portaba como una putita se sentó luego arriba mío y me cabalgó con el culo hasta hacerme acabar nuevamente.
Juan fue a buscar algo para beber y cuando vino estabamos Marcial y yo exhautos sobre la cama.
Le mojó la parte baja de la espalda con anís y se la lamió, luego bajó hasta lamerle el culo. Lo hacía contornearse y gritar al paraguayito.
Me calenté tanto que viendo esa situación tuve que pajearme y a los gritos le acabé arriba de las nalgas a Marcial. Juan seguía haciendolo retorcer lamiendole el ojete, luego ve el semen que quedaba en sus nalgas y lo lame, le acerqué la pija a la boca con un gesto para que chupara ¡Y me la chupó! No tan bien como Marcial, que en ese momento estaba comiendome la boca.
Ya había acabado varias veces y no podía seguirle el ritmo a los dos pendejos, que siguieron la joda.Me desplomé y quedé dormido; al despertarme a la mañana los vi a los dos dormidos en el piso alfombrado.
Me recalentó verlos en esa situación, pero tenía que volver, a sí que me fui a bañar, me cambié y volví a la habitación. Juan entredormido me dice: Ni una palabra a papá de esto. A lo que contesté: Ni una palabra, te lo aseguro...Y me fui.
El viernes siguiente de que comencé a supervisar ya estaban los materiales de anclaje y chapas, solo tenían que venir los obreros y ciertos materiales pesados. Llegaron primero en una camioneta un grupo de pendejos que siempre se la pasaban riendo y hablando en guaraní. Unas horas después aparece un camión trayendo el material pesado y baja un fortachón de remera apretada y que se le notaban unos músculos bien marcados y pectorales que parecían tetas, tenia un poquito de panza, pero estaba muy bien el grandote.
Como el trabajo de bajar y acomodar demandó unas dos horas, el asado estaba casi listo, así que invité al fortachón. Por ser día de pago,también vino el hijo de mi jefe. Es un pendejo medio engreido, así que a regañadientes tuve que aguantarlo en el asado.
En el transcurso de la comida evidencié que uno de los paraguayos no le sacaba los ojos de encima al fortachón. Me di cuenta que el hijo de mi jefe, también notó eso. Seguimos con bromas mientras corrían las achuras los chorizos y el vino (que les dejé tomar moderadamente).
Luego llegó la hora del pago, así que el fortachón cobró su factura, al momento los obreros se juntaron para cobrar y el paraguayito seguía mirando como se iba el fortachón sin percatarse que el hijo de mi jefe lo estaba observando.Yo me hice el desentendido, no sea que me pida que lo raje.
Terminó el pago y el hijo de mi Jefe me dice: "Este finde Marcial (así se llamaba el paraguayito mirón) se va a quedar a hacer extras en la quinta". Me sorpendió, pero asentí con la cabeza. Los demás se fueron y me quedé por si Juan (El hijo de mi jefe) necesitaba algo.
Ya estaba bajando el sol, así que entramos a la casa y Juan le pidió a Marcial que haga unos chipás; después trajo una botella de anís para que tomemos. El hijo de mi jefe estaba raro, como acelerado y el paraguayito parecía una señorita cocinando.
Nos sentamos con Juan en el comedor a ver el avance de los trabajos y entre copitas de anís y conversación se me hizo tarde, así que preferí viajar a la mañana del sábado hasta la ciudad, entonces que les dije que me quedaría. Comimos los chipás,lo que quedó del asado y le seguimos dando al anís.
Llegó la hora de dormir y Juan de dijo a Marcial que duerma en un futón que está en el living, a mí me dió su habitación y el se fue a la habitación nupcial de mi jefe. No se porqué pero yo no podía dormir, así que sentía hasta los más pequeños ruiditos.
Fué así que escuché como Marcial fue al baño,luego que hablaban susurrando con Juan, y el morbo me pudo más cuando me pareció que entró en la habitación nupcial. Esperé un rato largo y no escuché a Marcial volver. Me levanté sigilosamente, para ver si estaba en el futón... ¡No estaba!
Mayor fue mi sorpresa, cuando escucho unos leves gemidos, así que me acerqué a la habitación nupcial, me puse a escuchar pegado a la puerta y sentí claramente cuando Juan le decía: que bien la chupás... seguí...así, dale ¡ahhh!
Yo estaba al palo y con unas ganas locas de entrar o pajearme allí mismo, pero entrar me parecía violento, no sabía como reaccionarían. Mi mente iba y venía, pero ya los gemidos eran fuertes y no aguanté más, abrí la puerta y los encontré a los dos en bolas.
Se sobresaltaron mucho. Yo soy bastante mayor que ellos y habrán pensado que los iba a señalar, no se. La cuestión es que Juan empezó a levantar la voz ¡La puta madree! ¡Porquee! El paraguayito estaba asustado, lloraba y yo estaba reempijado. Tranquilos les dije; y me saqué el boxer mostrandome al palo, el paraguayito dijo algo en guaraní que no entendí y apretó la pija y se la puso en la boca, juan estaba petrificado, hasta que al ver al paraguayo petero, lo empezó a franelear a Marcial.
Que susto repetía Juan a cada rato y se reía. Ahora no me puedo calentar, volvía a decir.
Marcial, casi como el salvador de la cosa, lo comenzó a petear y Juan y este se retorcía. Lo apoyé a Juan con pija y se puso más caliente, me agarró la pija y me pajeaba suavemente, a veces paraba, hasta que pegó un estertor por la peteada del paraguaya y le llenó la boca de leche.
Marcial se secó el semen de Juan y me comenzó a petear mientras elhijo de mi jefe me abrazaba por atrás y me apoyaba. Yo se la notaba un poco gomosa, así que le devolví la paja hasta que la tuvo dura nuevamente. Pensé que me la pondría, pero eligió a Marcial y lo ensartó mientras Marcial me seguía peteando.
Me dió tando morbo que acabé a las sacudidas y a los gritos. El paraguayito se portaba como una putita se sentó luego arriba mío y me cabalgó con el culo hasta hacerme acabar nuevamente.
Juan fue a buscar algo para beber y cuando vino estabamos Marcial y yo exhautos sobre la cama.
Le mojó la parte baja de la espalda con anís y se la lamió, luego bajó hasta lamerle el culo. Lo hacía contornearse y gritar al paraguayito.
Me calenté tanto que viendo esa situación tuve que pajearme y a los gritos le acabé arriba de las nalgas a Marcial. Juan seguía haciendolo retorcer lamiendole el ojete, luego ve el semen que quedaba en sus nalgas y lo lame, le acerqué la pija a la boca con un gesto para que chupara ¡Y me la chupó! No tan bien como Marcial, que en ese momento estaba comiendome la boca.
Ya había acabado varias veces y no podía seguirle el ritmo a los dos pendejos, que siguieron la joda.Me desplomé y quedé dormido; al despertarme a la mañana los vi a los dos dormidos en el piso alfombrado.
Me recalentó verlos en esa situación, pero tenía que volver, a sí que me fui a bañar, me cambié y volví a la habitación. Juan entredormido me dice: Ni una palabra a papá de esto. A lo que contesté: Ni una palabra, te lo aseguro...Y me fui.
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