Cuando niño me bautizaron, los mejores amigos de mis padres. Tanto mis
padres como mis padrinos se casaron muy jóvenes, en plena adolescencia. Recuerdo que yo era pequeño, cuando mi padrino, comenzó sus avances sexuales, hacía mi.
Es lo que recuerdo, que yo, siempre estaba con mis padres o con mis padrinos. Así que cuando me iba a bañar, me encantaba, bañarme con mi papá, pues me acostumbré a ver su verga, su desnudez, sin problemas. Mi padre jamás me faltó el respeto, ni nada similar. A veces, cuando mi padrino estaba en casa, se brindaba a ayudarme a bañar y pues como era mi padrino, mis papás lo permitían sin ninguna malicia. Es así, como comenzó todo. Sin entrar a la bañera conmigo y él vestido, me mojaba, luego me enjabonaba, y me bañaba muy bien, pero dedicándole un total esmero, a mi culito. Sentía sus dedos en mi hoyito, rosarlos una y otra vez, por afuera, y el genuino masaje a mis nalguitas, que elogiaba diciendome que para ser varoncito, tenía unas nalgas anchas y paradas, como de niña. Yo no entendía esos comentarios.
Muchas veces, me ponía de espaldas a él, y me pedía que no mirara hacia atrás, para que no me cayera javón en los ojos, por algo que iba a hacer. Yo lo obedecía, y él decía que se iba a quitar los pantalones para no mojarse, entonces desde afuera y yo al borde de la tina, él masajeaba mi traserito, lo apretaba, abria mis nalgas con sus dedos, los frotaba en toda mi raja y el hoyito, siempre diciéndome, que no mirara. Sentía un chasqueteo y su respiración muy agitada y luego algo caliente que embarraba mis nalgas, se sentía tibio, aun yo mojado y el decía que era un aceite que me echaba. Ya cuando tuve razón de comprender entendí que mi padrino se masturbaba, sobando mi culo y lo que yo sentía era su leche caliente, al derramarse sobre mi.
Ya cuando yo fui más grande, si iba a su casa, le daba por mandarme a bañar, si mi madrina no estaba, entonces sí se metía conmigo a la bañera y yo notaba lo parada y grande que se ponía su verga, muy diferente a cuando me bañaba con mi papá, que nunca se le paraba. Un día yo le pregunté, que por que se le ponía así de grande. Padrino me dijo, estas palabras que nunca olvidaré: "no se lo digas a nadie, por favor", pero es que tu tienes un culito tan divino, que mi verga se me para y hasta me duele, de lo dura que se pone, tócala, y verás que dura está. Y sin ninguna malicia, así fue, como yo comencé a tocársela, a apretarla y a subirla de arriba a bajo, como él me indicaba, siempre repitiéndome sus palabras, no se lo digas a nadie, por favor.
A medida que transcurrió el tiempo, me mamaba el culito, luego de lavarmelo bien y yo sentía muy rico. comenzó a pedirme entonces que yo le mamara su verga. Yo me reía, le decía que no y él me chupaba, mi pequeño penecito, para que yo supiera como era, a mi eso me gustaba y se paraba mi verguita, dándome ganas de orinar, algo así. Poco a poco fui aprendiendo a mamarsela a mi padrino, hasta un día que parece que se lo hice tan rico, que se vino dentro de mi boca, llenándomela de leche. Me sorprendí y pensé que se había meado en mi boquita y me dio mucho asco. Él me explicó, cuando terminó y se compuso. Me dijo que eso era leche, o semen y que cuando yo fuera grande, me saldría también, que contenía proteínas y que no hacía daño. Además me dijo, que a las mujeres les gustaba mucho y se la tragaban. Así me fue convenciendo, para que yo me la tragara y no me diera asco.
A todo uno se acostumbra, cuando es repetitivo y yo me acostumbré a mamarsela y tragarme la leche, Ya no solo era en el baño, buscaba cualquier oportunidad, de meterse conmigo, a una habitación, en el auto, dónde estuviéramos, para que yo se lo mamara y el manosearme el culo, que hasta sudado yo y con mi culito sin bañar a él, le encantaba lamerlo y dejármelo limpiecito como él decía. Si lograba darme una buena mamada de culo, al yo chuparsela luego, se venía más fuerte y con más ganas
Si recuerdo que ya tenía aproximadamente unos 12 años, cuando me penetró por primera vez. Pero fue tanta la lengua, que me daba en el culito, y tanto que este hombre me metía los dedos, ya fuera con jabón, saliva o su propia leche, que yo no recuerdo haber sentido un gran dolor, lo juro, lo que sentí fue como un susto en mi estomago, cuando me la enterró y yo respondía echando mi culo, más para atrás. Me ardió un poco y sentí alguna molestia, pero nada más. Cuando mi padrino comenzó a metermela y a sacármela, me gustó mucho y gemí y gemí, sin parar. Tengo claro que eso fue, una noche que yo me quedé, con él en su casa, porque mi madrina, se fue a cuidar a su mamá que estaba hospitalizada y se quedaría hasta el otro día con ella. Siempre con la misma frase: no se lo digas a nadie, por favor. Pero ese día yo le dije que ya no me dijera eso, que ya yo entendía que si decía algo, nos iba a ir mal a ambos y que ya más nunca podríamos,
gozar, como padrino le llamaba a eso que hacíamos, "gozar". Me dio esa noche, como a pandereta de pentecostal.
Y así me convertí, en todo un objeto de deseos sexuales para mi padrino, que hasta de mis amiguitos me celaba. Me hacía jurarle que a nadie le permitiría tocarme mi culo, ni hacer lo que hacíamos, él y yo. Ya fui aprendiendo más y más, y era yo con mi juventud y hormonas revolcadas, el que lo sometía a intensas secciones de sexo, que hoy pienso, que él no le podría cumplir sexualmente a mi madrina, por que lo dejaba seco. A veces si me iba a buscar en su auto, me llevaba a un motelito, y me la metía hasta tres veces, no niego que él era un semental y tenía mucho vigor. Yo no me enamoré de mi padrino, eso no, pero me gustaba tanto estar follando con él, que entonces yo lo buscaba y él decía que era el hombre más feliz del mundo y que yo era la causa. Mis padrinos nunca tuvieron hijos, por tanto nadie veía a mal su amor desmedido por mi.
Nuestro último encuentro fue maravilloso, ya yo con unos 17 años, en su casa, en su cuarto matrimonial. Ese día lo cabalgué, moviendo mi culo hacia su cara y él alagandome, lo hermoso de mi culo y lo que lo hacía gozar. Fue como si yo presintiera que algo iba a pasar. Así fue al otro día mi padrino sufrió una severa apoplejía o infarto fulminante y falleció. Fue tanto mi dolor, que no pude llorarlo. Luego no dejaba de extrañarlo y mis deseos de estar con otro hombre no se hicieron de esperar, por que soy humano pero no me atrevía acercarmele a nadie, ni siquiera de mi edad, aunque tenía amigos que se me pagaban mucho y me rosaban la verga, como vacilando, jugando y me decían que mis nalgas eran un encanto, que yo tenía una clase de culo divino. Culo que lo gozó a sus anchas mi querido, y fallecido padrino. Estando ya decidido a estar con alguien, me enteré que llegaría quedarse unos meses en mi casa, un hermano de mi mamá, mi tío más joven. Por cierto muy hermoso, fuerte de buen cuerpo, alto, soltero y al cual lo molestaba por que tenía una verga bien grande. Que siempre eso fue una curiosidad para mi; y había llegado el momento de averiguar eso, si era cierto o no.
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padres como mis padrinos se casaron muy jóvenes, en plena adolescencia. Recuerdo que yo era pequeño, cuando mi padrino, comenzó sus avances sexuales, hacía mi.
Es lo que recuerdo, que yo, siempre estaba con mis padres o con mis padrinos. Así que cuando me iba a bañar, me encantaba, bañarme con mi papá, pues me acostumbré a ver su verga, su desnudez, sin problemas. Mi padre jamás me faltó el respeto, ni nada similar. A veces, cuando mi padrino estaba en casa, se brindaba a ayudarme a bañar y pues como era mi padrino, mis papás lo permitían sin ninguna malicia. Es así, como comenzó todo. Sin entrar a la bañera conmigo y él vestido, me mojaba, luego me enjabonaba, y me bañaba muy bien, pero dedicándole un total esmero, a mi culito. Sentía sus dedos en mi hoyito, rosarlos una y otra vez, por afuera, y el genuino masaje a mis nalguitas, que elogiaba diciendome que para ser varoncito, tenía unas nalgas anchas y paradas, como de niña. Yo no entendía esos comentarios.
Muchas veces, me ponía de espaldas a él, y me pedía que no mirara hacia atrás, para que no me cayera javón en los ojos, por algo que iba a hacer. Yo lo obedecía, y él decía que se iba a quitar los pantalones para no mojarse, entonces desde afuera y yo al borde de la tina, él masajeaba mi traserito, lo apretaba, abria mis nalgas con sus dedos, los frotaba en toda mi raja y el hoyito, siempre diciéndome, que no mirara. Sentía un chasqueteo y su respiración muy agitada y luego algo caliente que embarraba mis nalgas, se sentía tibio, aun yo mojado y el decía que era un aceite que me echaba. Ya cuando tuve razón de comprender entendí que mi padrino se masturbaba, sobando mi culo y lo que yo sentía era su leche caliente, al derramarse sobre mi.
Ya cuando yo fui más grande, si iba a su casa, le daba por mandarme a bañar, si mi madrina no estaba, entonces sí se metía conmigo a la bañera y yo notaba lo parada y grande que se ponía su verga, muy diferente a cuando me bañaba con mi papá, que nunca se le paraba. Un día yo le pregunté, que por que se le ponía así de grande. Padrino me dijo, estas palabras que nunca olvidaré: "no se lo digas a nadie, por favor", pero es que tu tienes un culito tan divino, que mi verga se me para y hasta me duele, de lo dura que se pone, tócala, y verás que dura está. Y sin ninguna malicia, así fue, como yo comencé a tocársela, a apretarla y a subirla de arriba a bajo, como él me indicaba, siempre repitiéndome sus palabras, no se lo digas a nadie, por favor.
A medida que transcurrió el tiempo, me mamaba el culito, luego de lavarmelo bien y yo sentía muy rico. comenzó a pedirme entonces que yo le mamara su verga. Yo me reía, le decía que no y él me chupaba, mi pequeño penecito, para que yo supiera como era, a mi eso me gustaba y se paraba mi verguita, dándome ganas de orinar, algo así. Poco a poco fui aprendiendo a mamarsela a mi padrino, hasta un día que parece que se lo hice tan rico, que se vino dentro de mi boca, llenándomela de leche. Me sorprendí y pensé que se había meado en mi boquita y me dio mucho asco. Él me explicó, cuando terminó y se compuso. Me dijo que eso era leche, o semen y que cuando yo fuera grande, me saldría también, que contenía proteínas y que no hacía daño. Además me dijo, que a las mujeres les gustaba mucho y se la tragaban. Así me fue convenciendo, para que yo me la tragara y no me diera asco.
A todo uno se acostumbra, cuando es repetitivo y yo me acostumbré a mamarsela y tragarme la leche, Ya no solo era en el baño, buscaba cualquier oportunidad, de meterse conmigo, a una habitación, en el auto, dónde estuviéramos, para que yo se lo mamara y el manosearme el culo, que hasta sudado yo y con mi culito sin bañar a él, le encantaba lamerlo y dejármelo limpiecito como él decía. Si lograba darme una buena mamada de culo, al yo chuparsela luego, se venía más fuerte y con más ganas
Si recuerdo que ya tenía aproximadamente unos 12 años, cuando me penetró por primera vez. Pero fue tanta la lengua, que me daba en el culito, y tanto que este hombre me metía los dedos, ya fuera con jabón, saliva o su propia leche, que yo no recuerdo haber sentido un gran dolor, lo juro, lo que sentí fue como un susto en mi estomago, cuando me la enterró y yo respondía echando mi culo, más para atrás. Me ardió un poco y sentí alguna molestia, pero nada más. Cuando mi padrino comenzó a metermela y a sacármela, me gustó mucho y gemí y gemí, sin parar. Tengo claro que eso fue, una noche que yo me quedé, con él en su casa, porque mi madrina, se fue a cuidar a su mamá que estaba hospitalizada y se quedaría hasta el otro día con ella. Siempre con la misma frase: no se lo digas a nadie, por favor. Pero ese día yo le dije que ya no me dijera eso, que ya yo entendía que si decía algo, nos iba a ir mal a ambos y que ya más nunca podríamos,
gozar, como padrino le llamaba a eso que hacíamos, "gozar". Me dio esa noche, como a pandereta de pentecostal.
Y así me convertí, en todo un objeto de deseos sexuales para mi padrino, que hasta de mis amiguitos me celaba. Me hacía jurarle que a nadie le permitiría tocarme mi culo, ni hacer lo que hacíamos, él y yo. Ya fui aprendiendo más y más, y era yo con mi juventud y hormonas revolcadas, el que lo sometía a intensas secciones de sexo, que hoy pienso, que él no le podría cumplir sexualmente a mi madrina, por que lo dejaba seco. A veces si me iba a buscar en su auto, me llevaba a un motelito, y me la metía hasta tres veces, no niego que él era un semental y tenía mucho vigor. Yo no me enamoré de mi padrino, eso no, pero me gustaba tanto estar follando con él, que entonces yo lo buscaba y él decía que era el hombre más feliz del mundo y que yo era la causa. Mis padrinos nunca tuvieron hijos, por tanto nadie veía a mal su amor desmedido por mi.
Nuestro último encuentro fue maravilloso, ya yo con unos 17 años, en su casa, en su cuarto matrimonial. Ese día lo cabalgué, moviendo mi culo hacia su cara y él alagandome, lo hermoso de mi culo y lo que lo hacía gozar. Fue como si yo presintiera que algo iba a pasar. Así fue al otro día mi padrino sufrió una severa apoplejía o infarto fulminante y falleció. Fue tanto mi dolor, que no pude llorarlo. Luego no dejaba de extrañarlo y mis deseos de estar con otro hombre no se hicieron de esperar, por que soy humano pero no me atrevía acercarmele a nadie, ni siquiera de mi edad, aunque tenía amigos que se me pagaban mucho y me rosaban la verga, como vacilando, jugando y me decían que mis nalgas eran un encanto, que yo tenía una clase de culo divino. Culo que lo gozó a sus anchas mi querido, y fallecido padrino. Estando ya decidido a estar con alguien, me enteré que llegaría quedarse unos meses en mi casa, un hermano de mi mamá, mi tío más joven. Por cierto muy hermoso, fuerte de buen cuerpo, alto, soltero y al cual lo molestaba por que tenía una verga bien grande. Que siempre eso fue una curiosidad para mi; y había llegado el momento de averiguar eso, si era cierto o no.
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