Hacete la película (relato)

Habíamos salido temprano de la oficina y como tengo auto, acerqué a Leo hasta la casa. Cuando se baja, me dice si no quiero pasar un rato. No tenía nada que hacer, estacioné el auto y subimos. Charlamos de varias cosas, llegamos al depto.
Pulcrísimo, tal como él. Todo limpio y en su lugar. Me sirve una cerveza y me dice
-Me voy a pegar un baño, sentate, prendé la tele o si no la compu.
Fui a la compu. Mientras se bañaba, yo con cerveza en mano, fui indiscreto y me meti en el historial. Todo porno gay. Me encantó. Saqué mi verga y empecé a masturbarme. Luego me di cuenta que cai en la trampa. Miré hacia atrás y vi que estaba acostado en la cama, desnudo, y también masturbásdose, diciendo:
-Yo pensé que ibas a ver videos de travestis que tanto te gustan
-Tambien me gusta ver como se comen una poronga - dije, desnudándome y yendo a la acción.

El se incorporó para quedar de rodillas sobre la cama,con su pija parada (mediana, flaquita).Yo me arrodille y quedamos frente a frente. Comenzamos a masturbarnos mirándonos fijo. El bajó y se metió toda mi verga en su boca, era tremendo. Me chupaba y me pajeaba. Me miraba fijo.
-Cogeme, quiero tu pija en el ojete

Previo a cojerlo, lo puse para hacer un 69. Mientras yo saboreaba su pija el seguía con la mía. Le mandaba lengua y dedos a su ojete. Hasta que me levanté, lo saqué de la cama y lo hice ponerse de rodillas en una silla. Ahi su culito quedó levantadito. Forrito y entre lento. Cuando se la puse entera empecé a acariciarle la pija, lo mordía en la espalda, se movía y contraía los músculos del ano, aprentadome la chota de una forma que me hacía acordar a mi ex novia, que hacia lo mismo con su concha. Hacia atrás y hacia adelante. Nuestros testículos se encontraban. Locura
Seguíamos cogiendo y noté que acababa. Me mojé los dedos en su lecho y se los metí en la boca. Yo no estaba muy lejos de acabar. El se salió, me sacó el forro, y me empezó a mamar la poronga hasta que acabé. Se tomó toda la leche como una putita viciosa.
Nos quedamos acostados, desnudos, a la espera que una de las dos pijas se parase nuevamente. Fue la mía, que recibió otra chupada. Las piernas me quedaron tembaldo, pero llené la boca de mi compañero, que luego compartíó su carga conmigo.
Nos vestimos (el no tanto, quedó en calzoncillos), nos despedimos y desde esa vez no lo hicimos nunca más, pero pienso en es momento y mi mano busca la entrepierna para volar un poco en el placer de aquella tarde