La primera parte acá:
http://www.poringa.net/posts/gay/2805077/Capitulo-01---Con-mi-jefe-militar.html
¡Gracias por tomarse el tiempo de leer, comentar y puntuar! ¡Son cracks!
—A fin de mes...— Se hizo unos pasos hacia atrás.
Yo no estoy loco. Su intención parecía claramente otra pero tampoco entendía mucho la escena como para sacar conclusiones rápidas. Los dos solos ahí adentro. Ambos sabíamos que no nos bancábamos ¿Qué se supone que estaba pasando?
Luego me sorprendí más al sentir mi verga morcillona en mi pantalón.
Traté de pasar por alto el detalle. Ese tipo me desagradaba, no podía excitarme.
—Voy a hablar para que lo agreguen a tu sueldo—explicó, retrocediendo como si hubiese visto un fantasma.
No pude con mi genio, como les dije, estaba descolocado, sentía ¿atracción? Por este tipo, así que como casi siempre hago en situaciones de atracción, mi mirada bajo, con poco y nada de disimulo a contemplar su entrepierna.
La tenía dura. De eso estaba totalmente seguro, tanto como que su siguiente acto fue acomodársela sobre el pantalón mientras se daba media vuelta para huir del momento.
—Cuando termines andá directamente a mi despacho.
Ya no estaba en mis cabales. Analicé en diez segundos si me masturbaba en una de esas desarregladas camas ó aguantaba a ver cómo terminaba el día.
Opté por la segunda opción, esa mezcla de rechazo y deseo estaba inundando mi cuerpo.
Terminé lo más rápido que pude con la tarea asignada. Volví a la oficina, me sentía como un perrito cuando vuelve después de atrapar un hueso: contento y con ganas de seguir jugando.
Mis compañeros ya se habían ido. De ese extraño día, la jornada laboral ya había terminado.
Al entrar a la oficina vi la puerta de su despacho abierta y supuse que ahí estaba esperándome para forrearme ó al fin tener piedad y liberarme. Suele ser siempre la primera opción la que elige el maldito mílico.
Entré y me lo encontré concentrado leyendo un libro. Su cara de repugnancia y agria como limón se levantó fijando los ojos en mi. Se sacó los lentes para ellos.
—¿Seguro que ya terminaste? ¿Y quedó todo acomodado? —dudó.
—¿No le parece que ya debería tener más confianza en mi? —seguí en mi plan de enfrentamiento. Creo que me puse en plan de a todo ó nada. Claramente la nada significaba que me den una patada a la calle.
Nuevamente silencio.
Dejó su libro sobre la mesa, apoyó sus codos en el escritorio y junto sus manos como pensando posibilidades.
—Ahora que no hay nadie, ¿puedo tomarme un atrevimiento? —fue con mucha carga de duda esa pregunta.
—Creo que sí—yo estaba casi temblando y no entendía el por qué.
—¿Usted... es gay? —soltó como una bomba.
Mi cara se tiñió de asombro, me puse muy pálido. Si necesitaba una respuesta rápida mi cuerpo se la estaba dando sin emitir ningún sonido.
No sé si pasaron segundos ó minutos. Solo sé que lanzó una risilla ganadora.
—Era de esperarse. El que calla otorga—me señaló.
Agarró su libro. Parecía que nada había pasado para él. Para mi había pasado todo y quería llegar al fondo del asunto.
No me atreví. Ya era mucho para mí ese día.
Como frutilla del postre logré descifrar qué estaba leyendo. Cosa que no vi al entrar.
“¿CÓMO SALVAR UN MATRIMONIO EN CRISIS?”
El título del libro se hizo cartel de neón en mi cabeza.
¿Mi jefe estaba en una crisis matrimonial? ¿Y estaba ratonéandose conmigo?
Salí del despacho. Nuevamente mi verga estaba dura en mi pantalón.
Sentí la necesidad de volver adentro y que pase lo que tenga que pasar. Me sonreí. Me autorespondí mi duda:
Sí, estaba caliente con la persona que más rechazo me da. Quería cojer con él.
Y me estaba importando poco el detalle de ser su empleado civil y él mi jefe militar.
http://www.poringa.net/posts/gay/2805077/Capitulo-01---Con-mi-jefe-militar.html
¡Gracias por tomarse el tiempo de leer, comentar y puntuar! ¡Son cracks!
—A fin de mes...— Se hizo unos pasos hacia atrás.
Yo no estoy loco. Su intención parecía claramente otra pero tampoco entendía mucho la escena como para sacar conclusiones rápidas. Los dos solos ahí adentro. Ambos sabíamos que no nos bancábamos ¿Qué se supone que estaba pasando?
Luego me sorprendí más al sentir mi verga morcillona en mi pantalón.
Traté de pasar por alto el detalle. Ese tipo me desagradaba, no podía excitarme.
—Voy a hablar para que lo agreguen a tu sueldo—explicó, retrocediendo como si hubiese visto un fantasma.
No pude con mi genio, como les dije, estaba descolocado, sentía ¿atracción? Por este tipo, así que como casi siempre hago en situaciones de atracción, mi mirada bajo, con poco y nada de disimulo a contemplar su entrepierna.
La tenía dura. De eso estaba totalmente seguro, tanto como que su siguiente acto fue acomodársela sobre el pantalón mientras se daba media vuelta para huir del momento.
—Cuando termines andá directamente a mi despacho.
Ya no estaba en mis cabales. Analicé en diez segundos si me masturbaba en una de esas desarregladas camas ó aguantaba a ver cómo terminaba el día.
Opté por la segunda opción, esa mezcla de rechazo y deseo estaba inundando mi cuerpo.
Terminé lo más rápido que pude con la tarea asignada. Volví a la oficina, me sentía como un perrito cuando vuelve después de atrapar un hueso: contento y con ganas de seguir jugando.
Mis compañeros ya se habían ido. De ese extraño día, la jornada laboral ya había terminado.
Al entrar a la oficina vi la puerta de su despacho abierta y supuse que ahí estaba esperándome para forrearme ó al fin tener piedad y liberarme. Suele ser siempre la primera opción la que elige el maldito mílico.
Entré y me lo encontré concentrado leyendo un libro. Su cara de repugnancia y agria como limón se levantó fijando los ojos en mi. Se sacó los lentes para ellos.
—¿Seguro que ya terminaste? ¿Y quedó todo acomodado? —dudó.
—¿No le parece que ya debería tener más confianza en mi? —seguí en mi plan de enfrentamiento. Creo que me puse en plan de a todo ó nada. Claramente la nada significaba que me den una patada a la calle.
Nuevamente silencio.
Dejó su libro sobre la mesa, apoyó sus codos en el escritorio y junto sus manos como pensando posibilidades.
—Ahora que no hay nadie, ¿puedo tomarme un atrevimiento? —fue con mucha carga de duda esa pregunta.
—Creo que sí—yo estaba casi temblando y no entendía el por qué.
—¿Usted... es gay? —soltó como una bomba.
Mi cara se tiñió de asombro, me puse muy pálido. Si necesitaba una respuesta rápida mi cuerpo se la estaba dando sin emitir ningún sonido.
No sé si pasaron segundos ó minutos. Solo sé que lanzó una risilla ganadora.
—Era de esperarse. El que calla otorga—me señaló.
Agarró su libro. Parecía que nada había pasado para él. Para mi había pasado todo y quería llegar al fondo del asunto.
No me atreví. Ya era mucho para mí ese día.
Como frutilla del postre logré descifrar qué estaba leyendo. Cosa que no vi al entrar.
“¿CÓMO SALVAR UN MATRIMONIO EN CRISIS?”
El título del libro se hizo cartel de neón en mi cabeza.
¿Mi jefe estaba en una crisis matrimonial? ¿Y estaba ratonéandose conmigo?
Salí del despacho. Nuevamente mi verga estaba dura en mi pantalón.
Sentí la necesidad de volver adentro y que pase lo que tenga que pasar. Me sonreí. Me autorespondí mi duda:
Sí, estaba caliente con la persona que más rechazo me da. Quería cojer con él.
Y me estaba importando poco el detalle de ser su empleado civil y él mi jefe militar.
3 comentarios - Capítulo 02 - Con mi jefe militar
faltara mucho para elk final??