Me tocó ir a trabajar a un club de los más importantes de Capital Federal, un campeonato de futbol de veteranos. Mucho tedio… Mucho grito y muchas dentaduras postizas.
Para combatir el aburrimiento, mientras hacía mi trabajo, tomaba mate y fumaba. Me tomé tres termos. Y fui varias veces al baño.
Se había hecho tarde, estaba acomodando las cosas en un rincón del comedor donde los veteranos comían, ya me iba. Pero decidí hacer la última pasada por el baño, tenía una hora de viaje de vuelta.
Cuando entré estaba parado en los mingitorios el pibe del estacionamiento, un chico común y corriente, muy atento, que me había ayudado a bajar todas mis cosas cuando llegué y llovía a cántaros.
El baño, grande, estaba vacío, me le paré al lado, saqué para mear y lo saludé. Me devolvió el saludo con una sonrisa. No sé qué me pasó…
- ¿Me dejás que te chupe la pija?. Ni lo pensé.
El pibe volvió a sonreír, esperó a que termine, me agarró la mano y me la puso en su verga. Me arrodillé y se la empecé a chupar. Poronga joven, reaccionó enseguida. Pero al minuto me dijo: “Vení”.
Lo seguí por un pasillo que iba por detrás del salón comedor, subimos una escalerita y entramos a un pequeño cuarto que oficiaba de vestuario, había lockers y bancos largos de madera.
Se desnudó de espaldas a mí, yo no. Cuando se dio vuelta, volví a arrodillarme frente a su bella pija, la tomé con mi mano y se la empecé a chupar despacio. Iba creciendo y poniéndose dura. Gemía.
Me puso de pie y me desvistió. Notó que me ponía intranquilo, no sabía si podía entrar alguien. Fue a la puerta y puso el cerrojo. Me terminó de desvestir, yo lo pajeaba y le besaba el cuello, los hombros.
Tiró unos toallones en el piso y se acostó boca arriba. Volví a mamarlo.
De repente, dio un salto y quedó atrás mío. Me puso en cuatro y me escupió el culo, se acostó sobre mí y puso su boca en mi oído:
- Puta… ¿Querés que te coja?. Me susurró.
- Sssssiiiii
Me puerteó muy gentilmente. Me lubricó bien. Me pajeaba desde atrás.
- ¡¡ Cojeme, nene, cojeme!! Le rogué. Y cumplió. Me la puso toda.
Me bombeaba alternando, un poco fuerte, un poco despacio. Sentía sus huevos golpeando contra mí. Me sentó y lo cabalgué un rato…
Después me acostó boca arriba, me levantó las piernas y me garchó de frente, mirándome a los ojos.
- Te voy a acabar, putita.
- ¡¡Llename de leche, nene, lléname el orto!!
Me hizo caso, sentí el torrente cálido dentro mío. La sacó, me la puso delante de la cara.
- Limpiámela, putita.
Yo encantado, tenía un exquisito gusto a leche y culo. Al minuto, la tenía dura de vuelta. Lo acosté y seguí chupándosela. En menos de cinco minutos me acabó en la boca.
Nos vestimos y me dijo que bajara primero, así nadie nos veía juntos.
Guardé todas mis cosas y me despedí de los que me habían contratado. El muchacho apareció junto a mis petates.
- Te ayudo a llevar todo al auto.
- Gracias.
Caminamos en silencio. El coche había quedado bajo una frondosa arboleda, ya casi no quedaba nadie.
Pusimos todo en el baúl y, cuando lo fui a saludar, tenía la pija afuera.
Se la chupé ahí, a oscuras, con el sonido de los grillos.
Me llenó la boca de vuelta de leche caliente y sabroza.
Tres polvos en no más de media hora… Si yo fuera puto me enamoro.
Para combatir el aburrimiento, mientras hacía mi trabajo, tomaba mate y fumaba. Me tomé tres termos. Y fui varias veces al baño.
Se había hecho tarde, estaba acomodando las cosas en un rincón del comedor donde los veteranos comían, ya me iba. Pero decidí hacer la última pasada por el baño, tenía una hora de viaje de vuelta.
Cuando entré estaba parado en los mingitorios el pibe del estacionamiento, un chico común y corriente, muy atento, que me había ayudado a bajar todas mis cosas cuando llegué y llovía a cántaros.
El baño, grande, estaba vacío, me le paré al lado, saqué para mear y lo saludé. Me devolvió el saludo con una sonrisa. No sé qué me pasó…
- ¿Me dejás que te chupe la pija?. Ni lo pensé.
El pibe volvió a sonreír, esperó a que termine, me agarró la mano y me la puso en su verga. Me arrodillé y se la empecé a chupar. Poronga joven, reaccionó enseguida. Pero al minuto me dijo: “Vení”.
Lo seguí por un pasillo que iba por detrás del salón comedor, subimos una escalerita y entramos a un pequeño cuarto que oficiaba de vestuario, había lockers y bancos largos de madera.
Se desnudó de espaldas a mí, yo no. Cuando se dio vuelta, volví a arrodillarme frente a su bella pija, la tomé con mi mano y se la empecé a chupar despacio. Iba creciendo y poniéndose dura. Gemía.
Me puso de pie y me desvistió. Notó que me ponía intranquilo, no sabía si podía entrar alguien. Fue a la puerta y puso el cerrojo. Me terminó de desvestir, yo lo pajeaba y le besaba el cuello, los hombros.
Tiró unos toallones en el piso y se acostó boca arriba. Volví a mamarlo.
De repente, dio un salto y quedó atrás mío. Me puso en cuatro y me escupió el culo, se acostó sobre mí y puso su boca en mi oído:
- Puta… ¿Querés que te coja?. Me susurró.
- Sssssiiiii
Me puerteó muy gentilmente. Me lubricó bien. Me pajeaba desde atrás.
- ¡¡ Cojeme, nene, cojeme!! Le rogué. Y cumplió. Me la puso toda.
Me bombeaba alternando, un poco fuerte, un poco despacio. Sentía sus huevos golpeando contra mí. Me sentó y lo cabalgué un rato…
Después me acostó boca arriba, me levantó las piernas y me garchó de frente, mirándome a los ojos.
- Te voy a acabar, putita.
- ¡¡Llename de leche, nene, lléname el orto!!
Me hizo caso, sentí el torrente cálido dentro mío. La sacó, me la puso delante de la cara.
- Limpiámela, putita.
Yo encantado, tenía un exquisito gusto a leche y culo. Al minuto, la tenía dura de vuelta. Lo acosté y seguí chupándosela. En menos de cinco minutos me acabó en la boca.
Nos vestimos y me dijo que bajara primero, así nadie nos veía juntos.
Guardé todas mis cosas y me despedí de los que me habían contratado. El muchacho apareció junto a mis petates.
- Te ayudo a llevar todo al auto.
- Gracias.
Caminamos en silencio. El coche había quedado bajo una frondosa arboleda, ya casi no quedaba nadie.
Pusimos todo en el baúl y, cuando lo fui a saludar, tenía la pija afuera.
Se la chupé ahí, a oscuras, con el sonido de los grillos.
Me llenó la boca de vuelta de leche caliente y sabroza.
Tres polvos en no más de media hora… Si yo fuera puto me enamoro.
10 comentarios - Me estacionó en el culo
Excelente historia, muy bien relatada.
El final es de antología 👏 👏 👏
Gracias por compartir 👍
Yo comenté tu post, la mejor manera de agradecer es comentando alguno de los míos...