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Levante en Marcha del Orgullo Gay

Siempre había tenido mucha curiosidad por asistir a una marcha del orgullo gay, pero nunca se había dado la ocasión, hasta cierta tarde en la que me halaba en Mendoza por cuestiones de trabajo y, haciendo zapping en el hotel, vi las imágenes de la que se estaba haciendo en esos momentos y a pocas cuadras de donde me hospedaba. Sin pensarlo mucho tomé mi cámara fotográfica, que llevo siempre conmigo, y salí disparado. Cinco minutos después estaba mirando atónito y feliz las bellezas homosexuales que se habían congregado con toda su parafernalia.
Había toda clase de representantes de esa fauna, desde osos peludos hasta las travestis más pulposas, conservadores y demás, y comencé a fotografiar a diestra y siniestra, hasta que entró en foco un grupo de cinco o seis en el que había travestis y algunos que pretendían serlo, y de estos últimos me atrajo uno en particular. Quienes ya han leído mis anécdotas sabrán el tipo que me gusta, y a los que no les cuento que me deliro por los maricas menuditos, delgaditos, muy afeminados y alegres. En realidad no me interesa la edad, pero sí que sean como los describí, cuyo estereotipo se daba en un muchacho que habrá tenido poco unos 30 años y que sonrió y posó al ver que lo miraba a través de la cámara. Era morocho, muy flaco, bajito, de labios bien gruesos y ojos oscuros detrás de unos lentes de contactos celestes. Tenía un jean de tiro corto que le marcaba una cola pequeña pero turgente y una remera ceñida que dejaba al descubierto su ombligo.
- ¿Cómo salí?
- Fuera de foco -le dije al chequear la imagen- ¿Me das otra?
- Te quiero lo que me pidas -respondió, ocurrencia celebrada por sus compañeros, al tiempo que miraba con cara de bucsona y sacaba cola- ¿esa qué tal?
- Está mucho mejor -y se la mostré.
- ¡Niño! -exclamó al verse- Parezco un palo de escoba.
- Para mí estás perfecto.
- ¿Ah sí? ¿Vos decís?
- Jamás miento -bromee.
- Sí, ya te creo -se burló-. Ahora decime que soy Megan Fox y te crece la nariz... u otra cosa.
- No sé si la nariz, pero que con vos me crecería otra cosa, seguro.
- ¿Y qué cosa te crecería conmigo, papi? -preguntó, adoptando un aire seductor.
- Si me invitás a cenar a tu casa, te enterás.
Sus compañeros comenzaron a apurarlo para seguir la caravana, algo que no quiso perderse, pero antes de irse me preguntó si tenía lapicera. Mi respuesta fue entregarle un bolígrafo con el que escribió su número de teléfono en la palma de mi mano.
- Puede que esta noche me quede solito. Llamame más tarde -y me dio un beso en la mejilla, pero moví a propósito la cara y nuestras comisuras se encontraron en una suave caricia húmeda, que pareció gustarle. En otro roce, su mano se apoyó en mi entrepierna y encontró mi verga dura, porque en realidad me había excitado- De verdad, llamame -insistió.
Y se fue.
Me hubiese quedado un rato más en la marcha, pero lo que quería encontrar ya se había dado, así que me apresuré en pasar a papel aquel número y me fui al hotel, ya que en un rato debía seguir con mi trabajo. Pasaron varias horas desde el encuentro, en el que no pude sacarme de la mente aquel hermoso puto.
Cerca de las 20:00 llamé a su número. Tuve que hacerlo tres veces pues me daba buzón de voz, pero cuando me estaba por sentir frustrado y cortar, atendió.
- No te pregunté tu nombre, pero soy Sergio, el que te fotografió hoy en la marcha.
- ¡Ah, sí! ¿Cómo estás? Pensé que no ibas a llamar.
- ¿Sería un tonto si no te llamaba?
Entre risas nuestra charla giró en torno de dónde era yo, le conté que estaba por razones de trabajo. Él me dijo que le decía Nené, que tenía una peluquería y que estaba cerrando en ese momento. Vivía "con otro chico como yo", recalcó, confirmándome que esa noche estaría solo.
- ¿De verdad querés venir a cenar a mi casa?
- Es lo que más me gustaría.
- ¿Y qué te gustaría comer?
- Lo que a vos se te ocurra, es lo de menos.
- ¿Vos traés el postre? -aclaró, con picardía.
- ¿Te gusta el helado?
- Me gusta el helado y lo caliente... muy caliente.
- Llevo de los dos entonces.
- ¿Te parece a las 22:00?
Acordamos a esa hora y luego me pasó la dirección.
El barrio se llamaba Champagnat, no quedaba muy lejos del centro, así que poco antes de las 22:00, me hallaba buscando su departamento en un complejo de monoblocks, hasta que a la hora indicada toqué timbre en el número que me diera.
Nené abrió la puerta y evidentemente se había producido para mí. Su cabello ensortijado estaba levantado con una vincha elastizada de color verde, usaba una camisa blanca anudada a la altura de su última costilla, mostrando un pecho plano y lampiño, y llevaba calzas negras. Remataba su atuendo con unas ojotas con plataforma, por lo que pude apreciar sus pies hermosos y pequeños, algo que me fascina pues soy bastante fetichista.
- ¡Hola! Qué puntualidad -me dijo, recibiéndome con un beso de mejilla e invitándome a pasar.
- No me gusta hacer esperar -qué bonito departamento.
Era verdad, el lugar no era nada fuera de lo común, pero estaba adornado con buen gusto, un poco recargado, pero así me gusta. Luz de lámparas de pie, que dejaban una agradable penumbra, muchos cuadros, espejos, cortinas de colores, y un aroma penetrante y dulzón, que pronto descubrí se debía a sahumerios distribuidos en distintos sectores. Completaba el escenario una música suave.
- Gracias, me gusta que mi casa sea un santuario. Abajo está mi peluquería y aquí mi guarida.
- Traje un postre helado, espero te guste.
- Me encanta.
No dijo nada del "postre caliente", porque noté que estaba algo nervioso. Una cosa era histeriquear en la marcha y por teléfono, pero tenerme en su casa, sin saber qué era en realidad lo que yo buscaba, era diferente.
- ¿Y qué estás preparando? -quise saber.
- Pizza. Cerré la pelu, me di un baño y me produje un poco, así que no tuve tiempo de preparar nada complicado. Además, pensé que me estabas haciendo una joda, hoy en el centro.
- ¿Como una joda?
- Claro, pensé que me hacías un avance de joda.
- Pero aquí estoy.
- Sí, ya veo -dijo, mirándome de pies a la cabeza, como escaneándome-. ¿Cuántos años tenés, 40?
- Tengo 38.
- La barba te hace mayor. Yo tengo 32 -confesó, apoyándose en la mesada de la cocina..
- Mirá vos, parecés de 20 y pico.
- Jaja, ha de ser porque soy menudito y porque me cuido, mucha crema, comida sana, ejercicio.
- Sí, se nota que estás en forma -acoté, mientras le pasaba la mano por el muslo derecho y terminaba en su nalga, que encontré redondita y pulposa.
- ¿Y por qué viniste... te gustan los putos?
Aquella pregunta fue hecha casi en un susurro.
Me le acerqué y la arrinconé, apoyando mis manos a sus costados, en la mesada. Mi mejilla rozó la suya, sentí un perfume suave y dulzón, femenino, rico.
- ¿Sabés qué fue lo que pensé apenas te vi en la marcha? -le murmuré al oído.
- ¿Qué pensaste? -dijo en el mismo tono.
- Me dije... "mmmm... qué puto más precioso... qué rico debe tener el culito... cuánto me gustaría comerle la argollita y lamérsela hasta que se le dilate y pida que le meta el pito".
Nené se estremeció al oírme hablarle con tanta calentura y su piel se puso de gallina. Lo supe al acariciarle los brazos y comprobé además que había logrado excitarlo al mirarlo a los ojos, que brillaban de una manera inconfundible.
- ¿De verdad pensaste eso?
- ¿Te gustaría eso... que me prenda a mamarte el agujerito?
- Hijo de puta -musitó-... me hacés eso y me matás.
- ¿Y para resucitarte... cómo hago?
- Culeame hasta partirme el ojete.
Entonces lo abracé con ganas y empecé a comerle la boca con ganas, mientras me frotaba con su cuerpo. Nené se prendió con igual pasión y pronto el sonido de nuestra respiración profunda se mezcló con el de los chupones que nos dimos, mezclando nuestras salivas y golpeando las lenguas en una lucha húmeda. En algún momento nos movimos, no recuerdo cómo, y terminamos sobre un sofá, revolcándonos con desesperación. En otro movimiento me encontré abrazándolo por atrás, frotando mi bulto en su culo y comiéndole el cuello y la nuca a besos.
- ¿Así que te gusta comerte putos, hijo de puta, así que sos un degenerado... te calientan los trolos, los maricones...?
Aquello no hacía más que calentarme más, no sé por qué, pero era como un desafío que el marica me lanzaba, como poniéndome a prueba.
- Lo que más me calienta es empernar a un puto rico como vos... y es lo que voy a hacer.
- ¿Y si no quiero... y si me resisto?
- Resistite -desafié.
- Andate de mi casa.
Nené adoptó entonces el papel de un puto histérico, acompañando su actuación con un forcejeo convincente cuyo objetivo era sacarme de encima, pero aun hubiera sido cierto ya era tarde; mi calentura no tenía discusión y de esa casa me iría luego de haberle echado, al menos, un buen polvo. También forcejee y lo inmovilicé fácilmente con una llave de judo para la que me bastó una mano, mientras con la otra le bajaba las calzas y el hilo dental que usaba como tanga. Aquel culo precioso me fascinó, pequeño, redondito, hermoso, suave, lampiño... ¡mi amor... qué precioso upite! Con la mano libre le separé cuanto pude las nalgas y encontré un agujero marroncito y medio salido... fruta hermosa creada para el deleite... sin pensarlo mucho fundí mis labios en ese rosquete sabroso y me prendí a chuparlo, a lamerlo, a disfrutarlo... ningún sabor se compara al de un culo pasivo, culo de puto, ocote de marica caliente cuyos pliegues da placer frotar con la lengua y los labios.
- ¡Hijo de mil puta... cómo me mamás el culo! ¡Chupá, degenerado de mierda... chupame el upite... así... así... ayayay... así... mmmmm... violador de mierda... chupame el ocote!
Nené ya no forcejeó más, por lo que lo solté y aprovechó para agarrarse el pito y empezar a pajearse con violencia. Qué deleite indescriptible saberme el causante de aquella intensa calentura, puto bien alzado sacudiéndose la verga mientras yo disfrutaba a tope comiéndole el hueco.
- ¡Hijo de puta... me vas a hacer acabar... me vas a hacer acabar!
Cuando gritó aquello me las ingenié para buscar uno de los condones que había llevado y me apresuré a forrarme la chota con látex, mientras mi succión se hacía más fuerte y mi lengua se metía en su recto para enchastrarle el túnel con saliva.
- ¡Hijo de puta.. me hacés doler... me vas a sacar caca... me hacés acabar... me hacés acabar!
Y Nené comenzó a jadear cada vez más profundo y rápido, por lo que no exageraba con su anuncio, hasta que un grito ahogado confirmó que estaba eyaculando. Entonces me acomodé y apoyé la cabeza de la pija en su culo, y al darme cuenta que estaba largando los primeros chorros se la clavé de una, hasta los huevos.
El puto se tensó y estremeció entero, apretándome la verga hasta hacerme doler. Lo abracé fuerte y empujé como si pudiera meterle más de lo que había entrado, entonces largó un gemido largo y profundo, como un llanto apagado. Seguía pajeándose y alcance a ver unos escupitajos de su leche cayendo sobre la manta que cubría casi todo el sofá.
- ¡Me abrochaste hasta las bolas... qué hijo de puta... me hiciste mierda el culo... te siento hasta la garganta...!
- ¡Qué rico upite que tenés, putón... la próxima vez te lo voy a llenar de caramelos para que me los cagués en la boca!
- ¡Uyyy... qué cerdo cochino que sos, hijo de puta... no podés calentarme tanto... y qué rica chota... ! Ya me acalambro, pero no quiero que me la saqués nunca más.
- Vamos a la cama -propuse, y abrazándolo lo ayudé a incorporarse, pero sin desabotonarme.
- ¿Me vas a hacer caminar con la verga en el culo?
- Sí, no me quiero desprender.
- ¡Qué perverso que sos!
Nos pusimos de pie y Nené, con las calzas por las rodillas, sólo con una ojota y mi verga hinchada y bien empotrada en el ojete, me guió hasta su dormitorio, conmigo prendido como perro abotonado. Se quejó un poco por el roce y el tirón que le provocó aquel esfuerzo.
- Ni comimos la pizza.
- Me estoy comiendo al puto más rico de Mendoza, que es mejor.
- ¡Hijo de puta...! No me dejaste ni ir al baño... ayyy... no alcancé a lavarme bien el culo.
- Ni falta que hizo, no sabés lo rico que tenés el upite, maricón.
- No me digás nada si después te mancho un poquito... Ayyy
- ¿Con caquita?
- ¡Ayyy... Callate, cochino, me da vergüenza... ayy!
Finalmente llegamos a la cama y nos tumbamos, conmigo encima de Nené.
- Me quiero manchar toda la verga con tus soretes y te los voy a aflojar con la leche y el meo que te voy a largar... maricón de mierda... qué rico que estás putazo.
- ¡¡¡¿Quéee... no te pusiste forro???? ¡Sacamela, hijo de puta... sin forro no!!! ¿¿¿¿ Estás loco????? ¡¡¡¡sacamela, basura!!!!
- Te la saco después de preñarte, pedazo de trolo!!!
Nené comenzó a sacudirse como loco, pero lo tenía tan bien inmovilizado que no podía hacer nada. Sólo me apretaba cada vez más la pija con sus músculos anales, pero mis embates lo vencían. Estaba furioso, desesperado... un desconocido se lo estaba culeando sin protección... Seguí zamarreándolo, serruchándolo durante un largo rato, durante el cual la calentura pareció resignarlo y se entregó al goce, detalle que descubrí pues nuevamente se estaba pajeando. Hubiese querido tener un espejo cerca para poder vernos, ya que yo tenía los pantalones por las rodillas, Nené las calzas a la misma altura, la ropa desabrochada y ambos bien acoplados, como uno de esos polvos a las apuradas dados en un callejón. Podría haberse dado mucho más cómodo, pero la situación nos sorprendió así, además la noche era joven.
Nené, entre mezcla de enojo por mi osadía y de calentura por la cogida, gritó como anunciando su segundo orgasmo, señal que seguí acelerando hasta la violencia mi bombeo, para acabar juntos.
- Te mentí... tengo forro -le susurré cuando ambos nos relajamos, aún abrochados.
- Sos un sorete malparido... ¿cómo se te ocurre asustarme así?
- Asustado y todo gozaste, ¿o no?
- Claro que gocé, y ahora con más tranquilidad.
-Aunque confieso que me hubiera gustado echarte leche adentro del culo.
- Sos un cochino de verdad -dijo, riéndose y dándome un suave beso en la boca. ¿Te gustó?
- Muchísimo.
- ¿Querés que haga la pizza? -quiso saber, cuando se la saqué y se puso de pie, acomodándose las calzas.
- Dale.
- ¿O ya te sacaste las ganas y te querés ir?
- En realidad pensé que podría irme a la mañana... ¿qué decís?
- ¿Querés quedarte a dormir conmigo?
- No precisamente a dormir, Nené... en realidad me gustaría seguir jugando, pero desnudos.
Nené sonrió y luego se acercó y me dio un beso dulce y profundo.
- Te voy a preparar la pizza más rica que hayas probado.
Y salió hacia la cocina. Tal fue nuestro primer round sexual.

4 comentarios - Levante en Marcha del Orgullo Gay

KaluraCD +1
Levante en Marcha del Orgullo Gay


Que buen relato nene, nadie como vos para describir un garche entre un macho y un putito bien maricon

Me encantó 👏 👏 👏

Gracias por compartir 👍
Yo comenté tu post, la mejor manera de agradecer es comentando alguno de los míos...