Cuando tenía 25 años decidí embarcarme en una aventura de las más arriesgadas, hacerme coger por cuanto camionero se me cruzara.
Por razones de estudio me encontraba en Tucumán y quería viajar bien al norte. Con unos compañeros lo habíamos hecho un año antes y fue ahí que se me ocurrió. Hicimos dedo todo el viaje y con notable facilidad los camioneros nos levantaban. Con algunos tuvimos algunas charlas muy animadas sobre todo de la cantidad de trolos que se encontraban en el camino y sin ningún tipo de vergüenza nos contaban como se los comían. Esto a modo de prólogo para que se den una idea como se me ocurrió este viaje.
En esa época era muy delgado y para nada afeminado y por supuesto que mis amigos y compañeros no sospechaban de mis inclinaciones bisexuales porque salía con varias minas y el hecho de haber estado en algunas relaciones serias me daba una cubierta buenísima. Aclaro que disfruto mucho estar con mujeres pero cuando le encontrás el gusto a una buena pija el deseo es incomparable.
Armé mi hoja de ruta muy minuciosamente, iba a tener 4 paradas y la firme intención de coger la mayor cantidad de veces en ese tramo. La consigna era “camionero que me levanta camionero que me coge”.
Me levanté temprano y me lancé a la ruta con casi nada de equipaje, tan solo una mochila con lo justo y necesario. Cuando hacés dedo en la ruta es muy difícil que pare un camionero porque van muy rápido y lo único que quieren es llegar a destino, por eso me fui a una estación de servicio y esperé a que llegara alguno. Estuve cerca de una hora (nada pare este tipo de viaje) y un gordo cincuentón bajó a cargar nafta, me acerqué y le pedí si me podía acercar hasta mi próxima parada. Este pedido se lo hice haciéndome bien el putón con una sonrisita entre dulce y morbosa. El gordo me miró de arriba abajo y me dijo que sí:
-Vamos que me embola viajar solo.
Debemos haber hecho tan solo un par de kilómetros y el gordo me empezó a tirar directas y yo en el papel de mariconcito:
-Pendejo, vamo a los bifes. Vos sos de los que desayunan con una de estas???
Dijo mientras se agarraba el paquete. Yo solo atiné a asentir y sonreir.
La querés probar??? Vení tocala y fíjate si es lo suficientemente grande para vos.
Ni lo dudé, automáticamente mi mano le agarró el bulto y se la empecé a sobar por arriba. El gordo anduvo unos kilómetros más y paró a un costado de la ruta en un lugar donde había muchos árboles y merenderos. Corrió el asiento un poco hacia atrás, se bajó bien los pantalones y por debajo de esa panza peluda asomó una pija bastante grande y venosa para la edad de este tipo. Yo también hice mi asiento hacia atrás y me acomodé de rodillas para tener toda a mi disposición. Le empecé tocando las pelotas, se las masajeaba suavemente, tenía un olor bastante fuerte que me excitaba más. Con la punta de la lengua empecé a juguetear con la cabeza que le empezó a crecer de una manera descomunal. El gordo me agarro y empezó a empujar para metérmela toda de golpe, yo no me iba a resistir, apoyé ambas manos en sus piernas de manera tal de acomodar mi cabeza y poder engullirme lo que más pudiera. Lancé mi cabeza para tratar de tragarme todo pero no pude, era muy grande, empezamos un mete saca rápido y cada tanto la sacaba para poder respirar y lamerle bien el tronco (todos sabemos que eso nos encanta). El gordo estaba sacado me quería destrozar la boca, me pegaba no muy fuerte en mi cara mientras me animaba a tragarla toda pero eso era imposible, lo intenté pero no se pudo. Al cabo de unos minutos el gordo me llenó toda la boca con su leche un tanto amarga pero abundante. No dejé una gota ni en sus piernas, le repasé con mi lengua hasta dejarlo completamente limpio. Me palmeó la cara y me dijo.
-sos muy bueno putito, me encanta que me la chupen los puto, son mejores que las trolas de acá.
El resto del viaje siguió tranquilo, charlamos de todo hasta que llegamos a mi primera meta que era una parada de camiones y empecé la búsqueda de mi próximo compañero de viaje. Para esto decidí buscarme alguien un poco más joven porque la otra estaba a varias horas lo que pronosticaba más de una cogida.
Entre al drugstore del parador y mientras compraba agua le dí charla a varios, pregunté quién iba hasta mi próximo destino y para mi suerte un flaco con cara de buenaso dijo que me llevaba. Su nombre era Marcelo y tenía 42 años. Me acompaño hasta el camión y eso me calentó más, era de esos camiones nuevos con esos pequeños camarotes por detrás de los asientos.
Empezamos el viaje y le pregunté si me dejaba cambiar porque hacía mucho calor y quería ponerme un short:
-Pasá tranquilo y cámbiate ahí que hay lugar.
El lugar era pequeñito pero confortable, con un colchón y unas almohadas como para poder descansar. Cuando volví a sentarme le puse de gusto el culo cerca y me dijo que no tentara al demonio. Para hacerla corta se desvió de la ruta hacia un camino muy solitario. Me llevó hacia el camarote y nos empezamos a besar (cosa que no me gusta mucho, pero el fin justifica los medios). El flaco me quería comer la boca mientras me sobaba la pija. Nos desvestimos y nos acomodamos para hacernos un 69 de lujo. Mientras estábamos así acerqué mi mochila y saqué una crema lubricante. Se la dí y le pedí que me cogiera. Marcelo me puso en cuatro levantando bien mi culo, puso un poco de lubricante y con sus dedos empezó a abrir lugar. Lo hacía de maravilla, no era para nada brusco (lo cuál tampoco iba a ser un problema) y cuando 2 de sus dedos entraron hasta el fondo los sacó se puso un condón y me la mandó a guardar sin contemplación. Ahí se acabó el suave, me empezó a culear de una manera feroz dándome fuertes chirlos en mis nalgas. Yo sumergí mi cara en la almohada y gritaba de placer. Me faltó decir que su pija era de buen tamaño, diría que unos 19 cm pero gorda y sin nada de pelo, bien lampiño. Me la sacó, se acostó y me acomodó arriba de él. No llegué a sentarme cuando él me la mandó hasta el fondo. Me senté hasta que sus huevos chocaron en mis nalgas y empecé el mete y saca a toda velocidad. Fue tal la locura que llegue a eyacular sin siquiera tocarmela. Marcelo me tomó de la cintura y acabó. Casi que me desvanecí a su lado pero tenía la suficiente fuerza para volver a acomodarme en su entrepierna y le saqué el condón, le chupé toda la leche que le quedó en su ya pija flácida que al sentir su sabor delicioso (nada que ver con el gusto del gordo) me llevó a tragarme todo lo que quedaba en el forro y por supuesto que tragué la mía que salpicó en su abdomen.
Marcelo se vistió y se preparó a seguir, le pregunte si me podía quedar a descansar un rato ahí y con un beso me dijo que sí. Me dormí al segundo totalmente desnudo en ese camarote.
El despertar fue otra vez grandioso, me agarró de cucharita con la misma energía de antes pero esta vez directamente me acabó todo en la boca. Ya estábamos cerca de mi nuevo destino, nos vestimos e intercambiamos números. Recién eran las 2 de la tarde y ya me habían cogido 2 tipos.
Continuará…Sólo si los comentarios acompañan
Por razones de estudio me encontraba en Tucumán y quería viajar bien al norte. Con unos compañeros lo habíamos hecho un año antes y fue ahí que se me ocurrió. Hicimos dedo todo el viaje y con notable facilidad los camioneros nos levantaban. Con algunos tuvimos algunas charlas muy animadas sobre todo de la cantidad de trolos que se encontraban en el camino y sin ningún tipo de vergüenza nos contaban como se los comían. Esto a modo de prólogo para que se den una idea como se me ocurrió este viaje.
En esa época era muy delgado y para nada afeminado y por supuesto que mis amigos y compañeros no sospechaban de mis inclinaciones bisexuales porque salía con varias minas y el hecho de haber estado en algunas relaciones serias me daba una cubierta buenísima. Aclaro que disfruto mucho estar con mujeres pero cuando le encontrás el gusto a una buena pija el deseo es incomparable.
Armé mi hoja de ruta muy minuciosamente, iba a tener 4 paradas y la firme intención de coger la mayor cantidad de veces en ese tramo. La consigna era “camionero que me levanta camionero que me coge”.
Me levanté temprano y me lancé a la ruta con casi nada de equipaje, tan solo una mochila con lo justo y necesario. Cuando hacés dedo en la ruta es muy difícil que pare un camionero porque van muy rápido y lo único que quieren es llegar a destino, por eso me fui a una estación de servicio y esperé a que llegara alguno. Estuve cerca de una hora (nada pare este tipo de viaje) y un gordo cincuentón bajó a cargar nafta, me acerqué y le pedí si me podía acercar hasta mi próxima parada. Este pedido se lo hice haciéndome bien el putón con una sonrisita entre dulce y morbosa. El gordo me miró de arriba abajo y me dijo que sí:
-Vamos que me embola viajar solo.
Debemos haber hecho tan solo un par de kilómetros y el gordo me empezó a tirar directas y yo en el papel de mariconcito:
-Pendejo, vamo a los bifes. Vos sos de los que desayunan con una de estas???
Dijo mientras se agarraba el paquete. Yo solo atiné a asentir y sonreir.
La querés probar??? Vení tocala y fíjate si es lo suficientemente grande para vos.
Ni lo dudé, automáticamente mi mano le agarró el bulto y se la empecé a sobar por arriba. El gordo anduvo unos kilómetros más y paró a un costado de la ruta en un lugar donde había muchos árboles y merenderos. Corrió el asiento un poco hacia atrás, se bajó bien los pantalones y por debajo de esa panza peluda asomó una pija bastante grande y venosa para la edad de este tipo. Yo también hice mi asiento hacia atrás y me acomodé de rodillas para tener toda a mi disposición. Le empecé tocando las pelotas, se las masajeaba suavemente, tenía un olor bastante fuerte que me excitaba más. Con la punta de la lengua empecé a juguetear con la cabeza que le empezó a crecer de una manera descomunal. El gordo me agarro y empezó a empujar para metérmela toda de golpe, yo no me iba a resistir, apoyé ambas manos en sus piernas de manera tal de acomodar mi cabeza y poder engullirme lo que más pudiera. Lancé mi cabeza para tratar de tragarme todo pero no pude, era muy grande, empezamos un mete saca rápido y cada tanto la sacaba para poder respirar y lamerle bien el tronco (todos sabemos que eso nos encanta). El gordo estaba sacado me quería destrozar la boca, me pegaba no muy fuerte en mi cara mientras me animaba a tragarla toda pero eso era imposible, lo intenté pero no se pudo. Al cabo de unos minutos el gordo me llenó toda la boca con su leche un tanto amarga pero abundante. No dejé una gota ni en sus piernas, le repasé con mi lengua hasta dejarlo completamente limpio. Me palmeó la cara y me dijo.
-sos muy bueno putito, me encanta que me la chupen los puto, son mejores que las trolas de acá.
El resto del viaje siguió tranquilo, charlamos de todo hasta que llegamos a mi primera meta que era una parada de camiones y empecé la búsqueda de mi próximo compañero de viaje. Para esto decidí buscarme alguien un poco más joven porque la otra estaba a varias horas lo que pronosticaba más de una cogida.
Entre al drugstore del parador y mientras compraba agua le dí charla a varios, pregunté quién iba hasta mi próximo destino y para mi suerte un flaco con cara de buenaso dijo que me llevaba. Su nombre era Marcelo y tenía 42 años. Me acompaño hasta el camión y eso me calentó más, era de esos camiones nuevos con esos pequeños camarotes por detrás de los asientos.
Empezamos el viaje y le pregunté si me dejaba cambiar porque hacía mucho calor y quería ponerme un short:
-Pasá tranquilo y cámbiate ahí que hay lugar.
El lugar era pequeñito pero confortable, con un colchón y unas almohadas como para poder descansar. Cuando volví a sentarme le puse de gusto el culo cerca y me dijo que no tentara al demonio. Para hacerla corta se desvió de la ruta hacia un camino muy solitario. Me llevó hacia el camarote y nos empezamos a besar (cosa que no me gusta mucho, pero el fin justifica los medios). El flaco me quería comer la boca mientras me sobaba la pija. Nos desvestimos y nos acomodamos para hacernos un 69 de lujo. Mientras estábamos así acerqué mi mochila y saqué una crema lubricante. Se la dí y le pedí que me cogiera. Marcelo me puso en cuatro levantando bien mi culo, puso un poco de lubricante y con sus dedos empezó a abrir lugar. Lo hacía de maravilla, no era para nada brusco (lo cuál tampoco iba a ser un problema) y cuando 2 de sus dedos entraron hasta el fondo los sacó se puso un condón y me la mandó a guardar sin contemplación. Ahí se acabó el suave, me empezó a culear de una manera feroz dándome fuertes chirlos en mis nalgas. Yo sumergí mi cara en la almohada y gritaba de placer. Me faltó decir que su pija era de buen tamaño, diría que unos 19 cm pero gorda y sin nada de pelo, bien lampiño. Me la sacó, se acostó y me acomodó arriba de él. No llegué a sentarme cuando él me la mandó hasta el fondo. Me senté hasta que sus huevos chocaron en mis nalgas y empecé el mete y saca a toda velocidad. Fue tal la locura que llegue a eyacular sin siquiera tocarmela. Marcelo me tomó de la cintura y acabó. Casi que me desvanecí a su lado pero tenía la suficiente fuerza para volver a acomodarme en su entrepierna y le saqué el condón, le chupé toda la leche que le quedó en su ya pija flácida que al sentir su sabor delicioso (nada que ver con el gusto del gordo) me llevó a tragarme todo lo que quedaba en el forro y por supuesto que tragué la mía que salpicó en su abdomen.
Marcelo se vistió y se preparó a seguir, le pregunte si me podía quedar a descansar un rato ahí y con un beso me dijo que sí. Me dormí al segundo totalmente desnudo en ese camarote.
El despertar fue otra vez grandioso, me agarró de cucharita con la misma energía de antes pero esta vez directamente me acabó todo en la boca. Ya estábamos cerca de mi nuevo destino, nos vestimos e intercambiamos números. Recién eran las 2 de la tarde y ya me habían cogido 2 tipos.
Continuará…Sólo si los comentarios acompañan
38 comentarios - Los Camioneros
Me encantó tu historia nene. Y además muy bien escrita y relatada, un lujito.
Gracias por compartir 👍
Y espero con ansiedad la continuación.
http://www.poringa.net/posts/gay/2713922/Los-Camioneros---II-Parte.html
http://www.poringa.net/posts/gay/2717057/Los-Camioneros---III-Parte.html