Gracias a los que alentaron y putearon para que terminara. Anoche el relato estaba terminado, pero se me cerró la página, y sólo se había guardado en borradores lo que subí.
Imaginarán la tensión sexual que reinaba en mi pequeña pieza: los dos desnudos, tocándonos, parados, nuestras pijas se rozaban, chocaban y peleaban. Era una tarde templada de otoño mendocino, pero en éstas cuatro paredes reinaba el más intenso calor veraniego. Chape va, chape viene, lo empujé sobre la cama, cayó de espaladas, y se acomodó para que le diera una buena chupada de verga. Pero no, todavía no. Tirado a mi merced, le agarré las piernas, las elevé, y tuve ante mi su tesorito: un hermoso, chiquito y virgencito ano. GUAU. Una vida hacía que no venía uno así … los pendejos de 15 ya vienen con el culo roto hoy por hoy.
Prácticamente sin pelos , ese hoyito me llamaba, y acudí. El flaco se comportó como un lord: no se si alguna vez le habrían dado un beso negro, pero no opuso la más mínima resistencia y se entregó completamente al placer anal. Mi lengua fue un taladro! El muy rico tenía un sabor delicioso allá abajo. Ante las abatidas de mi lengua su esfínter se contraía, y dejaba escapar un ligero gemido
Mi pija reventaba. Mientras le hacia el amor a lengüetadas arrodillado frente a él, me pegaba una frenética paja. Sus piernas empezaron a bajar: ya venía siendo hora de meterme toda esa anchura en mi cavidad bucal. Yo seguía arrodillado, y él se recompuso, se paró y me tomo de la cabeza para conducirme a mi próximo destino. Se la agarré con una mano, le tiré el prepucio para atrás, y cuando asomó su rosada cabeza, entro sin encalas hasta el final de mi garganta. Mierda que salieron lágrimas de mis ojos. Pero como la estaba disfrutando, tenía un sabor dulzón –para ser una pija, claro- era suave, más de lo normal, y jodidamente gorda. El riojano le calentaba mucho metérmela hasta la arcada, y a mi hurgar en su anillo mientras estaba entregado frente a él.
Me paré y le dije “dame un beso y sentí el sabor de tu pija”. HECATOMBE. El loco se puso como trompada, y empezó un forcejeo, en el que me terminó ganando y acorralándome sobre la pared. Me dio vuelta, me abrió las gambas, puse mis manos sobre la pared, y desde atrás empezaron sus primeras estampidas sobre mi culo. Dios … me tenía que meter toda esa carne adentro. Pero todavía iba a dar una batalla más.
Me di vueltas, lo tomé de la nuca, le empecé a tranzar las orejas, y de a poco lo acosté de vuelta, pero esta vez le puse todo mi culo en su cara. Si me iba a garchar, que se esmerara en dilatarme bien al menos. Y así fue. Lengua, lengua y dedo le quitaron toda la dignidad a mi ojete. Yo me dediqué a su pija un rato más, a sus huevos y a ese rinconcito que uno los une con el ano. Avanzando en su labor, también se comió mi chota, que es más estándar que la de él. El 69 estaba entrando en una fase peligrosa. Nadie quería un final anticipado, por lo que impartí orden clara y expresa de ir en búsqueda de forros y lub.
Tuvimos dos segundos de paz … como la calma que antecede al huracán. Volvió del living con su tarea cumplida. Los forros que traía eran los Prime Skin, esos que parecen de piel real, y el lub no me acuerdo la marca, pero al tacto se sentía genial. Lo abrió y me lo dio: “dale, ponémelo”. Obviamente tuve que luchar contra esa víbora gorda, que se resistía a encapucharse. A éstas alturas poco importaba quien dominaba, los dos empezamos a ajustarnos a un libreto implícito. Él se acostó boca arriba, yo parado frente a la cama puse un toallón debajo de él, y me metí tres dedos con lubricante en mi culo. Si tres, y me quedé corto.
Me subí a la cama, y me aposté arriba de él. Mi pija se acostó sobre su abdomen. Esa berenjena empezó a presionar, y con mis manos le ayudé para que me penetrara sólo uno o dos centímetros. La madre que lo pario, que fucking dolor: insoportable. Me la saqué mientras me cagaba de risa, el loco es un copado y se tentó conmigo. Me dolía como la concha de su madre, pero un guerrero sólo huye para embarcarse en otra batalla. Al cabo de unos segundos, y superado el umbral del dolor, me acomodé sobre su pija, y lentamente empezó a deslizarse completamente adentro mío. Como yo estaba arriba a él, yo tuve el control de las primeras envestidas. Sólo habían miradas en el ambiente, y un lento movimiento que le daba tiempo a que mi ano se acomodara a toda esa carne.
Fue casi romántico. Veníamos de momentos de ira y locura, y de repente me estaba garchando con ternura, paciencia, y con profundos besos. De a ratos mi pija chicoteaba sobre los cuadraditos de su abdomen, y de a ratos levantaba sus piernas para llegar más profundo.
Lentamente me dejé caer de costado, me di vueltas, y le pedí que me la meta de coté, y así lo hizo. Entonces el ritmo se intensificó, y volvimos al riojano diabólico. Estaba dando por sobreentendido que mi culo no pondría objeciones a su cruel violación. Y allí estaba: de versátil dominante, me había convertido en un puto sumiso culo roto. Y bien roto que estaba. Sabía que estaba sangrando, y sabía que me iba a quedar toda la semana su recuerdo, pero aún así no le dí tregua ni un segundo. El chabon estaba sacado, y en un arrebato se arrodilló ante mí, puso mis tobillos sobre sus hombros, y me demolió a chotazos. Sin dejar de darme duro, se acostó sobre mí (parecía un bicho bolita) y me la metía mientras me besaba.
Yo estaba en el paraíso. Me la sacó, y junto con su pito salió un vergonzoso pedo de mi culo. Nos invadió una risa cómplice … ese pedo era más culpa suya que mía. “Ahora te ponés en 4 pa”. Para estas alturas ya era una puta de mierda, apostado como un perrito, con la espalda arqueada y la cola levantada. Su chota entró sin pedir permiso: me la metía tan fuerte que mi cabeza pegó en un par de oportunidades contra el respaldo de la cama. Me mordía, me arañaba, y tenía varios moretones fruto de los forcejeos. Con cada bombeada sentía que mi pija se llenaba un poco más de leche… el final era inminente. Pero si iba a acabar quería hacerlo viendo a esos lindos ojos celestes.
Me puse boca arriba, y le pedí que me garchara un rato más patitas al hombro. No alcanzó a entrar que me desleché todo sobre mi torso. Salió con tanta fuerza que me llegó un chorrito hasta el cuello y la pera. Me sentía devastado. Pero él estaba íntegro. Que hijo de puta, ni se había enterado que me estaba cogiendo hace media hora.
Amén de haber terminado mi tarde, fui un puto bueno, y le puse mucho huevo. Se la chupé por un buen rato, lo pajie, lo besé y hasta le metí un dedo con lub en su virgen culito. Pero La Rioja no acabó. Al rato de intentarlo, los dos dimos por terminado el acto.
Esto fue un polvo real: con risas, olores, sabores, texturas, pedos, cachetazos y sin acabadas. Como pasa en la vida real. Pero los dos nos quedamos completamente satisfechos, orgullosos y excitados con ese sorpresivo encuentro ocasionado por el chat. No siempre pegás piel, pero esta vez ambos tuvimos suerte.
La tarde terminó con una ducha compartida, y con la promesa de volver a vernos pronto, metiendo varios fetiches más en el encuentro.
Comunidad, gracias por su tiempo, y les deseo pajas hiperorgásmicas para todos.
Imaginarán la tensión sexual que reinaba en mi pequeña pieza: los dos desnudos, tocándonos, parados, nuestras pijas se rozaban, chocaban y peleaban. Era una tarde templada de otoño mendocino, pero en éstas cuatro paredes reinaba el más intenso calor veraniego. Chape va, chape viene, lo empujé sobre la cama, cayó de espaladas, y se acomodó para que le diera una buena chupada de verga. Pero no, todavía no. Tirado a mi merced, le agarré las piernas, las elevé, y tuve ante mi su tesorito: un hermoso, chiquito y virgencito ano. GUAU. Una vida hacía que no venía uno así … los pendejos de 15 ya vienen con el culo roto hoy por hoy.
Prácticamente sin pelos , ese hoyito me llamaba, y acudí. El flaco se comportó como un lord: no se si alguna vez le habrían dado un beso negro, pero no opuso la más mínima resistencia y se entregó completamente al placer anal. Mi lengua fue un taladro! El muy rico tenía un sabor delicioso allá abajo. Ante las abatidas de mi lengua su esfínter se contraía, y dejaba escapar un ligero gemido
Mi pija reventaba. Mientras le hacia el amor a lengüetadas arrodillado frente a él, me pegaba una frenética paja. Sus piernas empezaron a bajar: ya venía siendo hora de meterme toda esa anchura en mi cavidad bucal. Yo seguía arrodillado, y él se recompuso, se paró y me tomo de la cabeza para conducirme a mi próximo destino. Se la agarré con una mano, le tiré el prepucio para atrás, y cuando asomó su rosada cabeza, entro sin encalas hasta el final de mi garganta. Mierda que salieron lágrimas de mis ojos. Pero como la estaba disfrutando, tenía un sabor dulzón –para ser una pija, claro- era suave, más de lo normal, y jodidamente gorda. El riojano le calentaba mucho metérmela hasta la arcada, y a mi hurgar en su anillo mientras estaba entregado frente a él.
Me paré y le dije “dame un beso y sentí el sabor de tu pija”. HECATOMBE. El loco se puso como trompada, y empezó un forcejeo, en el que me terminó ganando y acorralándome sobre la pared. Me dio vuelta, me abrió las gambas, puse mis manos sobre la pared, y desde atrás empezaron sus primeras estampidas sobre mi culo. Dios … me tenía que meter toda esa carne adentro. Pero todavía iba a dar una batalla más.
Me di vueltas, lo tomé de la nuca, le empecé a tranzar las orejas, y de a poco lo acosté de vuelta, pero esta vez le puse todo mi culo en su cara. Si me iba a garchar, que se esmerara en dilatarme bien al menos. Y así fue. Lengua, lengua y dedo le quitaron toda la dignidad a mi ojete. Yo me dediqué a su pija un rato más, a sus huevos y a ese rinconcito que uno los une con el ano. Avanzando en su labor, también se comió mi chota, que es más estándar que la de él. El 69 estaba entrando en una fase peligrosa. Nadie quería un final anticipado, por lo que impartí orden clara y expresa de ir en búsqueda de forros y lub.
Tuvimos dos segundos de paz … como la calma que antecede al huracán. Volvió del living con su tarea cumplida. Los forros que traía eran los Prime Skin, esos que parecen de piel real, y el lub no me acuerdo la marca, pero al tacto se sentía genial. Lo abrió y me lo dio: “dale, ponémelo”. Obviamente tuve que luchar contra esa víbora gorda, que se resistía a encapucharse. A éstas alturas poco importaba quien dominaba, los dos empezamos a ajustarnos a un libreto implícito. Él se acostó boca arriba, yo parado frente a la cama puse un toallón debajo de él, y me metí tres dedos con lubricante en mi culo. Si tres, y me quedé corto.
Me subí a la cama, y me aposté arriba de él. Mi pija se acostó sobre su abdomen. Esa berenjena empezó a presionar, y con mis manos le ayudé para que me penetrara sólo uno o dos centímetros. La madre que lo pario, que fucking dolor: insoportable. Me la saqué mientras me cagaba de risa, el loco es un copado y se tentó conmigo. Me dolía como la concha de su madre, pero un guerrero sólo huye para embarcarse en otra batalla. Al cabo de unos segundos, y superado el umbral del dolor, me acomodé sobre su pija, y lentamente empezó a deslizarse completamente adentro mío. Como yo estaba arriba a él, yo tuve el control de las primeras envestidas. Sólo habían miradas en el ambiente, y un lento movimiento que le daba tiempo a que mi ano se acomodara a toda esa carne.
Fue casi romántico. Veníamos de momentos de ira y locura, y de repente me estaba garchando con ternura, paciencia, y con profundos besos. De a ratos mi pija chicoteaba sobre los cuadraditos de su abdomen, y de a ratos levantaba sus piernas para llegar más profundo.
Lentamente me dejé caer de costado, me di vueltas, y le pedí que me la meta de coté, y así lo hizo. Entonces el ritmo se intensificó, y volvimos al riojano diabólico. Estaba dando por sobreentendido que mi culo no pondría objeciones a su cruel violación. Y allí estaba: de versátil dominante, me había convertido en un puto sumiso culo roto. Y bien roto que estaba. Sabía que estaba sangrando, y sabía que me iba a quedar toda la semana su recuerdo, pero aún así no le dí tregua ni un segundo. El chabon estaba sacado, y en un arrebato se arrodilló ante mí, puso mis tobillos sobre sus hombros, y me demolió a chotazos. Sin dejar de darme duro, se acostó sobre mí (parecía un bicho bolita) y me la metía mientras me besaba.
Yo estaba en el paraíso. Me la sacó, y junto con su pito salió un vergonzoso pedo de mi culo. Nos invadió una risa cómplice … ese pedo era más culpa suya que mía. “Ahora te ponés en 4 pa”. Para estas alturas ya era una puta de mierda, apostado como un perrito, con la espalda arqueada y la cola levantada. Su chota entró sin pedir permiso: me la metía tan fuerte que mi cabeza pegó en un par de oportunidades contra el respaldo de la cama. Me mordía, me arañaba, y tenía varios moretones fruto de los forcejeos. Con cada bombeada sentía que mi pija se llenaba un poco más de leche… el final era inminente. Pero si iba a acabar quería hacerlo viendo a esos lindos ojos celestes.
Me puse boca arriba, y le pedí que me garchara un rato más patitas al hombro. No alcanzó a entrar que me desleché todo sobre mi torso. Salió con tanta fuerza que me llegó un chorrito hasta el cuello y la pera. Me sentía devastado. Pero él estaba íntegro. Que hijo de puta, ni se había enterado que me estaba cogiendo hace media hora.
Amén de haber terminado mi tarde, fui un puto bueno, y le puse mucho huevo. Se la chupé por un buen rato, lo pajie, lo besé y hasta le metí un dedo con lub en su virgen culito. Pero La Rioja no acabó. Al rato de intentarlo, los dos dimos por terminado el acto.
Esto fue un polvo real: con risas, olores, sabores, texturas, pedos, cachetazos y sin acabadas. Como pasa en la vida real. Pero los dos nos quedamos completamente satisfechos, orgullosos y excitados con ese sorpresivo encuentro ocasionado por el chat. No siempre pegás piel, pero esta vez ambos tuvimos suerte.
La tarde terminó con una ducha compartida, y con la promesa de volver a vernos pronto, metiendo varios fetiches más en el encuentro.
Comunidad, gracias por su tiempo, y les deseo pajas hiperorgásmicas para todos.
4 comentarios - Sorpresas del chat segunda parte (relato)