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Relato de mis recuerdos - Gay

Me despierto en medio de la noche, estoy durmiendo en el sillón del living. Tardo unos segundos en reaccionar y recuerdo que tuvimos nuestra primera pelea, nuestra primera discusión en casi dos años.
Voy al cuarto y te espío mientras dormís. Admiro tus piernas, siempre te lo dije, parecen esculpidas a mano, poso mi mirada en tu espalda, esa misma que recorrí milímetro a milímetro cientos de veces, tus hombros, la cintura breve, los hoyuelos que se te forman donde termina la espalda, ese mechón de pelo rebelde que te cae sobre la frente. El brazo derecho está extendido hacia el lugar que yo ocupo en la cama, nuestra cama, la mano posada parece extrañarme.
Vuelvo al sillón, trataré de dormir un poco más, aunque ya sé que es inútil. Y me asaltan los recuerdos, las vivencias. Me acuerdo perfectamente cuando te conocí.
Mis padres son ambos hijos únicos, lo que hizo que nuestros abuelos acordaran construir un pequeño edificio de tres pisos, uno para cada nieto (mis dos hermanos y yo). Los departamentos estuvieron alquilados durante nuestra infancia y adolescencia, pero cuando llegamos a los 21 años, fueron restaurados a nuevo ya que estaban en bastante mal estado producto de los sucesivos inquilinos. Se decidió legarnos a cada uno un departamento. Yo fui quien primero se mudó a vivir solo. Por esa época fue cuando conocí a Gastón, todo empezó con un garche terriblemente horrible, pero fue el comienzo de una muy buena amistad.
Gastón me ayudaba a estudiar, preparar apuntes, ordenar los libros o simplemente cebaba mate mientras yo preparaba los finales. Un fin de semana fue su cumpleaños y organizó una fiesta o reunión en su casa y por supuesto me invitó. A decir verdad no tenía muchas ganas de ir, no conocía a sus amigos y además tenía que repasar para un final que sería el lunes siguiente, pero me insistió tanto que al final accedí.
El sábado en cuestión llegué a la casa de Gastón, me hizo pasar y me presentó a sus amigos y amigas, un grupo bastante heterogéneo de chicos y chicas hétero, bisex y gays. No fue una fiesta propiamente dicha, más bien una reunión de amigos donde se contaron anécdotas, recuerdos y experiencias, todo el mundo hablaba al mismo tiempo y nos cagábamos de risa. No es que estuviera incómodo, sino que al no compartir sus recuerdos no era tan divertido, así que tipo 2 de la madrugada le dije a Gastón que me iba, necesitaba dormir un rato para levantarme temprano a estudiar.
Yo = che, boludo, me tengo que ir ¿no te enojás?
Gastón = nooo, dale, quedate un rato que quiero que conozcas a alguien que está por llegar.
Yo = naaa, no seas pajero
Gastón = dale boludo, es un amigo mío y está cayendo.
Yo = nooo boludo, en serio, tengo que dormir algo.

No terminé de decirlo cuando escuchamos el timbre de la puerta. Gastón fue a recibir a su amigo y yo lo seguí, más con el ánimo de aprovechar la oportunidad y rajarme que por el hecho de conocer a su amigo. Abrió la puerta y ahí te ví Martín. Creo que me enamoré en ese mismo instante. Estabas vestido con una camisa rosa, un pantalón blanco y mocasines. Un mechón de pelo te caía sobre la frente, castaño claro, tez blanca y una mirada entre sorprendido y asustado al mismo tiempo. Miraba la escena que se desarrollaba ante mis ojos sin poder articular palabra o ejecutar movimiento alguno. Gastón me lo estaba presentando y yo lo único que atiné a decir fue un “Hola” que habrá sonado antipático. Gastón me preguntó qué iba a hacer y le contesté que me quedaba un rato más, pero no muy tarde.

Nos sumamos otra vez al grupo, Martín saludaba a todos por su nombre, se ve que lo conocían lo que me provocó celos. ¿Celos? Me dije que parara un poco la mano porque se iba a notar mucho mi excitación. Me senté en un lugar cualquiera tratando de no mirar a Martín directamente, pero ya se había sentado justo enfrente de mí, lo tenía todo en mi campo visual, podía observarlo bien, deleitarme con sus ojos, sus manos y entretenerme tratando de adivinar la forma de sus piernas.
De tanto en tanto cruzábamos algún que otro comentario, cada vez que lo miraba él también me miraba. Lo veía hablar con los demás pero sus palabras no llegaban a mis oídos, simplemente el movimiento de sus labios me hipnotizaba y obviamente imaginaba cómo sería comerle esa boca magnífica.

En un momento te acercaste y me preguntaste de dónde conocía a Gastón, obviamente le mentí y le mandé cualquiera, pero eso fue el motivo de que te acercaras y empezáramos a charlar más íntimamente. Me contaste que tenías 22, igual que yo en ese momento, que estabas estudiando arquitectura, que eras hijo único y vivías con tus viejos. Una charla como cualquier otra, pero para mí fue como estar flotando a 5 centímetros del piso, cada vez que me mirabas a los ojos me asaltaba una tremenda sensación de tomarte de la nuca y besarte tiernamente.
No nos dimos cuenta, pero la gente se iba yendo. A las 5 de la mañana sólo quedábamos Gastón, Martín y yo.
Martín dijo que se iba también, Gastón (piola) me dice que si no lo podía acompañar hasta el bondi porque él se quedaría limpiando un poco. “Claro chabón” fue mi respuesta, por dentro el corazón me latía a 1000 por hora. Nos despedimos de Gastón y le pregunté a Martín si quería que lo alcance hasta su casa, me respondió que no, que gracias, que vivía muy lejos (Quilmes) que no me preocupara. No sabía cómo retener el momento, cómo hacer infinito el instante, hacer desaparecer la despedida inevitable y alargar nuestra cercanía.
Me tiré y lo invité a desayunar en mi casa, “no te puedo ofrecer mucho” le dije, “de camino a casa compramos unas mediaslunas”. Ví cómo sus ojos se abrían, ví como en cámara lenta cómo inspiraba aire para decirme algo y en ese segundo que me pareció eterno, le escuché decir “dale, acepto”.


CONTINUARÁ

6 comentarios - Relato de mis recuerdos - Gay

todo_masquebien +2
Hermoso... me llevaste lejos en el tiempo y q lindos recuerdos. Espero la 2da parte
vampane +1
💖 💖 💖 cada palabra inspira amor