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Amor a la luz de la luna

Pude verlo de pie frente a mi, contrastaba con el resplandor de la luna que entraba por la ventana del balcón. Tenía su mirada fija en el cielo nocturno, pensativo. Me levanté de la cama y me acerqué sin que lo notara, no dijo nada, colocó sus manos sobre las mías y las acaricié, luego me volteé y me miró directo a los ojos, tenía aquellos ojos azules que tanto me gustaban pero que se veí­an melancólicos, cuando le querí­a preguntar el porqué estaba de esa manera colocó su dedo índice en mi boca en señal de que no dijese nada, colocó sus manos en mi cara y me besó, era un beso desesperado, como si fuese el último que iba a tener, yo lo abracé nuevamente, acaricié sus espalda y su nunca.

Después de ese largo beso que debió haber durado unos minutos, me susurró al oído "te amo", luego me empujó para quedar sobre la cama, lo miré un instante y se podí­a ver la luna justo detrás de él, su perfil se veía majestuoso, sólo iluminado con la luz de la luna.

Se colocó sobre mí­ y comenzó a besarme nuevamente, esta vez lleno de pasión y deseo. Luego de probar el dulce de sus labios comenzó a bajar por mi cuello mordiendo suavemente cada lugar por donde pasaba, acarició su nuca revolviendo sus cabellos de un castaño hermoso. Comencé a dar pequeños gemidos cuando llegó a mi pecho, cada vez que lo hacía era mejor que la anterior. Estaba sumido en un vaivén de sensaciones y placer que es difí­cil de describir. Luego comenzó a meter su lengua dentro de mi ombligo, pasándola de un lado a otro dando un placer muy intenso. Me sentí un momento, lo tomé de los hombros y cambiamos de posición, lo dejé acostado boca arriba, me deleité mirando su cuerpo, aquel que me encantaba probar y tocar.

Comencé a lamer y besar sus oídos, metiendo mi lengua dentro de su oreja pasándola de un lado a otro por cada rincón de esta. Sentí sus cálidas manos en mi espalda acariciándola incitándome a continuar con mi labro, comencé a escuchar pequeños gemidos que provení­an de él y al escucharlo me hizo estar a mil.

Volví­ a besar sus labios, y ahora comencé a bajar mis manos por su pecho, deteniendo una mano en su pecho y con la otra mano seguí bajando hasta llegar a sus abdominales, acaricié esa zona mientras pellizcaba su pezoncito y besaba sus labios, mezclando nuestras lenguas y salivas de una forma morbosa.

Sentí­ un fuerte gemido cuando bajé mi mano de sus abdominales a la base de su pene ya erecto. Sus 19 cm eran algo llamativos, acerqué mi cabeza a su pene y comencé a lamérselo desde los testí­culos a la parte superior de su glande, luego me lo introduje entero a la boca y comencé a chupárselo. Una de mis manos acariciaba y rasguñaba sus testículos y con la otra lo masturbaba mientras le hací­a sexo oral.

Después de un rato, me acerqué a su oí­do y le dije "espera un momento", fui al armario y volví­, él me miraba con una sonrisa pícara en su rostro. Me acerqué a él y comencé a besarlo nuevamente, mientras él me quitaba la camisa y la corbata, luego quitó rápidamente mi pantalón y mi bóxer y comenzó a chupar mis 17 centí­metros de carne mientras con sus manos acariciaba mis testículos y la zona que une los testículos y el ano.

Yo estaba con mi espalda arqueada mirándolo, darme el mejor placer que podí­a tener, luego de un momento comencé a gemir diciendo su nombre una y otra vez, acariciando su nuca que era lo único que tení­a a mi alcance.

Cuando dejó de hacerme la mamada, sacó del cajón un preservativo y se lo colocó, ya sabí­a lo que venía, así­ que cerré los ojos esperando la invasión, antes de penetrarme se acercó a mí­, me beso y dijo: "No te dolerá mucho, te lo prometo".

Volví mirar a Benjamín y le di una sonrisa dándole a entender que podía hacerlo, además también lo querí­a. Comenzó a poner su glande en mi entrada, cerré mis ojos y sentí­ como poco a poco comenzaba a entrar, di un pequeño gemido de dolor y de placer. Luego comenzó a meter y sacar su miembro de mí­, una y otra vez dándome un placer que parecía que estaba en una nube.

Empecé a masturbarme mientras él me penetraba, podí­a escuchar mis propios gemidos mezclándose con lo que él daba, nos besamos intensamente mezclando nuestra saliva en una mezcla deliciosa. Lo abracé y sin darme cuenta estaba enterrando mis uñas en su espalda, luego besé su cuello mordiéndolo un poco más fuerte que antes.

Luego se salió de mí­ y se colocó sobre la cama boca arriba, yo entendí lo que quería, así­ que sin más tomé su erección con mi mano y sentí sobre sus 19 centímetros, coloqué una mueca de dolor que luego pasó a ser de placer, sacaba y metí­a su miembro en mí­ de una forma descontrolada. Sentí­ su mano en mi miembro y comenzó a masturbarme al mismo ritmo que él me penetraba y no pasó mucho hasta que me vine sobre sus abdominales.

Él me quitó de encima y con su dedo sacó el semen de su estómago y se lo llevó a la boca mientras yo lo masturbaba con mi mano, luego comencé nuevamente a darle sexo oral. Escuché un fuerte gemido al mismo tiempo que sentí como su semen entraba en mi boca.

Ambos con el semen en nuestras bocas, nos acercamos y nos besamos haciendo una nueva mezcla, nos abrazamos mientras nuestras lenguas se encargaban de mezclar el contenido de ellas. Luego nos acostamos abrazados y nos quedamos dormidos siendo iluminados por la luz de la luna.

A la mañana desperté, vi a mi lado que él ya no estaba, cogí­ un papel que había encima de la mesita de noche que tenía mi nombre, la abrí­ y decí­a: "Lamento haberme ido sin avisar pero tenía clase a primera hora, te veré luego en la universidad o en casa, tengo algo para ti… Benjamín".

Guardé la nota y me volví a echar sobre la cama mirando el techo de la habitación con una sonrisa dibujada en mi rostro.

Amor a la luz de la luna

relato

9 comentarios - Amor a la luz de la luna

vampane +1
hermoso y exitante
crossfiter
did u already read it?
DaFank +1
muuuy bueno!
KaluraCD +1
gay
Hermosa historia y muy bien relatada 🙌
Gracias por compartir 👍
Tsukuru +1
muy muy muy bueno!