Después de la cena familiar y el brindis, la navidad empezó a ponerse buena. Un poco después de la 1 am, mi amiga Marina pasó a buscarme en su auto y rumbeamos para la casa de Demian, un amigo suyo. Como el viaje no iba a durar menos de veinte minutos, lo mejor que podíamos hacer era relajarnos y disfrutar del paseo. Prendimos un porro y fuimos fumando y charlando hasta que de tanta risa, el viaje llegó a su fin. Se había pasado volando. Yo no había preguntado demasiado acerca de qué nos esperaba en esa casa aun desconocida para mí, pero daba por sentado que pasaríamos un buen momento.
Sin embargo, no pude imaginar lo que finalmente sucedería. Una verdadera sorpresa navideña.
Marina me presentó a sus amigos y amigas (a algunos/as ya los/as conocía de antes) y nos pusimos a tomar y a fumar nuevamente. Seríamos apenas 10 o 12 personas pero el ambiente era bastante festivo. En poco tiempo ya estábamos todos totalmente desinhibidos y las conversaciones comenzaron a ponerse picarescas, atrevidas. Yo sabía que Demian era homosexual, al igual que algunos de los chicos que estaban allí, pero nunca había estado en una reunión con todos ellos.A su vez, supuse que él debía saber que yo estaba empezando a experimentar sexualmente con transexuales, pues se lo había contado a Marina en varias oportunidades. Al principio me sorprendió un poco la soltura con la que Demian contaba sus intimidades pero luego empezaron a charlar todos en un tono similar y la situación se distendió para mí. Avanzada la noche se fueron formando algunas pareja (chicos con chicas, chicos con chicos) que desaparecían por los rincones-habitaciones de la casa. Con la vista ya nublada y los pasos que eran tropiezos, me dirigí a la cocina en busca de hielo para mi fernet. En eso, Demian se acerca y me mira hacer, se ríe y me saca conversación. No recuerdo las palabras de ningún modo pero sí recuerdo cuánto me provocó. Me convenció de ir disimuladamente al piso de arriba, a la habitación contigua a la escalera, y ahí lo esperé. En segundos atravesó la puerta y la cerró sigiloso. Nos miramos y sonreímos. Me hizo un gesto de que aguarde, que no diga nada. Metió las manos en un cajón.
Como un relámpago se metió en el baño de la habitación, hizo un poco de ruido torpe producto de su borrachera y asomó luego la cabeza, escondiendo su cuerpo. Me preguntó si estaba listo: dije que sí mientras me sacaba las zapatillas. Se descubrió, parado en el marco de la puerta, con sus brazos extendidos. Demian era un chico muy flaco, de huesos marcados y pseudo lampiño. Eso le daba un aspecto más joven aunque ya rondaba los 24 años. Su cuerpo no estaba desnudo por culpa de tan solo tres prendas: un corpiño rosa que parecía de una adolescente que aún no desarrolló, una tanga negra con lunares blancos que apretaban fuerte su bulto y se metía profundo en su cola, y unas medias transparentes que terminaban apenas unos centímetros por encima de sus rodillas. Mi cabeza explotó.
No tuvimos mucho más diálogo que su pregunta acerca de si me gustaba lo que veía y mi respuesta atónita y afirmativa. Hizo casi todo él. Me desvistió de a poco, me besó, me manoseó. Buscó mi pija y comenzó a jugar con ella. Me masturbó un buen rato mientras yo me encontraba rendido sobre la cama. Agarró mi verga del tronco y se inclinó hacia ella, metiéndola en gran parte en su boca. La chupaba como una verdadera puta, y eso es lo que quería lograr. Así me lo pidió, quería que la tratara como a una pendeja calentona.
Despues de una buena mamada, se detuvo y se levantó. Dio la vuelta y poniendo su culo a centímetros de mi cara, volvió a preguntar si me gustaba. Esta vez no respondí, o bien no respondí con palabras. Me paré detrás suyo, apoyé mi verga entre sus nalgas y caminamos pegados un par de pasos, hasta chocar contra la pared. Besé frenéticamente su cuello, su espalda, mientras con mis manos recorría el frente de su cuerpo, acariciaba su ropa interior, manoseaba su pija entangada. Saqué la tela que estaba enterrada en su culo, la corrí apenas con una mano mientras que con la otra apuntaba mi pene tieso hacia su ano y ahí entró. Fue increible, se metió por completo casi sin esfuerzo. Ese culo estaba bien roto y se lo dije. Esos gemidos que dejaba escapar eran bien de puta y se lo dije. Yo decía y a él le gustaba. Gritaba como si no hubiese nadie más en el mundo. Me pedía que lo cogiese, una y otra vez. Yo lo hacía y a él le gustaba.
Como un torbellino se dio media vuelta y volvió a arrodillarse. No esperó un instante para volver a comerse mi pito. Su intención era clara: quería hacerme explotar. No contento con lamer todo mi pene, se entretuvo un rato con los huevos, su lengua ahí mientras su mano proseguía con la paja. Pero lo mejor fue el final.
Me pidió que me vuelva a recostar, levantó mis piernas y comenzó a penetrar mi ano con su lengua humeda y juguetona. También me pidió que me masturbe yo mismo mientras el jugaba en mi culo. No aguanté mucho más. Me levanté de golpe y acerqué mi pija a su cara, el abrió grande su boca sonriente mientras sus dedos seguían merodeando mi ano. Largué toda mi leche sobre su rostro, un poco caía en el interior de su boca, otro poco se derramaba y se esparcía por su pecho, por su ropa interior. En ningún momento se quitó ni una sola prenda. Eso fue brutal.
Cuando terminé de darle mi última gota, caí desmayado sobre el colchón. Estaba fundido. Demian se metió de nuevo en el baño pero no escuché cuando salió.
Sin embargo, no pude imaginar lo que finalmente sucedería. Una verdadera sorpresa navideña.
Marina me presentó a sus amigos y amigas (a algunos/as ya los/as conocía de antes) y nos pusimos a tomar y a fumar nuevamente. Seríamos apenas 10 o 12 personas pero el ambiente era bastante festivo. En poco tiempo ya estábamos todos totalmente desinhibidos y las conversaciones comenzaron a ponerse picarescas, atrevidas. Yo sabía que Demian era homosexual, al igual que algunos de los chicos que estaban allí, pero nunca había estado en una reunión con todos ellos.A su vez, supuse que él debía saber que yo estaba empezando a experimentar sexualmente con transexuales, pues se lo había contado a Marina en varias oportunidades. Al principio me sorprendió un poco la soltura con la que Demian contaba sus intimidades pero luego empezaron a charlar todos en un tono similar y la situación se distendió para mí. Avanzada la noche se fueron formando algunas pareja (chicos con chicas, chicos con chicos) que desaparecían por los rincones-habitaciones de la casa. Con la vista ya nublada y los pasos que eran tropiezos, me dirigí a la cocina en busca de hielo para mi fernet. En eso, Demian se acerca y me mira hacer, se ríe y me saca conversación. No recuerdo las palabras de ningún modo pero sí recuerdo cuánto me provocó. Me convenció de ir disimuladamente al piso de arriba, a la habitación contigua a la escalera, y ahí lo esperé. En segundos atravesó la puerta y la cerró sigiloso. Nos miramos y sonreímos. Me hizo un gesto de que aguarde, que no diga nada. Metió las manos en un cajón.
Como un relámpago se metió en el baño de la habitación, hizo un poco de ruido torpe producto de su borrachera y asomó luego la cabeza, escondiendo su cuerpo. Me preguntó si estaba listo: dije que sí mientras me sacaba las zapatillas. Se descubrió, parado en el marco de la puerta, con sus brazos extendidos. Demian era un chico muy flaco, de huesos marcados y pseudo lampiño. Eso le daba un aspecto más joven aunque ya rondaba los 24 años. Su cuerpo no estaba desnudo por culpa de tan solo tres prendas: un corpiño rosa que parecía de una adolescente que aún no desarrolló, una tanga negra con lunares blancos que apretaban fuerte su bulto y se metía profundo en su cola, y unas medias transparentes que terminaban apenas unos centímetros por encima de sus rodillas. Mi cabeza explotó.
No tuvimos mucho más diálogo que su pregunta acerca de si me gustaba lo que veía y mi respuesta atónita y afirmativa. Hizo casi todo él. Me desvistió de a poco, me besó, me manoseó. Buscó mi pija y comenzó a jugar con ella. Me masturbó un buen rato mientras yo me encontraba rendido sobre la cama. Agarró mi verga del tronco y se inclinó hacia ella, metiéndola en gran parte en su boca. La chupaba como una verdadera puta, y eso es lo que quería lograr. Así me lo pidió, quería que la tratara como a una pendeja calentona.
Despues de una buena mamada, se detuvo y se levantó. Dio la vuelta y poniendo su culo a centímetros de mi cara, volvió a preguntar si me gustaba. Esta vez no respondí, o bien no respondí con palabras. Me paré detrás suyo, apoyé mi verga entre sus nalgas y caminamos pegados un par de pasos, hasta chocar contra la pared. Besé frenéticamente su cuello, su espalda, mientras con mis manos recorría el frente de su cuerpo, acariciaba su ropa interior, manoseaba su pija entangada. Saqué la tela que estaba enterrada en su culo, la corrí apenas con una mano mientras que con la otra apuntaba mi pene tieso hacia su ano y ahí entró. Fue increible, se metió por completo casi sin esfuerzo. Ese culo estaba bien roto y se lo dije. Esos gemidos que dejaba escapar eran bien de puta y se lo dije. Yo decía y a él le gustaba. Gritaba como si no hubiese nadie más en el mundo. Me pedía que lo cogiese, una y otra vez. Yo lo hacía y a él le gustaba.
Como un torbellino se dio media vuelta y volvió a arrodillarse. No esperó un instante para volver a comerse mi pito. Su intención era clara: quería hacerme explotar. No contento con lamer todo mi pene, se entretuvo un rato con los huevos, su lengua ahí mientras su mano proseguía con la paja. Pero lo mejor fue el final.
Me pidió que me vuelva a recostar, levantó mis piernas y comenzó a penetrar mi ano con su lengua humeda y juguetona. También me pidió que me masturbe yo mismo mientras el jugaba en mi culo. No aguanté mucho más. Me levanté de golpe y acerqué mi pija a su cara, el abrió grande su boca sonriente mientras sus dedos seguían merodeando mi ano. Largué toda mi leche sobre su rostro, un poco caía en el interior de su boca, otro poco se derramaba y se esparcía por su pecho, por su ropa interior. En ningún momento se quitó ni una sola prenda. Eso fue brutal.
Cuando terminé de darle mi última gota, caí desmayado sobre el colchón. Estaba fundido. Demian se metió de nuevo en el baño pero no escuché cuando salió.
4 comentarios - Relato: Sorpresa navideña [cross]
Siempre tuve la fantasía de descubrir que algún amigo es cross +10