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Verano divertido - Parte II

Después de "Verano divertido - Parte I"

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Lo había dejado bien acabado a Marcelo, así me saqué la malla, nos acostamos un rato y nos dormimos.


Verano divertido - Parte II




Habrá pasado un rato cuando sonó mi celular, corrí a buscarlo y volví a la cama. Era mi viejo, en otras circunstancias no hubiera atendido pero para que no se preocuparan y me rompieran las bolas lo atendí: “Hola paaa, como llegaron?”. Mi viejo me contaba que habían llegado bien, que estaban bárbaros pero que me llamaba para ver como seguía yo. Mientras hablaba con mi viejo, Marcelo se había despertado y me empezabaa manosear mi culito.


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Para colmo mi viejo no me cortaba más y me seguía dando indicaciones y yo no podía decir nada. Marcelo estaba detrás de mí y me apretaba los cachetes y jugaba con uno de sus dedos que buscaba mi hoyito. De repente, sentí un calor que me recorrió toda la espalda y me hizo casi gemir, Marcelo me estaba presionando el orto con su dedo índice. Sin perder su ubicación se puso saliva en el dedo y volvió a presionarlo, mi colita se empezaba a abrir… mi viejo no cortaba. Antes de que me siga contando, le dije que iba a seguir durmiendo y me contestó que siguiera tranquilo y que a la noche hablamos.

Por fin corto… y Marcelo que no paraba, ya estaba por meterme uno de sus dedos inmensos, lo mire para atrás y le pregunte: “te estás divirtiendo?”, a lo que contestó: “ahora te toca gozar a vos… quédate calladito”, y me hizo dar vuelta de prepo y ponerme boca abajo. Yo quede a mitad de la cama con el culito para arriba y las manos a los costados, totalmente indefenso. Sentí que empezó a bajar hasta mis rodillas, se acomodó detrás de mí y comenzó a darme besos húmedos en la cola, estrujando mis cachetes. Lo sentía tan fuerte, tan grandote al lado mío... con una mano me sujeto de la cintura y con la otra volvió a surcar mi hoyito con sus dedos, presionando un poco más que antes. Yo sentía como me iba aflojando y se iba abriendo… el placer me llenaba de escalofríos el cuerpo. En un momento se detuvo y me ordeno: “ponete una almohada abajo” yo sabía lo que quería hacer y obedecí. Se volvió a afirmar en mis piernas, abrió con sus manos mis cachetes y suavemente empezó a darme lengüetazos en el agujerito. Eran como pinceladas… se sentía tan rica, me humedecía y esparcía su saliva sobre mi raja.



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Con tanto goce, con tanto placer yo estaba de nuevo erecto, y él se dio cuenta. Me agarro de la cintura y me levanto y me dejo arrodillado en la cama. Todavía detrás de mí, con una mano me manoseaba la cola y con la otra me comenzaba a masturbar. Yo me sentía como un títere en sus manos, y me encanto dejarme llevar. De nuevo fue metiendo unos centímetros de su dedo y yo me doblaba de placer, lo hacía con una fuerza bestial que la excitación se mezclaba con dolor pero no podía frenar. Pero él quería más y siguió con dos dedos, primero me metió la puntita de los dedos y después me mando los dos al fondo… yo me estremecía de calentura. Me dijo: “veni parate acá”, y quede contra la pared.


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Así él arrodillado detrás de mí siguió lamiéndome el hoyito que ya estaba todo empapado y encendido. Me escupía el agujerito y jugaba con su saliva y su lengua untándome todo… y apoyado con las manos contra la pared no me podía mover y no quería que termine nunca.
En un momento se paró y me llevo hasta un sillón y me dijo: “subite ahí”. Quede contra un apoya brazos arrodillado sobre el sillón, me di cuenta que se subía él también y me agarraba de la cintura desde atrás. Me dijo: “hacete para atrás” y sacando cola empecé a sentir que tenía su verga de nuevo como una piedra. Con mucha precisión me apoyo la cabeza justo en el hoyo, que a esta altura estaba completamente dilatado. Sin demorarse mucho me metió de un solo golpe su verga parada polla, y yo sentí como si me abrieran en canal por detrás que pegue un grito: “ayyyy”; sin embargo, al tiempo de sentir ese dolor, me recorrió todo el cuerpo un placer inenarrable, como un estremecimiento, un escalofrío que me puso los pelos de punta.



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“Mmm se ve que te gusta hijito…” me dijo y comenzó un metisaca, me cogía sin compasión, notaba como entraba en mis entrañas aquel pedazo de carne, grande y gordo. Nunca había sentido esa mezcla de dolor placentero y me ponía loco, hice la mano hacia atrás y la toqué, y sentía como en cada embestida esa verga indomable se introducía en mi pequeño agujero y se hacía más grande. Gire para verlo y estaba desenfrenado, como irreconocible, y le dije: “papito, cógeme más fuerte…”, eso lo hizo ponerme más desaforado.
Me la saco por un momento, se recostó y me dijo: “subite al caballito” y le conteste: “si, papi”. Le sujete la verga, la guie hasta mi culito y me subí de una sola vez él. Sentí como mis cachetes apretaban sus huevos y quede montado sobre su vientre y con toda su verga dentro de mí.



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Mi pija estaba durita también y él me la empezó a pajear con mucha fuerza. Me pareció tan excitante estar montándolo así, mientras nos mirábamos, que ya no me podía contener. Le dije: “mmm… no doy más…” y él me respondió: “llegamos juntos”. Las embestidas fueron más cortas pero más profundas, su verga me entraba entera y volvía a salir, yo cerré los ojos y mi orgasmo se hizo inminente.


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Mientras me pajeaba me empezaron a saltar las primeras gotas y fui acabando suavemente, al mismo tiempo, sentí dentro de mí como me largaba enormes escupidas de semen. 1, 2 y 3 arremetidas más contra mi cola y acabamos juntos.
Me baje de su montura, le agarre la verga toda acabada que todavía estaba caliente y se la recorrí con mi lengua hasta dejarla limpita. Nos fuimos nuevamente a la cama volvimos a quedarnos dormidos.



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