Luego de "Mi nuevo vecino"
http://www.poringa.net/posts/gay/2435055/Mi-nuevo-vecino.html
Sigue Parte II
Bajamos un poco la temperatura, mi vecino se abrió otra cerveza y yo me serví de nuevo coca. Después de haber tenido esta experiencia teníamos más confianza. Yo me quede en bóxer, igual que él. Franco se sentó en el sillón más grande y yo me senté delante de él, apoyando mi cola en su bulto, podía apoyarle mi espalda y quedaba protegido por su pecho y sus brazos.
La verdad que la peli estuvo muy buena y nos re colgamos mirándola hasta el final. Por momentos me daba besos húmedas en el cuello, en la nuca, me tocaba la pancita, la espalda pero nos pudimos controlar. Una vez que termino la peli, acomodamos un poco y se lo veía cansado. Entonces yo le dije “bueno vecinito, me voy a ir a dormir” aunque mi intención era quedarme ahí. Por suerte el capto la indirecta y me dijo: “sé que estarás cansado pero si queres quédate a dormir y nada más, dale?”, obviamente acepte. Me agarro de la mano y me llevo a su cuarto.
Tenía un cuarto igual o más lindo que el living, y una cama inmensa. De repente me dio algo de timidez y espere a que el me dijera que hacer. Franco me dijo que me pusiera cómodo pero no sé porque me dio cosa sacarme el bóxer, así que simplemente me metí en un costado de la cama. Él se fue a cepillar los dientes y a tomar agua. En el camino apago la luz del cuarto y dejo apenas una lucecita que venía del pasillo. Sin darme cuenta me fui quedando dormido como si estuviera en mi casa. Paso un rato, sentí que él se metía en la cama, sentí tus piernotas rozar las mías más pequeñas, me susurró “que descanses” y me quede dormido.
Estaba teniendo un sueño muy profundo cuando empecé a sentir algo húmedo en mi cola, me fui despertando y sentía lengüeteadas y besos. Cuando me di cuenta tenía mi bóxer por las rodillas, estaba boca abajo y me vecinito me estaba untando con su saliva los cachetes de mi cola y se encaminaba a mi hoyito. No sabía si se daba cuenta de que ya estaba despierto pero él repetía: “que rico que sos, que cola redonda que tenes…” así comencé a sentir los primeros roces de su lengua con mi hoyo, después besos bien húmedos y finalmente su lengua completa salivando lo más profundo de mi cola.
Me sostenía la cintura y arremetía contra mi culito. Yo no pude contenerme más y solté un gemido. Fue como una invitación a que me chupara más la cola y alargara su lengua casi dentro mío. Me dijo: “sabes que podría estar haciendo esto toda la noche” y yo le conteste: “y yo disfrutándolo toda la noche pero…” “pero qué?” me dijo y yo le respondí “pero quiero sentir tu verga también”. Se hizo para atrás, se paró y se bajó el bóxer. Yo me puse de costado y lo pude ver, de nuevo tenía la verga como un mástil, se le notaba más grande que nunca.
Él me miro con mucho deseo, mi cola rebalsaba de su saliva y yo lo esperaba y me dijo: “te voy a ser sincero, nunca hice esto pero tengo muchas ganas, nunca me sentí así”, yo le pregunte si tenía para cuidarse, el me contesto que sí y fue a ponerse un forro que saco de un cajón. Volvió hacia mí y me pregunto: “ y ahora?” y yo le dije: “venite encima mío y déjate llevar”. Se dio la vuelta, saco la sabana que cubría parte de mis piernas y se subió encima de mí. Sentí primero sus piernas contra las mías y después su verga quedaba apoyada contra mis cachetes. Se acercó un poco más y empezó a dirigir su herramienta contra mi cola. Primero como que daba vueltas, no podía dar en mi hoyito hasta que de repente lo sentí como que presionó. Yo solté un gemido y él se dio cuenta de que iba bien. Se afirmó bien contra mi culito y empezó a empujar, mi cola se resistía pero tenía ganas de probar ese pedazo de carne. Con una mano me sujetaba de la cintura y con la otra seguía haciendo presión. Así me fui aflojando y me introdujo los primeros centímetros de su verga. Yo tenía experiencia con sexo anal pero me sorprendió el dolor que me causo el grueso de su aparato. Entraron 1, 2 y 3 centímetros y yo solté un grito entre dolor y placer. Franco solo entendió que era placer y siguió haciendo fuerza. De repente se volvía a encender y su respiración era más fuerte, se estaba volviendo animal. Yo le dije: “Fran despacito que me duele un poco” pero él me contesto: “que hermosa cola que tenes tomy”. Era como que no me escuchaba, me sujetaba más firme la cintura y volvía a empujar.
“Fran despacito… Ayyyy” le alcance a decir antes de sentir que me introducía casi toda su verga. Me temblaban las piernas y me sentía como estrujado, mis palpitaciones estaban a mil. Ahora soltó su verga, me tomó de los hombros y empezó a entrar y salir de mí, mientras decía: “que culito más hermoso que tenes, como no te voy a coger…”. Nunca había tenido semejante aparato dentro de mí y menos con esa brutalidad, yo trataba de frenarlo hasta que en un momento el dolor cedió y empecé a ser parte de él, cada embestida la sentía con placer y acompañaba su movimiento con mi cola.
Me estaba dando muy duro y ahora ya llegaba hasta el tope. Yo sentía su transpiración que caía sobre mi espalda y mi pija también se había endurecido. Empecé a tocarme y a masturbarme, mientras Franco me cogía desenfrenadamente.
De repente, y sin sacármela, me puso de costado y me siguió dando con más fuerza. Como se dio cuenta de que me estaba masturbando, me saco la mano y me empezó a jalar él. Mi verga era diminuta al lado de la suya pero estaba durísima. Los golpes de sus huevos contra mis cachetes eran cada vez más firmes, más cortos pero más profundos. Su manoseo y sus embestidas me calentaba cada vez más y me di cuenta que estaba por terminar. Franco también lo sintió y empezó a jalármela más fuerte, así no dure mucho antes de que soltará un gemido de placer y acababa en su mano. Me estremecí de disfrute, tuve esos segundos en que uno no sabe dónde está y enseguida volví a sentir como mi vecino me cogía más fuerte. Mi eyaculación lo había hecho calentar más y me la metía hasta el fondo con más ganas. A esta altura yo pensaba que ya estaría por acabar pero sus movimientos no cedían, mi pijita se hacía diminuta y me sentía un muñeco como me zarandeaba. Me pude dar vuelta apenas como para mirarlo, estaba transformado y se lo veía muy salvaje, el tatuaje de toro en su pecho era como un símbolo de su furia. Me miro y me dijo: “nunca me paso esto, como me podes poner tan loco…” y yo le contesté: “lléname…” Eso desato unos movimientos desenfrenados como de ira y sus palpitaciones se sentían como un galope.
De repente empezó a bajar el ritmo de sus embestidas pero clavándome los dedos en la cintura, así soltó un rugido final y sentí como un cosquilleo dentro de mí. Se quedó quieto, se recostó al lado mío y se calmó. Estaba bañado de sudor y me humedecía la espalda y los glúteos, algo que me calentaba. Me dijo al oído: “eso fue brutal, no pensé que podía disfrutarlo tanto” y yo le dije: “a mí nadie me hizo lo que vos me acabas de hacer, mi cuerpo todavía está temblando”. Con delicadeza se hizo para atrás y me la saco. Se paró y se fue al baño. Yo estaba tirado sobre la cama boca abajo, con mi bóxer a la altura de las rodillas, me sentía violado pero muy contento. Franco volvió enseguida, su verga medio blanda seguía siendo monumental. Se me acerco, me termino de sacar el bóxer y se acostó al lado mío. Me hizo cucharita, me la apoyo entre los cachetes y sin decir nada, nos quedamos dormidos. FIN.
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Sigue Parte II
Bajamos un poco la temperatura, mi vecino se abrió otra cerveza y yo me serví de nuevo coca. Después de haber tenido esta experiencia teníamos más confianza. Yo me quede en bóxer, igual que él. Franco se sentó en el sillón más grande y yo me senté delante de él, apoyando mi cola en su bulto, podía apoyarle mi espalda y quedaba protegido por su pecho y sus brazos.
La verdad que la peli estuvo muy buena y nos re colgamos mirándola hasta el final. Por momentos me daba besos húmedas en el cuello, en la nuca, me tocaba la pancita, la espalda pero nos pudimos controlar. Una vez que termino la peli, acomodamos un poco y se lo veía cansado. Entonces yo le dije “bueno vecinito, me voy a ir a dormir” aunque mi intención era quedarme ahí. Por suerte el capto la indirecta y me dijo: “sé que estarás cansado pero si queres quédate a dormir y nada más, dale?”, obviamente acepte. Me agarro de la mano y me llevo a su cuarto.
Tenía un cuarto igual o más lindo que el living, y una cama inmensa. De repente me dio algo de timidez y espere a que el me dijera que hacer. Franco me dijo que me pusiera cómodo pero no sé porque me dio cosa sacarme el bóxer, así que simplemente me metí en un costado de la cama. Él se fue a cepillar los dientes y a tomar agua. En el camino apago la luz del cuarto y dejo apenas una lucecita que venía del pasillo. Sin darme cuenta me fui quedando dormido como si estuviera en mi casa. Paso un rato, sentí que él se metía en la cama, sentí tus piernotas rozar las mías más pequeñas, me susurró “que descanses” y me quede dormido.
Estaba teniendo un sueño muy profundo cuando empecé a sentir algo húmedo en mi cola, me fui despertando y sentía lengüeteadas y besos. Cuando me di cuenta tenía mi bóxer por las rodillas, estaba boca abajo y me vecinito me estaba untando con su saliva los cachetes de mi cola y se encaminaba a mi hoyito. No sabía si se daba cuenta de que ya estaba despierto pero él repetía: “que rico que sos, que cola redonda que tenes…” así comencé a sentir los primeros roces de su lengua con mi hoyo, después besos bien húmedos y finalmente su lengua completa salivando lo más profundo de mi cola.
Me sostenía la cintura y arremetía contra mi culito. Yo no pude contenerme más y solté un gemido. Fue como una invitación a que me chupara más la cola y alargara su lengua casi dentro mío. Me dijo: “sabes que podría estar haciendo esto toda la noche” y yo le conteste: “y yo disfrutándolo toda la noche pero…” “pero qué?” me dijo y yo le respondí “pero quiero sentir tu verga también”. Se hizo para atrás, se paró y se bajó el bóxer. Yo me puse de costado y lo pude ver, de nuevo tenía la verga como un mástil, se le notaba más grande que nunca.
Él me miro con mucho deseo, mi cola rebalsaba de su saliva y yo lo esperaba y me dijo: “te voy a ser sincero, nunca hice esto pero tengo muchas ganas, nunca me sentí así”, yo le pregunte si tenía para cuidarse, el me contesto que sí y fue a ponerse un forro que saco de un cajón. Volvió hacia mí y me pregunto: “ y ahora?” y yo le dije: “venite encima mío y déjate llevar”. Se dio la vuelta, saco la sabana que cubría parte de mis piernas y se subió encima de mí. Sentí primero sus piernas contra las mías y después su verga quedaba apoyada contra mis cachetes. Se acercó un poco más y empezó a dirigir su herramienta contra mi cola. Primero como que daba vueltas, no podía dar en mi hoyito hasta que de repente lo sentí como que presionó. Yo solté un gemido y él se dio cuenta de que iba bien. Se afirmó bien contra mi culito y empezó a empujar, mi cola se resistía pero tenía ganas de probar ese pedazo de carne. Con una mano me sujetaba de la cintura y con la otra seguía haciendo presión. Así me fui aflojando y me introdujo los primeros centímetros de su verga. Yo tenía experiencia con sexo anal pero me sorprendió el dolor que me causo el grueso de su aparato. Entraron 1, 2 y 3 centímetros y yo solté un grito entre dolor y placer. Franco solo entendió que era placer y siguió haciendo fuerza. De repente se volvía a encender y su respiración era más fuerte, se estaba volviendo animal. Yo le dije: “Fran despacito que me duele un poco” pero él me contesto: “que hermosa cola que tenes tomy”. Era como que no me escuchaba, me sujetaba más firme la cintura y volvía a empujar.
“Fran despacito… Ayyyy” le alcance a decir antes de sentir que me introducía casi toda su verga. Me temblaban las piernas y me sentía como estrujado, mis palpitaciones estaban a mil. Ahora soltó su verga, me tomó de los hombros y empezó a entrar y salir de mí, mientras decía: “que culito más hermoso que tenes, como no te voy a coger…”. Nunca había tenido semejante aparato dentro de mí y menos con esa brutalidad, yo trataba de frenarlo hasta que en un momento el dolor cedió y empecé a ser parte de él, cada embestida la sentía con placer y acompañaba su movimiento con mi cola.
Me estaba dando muy duro y ahora ya llegaba hasta el tope. Yo sentía su transpiración que caía sobre mi espalda y mi pija también se había endurecido. Empecé a tocarme y a masturbarme, mientras Franco me cogía desenfrenadamente.
De repente, y sin sacármela, me puso de costado y me siguió dando con más fuerza. Como se dio cuenta de que me estaba masturbando, me saco la mano y me empezó a jalar él. Mi verga era diminuta al lado de la suya pero estaba durísima. Los golpes de sus huevos contra mis cachetes eran cada vez más firmes, más cortos pero más profundos. Su manoseo y sus embestidas me calentaba cada vez más y me di cuenta que estaba por terminar. Franco también lo sintió y empezó a jalármela más fuerte, así no dure mucho antes de que soltará un gemido de placer y acababa en su mano. Me estremecí de disfrute, tuve esos segundos en que uno no sabe dónde está y enseguida volví a sentir como mi vecino me cogía más fuerte. Mi eyaculación lo había hecho calentar más y me la metía hasta el fondo con más ganas. A esta altura yo pensaba que ya estaría por acabar pero sus movimientos no cedían, mi pijita se hacía diminuta y me sentía un muñeco como me zarandeaba. Me pude dar vuelta apenas como para mirarlo, estaba transformado y se lo veía muy salvaje, el tatuaje de toro en su pecho era como un símbolo de su furia. Me miro y me dijo: “nunca me paso esto, como me podes poner tan loco…” y yo le contesté: “lléname…” Eso desato unos movimientos desenfrenados como de ira y sus palpitaciones se sentían como un galope.
De repente empezó a bajar el ritmo de sus embestidas pero clavándome los dedos en la cintura, así soltó un rugido final y sentí como un cosquilleo dentro de mí. Se quedó quieto, se recostó al lado mío y se calmó. Estaba bañado de sudor y me humedecía la espalda y los glúteos, algo que me calentaba. Me dijo al oído: “eso fue brutal, no pensé que podía disfrutarlo tanto” y yo le dije: “a mí nadie me hizo lo que vos me acabas de hacer, mi cuerpo todavía está temblando”. Con delicadeza se hizo para atrás y me la saco. Se paró y se fue al baño. Yo estaba tirado sobre la cama boca abajo, con mi bóxer a la altura de las rodillas, me sentía violado pero muy contento. Franco volvió enseguida, su verga medio blanda seguía siendo monumental. Se me acerco, me termino de sacar el bóxer y se acostó al lado mío. Me hizo cucharita, me la apoyo entre los cachetes y sin decir nada, nos quedamos dormidos. FIN.
5 comentarios - Mi nuevo vecino - Parte II
Excelente el relato y las imágenes, una obra de arte completa, sensual, erótica, dulcemente caliente 💥
Gracias por compartir 👍
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