Esto que les voy a contar sucedió cuando tenía 22 añitos y hacia 2 que había tenido mi primera vez (fue solo sexo oral) con un compañero de la facultad del primer año, al que nunca más vi. Luego de mi debut había estado solo con mujeres pero nunca me había dejado de llamar la atención los hombres… esto me llevo a la historia que sigue.
Estaba cursando ya las últimas materias de una tecnicatura y para reforzar mis conocimientos había comenzado un curso de 6 meses de informática, más que nada programación básica. El curso era todos los martes y jueves a la tarde. Empezamos un grupo de 30 personas pero ya a las 2 semanas éramos solo 10, dado que el curso era bastante exigente por los prácticos que había que cumplir semana a semana. Yo me ubicaba cerca de la ventana y por casualidad estaba pegado a un hombre de unos 40 años, corpulento pero no gordo, más bien atlético con un poco de gym, de muy buen vestir y con un rico perfume, de manos grandes y bastante fachero. En alguno de los recreos nos poníamos a charlar sobre alguna dificultad de los prácticos y Rafael, así se llama, siempre iba más avanzado que yo. Un día le pregunte si se dedicaba a lo relacionado con programación y me dijo que no, que había tenido muy buena matemática y cálculo en la facultad y que aparte le gustaba. No quise preguntarle a que se dedicaba porque a pesar de las charlas de recreo siempre me daba la sensación de cierta distancia así que no lo quería incomodar.
Recuerdo que en aquella época ya era de levantar algunas miradas de ambos sexos cuando salía a correr o en el vestuario. Tenía una rutina de 3 veces por semana en el gym, que más que nada focalizaba en mis piernas y glúteos, y me gustaba mucho correr para estar listo por cualquier carrera que pudiera participar. Una tarde, después de haber estado estudiando casi todo el día decidí salir a trotar un poco por el parque en vez de ir al gym. Me puse una remera dri-fit, unas buenas zapas y un pantaloncito cortito que llenaba bien con mis pompis y arranque.
Cuando estaba por terminar la recorrida, me pare en un puesto a comprar agua y en ese momento apareció Rafael, que venía también corriendo y se paró al verme. Venía con una linda remera de correr y unos short encima de una calza negra, que le quedaban muy bien. Tenía unas piernas bien firmes y se lo veía más musculoso que en clase. “Hola compañerito, cómo va la trotada?” me dijo, yo me quise hacer el canchero diciendo que era algo tranqui, para mí, dentro de mi entrenamiento y él me siguió la corriente diciéndome que se notaba. Ahí me quedo la duda, me estaría gastando o le gustaba mi estado atlético. Enseguida compramos las aguas y nos pusimos a charlar. Le comente que estaba medio trabado con un ejercicio del último práctico y él me dijo que ya lo tenía hecho y se ofrecía a explicármelo. Me pareció mucho más abierto que antes y le dije que aceptaba porque estaba muy perdido. Le pregunte si le parecía íbamos un rato antes de la clase y lo veíamos, se quedó pensando y me dijo que por ahí convenía juntarnos en otro lugar para poder verlo tranquilo. Me pareció mucho más amable que antes y le dije que sí, que si quería nos juntábamos en mi casa o en la suya, y me dijo que él prefería en la suya para ver los ejercicios en la compu por si hacía falta. Me dijo: “yo mañana después de clase no tengo compromiso, vivo solo así que lugar tenemos, te parece?”. Me pareció más raro todavía, un hombre así o estaría casado o de joda, pero no parecía ninguno de los dos, y eso me hizo que me interesara más. Le dije que sí, que mañana nos veíamos entonces. Antes de irse, me miro sin disimular la cola y me pregunto si había probado correr con calzas, algo que me sorprendió y me hizo sonrojar y le dije que no, que siempre salía con pantalón corto y él me dijo: “yo creo que te va a resultar más cómodo y te va a calzar muy bien”. Siguió mirándome y se despidió. Yo quede prendido llamas, me encanto que me mirara así y me ratoneaba pensar que me imaginaba en calzas. Llegue a casa tratando de disimular mi excitación y tuve que descargar enseguida, pensando en mi compañero de curso y su cuerpo atlético. Después lo pensé más y me dio la sensación que debía ser una idea mía, que seguro era un playboy que se agarra una mina distinta cada fin de semana.
De todas formas, al otro día me la pase pensando en mi compañero y sus miradas y la sugerencia de que usara calza. Me puse una camisita y un pantalón de lino que me trasluce bastante y me queda bien marcado atrás. Llegue temprano a clases y me lo encontré a Rafael, como siempre bien vestido con una chomba y un pantalón de vestir, él estaba mucho más charlatan y entramos más en confianza. Me dio más calce como para preguntarle por su profesión y me conto que era arquitecto y que por eso le interesaba aprender de computación.
La clase fue durísima, la profesora nos enseñó muchas cosas así que tome muchos apuntes. Igual me di el tiempo de mirar de reojo a mi compañero que estaba a mi lado y creo que él se daba cuenta. Terminamos, nos dirigimos a la salida y me dijo: “deje el auto acá afuera, vamos a casa a ver lo que querías ver?”, yo pensé si supieras lo que quiero verte… asentí, nos subimos a una linda 4x4 y nos fuimos a un barrio cerrado de las afueras. Íbamos hablando sobre los contenidos de la clase pero yo me notaba muy nervioso aunque él estaba más tranquilo. Llegamos a su casa, una casa hermosa, muy moderna, de dos pisos y con hermosa vista desde un balcón. Se notaba que sería obra de un arquitecto, le pregunte y me dijo que él mismo la había construido. Entramos y me ofreció tomar algo: “mate, jugo, cerveza?… jajaja”, yo pensé la cerveza me va a animar un poco así que se la acepte.
Yo me había puesto a ver algunos cuadros muy lindos que tenía en la casa pero me llamaba la atención semejante casa para vivir solo, no me animaba a preguntar pero era una intriga que tenía. Rafael se había ido a la cocina y cuando me di cuenta estaba unos pasos atrás mío, mirándome el pantalón ajustado que tenía y con 2 porrones abiertos en la mano. Le sonreí y me dijo: “que buen pantalón ese que tenes”, yo le dije: “ja gracias, es medio viejito pero me gusta”, el contesto: “será viejo pero te queda bien”. Pensé que ya sus comentarios no eran tan inocentes y que algo me estaba queriendo decir, pero quería seguir el juego: “vos decís? Yo pensé que me estaba quedando medio chico, que me marcaba mucho” y él redoblo la apuesta: “por eso te queda bien y por eso te quedaría bien una calza”. Su mirada ya no era la misma, el morbo y el deseo se dibujaban en su rostro, yo me quede pasmado y no sabía qué hacer. Rafael se dio cuenta de eso y entendió que yo quería seguir su juego. Me ofreció una de las cervezas y la agarre. Me dijo: “queres que vamos el ejercicio que no te sale?” y yo le dije que sí, necesitaba tranquilizarme. Nos sentamos y brevemente me lo explicó, no era tan complicado y él era un excelente maestro. Le agradecí mucho por su ayuda, anote todo lo que habíamos repasado, él se levantó y me dijo: “bue, ya nos sacamos eso de encima, queres que pida una pizza y vemos la clase de hoy?”, yo no podía resistirme: “si, buena idea. Así avanzamos un poco”, era la excusa perfecta. Me dijo que iba a llamar y de paso se ponía algo más tranqui. Se fue, lo escuche llamar por teléfono y volvió al rato con una bermuda, musculosa y ojotas, parecía un guardavidas de esos de las películas y se le notaba mucho más el bulto. Traía en la mano una calza de corredor, como la que tenía puesta el día que nos vimos en el parque y me dijo: “perdona que sea tan pesado pero insisto en que tendría que usar una de estas, toma, probatela cuando salgas a correr y me decís. Pero para mí te va a quedar bien.”, y yo le contesté ya un poco más tranquilo: “si vos lo decis, yo te creo, me la voy probar. Aparte estoy en deuda por la ayuda que me diste así que te voy a dar el gusto, ja”. Él se sonrió y me dijo: “bue, si de verdad me queres complacer la tendría que ver cómo te queda, no?” y yo le conteste: “si, tenes razón, aparte capaz que no es de mi talle y te la devuelvo. Me la voy a probar”. Me señalo por las escaleras de madera, subí a su cuarto y él se quedó sentado. El cuarto tenía una cama gigante y el diseño del cuarto era exquisito, tenía varios espejos combinados con los muebles. La calza era azul, me saque las zapas y el pantalón y me la probé. Tenía razón, me quedaba bárbara, me marcaba muy bien las piernas y la cola, mis glúteos parecían dos globos en esa calza.
Me quede mirándome en el espejo y escuche a Rafael que me preguntaba desde abajo: “y como te quedo?”, yo le dije “creo que bien” y me contesto: “ a ver…”. Baje descalzo las escaleras, Rafael estaba en uno de los sillones sentado, cuando me vio bajar se paró y me dijo: “ufff es tu talle, encima el azul te queda genial, tenía razón ja”. Yo le dije: “bueno gracias, complacido entonces, me la voy a sacar” y el contesto: “ah nooo, date una vueltita”. De repente estaba super relajado, ese hombre me hacía su objeto de deseo y si bien me encantaba ya tenía ganas de dar un paso más y entonces le dije: “eso no es gratis, vas a tener que pagar…”, “así? Y que me va a costar?”, “eso te lo digo después, vos estás dispuesto a pagar por la vueltita o no?” y el asintió sin pensarlo. Me acerque a la ventana, cerré los ojos, me di una vuelta lenta con las manos en la cintura, deje que la luz marcara el contorno de mis pompis, volví a voltear, me acaricié la cola suavemente y le hice una vuelta más. Cuando frene y abrí los ojos, Rafael estaba petrificado, con la boca abierta, mirándome el trasero y una mano en la verga que trataba de ocultar su erección.
Me miro y me dijo: “lo que me quieras cobrar, valió la pena, tenes la cola más hermosa que vi en mi vida, tus glúteos son perfectos y tu cuerpo es una escultura. Bueno ahora decime, cuanto me va a costar?”, y yo le conteste: “es muy sencillo lo que te voy a pedir, cuando me la puse me quedo tan justa que no sé si me la voy a poder sacar solo, me vas a tener que ayudar, si?”. Me miro y se sonrió, y me dijo: “yo creo que es posible, subí y ya te alcanzo”. Le sonreí y me dirigí a su cuarto. Entre y me puse frente al espejo más grande y note mi erección, pero era mucho más chica que la de mi compañero. Enseguida escuche los pasos de Rafael por la escalera y a los pocos segundo se abrió la puerta. No hizo falta que me diera vuelta, lo veía a través del espejo, se había sacado toda la ropa y estaba desnudo con su verga erecta como un obelisco de 20 centímetros que me apuntaba a mí. Tenía los abdominales marcados, unos pectorales hermosos pero lo más majestuoso era su miembro venoso y robusto.
Mientras avanzaba despacio en dirección a mí, me fui sacando la remera y quede esperándolo. Se me puso a centímetros de la nuca, me apoyo la punta de la verga entre mis dos cachetes de la cola y me dijo: “voy a cumplir con gusto lo que te prometí”, acto seguido sujeto la calza desde la cintura y la bajo de un tirón hasta el piso. Me quede en bóxer, entonces me tomo con una mano de la cintura y con lo arranco como un papel. Yo no podía contenerme y sentía todos los roces que me daba con su verga. Me empezó a acariar la cola con ambas manos, la recorría y me la apretaba, se agacho y empezó a besarla. Primero me beso todo el contorno hasta la espalda, dejándome su saliva en cada rincón y después empezó a abrírmelos cachetes. Yo me arqueaba para atrás buscando su verga y él más se excitaba. Me agarro fuerte y empezó a lengüetearme la raja, yo estaba por estallar de placer, sentía cada lamida como si me atravesara un rayo por el cuerpo. Me dejo toda la cola húmeda y me empujó hacia la cama, yo caí boca abajo y trate de sacar bien para arriba mi cola. Se arrodillo detrás de mí, siguió untándome de su saliva y como nunca me había pasado se me empezó a dilatar mi hoyito. Yo estaba como dopado, me arqueaba y me movía para atrás tratando de facilitarle su tarea, solo estaba pendiente de sus movimientos y no prestaba atención a nada más, estaba en llamas. De repente escuchaba mis propios gemidos, y sus suspiros me hacían cosquillas y me ponía la piel de gallina. Empecé a manotear para atrás tratando de encontrar su verga y note como se apartaba de mí, enseguida escuche unos pasos, un cajón que se abría, un envoltorio que rompía, unos segundos más y lo tenía de nuevo detrás de mí pero ahora subiéndose por mis piernas acostadas, hasta llegar a mi cola. Primero me apoyo la punta y comprobó que estaba en el lugar correcto, después me sujeto con la mano izquierda de mi hombro izquierdo y con la otra mano empujo su verga dentro de mis pompis. Primero fue 1 centímetro, después 2, luego el doble y yo me estremecía de placer. Cuando pensé que no daba más, me enterró el resto de su carne hasta hacer tope con sus huevos. Me sujetó fuerte de la cintura, sin aflojarme nada de su montura, nos dimos vuelta y quede encima de él. Se sentó en el borde y nos vimos reflejados frente al espejo, el espectáculo era monumental.
Eso me hizo enloquecer aún más y empecé a cabalgar encima de él, mientras el me sostenía agarro de mi verga que también estaba erecta. No dure más de diez embestidas cuando sentí que acababa, mi corazón iba a mil y mi leche se escapaba de sus manos mientras mis gemidos eras alaridos y él me comenzó a pajear para que yo me vaciara, al tiempo que me seguía penetrando. Su respiración también se aceleró de repente y sus arremetidas contra mi cola fueron más rápidas, su presión en mi ano aumentaba y lo sentía acabar. Fue como el rugido de un león, me clavo sus dedos en la cintura, empujo su verga aún más adentro mío y acabo. Me baje del pony, le saque el preservativo y se la comencé a chupar. Ese aparato gigante se iba achicando y yo lo limpiaba con violencia. Después de unos instantes ya estaba totalmente aseado y sonó el timbre. Se paró y me dijo: “Justo llego la pizza, que oportuno el delivery. Vamos abajo a comer, después habrá postre?” y todavía con el sabor en su néctar en mi boca, recostado en la cama lo mire y le dije: “vos conmigo, tenes postre gratis para siempre”. FIN.
Estaba cursando ya las últimas materias de una tecnicatura y para reforzar mis conocimientos había comenzado un curso de 6 meses de informática, más que nada programación básica. El curso era todos los martes y jueves a la tarde. Empezamos un grupo de 30 personas pero ya a las 2 semanas éramos solo 10, dado que el curso era bastante exigente por los prácticos que había que cumplir semana a semana. Yo me ubicaba cerca de la ventana y por casualidad estaba pegado a un hombre de unos 40 años, corpulento pero no gordo, más bien atlético con un poco de gym, de muy buen vestir y con un rico perfume, de manos grandes y bastante fachero. En alguno de los recreos nos poníamos a charlar sobre alguna dificultad de los prácticos y Rafael, así se llama, siempre iba más avanzado que yo. Un día le pregunte si se dedicaba a lo relacionado con programación y me dijo que no, que había tenido muy buena matemática y cálculo en la facultad y que aparte le gustaba. No quise preguntarle a que se dedicaba porque a pesar de las charlas de recreo siempre me daba la sensación de cierta distancia así que no lo quería incomodar.
Recuerdo que en aquella época ya era de levantar algunas miradas de ambos sexos cuando salía a correr o en el vestuario. Tenía una rutina de 3 veces por semana en el gym, que más que nada focalizaba en mis piernas y glúteos, y me gustaba mucho correr para estar listo por cualquier carrera que pudiera participar. Una tarde, después de haber estado estudiando casi todo el día decidí salir a trotar un poco por el parque en vez de ir al gym. Me puse una remera dri-fit, unas buenas zapas y un pantaloncito cortito que llenaba bien con mis pompis y arranque.
Cuando estaba por terminar la recorrida, me pare en un puesto a comprar agua y en ese momento apareció Rafael, que venía también corriendo y se paró al verme. Venía con una linda remera de correr y unos short encima de una calza negra, que le quedaban muy bien. Tenía unas piernas bien firmes y se lo veía más musculoso que en clase. “Hola compañerito, cómo va la trotada?” me dijo, yo me quise hacer el canchero diciendo que era algo tranqui, para mí, dentro de mi entrenamiento y él me siguió la corriente diciéndome que se notaba. Ahí me quedo la duda, me estaría gastando o le gustaba mi estado atlético. Enseguida compramos las aguas y nos pusimos a charlar. Le comente que estaba medio trabado con un ejercicio del último práctico y él me dijo que ya lo tenía hecho y se ofrecía a explicármelo. Me pareció mucho más abierto que antes y le dije que aceptaba porque estaba muy perdido. Le pregunte si le parecía íbamos un rato antes de la clase y lo veíamos, se quedó pensando y me dijo que por ahí convenía juntarnos en otro lugar para poder verlo tranquilo. Me pareció mucho más amable que antes y le dije que sí, que si quería nos juntábamos en mi casa o en la suya, y me dijo que él prefería en la suya para ver los ejercicios en la compu por si hacía falta. Me dijo: “yo mañana después de clase no tengo compromiso, vivo solo así que lugar tenemos, te parece?”. Me pareció más raro todavía, un hombre así o estaría casado o de joda, pero no parecía ninguno de los dos, y eso me hizo que me interesara más. Le dije que sí, que mañana nos veíamos entonces. Antes de irse, me miro sin disimular la cola y me pregunto si había probado correr con calzas, algo que me sorprendió y me hizo sonrojar y le dije que no, que siempre salía con pantalón corto y él me dijo: “yo creo que te va a resultar más cómodo y te va a calzar muy bien”. Siguió mirándome y se despidió. Yo quede prendido llamas, me encanto que me mirara así y me ratoneaba pensar que me imaginaba en calzas. Llegue a casa tratando de disimular mi excitación y tuve que descargar enseguida, pensando en mi compañero de curso y su cuerpo atlético. Después lo pensé más y me dio la sensación que debía ser una idea mía, que seguro era un playboy que se agarra una mina distinta cada fin de semana.
De todas formas, al otro día me la pase pensando en mi compañero y sus miradas y la sugerencia de que usara calza. Me puse una camisita y un pantalón de lino que me trasluce bastante y me queda bien marcado atrás. Llegue temprano a clases y me lo encontré a Rafael, como siempre bien vestido con una chomba y un pantalón de vestir, él estaba mucho más charlatan y entramos más en confianza. Me dio más calce como para preguntarle por su profesión y me conto que era arquitecto y que por eso le interesaba aprender de computación.
La clase fue durísima, la profesora nos enseñó muchas cosas así que tome muchos apuntes. Igual me di el tiempo de mirar de reojo a mi compañero que estaba a mi lado y creo que él se daba cuenta. Terminamos, nos dirigimos a la salida y me dijo: “deje el auto acá afuera, vamos a casa a ver lo que querías ver?”, yo pensé si supieras lo que quiero verte… asentí, nos subimos a una linda 4x4 y nos fuimos a un barrio cerrado de las afueras. Íbamos hablando sobre los contenidos de la clase pero yo me notaba muy nervioso aunque él estaba más tranquilo. Llegamos a su casa, una casa hermosa, muy moderna, de dos pisos y con hermosa vista desde un balcón. Se notaba que sería obra de un arquitecto, le pregunte y me dijo que él mismo la había construido. Entramos y me ofreció tomar algo: “mate, jugo, cerveza?… jajaja”, yo pensé la cerveza me va a animar un poco así que se la acepte.
Yo me había puesto a ver algunos cuadros muy lindos que tenía en la casa pero me llamaba la atención semejante casa para vivir solo, no me animaba a preguntar pero era una intriga que tenía. Rafael se había ido a la cocina y cuando me di cuenta estaba unos pasos atrás mío, mirándome el pantalón ajustado que tenía y con 2 porrones abiertos en la mano. Le sonreí y me dijo: “que buen pantalón ese que tenes”, yo le dije: “ja gracias, es medio viejito pero me gusta”, el contesto: “será viejo pero te queda bien”. Pensé que ya sus comentarios no eran tan inocentes y que algo me estaba queriendo decir, pero quería seguir el juego: “vos decís? Yo pensé que me estaba quedando medio chico, que me marcaba mucho” y él redoblo la apuesta: “por eso te queda bien y por eso te quedaría bien una calza”. Su mirada ya no era la misma, el morbo y el deseo se dibujaban en su rostro, yo me quede pasmado y no sabía qué hacer. Rafael se dio cuenta de eso y entendió que yo quería seguir su juego. Me ofreció una de las cervezas y la agarre. Me dijo: “queres que vamos el ejercicio que no te sale?” y yo le dije que sí, necesitaba tranquilizarme. Nos sentamos y brevemente me lo explicó, no era tan complicado y él era un excelente maestro. Le agradecí mucho por su ayuda, anote todo lo que habíamos repasado, él se levantó y me dijo: “bue, ya nos sacamos eso de encima, queres que pida una pizza y vemos la clase de hoy?”, yo no podía resistirme: “si, buena idea. Así avanzamos un poco”, era la excusa perfecta. Me dijo que iba a llamar y de paso se ponía algo más tranqui. Se fue, lo escuche llamar por teléfono y volvió al rato con una bermuda, musculosa y ojotas, parecía un guardavidas de esos de las películas y se le notaba mucho más el bulto. Traía en la mano una calza de corredor, como la que tenía puesta el día que nos vimos en el parque y me dijo: “perdona que sea tan pesado pero insisto en que tendría que usar una de estas, toma, probatela cuando salgas a correr y me decís. Pero para mí te va a quedar bien.”, y yo le contesté ya un poco más tranquilo: “si vos lo decis, yo te creo, me la voy probar. Aparte estoy en deuda por la ayuda que me diste así que te voy a dar el gusto, ja”. Él se sonrió y me dijo: “bue, si de verdad me queres complacer la tendría que ver cómo te queda, no?” y yo le conteste: “si, tenes razón, aparte capaz que no es de mi talle y te la devuelvo. Me la voy a probar”. Me señalo por las escaleras de madera, subí a su cuarto y él se quedó sentado. El cuarto tenía una cama gigante y el diseño del cuarto era exquisito, tenía varios espejos combinados con los muebles. La calza era azul, me saque las zapas y el pantalón y me la probé. Tenía razón, me quedaba bárbara, me marcaba muy bien las piernas y la cola, mis glúteos parecían dos globos en esa calza.
Me quede mirándome en el espejo y escuche a Rafael que me preguntaba desde abajo: “y como te quedo?”, yo le dije “creo que bien” y me contesto: “ a ver…”. Baje descalzo las escaleras, Rafael estaba en uno de los sillones sentado, cuando me vio bajar se paró y me dijo: “ufff es tu talle, encima el azul te queda genial, tenía razón ja”. Yo le dije: “bueno gracias, complacido entonces, me la voy a sacar” y el contesto: “ah nooo, date una vueltita”. De repente estaba super relajado, ese hombre me hacía su objeto de deseo y si bien me encantaba ya tenía ganas de dar un paso más y entonces le dije: “eso no es gratis, vas a tener que pagar…”, “así? Y que me va a costar?”, “eso te lo digo después, vos estás dispuesto a pagar por la vueltita o no?” y el asintió sin pensarlo. Me acerque a la ventana, cerré los ojos, me di una vuelta lenta con las manos en la cintura, deje que la luz marcara el contorno de mis pompis, volví a voltear, me acaricié la cola suavemente y le hice una vuelta más. Cuando frene y abrí los ojos, Rafael estaba petrificado, con la boca abierta, mirándome el trasero y una mano en la verga que trataba de ocultar su erección.
Me miro y me dijo: “lo que me quieras cobrar, valió la pena, tenes la cola más hermosa que vi en mi vida, tus glúteos son perfectos y tu cuerpo es una escultura. Bueno ahora decime, cuanto me va a costar?”, y yo le conteste: “es muy sencillo lo que te voy a pedir, cuando me la puse me quedo tan justa que no sé si me la voy a poder sacar solo, me vas a tener que ayudar, si?”. Me miro y se sonrió, y me dijo: “yo creo que es posible, subí y ya te alcanzo”. Le sonreí y me dirigí a su cuarto. Entre y me puse frente al espejo más grande y note mi erección, pero era mucho más chica que la de mi compañero. Enseguida escuche los pasos de Rafael por la escalera y a los pocos segundo se abrió la puerta. No hizo falta que me diera vuelta, lo veía a través del espejo, se había sacado toda la ropa y estaba desnudo con su verga erecta como un obelisco de 20 centímetros que me apuntaba a mí. Tenía los abdominales marcados, unos pectorales hermosos pero lo más majestuoso era su miembro venoso y robusto.
Mientras avanzaba despacio en dirección a mí, me fui sacando la remera y quede esperándolo. Se me puso a centímetros de la nuca, me apoyo la punta de la verga entre mis dos cachetes de la cola y me dijo: “voy a cumplir con gusto lo que te prometí”, acto seguido sujeto la calza desde la cintura y la bajo de un tirón hasta el piso. Me quede en bóxer, entonces me tomo con una mano de la cintura y con lo arranco como un papel. Yo no podía contenerme y sentía todos los roces que me daba con su verga. Me empezó a acariar la cola con ambas manos, la recorría y me la apretaba, se agacho y empezó a besarla. Primero me beso todo el contorno hasta la espalda, dejándome su saliva en cada rincón y después empezó a abrírmelos cachetes. Yo me arqueaba para atrás buscando su verga y él más se excitaba. Me agarro fuerte y empezó a lengüetearme la raja, yo estaba por estallar de placer, sentía cada lamida como si me atravesara un rayo por el cuerpo. Me dejo toda la cola húmeda y me empujó hacia la cama, yo caí boca abajo y trate de sacar bien para arriba mi cola. Se arrodillo detrás de mí, siguió untándome de su saliva y como nunca me había pasado se me empezó a dilatar mi hoyito. Yo estaba como dopado, me arqueaba y me movía para atrás tratando de facilitarle su tarea, solo estaba pendiente de sus movimientos y no prestaba atención a nada más, estaba en llamas. De repente escuchaba mis propios gemidos, y sus suspiros me hacían cosquillas y me ponía la piel de gallina. Empecé a manotear para atrás tratando de encontrar su verga y note como se apartaba de mí, enseguida escuche unos pasos, un cajón que se abría, un envoltorio que rompía, unos segundos más y lo tenía de nuevo detrás de mí pero ahora subiéndose por mis piernas acostadas, hasta llegar a mi cola. Primero me apoyo la punta y comprobó que estaba en el lugar correcto, después me sujeto con la mano izquierda de mi hombro izquierdo y con la otra mano empujo su verga dentro de mis pompis. Primero fue 1 centímetro, después 2, luego el doble y yo me estremecía de placer. Cuando pensé que no daba más, me enterró el resto de su carne hasta hacer tope con sus huevos. Me sujetó fuerte de la cintura, sin aflojarme nada de su montura, nos dimos vuelta y quede encima de él. Se sentó en el borde y nos vimos reflejados frente al espejo, el espectáculo era monumental.
Eso me hizo enloquecer aún más y empecé a cabalgar encima de él, mientras el me sostenía agarro de mi verga que también estaba erecta. No dure más de diez embestidas cuando sentí que acababa, mi corazón iba a mil y mi leche se escapaba de sus manos mientras mis gemidos eras alaridos y él me comenzó a pajear para que yo me vaciara, al tiempo que me seguía penetrando. Su respiración también se aceleró de repente y sus arremetidas contra mi cola fueron más rápidas, su presión en mi ano aumentaba y lo sentía acabar. Fue como el rugido de un león, me clavo sus dedos en la cintura, empujo su verga aún más adentro mío y acabo. Me baje del pony, le saque el preservativo y se la comencé a chupar. Ese aparato gigante se iba achicando y yo lo limpiaba con violencia. Después de unos instantes ya estaba totalmente aseado y sonó el timbre. Se paró y me dijo: “Justo llego la pizza, que oportuno el delivery. Vamos abajo a comer, después habrá postre?” y todavía con el sabor en su néctar en mi boca, recostado en la cama lo mire y le dije: “vos conmigo, tenes postre gratis para siempre”. FIN.
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